1001 Reencarnaciones y dos más
En el artículo anterior, planteamos algunos problemas con respecto a la "creencia" en la reencarnación:
Con respecto al pasado:
1. Darse importancia: "Yo fui un personaje interesante en otra vida". Muchas personas caen en la trampa de identificarse con figuras históricas o personajes importantes en sus "vidas pasadas", lo que puede alimentar el ego y distraer del trabajo espiritual genuino.
2. Justificar la insatisfacción presente: "Mi realidad actual es consecuencia de un mal karma, resultado de las malas acciones que cometí en el pasado". Pensar que las dificultades actuales son el resultado de ello, puede llevar a la resignación y a evitar la responsabilidad de cambiar y mejorar. ¿Cómo sabes que los dolores que padeces son debidos a un mal pasado? Porque quizás se trate de pruebas del destino para hacerte crecer. Decían los antiguos egipcios que la diosa leona Sekhmet (que representaba el destino o karma violento) castigaba duramente a sus elegidos, quienes eran suficientemente fuertes como para aguantar sus zarpazos.
Con respecto a la proyección personal en el futuro:
1. Seguir ciegamente a un maestro: "Reencarnaré siguiendo al Maestro Fulano, quien me convertirá en un candidato al Nirvana o, al menos, a un pre-Nirvana". Algunos buscan acelerar su evolución espiritual siguiendo ciegamente a líderes o maestros, esperando alcanzar estados elevados sin un esfuerzo interno real.
2. Ilusión de progreso rápido: "Gracias a mi conexión con los Maestros, podré evolucionar a una velocidad pasmosa". La creencia en un avance espiritual acelerado gracias a la conexión con supuestos maestros puede ser una forma de evadir el trabajo personal y la autodisciplina.
Estas creencias sustentan la vida atareada de muchos, siempre en busca de un cielo que nunca llega. Ocurre lo mismo en muchas religiones, donde la salvación se promete como alcanzable, siempre que uno se someta a los dictados de un Representante terrenal del dios o del Maestro Ascendido, quien controla el proceso, aunque no sea tan divino.
El Camino Auténtico
- El Motor Interno:
Este sometimiento a maestros y gurús no solo restringe nuestra libertad e invade nuestra conciencia, sino que, en realidad, frena nuestra evolución. El ser humano debe encontrar su Motor Interno, la capacidad de levantarse y avanzar por sí mismo, como un niño que da sus primeros pasos, cae y se vuelve a levantar, bajo la vigilancia de sus padres, ciertamente, pero que no impide que el haga el esfuerzo por sí mismo.
Esta ha sido la GRAN TRAMPA que, como una sombra, apareció tras la partida de los Grandes Maestros (léase Buda o Jesús, por ejemplo) y también después de los grandes pioneros espirituales que dejaron su mensaje, abriendo puertas a una nueva comprensión del ser humano.
Por ejemplo, tras H.P. Blavatsky apareció Annie Besant, y con ella toda una corte de buscadores de maestros hasta debajo de las alfombras que convirtieron el diamante puro de las enseñanzas en rivalidades llenas de vanidad y autoritarismo.
- El Servicio a los demás:
Estos buscadores, en cualquier grupo donde se encuentren, se caracterizan por "mirar siempre hacia arriba y casi nunca hacia abajo", como un perro que espera las migajas de su amo. Se esfuerzan por satisfacer los deseos de las jerarquías, olvidando las necesidades concretas de sus hermanos más desfavorecidos. Buscan crear un grupo selecto e incontaminado de servidores de sus líderes, relegando a la oscuridad y el oprobio a quienes mantienen su independencia.
- La Esencia perdurable
Pero, sobre todo, olvidan que esta personalidad que ahora representamos—llámese como se llame—está destinada a perecer, a no guardar ninguna relación con este mundo igualmente perecedero. Lo esencial es el destilado puro de la experiencia vivida, es algo que no consta en informes, condecoraciones ni cargos ocupados, sino en algo más profundo e indefinible: lo eterno que sobrevive a las sombras transitorias del ego.
Yo, que me llamo X, cuando muera, dejaré de existir. Pero el misterio que me impulsa, lo que me levanta tras cada caída, lo que me lleva a servir a los demás, a trabajar en el camino de la evolución colectiva, eso que me hace mirar más a quienes me rodean que a los dirigentes de las Iglesias—sean religiosas o laicas—seguirá su curso. Ese "algo" casi indefinible es el aroma que queda después del vacío material, lo que un día alumbrará a otro ser humano transitorio, en una nueva representación teatral, un nuevo acto de vida y servicio.
Por lo demás, si puedes, acuérdate de quien tienes abajo y no mires tanto hacia arriba, porque lo de arriba justamente se abre cuando miras hacia abajo y a los lados, hacia tus hermanos.