sábado, septiembre 16

El Estoicismo Oriental - Introducción

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El Estoicismo Oriental

La Caña que se rompe y la Caña que se dobla.

Como escuela filosófica romana, el estoicismo tiene su lugar claro en la historia, precisamente en un momento de decadencia del Imperio Romano, en el que ya se anunciaba su final. Por esta misma razón, por nacer y desarrollarse en ese tiempo especial, no es extraño que se convirtiese en una doctrina “refugio”: representaba el mástil donde sujetarse en mitad de la tormenta.

Ya había pasado el momento de las especulaciones metafísicas abstrusas y refinadas, ahora se trataba de encontrar soluciones prácticas e inmediatas.

El Estoicismo ha vuelto hoy, retorna de nuevo y cada vez son más sus seguidores. Consciente o inconscientemente sabemos que también esta es una época de naufragio, donde ya no hay casi ningún mástil al que sujetarnos, todas las formas tradicionales de pensamiento y acción se están hundiendo una tras otra.

Otros, sin embargo, consideran nuestro tiempo como original, innovador, aunque en realidad de escasos vuelos. Se trata de modas de pensamiento que no alcanzan siquiera la altura humana, y mucho menos consiguen dar soluciones a los enigmas eternos de la existencia.

No es pues de extrañar que, como en la Antigua Roma, a finales del Imperio, aparezcan las señales de desorientación, y la necesidad de buscar en las doctrinas de origen oriental, el último resto y refugio más o menos desvirtuado de la espiritualidad.

La diferencia consiste en que en Oriente, en el pasado no tan remoto, existía y manaba desde allí un venero oculto de Sabiduría. Hoy, la llamada civilización occidental, por llamarla algo, sin horizonte metafísico alguno, plana y vacía, se ha extendido a todo el planeta. Oriente, por tanto, se ha vuelto Occidente, y el acceso a sus tesoros es aún más opaco e incluso totalmente oculto. Hoy, viajar hasta allí es perderse entre miles de turistas que con su ruido ensordecedor han adulterado una forma de existencia. Por tanto, ya no se trata de peregrinar a tierras lejanas, ahora tan contaminadas como las nuestras, sino del viaje interior, de aprender a penetrar en los lugares desconocidos de nuestra personalidad, y al mismo tiempo emprender la búsqueda de las tradiciones filosóficas aún vivas.

En realidad la peregrinación fue siempre así: el viaje al interior, mientras el alma se ensimismaba en un viaje sagrado externo, lleno de símbolos que recordaban constantemente al viajero aquello que buscaba.

Por eso, en nuestro siglo de desconcierto, también vuelve la Filosofía, o sea el Amor por la Sabiduría y también los desesperados amantes de la misma. Desesperados, porque hoy, más bien se diría, que la Filosofía ya no es el Amor por la Sabiduría, sino la necesidad imperiosa de la Sabiduría y, sus amantes, se han convertido en los frustrados amantes de la sabiduría, pues no encontrándola en lugar alguno, han tenido que bucear llevados de la mano de Maestros en el interior de ellos mismos, el último refugio.

Hay que empezar pues por lo más simple, que también a veces es lo más dificil: la Actitud Estoica. Lograrla no es sólo un esfuerzo de la Voluntad, aunque este es un ingrediente necesario. Es también un entendimiento del mundo, una manera de acercarse al mismo.

Porque lo difícil no es mantener el esfuerzo continuo por ser estoico, sino fijar claramente en nuestra mente los principios de la existencia, que lo facilitan:

  • Transitoriedad: pues ni la peor de las torturas es para siempre.
  • Apariencia: en este mundo ilusorio, nada es lo que parece, ni siquiera nosotros mismos.
  • Reencarnación: o mejor, el sentido de inmortalidad, de la vida que continúa, lo trascendente hecho vida.
  • Hermandad: porque nadie se “salva” sólo, todos caminamos juntos.
  • Servicio: en aras de la Humanidad, en vez de servir a los poderosos.

Si solo nos basamos en una “voluntad de hierro”, en una mera disciplina estoica de fortaleza, seremos como la caña que ante el viento fuerte se rompe. Si, somos capaces de integrar todo lo señalado anteriormente, elevando así nuestra visión del mundo a través de los principios enunciados, entonces seremos la Caña de Bambú, que incluso ante el viento más fuerte sabe adaptarse y superarlo, e incluso aún mejor, cañas vacías del ruido mundanal, que permiten el paso del viento del espíritu.

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miércoles, septiembre 13

ESTOICOS EN EL SIGLO XXI - Felicidad o Serenidad

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¿Felicidad o Serenidad?

En medio del caos de la sociedad en la que vivimos, que en cierta manera nos recuerda también a la caótica sociedad romana de finales del imperio, mantener activa una filosofía estoica personal se nos ofrece como una solución protectora ante los embates de la vida.

Aunque dicha filosofía occidental tiene su origen en la sociedad romana y sus antecedentes en Grecia, sin embargo nos centraremos más bien en la “actitud estoica” atemporal, sin una relación con ninguna escuela o época particular, pues como veremos esa forma de filosofía ha sido prácticamente universal.

Precisamente, es un signo de maestría personal saber adoptar una cierta actitud de indiferencia, o permanecer imperturbable, en las peores circunstancias. Adquirir tal cualidad sería uno de los mayores bienes con el que podríamos dotar nuestra alma.

¿Felicidad o Serenidad? Ser o No Ser

Ante el dolor que nos acosa, consciente o inconscientemente siempre vamos a la búsqueda de la felicidad, del momento de alegría y placer asociado a ese estado. Pero la felicidad no es planta de este mundo, su cultivo es como el de esas plantas de supermercado que tras pocos días perecen marchitas a pesar de nuestros cuidados. Ante el fracaso en la obtención de la felicidad y su reemplazo subsiguiente por un equivalente de dolor, la reacción automática e instintiva es la misma que la del drogadicto, intentamos desesperadamente encontrar una nueva dosis de “felicidad”, o más bien de olvido de ese dolor. Y cada vez las dosis requeridas son mayores, ya no basta con una vacaciones, o un viaje placentero, o conseguir el “amor de nuestra vida”, que nunca dura, o la celebración báquica, o los ágapes fastuosos en el último restaurante de moda, etc.

En Medicina, en la buena medicina, la enfermedad se ataja de manera certera si conocemos sus causas y el remedio oportuno. Lo demás lo consideramos placebo, o gotas milagrosas que nunca curan nada.

El dolor del mundo surge de la “Carencia”, de la constatación de que algo nos falta. Y no sabiendo qué es, intentamos llenar ese gran agujero insaciable, ese hueco aterrador, el gran Agujero Negro de nuestra alma, con miles de cosas, que nunca consiguen satisfacer su apetito insaciable. El Alma Inmortal, que no tiene sexo, ni color, ni es más alta o más baja, ni es americana ni africana, al nacer adopta una forma, un lugar, una cultura, una religión, un sexo, etc. Y cuando se es mujer, no se es hombre, y cuando se es africano no te dejan entrar en América, y si eres cristiano, no eres musulmán, y si eres norteño, no eres sureño, y si naciste en el Renacimiento, no eres ciudadano del siglo XX.

Nacer al mundo es siempre una definición y, por tanto, una carencia. Ciertamente, acabar con la Carencia sería la solución, en ello consiste el camino señalado por los Sabios del Pasado, de los que hablaremos más adelante en artículos siguientes.

Pero mientras tanto, tenemos otra medicina, un paliativo, un remedio provisional: la “Serenidad”. Ahora bien, la verdadera Serenidad, la que resulta del reconocimiento de nuestra carencia y su solución verdadera, no es fácil de alcanzar, mientras tanto podemos aplicar la “Serenidad” sustitutiva en este mundo, como fuerza de voluntad, como indiferencia calculada, ante las pulsiones del mundo. Ahí es donde surgen las filosofías estoicas, que poco a poco, endureciendo nuestra alma frente a los ataques, permite que ésta deje de balancearse desde el dolor a la falsa alegría, para adquirir un cierto equilibrio sereno, cercano a la Paz.

¿Y de qué otra manera se llama la Serenidad en Acción? Estoicismo. La felicidad no es planta de este mundo, pero la Serenidad está a tu alcance, la serenidad no es vacío mental, inacción, o dejarse llevar, sino un control interno, que permite una actuación directa e inmediata en el entorno. Pero veamos cómo ha sido tratado este asunto en otras épocas, y desde otras perspectivas.

Preservar y Conquistar: Oriente y Occidente.

Una de las principales diferencias entre la filosofía y psicología de Oriente y de Occidente es precisamente el tipo de actitud estoica que se adopta. Para el oriental en general lo más importante es “preservar”, mientras que para el occidental es “conquista y progreso”.

¿Qué actitud sería más estable, más serena, más envidiable?. A primera vista, Oriente tiene mucho que decir, la introspección, la meditación cerrando los ojos ante el mundo externo, es una de sus tendencias generales, se trata siempre de la valoración de la vida interior sobre la vida exterior, de preservar lo íntimo frente al cambiante mundo.

Precisamente, en las filosofías de la Antigua India se hace énfasis en el auto-control, en la paz interior, en el desapego del mundo y sus objetos en general. La austeridad del asceta, posee rasgos paralelos a la austeridad preconizada por los estoicos occidentales, y es más cercana aún a la de los cínicos, a los filósofos de los que se decía que vivían como los perros, no necesitando de casi nada.

En el vedantismo hindú encontramos el modelo de vida del sannyasin, la vida del eremita retirado al bosque, como forma última e idealizada de alejamiento de la sociedad, para encontrar así un camino de acceso y contemplación de la divinidad.

Pero precisamente ahí radica una de las diferencias fundamentales, porque para el oriental se trata sobre todo de una negación del mundo, un apartarse del mismo que le permita acceder a planos superiores sin interferencias.

Sin embargo, en el estoicismo occidental, ser estoico se trata de una forma de control personal, pero también de integración con el universo, de confianza en la justicia y leyes de la Divinidad, que le permite actuar en el mundo, como ciudadano del mundo, sin que éste perturbe su serenidad interior.

El oriental quiere ver a través de Maya, de la ilusión y del espejismo que nos rodea, para contemplar de frente la Realidad, por eso se aleja del círculo de lo creado, para refugiarse en lo eterno e increado. El estoico occidental percibe también lo divino en el mundo, pero manifestado como Orden, Verdad y Belleza. Es una Verdad que hay que descubrir en las mismas Leyes Naturales y que generan Confianza, facilitando en el plano humano el dominio de las pasiones, que es el único obstáculo real para acceder a la contemplación divina a través y en medio del caos.

El Estoicismo del Bhagavad Gita.

Más cercano al concepto occidental, el Bhagavad Gita nos presenta el ideal del noble guerrero Kshatriya. La idea fundamental arranca al comienzo de este libro místico y práctico al mismo tiempo: se trata de la Inmortalidad del Alma, de su permanencia inalterable frente a todos los ataques del mundo externo, y además, como complemento necesario, lo que prima es el reconocimiento del Deber Propio de cada uno, el cual tiene que ser llevado a cabo sin concesión alguna a la personalidad perecedera.

No obstante, como en la filosofía vedantina y en los Upanishads, y como en casi todas las escuelas filosóficas hindúes posteriores, esta actitud se fundamenta en la Transitoriedad esencial e Ilusión de este mundo, es decir el Universo de Maya, de las apariencias, donde nada es real.

Sin embargo, en el estoicismo occidental la actitud es diferente, se acepta el mundo y partiendo del mismo se busca la mejora y reforma de la esfera humana, de la sociedad y del individuo ajustando su comportamiento a las Leyes Naturales. Se busca ser un individuo, ser equilibrado e indiviso, para luego convertirse en ciudadano virtuoso del mundo.

Continuará

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lunes, septiembre 4

Los de Arriba y los de Abajo

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LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO

La vida es como el teatro de un guiñol, que mueve sus figuras de izquierda a derecha, y de derecha a izquierda gritando constantemente. Hay personajes que se les hace aparecer como malvados, otros son los buenos, los héroes.

Al final, como en el teatro de guiñol para niños, todos acaban a garrotazos, golpes a diestro y siniestro, que los espectadores, generalmente infantiles, aplauden y acompañan con su griterio satisfecho.

Los de Abajo, a veces tristes y enfurruñados, siempre prestos a dejarse engañar con el mismo teatrillo, una y otra vez, bien sea con la misma o con diferentes historias inventadas por los de Arriba, caen una vez más arrastrados por su propio impulso infantil en el encanto del teatro de “Los de Arriba y los de Abajo”.

En el medio, detrás del escenario están los muñecos de la mano izquierda y los de la mano derecha, todos en realidad obedecen a una sola cabeza directora, las manos que los manejan pueden ser muchas, pero siempre hay un regidor general, el dueño del teatrillo, el que colecta el dinero al final del día y reparte los papeles.Estos últimos son los de Arriba.

Eso es Todo. Repito, eso es TODO. Y la vida continúa.

Siempre ha sido así, desde los tiempos antiguos, y así también lo percibieron sabios como Platón, tal como lo describe en su mito de La Caverna. Por ejemplo, entre los romanos estaban de un lado los Patricios, quienes se repartían el poder desde la cuna. Las familias patricias distribuían sus papeles: este hijo será militar, arrancará los despojos de los pueblos vencidos, nos hará ricos a toda la “famiglia“. Este otro hará la carrera política, el “cursus honorum”, nos dará renombre y honor a toda nuestra casta. No obstante en muchos casos el honor escaseaba, aunque la historia no lo ha transmitido así. Por ejemplo, todos siguen alabando a Julius Caesar, aquél mismo que hizo adornar la famosa Vía Apia de cadáveres de crucificados. Así aprenderán, se dijo a sí mismo.

En la Edad Media se creó el escalafón de los Nobles Señores, o sea los privilegiados de ese tiempo. Se instauró el derecho de pernada, y a los de abajo se les obligó a la servidumbre.

Bajo aires de renovación, una nueva (aparentemente) clase hizo su aparición, los burgueses, los creadores de riquezas mediante la habilidad de escamotear los recursos de unos y otros para obtener sus beneficios. Se convirtieron poco a poco en los de Arriba, y casaron a sus miembros con los de Arriba Nobles, para dar lustre a los nuevos linajes.

Luego, otros tiburones más grandes, se comieron y pusieron bajo su gobierno a esos pequeños burgueses, así que la sociedad volvió a lo que era antes, en realidad a lo que siempre había sido: Los de Arriba y los de Abajo.

Desataron guerras mundiales, regionales y locales, pues de todo hubo. Arrojaron bombas atómicas, ocuparon países sin derecho alguno, dominaron las instituciones internacionales para controlar mejor las cosas.

Finalmente, han decidido que también hay que señalar a los de Abajo cómo tiene que ser la salud, las vacunaciones, la comida, el transporte, y el salario mínimo de subsistencia.

Alguno dirá que eso es las consecuencias del karma por algún error cometido en el pasado. Así que aquel que es pobre (ya se sabe que alguien dijo que siempre habrá pobres en el mundo…) lo es por su karma. Y el que llega a la cumbre es por su sagacidad e inteligencia, no porque es el Hijo de Alguien de Arriba, no porque recibió mejor educación, contactos, y matrimonio que los demás.

Ese uso del “Karma” de esa manera, equivale a la “predestinación divina” que claman algunas iglesias. Desde el comienzo de los tiempos, según ellos, eso que dan en llamar Dios, decidió quién se quemaría indefinidamente en el infierno, y quién se salvaría gracias a la gracia, ¡menuda gracia! Por esa misma razón creen que el mundo es suyo, pues si yo soy un Elegido, (y eso se nota en el éxito de mis negocios) y dado que lo seré “ad eternum”, ¿por qué entonces no empezar ya desde ahora a controlar no sólo el cielo, sino también este mundo?. Al fin y al cabo, los otros ya están condenados.

Y si soy de los de Arriba, pero de tipo New Age, entonces, con mi superior visión y espiritualidad, entiendo perfectamente que los que sufren se lo merecen, pues debe ser un castigo por sus malas acciones previas. De esta manera hipócrita justifican su inacción, porque todo lo que les ocurre a los de Abajo es de acuerdo con la Ley Divina de los de Arriba, que no hay que romper.

Ciertamente esta es la Mentira de este Mundo, la mentira del Teatro de Guiñol, que arrastra a muchas almas a la perdición, tanto las almas de Arriba como las almas de Abajo, unos por codicia y egoísmo, teniendolo todo, y otros… por codicia y egoísmo, faltandoles todo. Es lo mismo. Sólo la búsqueda de la Verdad nos hará libres.

La Verdad no se halla en este mundo, porque el fundamento de este mundo es Maya, la Ilusión, y por eso mismo existe el mal de la existencia. Y también por eso la búsqueda de la Verdad es inherente al Bien.

¿Quién sabe o quién posee la verdad? Nadie, pero el deseo de obtenerla es la reminiscencia de otro estado de conciencia que nuestra alma conoció antes de caer en el reino del castigo y del mal. Filosofía es la búsqueda que nos lleva a despejar las marañas de la ilusión de nuestra alma.
H.P. Blavatsky

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jueves, agosto 31

La Isla del Buddha en Madrid

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La Isla del Buddha en Madrid

(Artículo publicado unas semanas antes del 15 de Agosto )

La vida transcurre a veces lenta o rápidamente, se desliza silenciosa o ruidosamente, hasta llegar a ese momento en que sabemos que se acerca a su fin. No queda mucho por decir, no queda mucho por hacer... o quizás, por el contrario, haya tantas cosas que gritar en voz viva y callamos, tantas cosas que hacer pero ante las cuales el cuerpo ya no responde.

Todo ser vivo sigue la misma pauta, y a mi parecer también los grupos humanos, como conjuntos vienen en oleadas, en generaciones juntas que nacen, crecen, maduran, dan de sí lo mejor como exuberantes frutos, y finalmente se marchitan, decaen y mueren. Y también ocurre con los Maestros, con las personas que tanto nos han enseñado, se marchan de nuestro lado, y quedamos como huérfanos, tristes y abandonados, melancólicos y a veces temerosos...

Ha ocurrido miles de veces, y seguirá ocurriendo, las oleadas de vida y sus maestros vendrán. Cada uno hará su papel, y luego el telón caerá sobre la escena.

En tiempos del Buddha, quizás para algunos el más grande ser humano que haya existido, también le llegó a Él su momento de partida. Una larga vida de peregrinaje y esfuerzo llegaba a su fin, y a pesar de haber alcanzado el Nirvana, cuando era joven, renunció al mismo, a aquello que todos deseamos, para continuar enseñándonos hasta una edad avanzada. Sus fuerzas decayeron y enfermó. Tras una recuperación transitoria, habló así con su discípulo Ananda:

Poco después que el Buddha se hubo recuperado de su enfermedad, salió de su morada y se sentó a la sombra del porche sobre un asiento extendido. Entonces el venerable Ananda se acercó al Buddha, se inclinó, y se sentó a un lado, y le dijo:

—“Señor, es fantástico que el Buddha se sienta ahora confortable y bien. Porque cuando el Buddha estaba enfermo mi cuerpo parecía como si estuviera drogado. Estaba desorientado, y las enseñanzas no eran nada claras para mí. Al menos me consolaba pensando que el Buddha no se extinguirá completamente sin al menos dejar algunas indicaciones a la Sangha, la Asamblea de los monjes mendicantes.

—¿Pero qué espera de mí la asamblea de mendicantes? He enseñado el Dharma sin hacer distinción entre enseñanzas secretas y públicas. Cuando se trata de enseñar, el Iluminado no tiene cerrado el puño como un maestro cualquiera. Si hay alguno que piense: “Me haré cargo de la Sangha de los Mendicantes”, o “La Sangha de los mendicantes está destinada para mí”, que haga pues tal declaración a la Sangha. No obstante, el Iluminado no piensa de esta manera, entonces ¿por qué debería hacer pues una declaración con respecto a la Sangha?

Ahora ya soy viejo, soy el mayor y el más antiguo. Tengo una edad avanzada y he llegado a la etapa final de la vida. Ahora tengo ochenta años. Así como un carro decrépito sigue funcionando apoyándose en correas, de la misma manera, el cuerpo del Realizado se mantiene apoyado en correas, o eso podrías pensar. A veces el Realizado, sin enfocarse en ningún signo particular, y con el cese de ciertos sentimientos, entra y permanece en inmersión en el corazón sin dar señales. Sólo entonces el cuerpo del Realizado momentáneamente es aliviado.

Así que Ānanda, sé tu propia isla, tu propio refugio, sin otro refugio. Que las enseñanzas sean tu isla y tu refugio, sin otro refugio. ¿Y cómo puede hacer esto un monje mendicante? Cuando un monje mendicante observa cada aspecto del cuerpo, perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo. Cuando medita observando cada aspecto de los sentimientos, perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo. Cuando contempla la mente, observándola perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo.

De esta manera es como un monje mendicante, se convierte en su propia isla, su propio refugio, sin otro refugio. Así es como la enseñanza es su isla, su refugio, sin otro refugio.

Ya sea ahora o después de que haya muerto, cualquiera que viva siendo su propia isla, su propio refugio, sin otro refugio; con la enseñanza como su isla y su refugio, sin otro refugio, aquellos mendicantes míos que quieran practicarlo estarán entre los mejores de los mejores.” [Mahāparinibbānasutta]

Cada minuto que nos queda, cada segundo en que palpita el corazón, anuncia la pérdida irremediable de nuestro mundo alrededor, muriendo con nosotros. ¿A quién acudiré?, nos preguntamos, ¡Ojalá tuviese un Maestro! ¡Ojalá el Maestro siguiese vivo a mi lado!.

Pero si alguno vez estuvo realmente vivo es cuando resonó junto con tu Voz Interna, con ese otro Maestro que te acompañará hasta el último aliento y aún más. Y los versos, palabras, lecciones de tus Maestros hablarán todas al unisono, en tu memoria interna, en tu propia Isla, en la Isla Refugio, en la Cámara Secreta donde se guardan las enseñanzas.

viernes, agosto 25

Este Tren Destinado a la Gloria

Este Tren Destinado a la Gloria

Hay un tren especial y único, es muy largo, su camino se extiende en el tiempo y sus numerosos vagones parecen no tener fin. 

Cruza imperturbable océanos infinitos de mundos, incansable, eterno. Sólo tiene una parada, en la que unos leen Entrada y otros Salida. Incesante, el tren pasa una y otra vez por la misma parada doble, nadie sabe cómo; sin detenerse los pasajeros bajan y suben, una y otra vez. 

Para algunos ese tren lleva a la gloria, para otros sólo conduce al infierno, mientras que los demás desconocen su destino, sólo esperan que el tren acelere en su camino, sólo quieren oír la maquina funcionando todo el tiempo y el silbato estridente que de vez en cuando anuncia no se sabe qué.

En realidad, da igual lo que cada uno piense, la maquina se moverá siempre imperturbable, porque sólo cambia el destino que cada persona haya elegido. Unos compraron el billete que lleva escrito “fama y dinero”, otros “servicio y compasión”, otros “indiferencia”, otros “ganancia y crimen”. Pero lo único que cambia es el número de intentos de los que suben y vuelven a bajar para intentarlo una vez más. 

Subí a ese tren el día en que nací. Tras largo tiempo tuve la gran suerte de encontrar, en un vagón especial, a Alguien que me enseñó cómo viajar en el mismo. Me contó acerca de sus misterios, me enseñó muchas otras cosas, pero la más importante fue lo que me enseñó sin palabras, con el ejemplo, y por eso mismo, a menos que tú conozcas también el secreto, no te lo puedo contar. 

Su sonrisa abarcaba para mi el universo entero de mi existencia, y pensé que siendo Ella una gran estrella en el firmamento, los demás viajeros de este vagón especial sólo girábamos a su alrededor, unos como planetas solemnes y fijos en sus órbitas circulares, otros como yo, como cometas que se pierden en el espacio para luego volver al cabo del tiempo, pero siempre girando a su alrededor.

Hoy Ella se bajó del tren, serena, tranquila, sin hacer ruido. Quedé asustado por su ausencia, entristecido, en soledad en medio de los muchos que se unieron a dicho vagón. Necesitaba dar aire fresco a mis pensamientos, y fue entonces cuando la vi por la ventana. Era un pajarillo, de esos juguetones y rápidos, que volaba junto al tren, como desafiándolo en su carrera, alegre y libre. 

Y recordé entonces que a Ella le gustaba enseñarnos también con música, y nos mostraba como un piano podía imitar a ese pajarillo del alma que revolotea ascendiendo y descendiendo... 

Entonces me dí cuenta de que en este tren nadie está sólo, que hay Aves que desde el cielo nos protegen y cuidan, que bajan a enseñarnos, una y otra vez.  Ella seguía allí, con sus enseñanzas vivas.

La alegría penetró de nuevo en mi corazón, porque ahora sabía, sin lugar a duda alguna que este tren, tarde o temprano, más ligero o más lento, lleva a la Gloria, al destino que a todos nos espera al final del viaje. Y como soy criatura de mi tiempo, cantaré para Ella esta canción, que ni es música ni es nada, sino solo la alegría que siento.


¡Buen Viaje Señora!


martes, junio 27

¿Es Bueno Ser Pesimista?

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¿Es bueno ser Pesimista?

Carmina Burana y Calderón de la Barca

Bajo nuestra aparente máscara de optimismo que la media nos vende, de alegría de la vida, de expansión sin límites de las posibilidades del ser humano, se esconde en realidad el pesimismo materialista.

El pesimismo materialista parte de la idea de que todo, al fin y al cabo, es materia, y más allá de ésta sólo existe el vacío inexplicable. El horror ante el mismo, la angustia de lo que no tiene solución, genera miedo y pesimismo, que se intenta compensar con un presente siempre evanescente y transitorio, al que se entrega uno tratando de olvidar.

Explica el materialismo la existencia del dolor como resultado del sinsentido (para ellos) que comenzó con la diferenciación de la materia homogénea de los inicios, desde el Big Bang, hasta la diversidad infinita y llena de contrastes y contradicciones de nuestra realidad presente.

No habiendo ulterior fin, sino el absurdo de la existencia, la búsqueda incansable del placer (físico, emocional y mental) es la única salida a este trasfondo pesimista de la vida humana. Es un optimismo falso que se apoya sobre un pesimismo mortal.

Vivamos y comamos hoy, como invitan los textos del famoso Carmina Burana, que se deleita en los placeres terrenales, el amor carnal y el goce de la naturaleza. Que en sí no tienen nada de malo, salvo que les falta un contexto, un fin trascendente, en definitiva un significado.

Aquí la Fortuna gira sin sujetarse a reglas, dando libertad, alivio u opresión y dolor a los seres humanos, como nos lo presenta la imagen arriba que pertenece al texto original en los que se basa el Carmina Burana de Carl Orff, el fragmento de abajo contiene la música que perfectamente caracteriza esta alegría insana de la Fortuna:

Oh fortuna
como la luna
cambiable
siempre creciente
o disminuyendo
la vida de odio
Ahora es dura
Y entonces la sede
En un capricho
pobreza, poder
como el hielo

destino, el vacío
girando la rueda
malo, salud
y siempre Sombrío
y en secreto

El Pesimismo Filosófico

A diferencia de lo señalado más arriba, el pesimismo filosófico parte del reconocimiento de la necesidad de aniquilar el Deseo insaciable, ante la evidencia de un mundo que en sí mismo no es más que una Gran Prueba, un gran campo de combate, donde las almas tienen que lidiar una y otra vez contra los miles de enemigos internos y externos que se le presentan.

No se plantea en la Filosofía la aniquilación del Ser, algo imposible, como ocurre en el pesimismo materialista donde, como hemos visto más arriba, el olvido de uno mismo, la búsqueda acelerada de un final a tanto sufrimiento, se disfraza de colores alegres, de resignación orgiástica, del “vivamos a tope” antes que se acaben nuestros únicos días.

Tampoco el pesimismo filosófico es la negación del mundo, ni el retiro a un lugar donde nadie nos alcance. Se trata más bien de aceptar el desafío, de “jugar el juego” de Maya, de la ilusión, de la escena que nos toca representar, Ilusión que en versos inolvidables fijó para Occidente el afamado Calderón de la Barca;

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y así haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende…

Sabe pues el pesimista filosófico, que la muerte no es más que un cambio de vestimenta, una nueva escena a representar, y cumple su papel como mejor lo entiende, pues sabe que en este mundo no radica la paz ni la felicidad, pero que ofrece todas las herramientas para jugar este gran juego, para escapar de los lazos de Maya, el verdadero Mal, aunque necesario, como los dolores del parto, para dar nacimiento a un Ser verdaderamente libre y sabio.

Finalmente, su pesimismo filosófico, libre ya de las ataduras del materialismo mortal, le permite luchar en esta vida alegremente, con un optimismo real y trascendente del que sabe que algún día alcanzará su meta.

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domingo, junio 25

La Isla del Buddha

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La Isla del Buddha

La vida transcurre a veces lenta o rápidamente, se desliza silenciosa o ruidosamente, hasta llegar a ese momento en que sabemos que se acerca a su fin. No queda mucho por decir, no queda mucho por hacer… o quizás, por el contrario, haya tantas cosas que gritar en voz viva y callamos, tantas cosas que hacer pero ante las cuales el cuerpo ya no responde.

Todo ser vivo sigue la misma pauta, y a mi parecer también los grupos humanos, como conjuntos vienen en oleadas, en generaciones juntas que nacen, crecen, maduran, dan de sí lo mejor como exuberantes frutos, y finalmente se marchitan, decaen y mueren. Y también ocurre con los Maestros, con las personas que tanto nos han enseñado, se marchan de nuestro lado, y quedamos como huérfanos, tristes y abandonados, melancólicos y a veces temerosos…

Ha ocurrido miles de veces, y seguirá ocurriendo, las oleadas de vida y sus maestros vendrán. Cada uno hará su papel, y luego el telón caerá sobre la escena.

En tiempos del Buddha, quizás para algunos el más grande ser humano que haya existido, también le llegó a Él su momento de partida. Una larga vida de peregrinaje y esfuerzo llegaba a su fin, y a pesar de haber alcanzado el Nirvana, cuando era joven, renunció al mismo, a aquello que todos deseamos, para continuar enseñándonos hasta una edad avanzada. Sus fuerzas decayeron y enfermó. Tras una recuperación transitoria, habló así con su discípulo Ananda:


Poco después que el Buddha se hubo recuperado de su enfermedad, salió de su morada y se sentó a la sombra del porche sobre un asiento extendido. Entonces el venerable Ananda se acercó al Buddha, se inclinó, y se sentó a un lado, y le dijo:

“Señor, es fantástico que el Buddha se sienta ahora confortable y bien. Porque cuando el Buddha estaba enfermo mi cuerpo parecía como si estuviera drogado. Estaba desorientado, y las enseñanzas no eran nada claras para mí. Al menos me consolaba pensando que el Buddha no se extinguirá completamente sin al menos dejar algunas indicaciones a la Sangha, la Asamblea de los monjes mendicantes.

¿Pero qué espera de mí la asamblea de mendicantes? He enseñado el Dharma sin hacer distinción entre enseñanzas secretas y públicas. Cuando se trata de enseñar, el Iluminado no tiene cerrado el puño como un maestro cualquiera. Si hay alguno que piense: “Me haré cargo de la Sangha de los Mendicantes”, o “La Sangha de los mendicantes está destinada para mí”, que haga pues una declaración a la Sangha. No obstante, el Iluminado no piensa de esta manera, entonces ¿por qué debería hacer una declaración con respecto a la Sangha?

Ahora ya soy viejo, soy el mayor y el más antiguo. Tengo una edad avanzada y he llegado a la etapa final de la vida. Ahora tengo ochenta años. Así como un carro decrépito sigue funcionando apoyándose en correas, de la misma manera, el cuerpo del Realizado se mantiene apoyado en correas, o eso podrías pensar. A veces el Realizado, sin enfocarse en ningún signo particular, y con el cese de ciertos sentimientos, entra y permanece en inmersión en el corazón sin dar señales. Sólo entonces el cuerpo del Realizado momentáneamente es aliviado.

Así que Ānanda, sé tu propia isla, tu propio refugio, sin otro refugio. Que las enseñanzas sean tu isla y tu refugio, sin otro refugio. ¿Y cómo puede hacer esto un monje mendicante? Cuando un monje mendicante observa cada aspecto del cuerpo, perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo. Cuando medita observando cada aspecto de los sentimientos, perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo. Cuando contempla la mente, observándola perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo.

De esta manera es como un monje mendicante, se convierte en su propia isla, su propio refugio, sin otro refugio. Así es como la enseñanza es su isla, su refugio, sin otro refugio.

Ya sea ahora o después de que haya muerto, cualquiera que viva siendo su propia isla, su propio refugio, sin otro refugio; con la enseñanza como su isla y su refugio, sin otro refugio, aquellos mendicantes míos que quieran practicarlo estarán entre los mejores de los mejores. [del Mahāparinibbānasutta]


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Cada minuto que nos queda, cada segundo que palpita el corazón, anuncia la pérdida de nuestro mundo alrededor, que muere con nosotros. ¿A quién acudiré? ¡Ojalá tuviese un Maestro! ¡Ojalá el Maestro siguiese vivo a mi lado!.

Pero si alguno vez estuvo realmente vivo es cuando resonó con tu Voz Interna, con ese otro Maestro que te acompañará hasta el último aliento y aún más. Y los versos, palabras, lecciones de tus Maestros externos hablarán todas al unisono, en tu memoria interna, en tu propia Isla, en la Isla Refugio, en la Cámara Secreta donde se guardan las enseñanzas.

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martes, junio 20

Mitos de Moda y Sueños Mecánicos

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MITOS DE MODA Y SUEÑOS MECÁNICOS

Históricamente los poderosos siempre han utilizado de una manera u otra el arma de la propaganda, disfrazada de mitos sociales y religiosos, como por ejemplo “El fin del mundo que viene”, “Arrepentíos, los últimos días anunciados están cerca”, u otras variantes como “Todo un Nuevo Mundo espera ser cristianizado”, o islamizado que para el caso es lo mismo.

También están las nuevas versiones, como “No poseerás nada y serás feliz”, lo cual no deja de ser una verdad, porque ciertamente las posesiones traen preocupaciones. Pero no creo que se refieran a eso. En todo caso, por el momento, quiero estar a cargo de lo que he conquistado. Además, por otro lado, si no poseemos nada será porque alguien lo posee TODO. Menuda preocupación, seguro entonces que ese será infeliz, ¿o no?…

O también hay otras variantes, “el género es lo que uno quiera y desee”, cambia de sexo como cambias de ropa interior, y así serás más libre. Claro que andar todo el día preocupado por este tema, publicitándolo, acudiendo como militante a manifestaciones, operándose, medicándose, arrepintiéndose luego, llorando porque dicen que le han engañado, que él/ella/ello no sabían bien lo que hacían… todo eso no creo que de la felicidad, ni que ésta radique entre las piernas.

También está esa tontería, como concepto, pero muy serio como amenaza humana: el alejamiento de la responsabilidad presente en aras del advenimiento del heredero del Homo Sapiens (?): el HOMO DEUS, llamado así según Yuval Hariri, el nuevo profeta de la humanidad cibernética, por sus “poderes divinos de creación y destrucción”. Las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial, dice, conforman la entrada a “la inmortalidad, la felicidad y la divinidad”.

Quizás se olvida de algún pequeño detalle, primero que la felicidad no es el resultado de tener lleno el frigorífico, eso ya se intentó sin éxito, la felicidad depende de aquietar los deseos, de volverse hacia el interior, y alejarse de la competición y ambición mundanal. No se trata de restringirse, o prohibirse a uno mismo cosas u objetivos, pues detrás de esa falsa renuncia sigue existiendo un deseo cada vez más pronunciado. Más bien se trata de centrarse en Sí Mismo, de ser el dueño de uno mismo, y ver el mundo como lo que realmente es: una trampa engañosa que esclaviza tu mente y tus sentidos.

Segundo, la Inmortalidad, o sea el seguir viviendo EN ESTE MUNDO for ever, sería el mayor de los castigos, el cansancio más infinito, ¡Qué horror!. Más que la inmortalidad, lo que el espíritu religioso sincero y la Mística ha buscado es la Eternidad del Instante, o sea la eternidad de las cosas que SON REALES, y por ello sin cambios aparentes, la cesación de la angustia y el eterno deseo que nos impulsan y maltrata.

Tercero, la Divinidad como objetivo, o sea MI DIVINIDAD. Únicamente sería ello posible si mi Conciencia y Ser pudieran asimilarse al TODO UNIVERSAL, ni más ni menos. Pues siendo yo el Todo, no carecería, ni echaría en falta nada, todo estaría en mí mismo, y siendo Conciencia Absoluta (porque la otra conciencia, la relativa, sólo aparece cuando hay un algo que toma conciencia de otro algo, lo cual es una limitación) no habría nada de lo que tomar conciencia, y por tanto podría llamarme (perdón por mi Super Ego) Absoluta Inconsciencia.

Ahora bien, puede que el Sr. Hariri se refiera a la divinidad mecánica, la que está hecha de materiales sofisticados. Lo que ignora este pseudo-filósofo es que toda materia está en evolución y es cambiante, las formas se destruyen y se reconstruyen infinitamente. Por tanto, EN ESTE MUNDO, no hay nada eterno, ni perdurable, ni siquiera las montañas.

Tres objetivos falsos, “la inmortalidad, la felicidad y divinidad”, no por el valor de estos términos, sino por el ENTORNO con el que se los rodea, o sea la inmortalidad, la felicidad y la divinidad AQUÍ en este mundo transitorio y cambiante (¡How dare you!… Greta).

No habiendo pues encontrado el ser humano el camino que le lleva a las Sendas Interiores e Infinitas, impotente e incapaz de encontrar la serenidad, se rebela contra toda filosofía, contra toda ética y moral, contra todo espíritu de fraternidad, en búsqueda de una ilusoria SALVACIÓN MATERIAL Y PERSONAL, olvidándose que toda la Humanidad es un SÓLO SER, y o nos salvamos juntos de esta Selva Material, o ninguno saldrá vivo de aquí. Afortunadamente, desde arriba, los que saben mantienen las Puertas Doradas abiertas para TODOS, hasta que llegue el último, incluso el Sr. Hariri y yo.

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