jueves, septiembre 28

La Ceremonia de la Extensión de la Cuerda y el Curso de la Vida

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La Ceremonia de la Extensión de la Cuerda y el Curso de la Vida

Todo está vacío, hay un desierto sin límites, un océano sin fondo, un tiempo infinito…

Entonces no había ni inexistencia ni existencia;
Ni el reino del espacio, ni el cielo más allá;
¿Qué se agitó? ¿Dónde? ¿Bajo la protección de quién?

Entonces no había muerte ni inmortalidad;
Ningún signo distintivo de día o de noche;
Aquello respiraba, sin aliento, por impulso propio;
Aparte de eso, no había nada más allá.
(Rig Veda, Himno de la Creación)

…Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
(Génesis 1:3)

Yo, el rey, el Faraón, avanzo, estable y poderoso, en las arenas del desierto infinito, nada hay tras de mí, nada enfrente. Seshat, la de las Medidas Sagradas, me acompaña. Planto la estaca de madera, alzo mi vista al firmamento, fijo mi ojo en las Estrellas Imperecederas, y extiendo la Cuerda. El terreno ha sido circundado, el espacio sin límites ha sido acotado, el lugar para el nacimiento del Templo ha sido establecido.

Así, una y otra vez, cada vez que se crea algo, cada vez que se establece un templo, o un ser humano… el número, la medida, el espacio señala los límites y pone en acción el nuevo ser. Así me dijo el sacerdote sabio, yo fielmente le he escuchado, pues espero una nueva vida en mi interior…

El Nombre, no tengo que olvidarlo, porque también es importante, hay que registrarlo en la “Casa de la Vida”, para que su nombre empuje al Ka, y le alimente con su energía.

Durante varias lunas su nuevo cuerpo se ha ido formando dentro de mí. Durante la primera luna, me contó el sacerdote, apenas era una sustancia gelatinosa, una piedra blanda. Durante la segunda luna formas como de árbol, ramificadas, se expanden por todo el ser, pues como los mismos vegetales está creando en su interior el sostenimiento de su vida. A la tercera luna, abandonada ya su forma de pez se ha revestido de las formas de los animales terrestres que yo conozco. Ya ha nacido tres veces en mi interior, como piedra, como árbol, y como animal.

Ahora viene la etapa más difícil, por eso tengo que tener mucho cuidado, tengo que mantener mi mente pura, y acercarme a los dioses, pues mi niño empieza a ser humano, cada vez más su cuerpo se perfecciona y completa, madura y se prepara para nacer al mundo y respirar por primera vez el fluido aire externo.

Dotado como los animales de un cuerpo, sin embargo sólo es una promesa de hombre. Hay que educarlo, hay que sostenerlo hasta entonces.

Su cuerpo, “Khat”, es perecedero, un día lo tendrá que abandonar, y entonces será como esos peces del río, que apestan pasados unos días en el mercado, fuera del agua de vida.

Pero tendrá un nombre, y por eso será “alguien” que viva en la Tierra Amada….

…Su fuerza, su “Ka”, crece cada vez que lo llamo, nació con él, es su doble compañero, a veces en la noche lo entreveo como neblina alrededor de su piel. Es quien enseñó a su cuerpo, quien lo modeló y quien mantiene sus miembros juntos y fuertes. Con los años, sé que se irá debilitando, y conforme se acerque el final del tiempo acordado, entonces mi pequeño, que será ya viejo como yo misma, comenzará a debilitarse junto a él, perderá su forma poco a poco, la forma que el dios Khnum, el alfarero, le dio junto a su amigo doble, su Ka. Dirán que está viejo, dirán que las arrugas así lo proclaman, pero quien realmente se cansó fue su hermano invisible, que retirándose poco a poco anuncia su partida…

…Con el paso del tiempo (ya tiene 7 años) ha aprendido a pensar, a razonar, a usar las palabras correctas, ahora aprende a escribir, aprende a calcular, sabe medir las distancias y contar el ganado. Su corazón late en las palabras, refulge en sus ojos, es inteligente.

Tiene el corazón celeste “Ib”, el de su madre celeste, Mut, la madre de todos, la que tenía cuando todavía no había descendido al regazo de esta su madre de carne y hueso, aquí en la Tierra Amada. Es el corazón que trae, pero ahora también tiene otro corazón, se llama “haty”, porque ha aprendido todas esas cosas que he dicho, y es valeroso, entusiasta, alegre, es su otro corazón, el corazón de las múltiples transformaciones aquí en la vida, el de los sobresaltos, el del miedo y de la cólera, el de la alegría y la risa, y del amor…

Ahí, encerrado en su corazón, hay un pajarito, su Ba, que asciende y desciende, lo veo en sus ojos, sube hasta arriba con su bondad, con su amor a los dioses, revolotea alegre en la vida, y da lo mejor de sí mismo, noble, leal, valiente… Pero hay días en que me mira con los ojos vacíos, en que se rebela, se vuelve tirano, y a veces hasta malvado, su egoísmo lo delata, entonces salen palabras crueles de su boca que me hacen daño, se olvida de los dioses, y el mundo ya sólo existe para su capricho. El corazón Ba, el pajarito Ba, se ha hundido y ha descendido incapaz de volar por culpa de la Sombra que vive junto a él en el interior de su corazón, la que le dicta las malas palabras, y vuelve torvos sus ojos…

….Hace tiempo que ya no vivo con él. Le dejé sólo y marché a la Tierra del Silencio, a la Tierra Secreta del Amenti. El no lo sabe, pero sigo observándole desde allí, el amor de madre lo puede todo.

Ha crecido en virtud y en obras, es un hombre fuerte y sereno, su pajarillo Ba cada día pugna por salir de los estrechos confines de su corazón. La Sombra, asustada por su fulgor, se refugia en un rincón, pues sabe que cuando el corazón Haty se rompa, cuando ya no haya más conciencia de las múltiples transformaciones de este mundo, sus días estarán contados, pues estoy segura que el pajarillo Ba de mi niño volará entonces libre hacia arriba, y desde su tumba subirá hasta el cielo.

Allí le espera, para acompañarle el Espíritu glorioso Akh, aquel que vive en el Horizonte Luminoso Akhet. Es también el mismo que me acompañó a mí hasta los Campos de Ialú, el Amenti, al Reino del Silencio, oculto para los vivos, pero lleno de paz y felicidad para el Bendito que ha hecho su camino hasta estas orillas…

…Su corazón se ha parado. Su cuerpo se ha quedado rígido, pero no estoy triste, es el cascarón que deja atrás mi niño pajarillo querido. Le espero ansiosa, después del sueño de la muerte, despertará cercano a mí, allí estaré, y vendrá acompañado por Aquél Ave que traspasa los siglos, la misma que a mi me trajo, juntos volaremos entre sus Alas Celestes, hasta que otra vez, una vez más, bajemos a la Tierra Sagrada, a nuestra amada Ta Meri, el Egipto de nuestros sueños, que existe allá donde haya Verdad y Amor.

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