miércoles, septiembre 13

ESTOICOS EN EL SIGLO XXI - Felicidad o Serenidad

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¿Felicidad o Serenidad?

En medio del caos de la sociedad en la que vivimos, que en cierta manera nos recuerda también a la caótica sociedad romana de finales del imperio, mantener activa una filosofía estoica personal se nos ofrece como una solución protectora ante los embates de la vida.

Aunque dicha filosofía occidental tiene su origen en la sociedad romana y sus antecedentes en Grecia, sin embargo nos centraremos más bien en la “actitud estoica” atemporal, sin una relación con ninguna escuela o época particular, pues como veremos esa forma de filosofía ha sido prácticamente universal.

Precisamente, es un signo de maestría personal saber adoptar una cierta actitud de indiferencia, o permanecer imperturbable, en las peores circunstancias. Adquirir tal cualidad sería uno de los mayores bienes con el que podríamos dotar nuestra alma.

¿Felicidad o Serenidad? Ser o No Ser

Ante el dolor que nos acosa, consciente o inconscientemente siempre vamos a la búsqueda de la felicidad, del momento de alegría y placer asociado a ese estado. Pero la felicidad no es planta de este mundo, su cultivo es como el de esas plantas de supermercado que tras pocos días perecen marchitas a pesar de nuestros cuidados. Ante el fracaso en la obtención de la felicidad y su reemplazo subsiguiente por un equivalente de dolor, la reacción automática e instintiva es la misma que la del drogadicto, intentamos desesperadamente encontrar una nueva dosis de “felicidad”, o más bien de olvido de ese dolor. Y cada vez las dosis requeridas son mayores, ya no basta con una vacaciones, o un viaje placentero, o conseguir el “amor de nuestra vida”, que nunca dura, o la celebración báquica, o los ágapes fastuosos en el último restaurante de moda, etc.

En Medicina, en la buena medicina, la enfermedad se ataja de manera certera si conocemos sus causas y el remedio oportuno. Lo demás lo consideramos placebo, o gotas milagrosas que nunca curan nada.

El dolor del mundo surge de la “Carencia”, de la constatación de que algo nos falta. Y no sabiendo qué es, intentamos llenar ese gran agujero insaciable, ese hueco aterrador, el gran Agujero Negro de nuestra alma, con miles de cosas, que nunca consiguen satisfacer su apetito insaciable. El Alma Inmortal, que no tiene sexo, ni color, ni es más alta o más baja, ni es americana ni africana, al nacer adopta una forma, un lugar, una cultura, una religión, un sexo, etc. Y cuando se es mujer, no se es hombre, y cuando se es africano no te dejan entrar en América, y si eres cristiano, no eres musulmán, y si eres norteño, no eres sureño, y si naciste en el Renacimiento, no eres ciudadano del siglo XX.

Nacer al mundo es siempre una definición y, por tanto, una carencia. Ciertamente, acabar con la Carencia sería la solución, en ello consiste el camino señalado por los Sabios del Pasado, de los que hablaremos más adelante en artículos siguientes.

Pero mientras tanto, tenemos otra medicina, un paliativo, un remedio provisional: la “Serenidad”. Ahora bien, la verdadera Serenidad, la que resulta del reconocimiento de nuestra carencia y su solución verdadera, no es fácil de alcanzar, mientras tanto podemos aplicar la “Serenidad” sustitutiva en este mundo, como fuerza de voluntad, como indiferencia calculada, ante las pulsiones del mundo. Ahí es donde surgen las filosofías estoicas, que poco a poco, endureciendo nuestra alma frente a los ataques, permite que ésta deje de balancearse desde el dolor a la falsa alegría, para adquirir un cierto equilibrio sereno, cercano a la Paz.

¿Y de qué otra manera se llama la Serenidad en Acción? Estoicismo. La felicidad no es planta de este mundo, pero la Serenidad está a tu alcance, la serenidad no es vacío mental, inacción, o dejarse llevar, sino un control interno, que permite una actuación directa e inmediata en el entorno. Pero veamos cómo ha sido tratado este asunto en otras épocas, y desde otras perspectivas.

Preservar y Conquistar: Oriente y Occidente.

Una de las principales diferencias entre la filosofía y psicología de Oriente y de Occidente es precisamente el tipo de actitud estoica que se adopta. Para el oriental en general lo más importante es “preservar”, mientras que para el occidental es “conquista y progreso”.

¿Qué actitud sería más estable, más serena, más envidiable?. A primera vista, Oriente tiene mucho que decir, la introspección, la meditación cerrando los ojos ante el mundo externo, es una de sus tendencias generales, se trata siempre de la valoración de la vida interior sobre la vida exterior, de preservar lo íntimo frente al cambiante mundo.

Precisamente, en las filosofías de la Antigua India se hace énfasis en el auto-control, en la paz interior, en el desapego del mundo y sus objetos en general. La austeridad del asceta, posee rasgos paralelos a la austeridad preconizada por los estoicos occidentales, y es más cercana aún a la de los cínicos, a los filósofos de los que se decía que vivían como los perros, no necesitando de casi nada.

En el vedantismo hindú encontramos el modelo de vida del sannyasin, la vida del eremita retirado al bosque, como forma última e idealizada de alejamiento de la sociedad, para encontrar así un camino de acceso y contemplación de la divinidad.

Pero precisamente ahí radica una de las diferencias fundamentales, porque para el oriental se trata sobre todo de una negación del mundo, un apartarse del mismo que le permita acceder a planos superiores sin interferencias.

Sin embargo, en el estoicismo occidental, ser estoico se trata de una forma de control personal, pero también de integración con el universo, de confianza en la justicia y leyes de la Divinidad, que le permite actuar en el mundo, como ciudadano del mundo, sin que éste perturbe su serenidad interior.

El oriental quiere ver a través de Maya, de la ilusión y del espejismo que nos rodea, para contemplar de frente la Realidad, por eso se aleja del círculo de lo creado, para refugiarse en lo eterno e increado. El estoico occidental percibe también lo divino en el mundo, pero manifestado como Orden, Verdad y Belleza. Es una Verdad que hay que descubrir en las mismas Leyes Naturales y que generan Confianza, facilitando en el plano humano el dominio de las pasiones, que es el único obstáculo real para acceder a la contemplación divina a través y en medio del caos.

El Estoicismo del Bhagavad Gita.

Más cercano al concepto occidental, el Bhagavad Gita nos presenta el ideal del noble guerrero Kshatriya. La idea fundamental arranca al comienzo de este libro místico y práctico al mismo tiempo: se trata de la Inmortalidad del Alma, de su permanencia inalterable frente a todos los ataques del mundo externo, y además, como complemento necesario, lo que prima es el reconocimiento del Deber Propio de cada uno, el cual tiene que ser llevado a cabo sin concesión alguna a la personalidad perecedera.

No obstante, como en la filosofía vedantina y en los Upanishads, y como en casi todas las escuelas filosóficas hindúes posteriores, esta actitud se fundamenta en la Transitoriedad esencial e Ilusión de este mundo, es decir el Universo de Maya, de las apariencias, donde nada es real.

Sin embargo, en el estoicismo occidental la actitud es diferente, se acepta el mundo y partiendo del mismo se busca la mejora y reforma de la esfera humana, de la sociedad y del individuo ajustando su comportamiento a las Leyes Naturales. Se busca ser un individuo, ser equilibrado e indiviso, para luego convertirse en ciudadano virtuoso del mundo.

Continuará

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