Me han robado mi opini贸n
Nadie podr谩 subirse sobre tus hombros a menos que inclines la cabeza.
En realidad “nuestra opini贸n” nunca nos perteneci贸. La opini贸n es una suerte de vaga idea que toma posesi贸n de nuestra mente, ocupando as铆 un lugar fijo en la misma.
Pero ¿c贸mo llegamos a construir nuestras opiniones? Se construyen por medio de diversos mecanismos, aunque todos tienen en com煤n su falta de relaci贸n con el verdadero ser interior.
La Opini贸n Consensuada: Es la opini贸n acomodaticia, lo que todo el mundo repite hasta la saciedad, se incorpora a nuestros conjunto de opiniones globales que nunca incomodan a nadie, ya que la mayor铆a de la gente tiene la misma opini贸n.
La Opini贸n Inculcada: Es la opini贸n introducida por los “l铆deres de opini贸n”, por los grandes medios informativos y audiovisuales, siempre asesorados por estudiosos del marketing, que a su vez se apoyan en estudios psicol贸gicos (?) realizados por profesionales vendidos al poder.
La Opini贸n Exitosa: Se trata de apuntarse al carro del vencedor. Aquello que nos hace parecer mejores, m谩s grandes, en definitiva m谩s “vendibles”
La Opini贸n autom谩tica: Se expresa sin pensamiento previo, y dependiendo del resultado que se obtiene en el medio externo, se incorporar谩 o no al conjunto de “nuestras opiniones”.
Podr铆an definirse varios tipos m谩s; pero el hecho fundamental es que de una manera u otra estas opiniones pasan a formar parte de nuestra “Biblioteca de Opiniones”, que est谩 conformada por una serie de fichas clasificadas. Por ejemplo las organizaremos bajo los ep铆grafes de familia, matrimonio, hijos, educaci贸n, trabajo, pol铆tico o partido, los transportes p煤blicos o los viajes espaciales, la ciencia, la religi贸n, etc., etc., etc.
Cada vez que en una reuni贸n de amigos, o en el trabajo, o entre nuestros colegas en la universidad, alguien mencione un tema, inmediatamente, casi inconscientemente, revisaremos las caras de los que nos rodean, sus caracter铆sticas, el lugar donde estamos, las relaciones de poder en ese grupo, y a continuaci贸n, si nada lo impide, buscaremos en nuestro fichero particular de opiniones y extraeremos la opini贸n correspondiente al tema del que se est谩 hablando.
Prudentemente, sin dejar de observar las reacciones de los dem谩s, avanzaremos “nuestra” opini贸n, aunque a la verdad no sabr铆amos decir si la obtuvimos leyendo el titular de un peri贸dico, o se la o铆mos decir a alguien, o simplemente nos la comunic贸 un amigo o visitante al cual respetamos.
Fuera como fuese, tras emitir dicha opini贸n, la gente que nos rodee o bien aplaudir谩n, o la discutir谩n, o se reir谩n de ella, o incluso se enfadar谩n con nosotros. Dependiendo del resultado obtenido, guardaremos la ficha con un signo +, o bien con un signo -, o directamente arrojaremos la ficha correspondiente a la basura, porque no nos ha servido. Las opiniones son monedas de cambio, que se muestran u ocultan o se truecan por otras dependiendo del 茅xito social obtenido.
Por eso digo que las opiniones no nos pertenecen, no forman parte de m铆 mismo, como mi cuerpo, o mis ojos, o mis brazos, sino que es algo cambiante como si fuese un fen贸meno atmosf茅rico, o como un objeto de valor en el mercado.
Los ladrones de la p煤blica opini贸n
Los fen贸menos descritos m谩s arriba, son bien conocidos por los l铆deres pol铆ticos, o quiz谩s deber铆a decir “caretas p煤blicas”, porque los que manejan a estos t铆teres son otros. 脡stos roban opiniones, te las quitan. Ellos saben que son valores inseguros, que en realidad no te pertenecen, y como tales objetos de cambio, pueden ser trocados por otros. Dado que tienen a su disposici贸n los medios de comunicaci贸n y la educaci贸n del pa铆s, etc., es f谩cil borrar de tu mente una opini贸n y cambiarla por otra.
Luego, t煤, “libremente”, en base a una “opini贸n bien formada”, de la que algunos se enorgullecen, sin darse cuenta que quienes la han formado no son ellos sino que otros se la han implantado en su interior, vas y adoptas decisiones, votas a partidos, eliges a los l铆deres, con total y absoluta libertad, toda, toda la libertad que… ellos te dejan.
As铆 se construye un mundo incoherente, donde la verdad y la mentira caminan juntas, donde no existe un principio rector que ilumine nuestras decisiones. Plat贸n se帽alaba que algunos hombres son sabios, aquellos que realmente han meditado y experimentado la verdad de las cosas, mientras que otros son ignorantes. La ignorancia se puede curar, en tanto que la sabidur铆a no necesita cura, pero el que est谩 lleno de opiniones verdaderamente no tiene cura, pues aun poseyendo medias verdades u opiniones, las otras medio mentiras acabar谩n por sofocar lo poco que sabe.
La opini贸n por tanto, nunca fue verdaderamente tuya, y nunca lo ser谩, pero no te desanimes, esto forma parte del gran juego en el que vivimos. Lo m谩s peligroso en este juego es que los Se帽ores de la Caverna de la Opini贸n en la que vivimos te convenzan de que no hay otra cosa salvo la materia de la que est谩 hecho tu cuerpo, y que no hay nada que pueda llamarse espiritual, y que toda vida no es m谩s que una sucesi贸n de carambolas fortuitas de la materia. No teniendo pues sentido de continuidad ni principio regente, la vida se convierte as铆 en un juego monstruoso donde no hay esperanza. Salvo para aquellos que sienten y saben que tras la noche viene el d铆a,
Dicen las leyendas, s贸lo leyendas, pero no por eso con menos verdad, que en la m铆tica Atl谩ntida de las leyendas, las clases dirigentes llegaron a alcanzar tal nivel de maldad y crueldad, que la desesperaci贸n del pueblo sano les llev贸 a clamar al cielo alzando los brazos en s煤plica gritaron desesperados el nombre de la Divinidad Desconocida, Aquello, pidiendo ayuda. El fin lleg贸.
“Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor la pierden…”, como dec铆an los versos de Rudyard Kipling, entonces, eso es lo que importa, ma帽ana nos veremos en la nueva partida, serenos y en paz porque entenderemos un poco m谩s. Y aquellos que manejan el mundo tendr谩n que hacer frente a todo el mal que han hecho. Inexorablemente.
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