lunes, septiembre 30

LA MEDICINA EGIPCIA I - Ciencia, Magia y Espiritualidad.

LA MEDICINA EGIPCIA - I


Ciencia, Magia y Espiritualidad.

Iniciamos con este artículo una serie sobre la Medicina Egipcia que esperamos que sea provechosa y aclare las principales ideas sobre la misma. En primer lugar, tenemos que decir que la medicina del Antiguo Egipto estaba muy avanzada en relación a su época. Tenía la capacidad, al igual que otras grandes medicinas clásicas, de aunar conocimientos prácticos con creencias religiosas, además del soporte de la psicología y la espiritualidad en general. Los antiguos egipcios desarrollaron tratamientos médicos efectivos basados en observaciones clínicas, aunque también recurrieron a lo sutil y mágico, ya que las enfermedades no solo tenían como causa principal los accidentes físicos, sino que también a menudo se consideraban como resultado de los castigos divinos (karma) y como enfermedades causadas por fuerzas sobrenaturales.

Analizar y aprovechar, hoy en el siglo XXI, de manera práctica la medicina del Egipto faraónico es una tarea casi imposible si solo tenemos en cuenta los detalles materiales y técnicos, tales como las fórmulas y las drogas utilizadas. La egiptología moderna ha intentado acercarse a ella enfocando su interés, de manera especial, en la descripción minuciosa del proceso de momificación o en fotografiar y escanear las momias para describir así los huesos rotos o los signos de envejecimiento, el estado dental, así como calcular la edad probable de los cadáveres momificados y la metodología empleada para embalsamarlos. También hay estudios que intentan descifrar los papiros existentes y el nombre de las plantas que usaban en el pasado, desconocidas hoy. Así mismo, se ha descrito diversos aspectos sobre la profesión médica, y sobre el alcance de sus conocimientos en anatomía, fisiología y cirugía.

No obstante, dicha medicina del pasado aunque pudiese rescatarse con todo lujo de detalles, probablemente no tendría valor para nuestra época, ya que las formas de actuar, los medios y los fines de la medicina egipcia no tienen nada que ver, salvo en aspectos secundarios, con la medicina moderna y científica.

Como ya veremos, existían elementos morales diferentes, así como principios generales, y un contexto filosófico y un entendimiento de la vida, la enfermedad y la muerte, que nada tienen que ver con los de nuestra época, pero de los que verdaderamente podríamos aprender mucho. Además, hay otro aspecto importante a considerar: las creencias y la magia, sin ellos no puede entenderse el tipo de Medicina que practicaban los egipcios de la antigüedad.

Iremos desgranando estos aspectos, uno a uno, de manera que podamos extraer de los mismos elementos útiles para nosotros mismos. Algunos de los aspectos clave de la medicina egipcia que analizaresmo en sucesivos artículos son los siguientes:

LOS TEXTOS MÉDICOS

Hemos heredado del pasado diversos textos médicos que describen tanto enfermedades, así como tratamientos y procedimientos quirúrgicos. Centraremos nuestra descripción en dos de ellos, el Papiro quirúgico de Edwin Smith, y la patología médica descrita en el Papiro de Ebers. Hay otros textos, pero la comprensión de estos dos será suficiente para empezar a entrever que la medicina egipcia era "otra cosa" bien diferente de nuestra medicina de hoy día. En las "recetas" del papiro de Ebers podremos tener un vislumbre de las plantas utilizadas, y sobre todo de la fisiopatología, o sea de la teoría médica que tenían los egipcios sobre las enfermedades, además de algunas recetas muy curiosas, que nos indican aspectos mágicos y correspondencias naturales. Pero sobre todo en el papiro de Smith encontraremos la descripción de un sistema energético y físico de conducción extrañamente similar al sistema utilizado en las medicinas clásicas orientales.

LAS ESPECIALIDADES MÉDICAS Y LA "CARRERA MÉDICA"

Existían especialistas médicos en distintas áreas, oftalmólogos, dentistas, especialistas en enfermedades de la mujer y del aparato digestivo, cirujanos, etc. La existencia de dichas especialidades apuntan a un conocimiento y una enseñanza altamente organizada de la medicina; esta complejidad implica que los conocimientos poseídos eran muchos más que las escasas referencias que aparecen en los papiros que poseemos. Lógicamente todo lo anterior apunta a un sistema de enseñanza, un escalafón médico, y unos lugares especiales de enseñanza, las llamadas Casas de la Vida.

LOS REMEDIOS Y LOS TRATAMIENTOS:

Usaban una gran variedad de hierbas, minerales y sustancias animales como remedios, pero como apuntamos antes algunos de los nombres jeroglíficos no se corresponden con la nomenclatura moderna, y es difícil saber por qué se utilizaban, aún así encontraremos ejemplos que nos recuerdan usos modernos como por ejemplo el del ajo y la cebolla con el fin de mejorar la circulación y prevenir enfermedades. El opio, se utiliza como anestésico, la miel y la mirra para para curar heridas. Pero además de ello había recipientes especiales que se utilizaban para contener las medicinas con oraciones; también existían estelas sagradas que dotaban de cierto valor mágico a las aguas vertidas sobre las mismas. Además había que tener en cuenta la forma mágica de administrar los remedios, las oraciones que lo acompañaban, y el efecto hipnótico de algunas de ellas.

LA RELIGIÓN Y LA MEDICINA

Los médicos eran sacerdotes, y por tanto las prácticas médicas y religiosas actuaban en paralelo y al unísono. Los tratamiento requerían la intervención taumatúrgica de los dioses, por otro lado las imágenes, amuletos y recitaciones formaban también parte del tratamiento. Los dioses simbolizaban tanto a las fuerzas curativas, como así mismo el karma, vehiculizado a través de ellos, dando como resultado enfermedades y plagas.

Si bien la medicina egipcia combinaba tanto elementos prácticos como de otra naturaleza metafísica, eso no impidió que durante siglos los médicos egipcios alcanzaron fama en todo el mundo, desde Mesopotamia y Medio Oriente, hasta incluir lugares tan apartados como el noroeste de España, donde se establecieron templos dedicados a deidades egipcias de la curación, así mismo influenció en Galeno, médico romano cuyos textos se utilizaron hasta bien entrada la Edad Media, así como a Hipócrates, médico griego, quien puede ser considerado uno de los primeros médicos naturalistas, además de establecer el famoso juramento, basado en los templos y hermandades secretas de Egipto. Ambos médicos estudiaron la medicina egipcia y tomaron de ella sus principios. Pero de eso y otras muchas cosas hablaremos en los siguientes artículos. 

Continuará

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sábado, septiembre 14

Geografía Sagrada de Egipto IV - Las 7 Direcciones del Espacio

 Las 7 Direcciones del Espacio

 

"En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra. 2 La tierra no tenía entonces ninguna forma; todo era un mar profundo cubierto de oscuridad, y el espíritu de Dios se movía sobre las aguas..." Génesis 1,2

Los anteriores versículos de la Biblia son equivalentes a los textos sagrados babilónicos. En el mito babilónico las aguas cenagosas y dulces, Apsu, fueron mezcladas y removidas juntos las aguas profundas y saladas, Tiamat. Los escritores bíblicos dan una versión similar, aunque eliminando los nombres de los dioses babilónicos. Las Aguas Oscuras y Primordiales de las teogonías representan dos cosas, por un lado son aguas porque éstas se consideran origen de la vida, y por el otro son oscuras porque representan la no existencia previa a la manifestación. 

La Geografía Sagrada que estamos analizando en esta serie de artículos significa la posibilidad para los seres humanos de establecer un lazo entre el mundo terrestre y el mundo mítico cósmico. Hay una geo-grafía como resultado de una geo-metría, y no hay geometría sin matemáticas. Los números en su simbolismo, en su generación, representan el despliegue de la inteligencia y de las fuerzas que la acompañan y el movimiento de la conciencia. Precisamente, en la teogonía heliopolitana, el mito de la creación egipcio es una sucesión de estados y de números.

domingo, septiembre 8

Geografía Sagrada de Egipto III

 Los 4 Navegantes del Cielo



En el anterior artículo establecimos las relaciones fundamentales con las estrellas, con las direcciones del espacio, y con la Vía Láctea y el Nilo. Ahora nos adentraremos un poco más en el entendimiento de las cuatro direcciones del espacio. 

Hace más de 5.000 años —cuando probablemente aparecieron los primeros rudimentos del sistema zodiacal que hoy utilizamos (lo cual no significa que no hubiese nacido antes)—, cualquier observador de la bóveda celeste podía visualizar entre las 25 estrellas más brillantes cuatro que eran de gran importancia. Estas estrellas fueron llamadas por los persas las Estrellas Reales, pues no sólo su posición, sino también su aislamiento y brillo las hacía especiales.

viernes, septiembre 6

Geografía Sagrada de Egipto II

 Egipto: Cápsula Dorada Fuera del Tiempo



Las múltiples correspondencias ─ entre cielo y tierra, en las direcciones del espacio, entre el Nilo terrestre y el Celeste, la Vía Láctea ─ se completan con el Tiempo Mítico: el tiempo de los Inicios y de los dioses, tiempo al cual los egipcios siempre trataban de volver, una vieja nostalgia simepre presente a lo largo de toda su historia. Por eso cada nuevo Faraón inauguraba su reinado en ese tiempo de los inicios, el año primero. Egipto es una Cápsula Dorada, eterna, siempre repetida, un lugar habitable para los dioses, hombres y animales, más allá del tiempo.

El Curso del Nilo y Osiris


Egipto y el Nilo son uno, el río sagrado es el regalo de los dioses, sus aguas benditas, representadas por la figura de Hapi, de pechos henchidos y vientre lleno, generoso y siempre dispuesto a alimentar y dar vida a todos los seres que bebían de sus aguas. 
Hapi, el dios del Nilo

Cuentan que cierta tribu de libios, que se asentaron en el Delta, se negaron a pagar los tributos al faraón. Alegaban que ellos no eran egipcios. Consultado el Oráculo de Siwa, famoso en toda la antigüedad y en cuyo templo el dios Amón hablaba, éste dictaminó que todos los que bebían de las aguas del Nilo eran egipcios. No se era egipcio por raza, ni por descendencia, sino por formar parte de aquella extensa comunidad asentada en sus márgenes. El río significaba regadíos, y regulación del uso de sus aguas, parcelación de las tierras, y los derechos hereditarios y consuetudinarios, significaba la Civilización frente a un mundo externo, más allá de sus fronteras, donde la miseria, el despotismo y la crueldad eran prácticas diarias. 

Ta Mery, la "tierra amada", o también Kemet, la "tierra negra" y rica en limo, constituía Egipto. El Valle Viviente, con sus alternantes tres estaciones, su poder de regeneración y vida, se identificaba y se hacía uno con Osiris, dios redentor y rey legendario, que enseñó a los hombres la civilización, pero sobre todo les enseñó el camino para adquirir la inmortalidad, vencer la muerte y conquistar la Eternidad, como la misma vida del Nilo.

Las dos tierras reverdecen por tu causa, en presencia del Señor de los Confines (Osiris)... tú, de cuerpo dorado, azul la cabeza, y cuyos brazos son de turquesa...
[Libro de los Muertos, Himno a Osiris]

Osiris es Egipto: su cabeza es el cielo azul, su pecho dorado el espacio por el que circula el Sol, y sus brazos son las aguas turquesas del río. Osiris era la fertilidad de la tierra, el poder de renovación. En otras civilizaciones clásicas encontramos un paralelismo: el rey justo y legítimo hace por su sola presencia florecer las tierras: “El Rey y la Tierra Son Uno”. Por el contrario, las catástrofes naturales, el hambre y la devastación eran consideradas el resultado de la destrucción del lazo que unía el Cielo con la Tierra, como consecuencia de un rey indigno. 

La primera estación del año, llamada Ajet, se extendía aproximadamente del 19 de Julio al 15 de Noviembre, era la estación de la Inundación, la llegada en abundancia de las aguas que procedían de la corriente arriba.

Desde las Aguas del Océano, el Gran Verde, y desde el Tiempo Primordial, representando
por la vara de los cientos de años en sus manos, surge Hapi, el dios del Nilo, que 
transfiere las Aguas Primordiales a las Aguas del Río.

La segunda estación era la de la siembra, Peret, del 15 de Noviembre al 15 de Marzo. Era el momento de la Germinación, En las tumbas se depositaba una maceta con la forma de Osiris, maceta de la que en medio de la oscuridad de la muerte brotaba el trigo, como promesa de resurrección.

Osiris Nepra, germinando

La tercera estación era la de la cosecha, Shemu, del 15 de Marzo al 13 de Julio, la época de la Siega y el Trillado.

El Osirificado en el Más Allá recoge lo sembrado en la vida.
El paraíso de los egipcios era el trabajo efectivo en el plano espiritual. 

La vida de Osiris era la misma vida del Valle y del Nilo, ciclos recurrentes de muerte y vida, inundación y sequía. Pero, no hay que confundir el río como accidente geográfico, aunque obviamente estaba relacionado con el "Nilo Mítico". Así, el Nilo físico tiene su origen tal como la geografía nos enseña en las entrañas del África Negra, pero el Nilo Mítico, como el mismo Osiris, tiene también un nacimiento mágico en conexión con su imagen celeste, el Nilo Celeste conocido hoy como la Vía Láctea.

La isla de Bigeh en primer plano, Philae al fondo

Al sur de Egipto, hay una isla llamada Bigeh, está situada enfrente de la isla de Philae. Bigeh, era llamada también "Abaton", "la inaccesible", pues era considerada como una isla sagrada e importante, y además era santuario de Osiris con 365 altares, uno por cada día del año dedicado al dios. El acceso a la isla sólo estaba permitido para los sacerdotes, que siempre accedían en silencio.

En una cueva de esta isla, bajo el agua, se situaba el origen mítico del Nilo. En dicha cueva se encontraba grabado en las paredes el símbolo del nacimiento del río: Hapi, el rio Nilo, rodeado y protegido por una serpiente, mientras que él vierte dos jarras de agua, símbolo de Acuario.


Este punto geográfico, la isla de Bigeh, era la imagen especular en la tierra de la Constelación del Muslo, la Osa Mayor. La leyenda cuenta que el cuerpo de Osiris fue troceado en 7 ó 16 (1+6) partes, según las versiones, y que cada parte se encontraba enterrada en un lugar sagrado diferente a lo largo del valle. Pero aquí en Bigeh, de manera especial, la constelación reflejaba su poder. Osiris, era el "dios monopodio", de una sola pierna, porque su cuerpo era el reflejo de esa misma constelación, el Muslo:

Osiris y la constelación del Muslo (Osa Mayor)

A partir de ese lugar mágico se extendía la influencia de las estrellas de la Vía Láctea, haciendo surgir en las orillas del Nilo templos y ciudades sagradas a lo largo de su recorrido mágico. El egiptólogo Georges Daressy (1864 – 1938) fue quien estudió y cartografió dicha distribución (PDF adjunto, descargar Daressy.pdf) haciendo corresponder a cada nomo o provincia las constelaciones y planetas sagrados.

Caminar a lo largo de las orillas del Nilo, era caminar por las estrellas, era encontrar un lugar sagrado en sus orillas donde Osiris había dejado su huella y recuerdo. Hoy día, en nuestras agitadas ciudades, apenas recordamos que hay que mirar al cielo, si es que todavía puede verse...

Continuará

miércoles, septiembre 4

Geografía Sagrada de Egipto I

 Geografía Sagrada de Egipto 


El cielo, la Vía Láctea, se refleja en el Nilo Sagrado


Existen tres conceptos relacionados en varios planos o dimensiones distintas: la Geografía Sagrada, la Arquitectura Sagrada, y la Geometría Sagrada. 

En los tres casos se define un territorio, un espacio, y una relación inmediata con el agente que lo define. Reducido a su más simple expresión, es la aplicación de una forma física o visual a un objeto o territorio más o menos extenso, y la forma que se aplica no es ni más ni menos que una idea inteligente. 

El alfarero en su mente imagina el objeto, que luego plasma en la arcilla, es la forma ideada la que se imprime sobre el barro. De la misma manera, la percepción de una idea sagrada, de una causa celeste, puede también reflejarse en la tierra, y es el hombre con sus percepciones ideales quien imprime la tierra, el edificio o el templo que se corresponde con esa idea sagrada. 

sábado, junio 22

El Arte y la Técnica

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El Arte y la Técnica

El significado de las artes, hoy en día, es “cualquier actividad con una finalidad estética y también comunicativa” [Arte - Wikipedia]

Según esta definición tan amplia que nos facilita Wikipedia, un locutor de televisión también está haciendo arte, así como una telefonista o una azafata de vuelo, o simplemente el que arregla los productos en un escaparate, o la pescadora vendiendo sus productos. El arte es también, según este punto de vista moderno, sobre todo una cuestión de gusto, o sea no de intelecto, inspiración, admiración, etc., sino de mi gusto personal, algo sobre lo que, como todo el mundo sabe, no hay nada escrito.

Por consiguiente, la evaluación de una obra de arte en el mercado capitalista es sólo una cuestión de gusto impuesto, de modas pasajeras, y sobre todo de dinero.

Se dice también que en sus orígenes el arte tuvo en principio una función ritual, mágica o religiosa y que cambió adquiriendo, con la evolución (involución ?) del ser humano, aspecto sociales, pedagógicos, mercantiles y ornamentales.

Hasta aquí hemos llegado, hasta el punto de colocar al lado del Réquiem de Mozart, o del David de Miguel Angel, en la misma categoría, aquellas obras que destacan por su valor mercantil de moda y especulativo, o que simplemente que asombran por su descaro y originalidad: estatuas recubiertas de piel humana disecada, detritus y heces en una lata de conservas, o las obras producidas por un aparato mecánico. Todo estos son hoy ejemplos reales de arte en las galerías y museos del mundo.

Cuando fallamos en delimitar y definir lo que es arte, y no lo conseguimos encuadrar en margenes concretos, es porque debe corresponder a una actividad muy esencial y general del ser humano. Veamos su origen en los lenguajes antiguos:

En sánscrito, la lengua madre indoeuropea, encontramos el término तक्षति (tákṣati): Formar, cortar, cincelar, dividir en trozos, dar forma, crear, formar en la mente, inventar, reducir dividiendo, despellejar

En la variante de Punjab encontramos la palabra tacchnṇā relacionado con el τέχνη, téchnē en griego que significa arte y técnica.

En Matemáticas reducir dividiendo y simplificando, así como en escultura usar el corte del cincel es delimitar, hacer visible y objetiva una idea o una visión, o una imaginación, algo mental, o bien un sentimiento que se hace visible.

Todos esos significados sánscritos, nos llevan a entender el doble significado de la téchnē griega, arte y técnica, es decir dos cosas iguales en origen y que son operaciones humanas por excelencia, sirven ambas para traducir al mundo material concreto las ideas, intuiciones, pensamientos y emociones humanas:

Mundo Ideal, Mental, Inspiración, Sentimientos → [arte y técnica] → Obra

Este reflejo mundano de la Idea o del Pensamiento o del Sentimiento, hace que sea tan difícil y controvertido definir qué es Arte y qué es técnica o aplicación práctica. Así tenemos dos fenómenos distintos:

Mente, ingenio, razonamiento práctico → [Técnica] → Obra práctica, suntuaria, o decorativa.

Mundo Ideal, Inspiración superior, Intuición espiritual → [Arte] → Obra artística, que sirve de canal de acceso a la Idea contemplada o inspirada en el artista.

La contemplación de la supuesta obra “artística” genera en el observador reacciones distintas, de placer, de rechazo, de excitación de las pasiones, o por el contrario de elevación del pensamiento, de sentimiento auténticamente estético que nos eleva a intuiciones poderosas, como cuando se contempla la obra de la Naturaleza virgen.

Por consiguiente, no hay que luchar con las definiciones, sino que hay que aclarar cuál es su origen y cuál es el efecto, y deberemos juzgar si la técnica o arte empleado es el más apropiado para captar y ofrecer su contenido.

Así sólo deberíamos hablar de Arte cuando existe una armonía entre origen medios y fines, procediendo la Idea de la inspiración superior, de las Ideas Sublimes, de los Arquetipos (Bien, Verdad, Belleza, Justicia), poseyendo así el objeto artístico la capacidad, en su belleza y armonía, de elevar nuestro pensamiento, emociones y deseos, hacia lo superior.

Si no posee las características señaladas más arriba, hablaremos más bien de técnica, en el sentido moderno, o de arte menor, no por su belleza más o menos objetiva, sino porque el valor e intención con el que ha sido construido no es el de elevación de la conciencia, sino meramente una satisfacción sensual, utilitaria, o relacionada con el mundo material en el que vivimos, ya se trate de reivindicaciones políticas, sociales, o meramente una búsqueda de la sensación y el asombro, del “épater”, como dicen los franceses, o sea deslumbrar, encandilar, impactar, pasmar y sorprender.

En el Arte Verdadero, el artista ejerce un esfuerzo intuitivo, contemplativo, y mental por captar verdades y esencias ideales, es un ejercicio casi ascético, de renuncia a uno mismo en pos de la visión suprema.

En el llamado arte moderno, sin embargo, ya no se busca representar la esencia de las cosas, o simplemente la representación de las cosas tal como son, sino que el artista se convierte en el centro, se trata pues de MI VISIÓN, MI PENSAMIENTO, MI PLACER O GUSTO, O INCLUSO MI DISGUSTO. Así de la obra anónima de arte, como ocurrió durante siglos, se ha evolucionado a centrar y hacer girar todo el valor del arte alrededor del “nombre del autor”, que es quien le da valor en la sociedad capitalista y comercial. La aspiración de muchos artistas modernos es la de ser reconocidos, de ser famosos, de que se les admire a través de su obra. La explicación o la visión personal que el pseudo-artista proporciona o su adscripción política cuenta más que el valor de dicha obra en sí.

El contemplador del arte moderno, movido por la misma vanidad que el autor, se convierte en diletante, en arbitro de la elegancia, en “entendido” cuya opinión buscan y halagan todos los artistas noveles, y sobre todo los marchantes.

Este es el resultado y otra desgracia más de nuestro siglo materialista, basado en una economía vendedora y compradora de almas.

Recuperar el Arte significa recuperar al artista, o sea, alguien que, además de conocer profundamente las habilidades de su oficio, al mismo tiempo se inspira en los Ideales del Bien y de la Belleza, que persigue con su oficio, para dejar que los demás también contemplen esos arquetipos.

En este sentido Oriente ha sabido conservar en mejores condiciones ese espíritu, así un Maestro de Ikebana, o un artista de Kabuki, o un danzante de Bharatanatyam de la India, están más cercanos al concepto clásico de artista que los pseudo-artistas occidentales, porque lo esencial ha permanecido: el largo trabajo sobre sí mismo, el perfeccionamiento sin límites, y la búsqueda sin fin de la belleza.
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jueves, junio 13

El Misterio de las Encarnaciones Divinas III - Los Avataras y el Misterio del Buddha

El Misterio de las Encarnaciones Divinas III

Los Avataras y el Misterio del Buddha

A menos que se sea un materialista empedernido, la lógica natural lleva a pensar que si existe un Orden, o un atisbo de organización inteligente de este Universo, si existe un misterio insondable que sólo se expresa por medio de Leyes Inexorables, que apuntan a lo que podríamos llamar divinidad ─aunque no en el sentido que le dan algunas religiones, el de un dios rector sentado en su trono celeste─, repito, si no se es materialista acérrimo entonces es lógico y razonable pensar que el camino ascendente evolutivo de todo el Universo es algo que ningún científico podrá negar, y que este camino depende de un Plan.

Ahora bien, para la mayoría de los seres inconscientes (minerales, vegetales) semiconscientes (animales) y conscientes como el hombre, necesariamente debe existir un mecanismo rector que guíe su evolución apuntando en la dirección correcta. En el caso de los animales, plantas y minerales, dado el pequeño margen de libertad individual que poseen, la Ley Natural es suficiente para conducirlos.

Pero ¿qué ocurre en el caso de los seres inteligentes y conscientes? Una piedra, si se la golpea se rompe en pedazos, una planta muere si se la aplasta y se la depriva de agua y nutrientes, y crece si se la riega, pero todo ello ocurre pasivamente. Eso no los convierte en mejores ni en peores. En el caso del hombre es diferente, porque el hombre tiene la capacidad de ser un ángel o un demonio. Ejemplos no faltan en la historia. Su naturaleza, más delicada que la del bruto, le permite ascender, pero, como en el mito de Ícaro, también puede caer desde esa altura y estrellarse, puede convertirse en un ser semi-humano, peor que las bestias, depravado y maligno. Y la razón para ello consiste en que aquello que es tan delicado es también muy frágil. El bruto no cambia demasiado, sin embargo la delicadeza y sutilidad del ser humano es su bendición y su maldición, porque puede ser su punto de partida hacia el cielo o hacia el abismo.

Por todo lo anterior, en toda época y lugar se ha considerado la Educación como un elemento fundamental para el desarrollo humano, y sobre todo la educación profunda en valores, así como el autocontrol personal y el servicio a los demás. En definitiva, educación en valores auténticamente humanos en oposición a los hombres (?) semianimales o sólo regidos por los instintos.

Las doctrinas religiosas y filosóficas, tanto de Oriente como de Occidente, insisten en que la Divinidad Rectora, o como se quiera llamar, o la Inteligencia Rectora, no escatima esfuerzos de formas diversas para enseñar también a los seres humanos. No les enseña matemáticas, ni biología, ni trigonometría, sino a mantener su condición humana, a pesar de las desgracias y los contratiempos. Por eso es universal la creencia en la intervención de los Hijos de Dios, de los Ángeles que caminan entre los hombres, de los Avataras o encarnaciones divinas como se les llama en Oriente.

Esta es una palabra que deriva del sánscrito: “ava” o descender, y la raíz “tr”, cruzar, o sea descender o cruzar hacia abajo, como el rayo al caer o el río o manantial de agua que corre hacia abajo.

En la mitología romana y griega se corresponde con los llamados “héroes” o encarnaciones semidivinas, los hijos de un dios y una mortal, de la misma manera que en la mitología cristiana Jesús es un hijo de Dios y de una Virgen.

Esta conjunción de lo divino y lo humano presenta tres elementos constitutivos: la emanación divina que inspira al Avatara o Semidiós, y un alma humana muy elevada, que es el canal a través del cual se manifiesta, además de un cuerpo físico sobre el que se asienta. Dice el Bhagavad Gita:

“Cuando quiera que la Ley desfallezca, y cobre bríos la iniquidad, entonces renazco, para proteger a lo buenos, confundir a los malos y restaurar firmemente la justicia. De edad en edad renazco Yo con este intento”. (BG, cap. IV, 7-8)

Quien habla es Krishna, un avatara o encarnación divina de Vishnu, o en otras palabras un descenso hasta los seres humanos de la Sabiduría del Logos. No hay que dejarse llevar por los nombres, sino por lo que representan. Así en el caso del Maestro Jesús, es en el rio Jordán cuando su iniciación se completa, tras ser bautizado por San Juan. Entonces sobre el ser humano descendió el Espíritu Divino, como sucede con todos los avataras, y esto sucede en el río “Jordán”, o según su traducción: “lo que fluye hacia abajo”, o sea con el mismo significado que la palabra Avatara:

«Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco"». (Mt 3,16-17)

según comenta HPB:

“Todos los avataras son uno y el mismo; son los Hijos de su “Padre” en directa descendencia. El “Padre”, o una de las siete Llamas, llega a ser con el tiempo el Hijo y, en consecuencia, uno con el Padre desde toda la eternidad.

El Padre en los cielos se refiere al Logos, o Dios tal como lo entiende el común de la gente, y no es un padre físico sino espiritual, porque es su rayo el que **encarna en la forma ilusoria**, como todo lo que existe en este mundo, del **Adepto que ya ha superado todas la limitaciones humanas,** y que por su pureza puede recibir al Padre en el seno de sí mismo. Por eso, el receptor de la divinidad, el Adepto, no es un ser humano común, ni necesita reencarnarse en este plano material, ni le afecta el karma de las acciones realizadas en el mismo: su apariencia humana es sólo una ilusión, que dura lo que tenga que durar el drama representado.

Por eso la tradición musulmana dice, según la Sura IV del Corán, que Jesús no fue crucificado realmente, sino que se trató de una ilusión que engañó a sus verdugos, de tal manera que ascendió a los cielos estando vivo, pues sólo era un cuerpo ilusorio:

“Y por haber dicho: Nosotros matamos al Ungido, hijo de Maryam, mensajero de Allah. Pero, aunque así lo creyeron, no lo mataron ni lo crucificaron. Y los que discrepan sobre él, tienen dudas y no tienen ningún conocimiento de lo que pasó, sólo siguen conjeturas. Pues con toda certeza que no lo mataron.”

El Misterio del Buddha

Tal como hemos explicado anteriormente, un Avatara es una encarnación divina en una forma ilusoria y con la participación de un Adepto que ha superado la etapa humana, y que por tanto también él mismo es una ilusión en su manifestación en este mundo.

Sin embargo, en el caso del Buddha, ocurrió algo diferente, porque llegó al estado avatárico por sus propios méritos y esfuerzos, no fue simplemente el receptor pasivo de un rayo de la divinidad, sino que alcanzó ese estado por sí mismo.

Expliquemos esto un poco más: El nacimiento de las religiones, su renovación en nuevos mensajes adaptados a la Humanidad en cada momento de su historia, es un mecanismo natural, se produce de manera cíclica y cada vez que la Humanidad se aleja peligrosamente del Sendero. Este mecanismo cíclico y natural es protagonizado por los Avataras (los que descienden) de la Divinidad, tal como hemos explicado. Este sería el Mecanismo General, digamos que la forma estándar.

Pero también existe otro mecanismo especial, cuyas razones para existir sería demasiado complejo para un artículo como este. Ese otro mecanismo especial es el que corresponde a las llamadas Escuelas de Misterios y sus Adeptos. A través de este sendero los seres humanos pueden llegar, de manera muy excepcional y rara, hasta la condición de Avatara. Estamos hablando de aquellos que caminan su propio sendero: los Jivanmuktas. (de Jiva, vida, ser viviente + mukta, libre, liberado), es decir un ser que se ha liberado por sí mismo, que ha alcanzado el nirvana y el más alto nivel de evolución en conciencia y poder durante su vida terrenal.

Según nos explica H.P. Blavatsky:

“Un avatara es el descenso de Dios a una forma ilusoria. Un jîvanmukta ha pasado por innumerables encarnaciones en las cuales puede haber ido, acumulando méritos, pero no alcanza el nirvâna por virtud de estos méritos, sino a causa del karma producido por ellos, que le conduce y guía hacia el maestro que ha de iniciarle en el misterio del nirvâna, y que es el único capaz de ayudarle a llegar a esta morada.“

Como ejemplo, podemos decir que también en la mitología del Antiguo Egipto, aparecen también dos mecanismos, el regular y el extraordinario: así los dioses en contacto con los hombres, sus directores, nacen de manera natural de la diosa Nut, el cielo. Pero Seth, nace violentamente del costado de su madre Nut. Su jeroglífico, cuando aparece en una oración, es sinónimo de revolución, violencia, sorpresa. Seth en Egipto representa a los sistemas iniciáticos, el “segundo” sistema de emergencia, inventado para regular la Evolución Humana.

Lo demás hay que dejarlo a la intuición.

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miércoles, junio 5

El Misterio de la Encarnacion Divina II - El Mantra Gayatri

El Mantra Gayatri de la India,

En toda la India, por todas partes, resuena el canto del Mantra Gayatri desde hace milenios. ¿Por qué?¿Qué tiene de especial?.

En primer lugar hay que aclarar para los lectores occidentales el significado de la palabra Mantra. Esta palabra es la combinación de otras dos: Manas (mente) y Antra (interior), y se refiere a la internalización y seguimiento profundo de un estado mental o pensamiento.

A veces se ha usado esta término como equivalente a encantamientos, o simplemente la recitación de un himno védico, pero su auténtico sentido es más profundo y místico, porque no es la mera repetición de una palabra, sino la meditación intensa fijando nuestra mente en el significado y fin del mantra.

No obstante esta técnica de la repetición se convierte a menudo en una práctica mecánica, cuando no supersticiosa, como ocurre con los famosos molinillos de oración tibetanos, que contienen oraciones en su interior que supuestamente son “recitadas” y arrojadas al aire con el movimiento giratorio del molinillo. Algo similar ocurre con los famosos rosarios, tanto cristianos como musulmanes. En todos estos casos, la automatización rítmica de la oración, ya se trate de “aves marías”, o de frases sobre la presencia o nombres de Allah, o de molinillos de oración tibetanos, o de fórmulas védicas, sólo poseen un valor emocional, tranquilizador, otras veces solamente son exhibiciones externas frente a los demás, que tratan de reafirmar la pertenencia a una determinada secta o religión.

Conocido es el efecto hipnotizador que posee cualquier palabra repetida. Así, por ejemplo, se observa este fenómeno en los corredores de Maratón, quienes repiten secuencias numéricas, o cuentan el número de respiraciones.

De la Divinidad Desconocida, más allá de cualquier definición o concepto, lo que los hindúes denominan como Parabrahman, o sea “más allá de Brahma”, surge la Trimurti, la Primera tríada divina, Brahma Vishnu y Shiva. La famosa sílaba OM, tan usada en Oriente, resume en sí misma estos tres aspectos, pues en realidad OM es la abreviación del sonido AUM, representando así a los tres movimientos divinos o logos, y aún más profundamente representa también su presencia en el interior del ser humano, o sea su Tríada espiritual.

Según los hindúes de este sonido primordial proceden los Vedas, los libros sagrados de la India, y de los Vedas procede el Mantra Gayatri (verso 10.14.16 del Rig-veda) En otros palabras, la vibración o sonido primordial de la creación, se expresó para los seres humanos en unos textos sagrados, que se expanden más allá de los 4 Vedas clásicos en otros muchos textos védicos (Upanishads, Puranas, etc.)

Todos estos textos poseen una gran profundidad y sutileza, están plagados de un simbolismo complejo sólo al alcance de los más sabios. No obstante, también se derivan de los mismos algunas formas poéticas y musicales populares, más accesibles para el común de los mortales. Este es el caso del Mantra Gayatri, nacido del corazón mismo de los textos védicos. Sus traducciones han variado a lo largo de los siglos y según las distintas sectas hindúes, ya que el lenguaje en el que está escrito este mantra permite una multitud de interpretaciones simultáneas, sus versos en sánscrito son:

om bur buvá suá
tat savitúr vareniám
bargo devásia dímahi
díio io na prachodáiat

Su traducción para algunos místicos sería la siguiente:

AUM, Sol de Vida,
Destructor de lo sufrimientos
Encarnación de la felicidad que brilla como Sol
La mejor de las elecciones
Divino destructor de los pecados
que impregnas nuestra inteligencia para inspirarse

Si desgranamos sus significados, serían los siguientes:

  • oṃ - La sílaba sagrada o AUM;
  • bhūr - La Tierra;
  • bhuvaḥ - el aire o atmósfera;
  • svaḥ - El cielo;
  • tat -que, aquél;
  • savitur - de Savitri o el Dios Sol;
  • vareṇyam - el mejor entre todos;
  • bhargaḥ - el Esplendor;
  • devasya - de los Devas o seres divinos ;
  • dhīmahi - Que podamos meditar;
  • dhiyaḥ - con nuestra Inteligencia Superior (Buddhi);
  • yaḥ - aquel;
  • naḥ - nuestra;
  • pracodayāt: nos guie.

y la traducción sería:

AUM, tierra, aire, cielo, de la Luz Divina (Sol), la más excelente, el esplendor de los seres divinos, que nos guíe y que podamos meditar con nuestra Inteligencia Superior (Buddhi, Sabiduría)

Hay múltiples traducciones de esta oración, pero en esencia todas son un clamor del alma dirigido a lo celeste pidiendo sólo una cosa, quizás la más importante para nosotros los seres humanos, que podamos pensar, razonar y meditar, siempre iluminados por la Luz de la Sabiduría, que encarne en nosotros.

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