miércoles, marzo 4

El Sufismo Universal V - Qué Enseña el Maestro Sufí


Un afamado Sabio, en su peregrinación llegó a una ciudad. Los notables del lugar acordaron hacerle un recibimiento y solicitarle la gracia de hablar a las gentes del pueblo y que les enseñase. 

El Sabio accedió, así que el pueblo esperó con ansiedad sus palabras, todo era murmullo y expectación. Se hizo finalmente el silencio y el Sabio preguntó: 

-'¿Sabéis de qué os voy a hablar?'

La gente perpleja respondió: ‘No Señor, no sabemos lo que nos vas a decir’

Ante lo cual el Sabio con gesto de desagrado dijo: 

-'¿Pues si no sabéis de que os voy a hablar, cómo queréis que dirija la palabra a gente tan ignorante?’- y resueltamente se marchó. 

Consternados los notables, acordaron hablar con el sabio y rogarle para que de nuevo tuviera la amabilidad de dirigirse al pueblo al día siguiente. Este aunque refunfuñando accedió otra vez. Cuando apareció enfrente del pueblo en medio de un silencio absoluto, volvió a formular la misma pregunta:

-¿Sabéis de qué os voy a hablar? 

Las gentes del lugar respondieron escarmentados: ‘Si Maestro, sabemos de qué nos quieres hablar’

El Sabio aún más enfadado dijo entonces: 

-'Pues si sabéis de qué os voy a hablar, hacer perder mi tiempo es inútil. ¡Así que, adiós!’ 

La gente quedó confusa y en suspenso, y los notables corrieron detrás del Sabio: 

-Maestro perdónanos, pero por favor te lo rogamos, esta vez estaremos preparados, no pases de esta ciudad sin darnos tu enseñanza. 

Una vez más el sabio cedió y se dirigió de nuevo al pueblo. El silencio era sepulcral, se podía oír el roce de un pelo. Entonces con mirada pícara y socarrona, y desgranando lentamente las palabras el sabio hizo la misma pregunta otra vez:

-‘¿Pueblo, sabéis de qué voy a hablaros?’

Entonces unos espontáneamente contestaron con rapidez: ‘Sí, Sí Maestro, lo sabemos’… mientras que otros contestaron: ‘No, en realidad no lo sabemos Maestro’

Todos quedaron confusos, mirandose entre ellos y al sabio. Y entonces éste finalmente dijo: 

-‘Bien, pues entonces los que lo saben que se lo cuenten a los que no lo saben. ¡Adiós!’. 

Y entre las caras boquiabiertas de todos, el Sabio se marchó de aquella ciudad que no le comprendió, mientras debajo de sus barbas una sonrisa maliciosa se dibujaba.

(Viejo cuento sufí)