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PSICOLOGÍA CLÁSICA
y psicologías prostituidas
La Psicología es la ciencia o logos de la psique, y por tanto su
objeto es el estudio de el alma humana. Comprender sus
mecanismos es comprendernos a nosotros mismos y sobre todo aprender a
guiarnos en el sendero que nos hemos marcado en la vida.
La Psicología Clásica era parte integral y una con la Filosofía, pues
si ésta significa «Amor por la Sabiduría», llegar a alcanzarla tiene su
mayor obstáculo en esa parte de nuestro ser que llamamos Alma; y que no
es como algunos creen el Espíritu, que es algo más profundo y
misterioso.
La psicología clásica, siguiendo a Platón, nos plantea un
triple entramado del ser humano: «soma» o
cuerpo, «psique» o alma, y «nous» o espíritu. Ese
intermedio enredador, el alma, es precisamente la parte de la que se
ocupa la psicología.
La psicología clásica se centra pues en esta parte específicamente
humana, aunque sin olvidar la influencia de lo corporal y lo espiritual,
y considera que el estudio de la psicología no es, como ocurre en la
psicología moderna, una mera descripción de las propiedades
psicológicas, ni tampoco está destinado a personas que padecen una
específica enfermedad psicológica, sino que por el contrario, la
psicología nos proporciona una comprensión clara de nosotros mismos, y
un conocimiento de los motores internos de la personalidad humana,
dotándonos así de las herramientas necesarias para trabajar de manera
práctica sobre nuestra personalidad para llegar finalmente a alcanzar
una cierta armonización de la misma, un equilibrio entre los
requerimientos de este mundo y los del otro.
Hoy lo que se ha dado en llamar psicología más bien consiste en
estudio pormenorizado y observacional de los comportamientos humanos,
una especie de etología (parte de la biología que estudia el
comportamiento de los animales) del animal humano. Interesa sobre todo
al psicólogo moderno conocer qué desencadena qué, entender las
reacciones frente a estímulos, conocer las recompensas adecuadas al
comportamiento esperado, y conocer los mecanismos semianimales o
instintivos del ser humano, para mejor manejarlos. La psicología hoy, en
la mayoría de los casos, como ciencia (sin despreciar por ello la buena
voluntad de aquellos psicólogos que intentan sinceramente ayudar) es una
especie de conductismo al servicio de los que manejan la propaganda
política y comercial, la mass media, los periódicos, etc.
Ahora bien, sin entrar en detalles podemos entender que, como dice
Platón, el ser humano es un compuesto de “Esto y de lo Otro”, o sea un
compuesto físico y algo más, que todos los metafísicos y religiones del
mundo han tratado de definir. Y en medio, entre “esto y lo otro”, hay
una confluencia, un terreno de nadie, un lugar fronterizo que es el
centro de todas nuestras batallas humanas, de nuestros sufrimientos, de
nuestras alegrías transitorias, etc. Es decir, se refiere a ese nivel
mezclado que es quien me lee, y quien te escribe estas letras, el alma
humana, o psique, que es de lo que trata la Psicología.
LA PERSONALIDAD
La personalidad humana, o sea la máscara con la que nos presentamos
ante el mundo y ante nosotros mismos, con la que a veces pretendemos
engañar a los demás y de paso a nosotros mismos, es el resultado
complejo de nuestra historia personal, en esta vida, y también
de lo que traemos de herencia, ya se trate de la herencia genética, de
la herencia cultural, o de la herencia del alma.
Somos indudablemente seres condicionados, pero con una pequeña
capacidad de cambiar, de reaccionar libremente. Esa pequeña capacidad es
capaz de grandes resultados a largo plazo si tenemos la valentía y
voluntad constante para intentarlo.
Nuestra personalidad además de compleja y escurridiza, es difícil de
definir, tiene una serie de problemas básicos, que toda psicología tiene
que tener en cuenta:
a) Los diferentes aspectos de la personalidad poseen
“diferentes edades de evolutivas”, es decir, diferentes
desarrollos: aunque nuestra edad, según nuestra cédula de identidad
puede ser, por ejemplo de 30 años, sin embargo a veces nuestra mente
tiene 60 años, nuestra parte emocional 14 años, etc. Esa es una fuente
de conflictos y desequilibrios constantes.
b) Cada nivel de la personalidad tiene sus “leyes”
propias, y lo que es lícito para un nivel no lo es para otro
bajo ciertas circunstancias. Para mi cuerpo es lícito descansar cuando
estoy cansado, pero si mi mente considera importante cumplir cierto
deber en ese momento, producirá un choque con mi parte física. Entonces,
¿qué leyes deberían ser predominantes? las mentales, las físicas, las
espirituales?
c) Poseemos “múltiples personalidades”, somos seres
múltiples desde el punto de vista de la personalidad: somos, por
ejemplo, un buen amigo, un pésimo trabajador, un hijo fantástico, un
padre holgazán, etc., y todo eso al mismo tiempo. Pero también somos
seres individuales (indivisos), poseemos una parte que es única. En
consecuencia, aquí tenemos otro conflicto entre el hecho de poseer una
parte inmutable o individual y las personalidades múltiples que
adoptamos.
d) Toda la “personalidad” está inmersa en el mundo
material, en el plano material. Por lo tanto, sus leyes físicas
nos afectan. Y una de las leyes más importantes de la materia es la
“periodicidad”, o ciclicidad, todo sufre cambios cíclicos, día y noche,
verano e invierno, altibajos, etc. Nuestra personalidad también sufre
las mismas influencias. En consecuencia, podemos definir una doble
influencia de la naturaleza sobre nuestra personalidad, que es causante
de la oscilación constante de entre un “polo positivo” y otro “polo
negativo”, como la electricidad. En la terminología china, lo
denominaríamos yin-yang, y en la hindú “rajas” y “tamas”.
La influencia rajas, significa que en ciertos
momentos de nuestra vida nos encontramos en un estado de aceleración,
impulsividad, nerviosismo, “demasiado”, “demasiadas cosas”, actividad
exagerada, etc.
La influencia tamas, significa que en otros momentos
nos volvemos pasivos, pesados, estamos en un estado de inercia,
tristeza, lentitud, sentimientos sombríos, etc.
Pasamos de un estado a otro constantemente. Así, por ejemplo, después
de estar muy nerviosos, trabajando demasiado, trabajando ansiosamente
para conseguir nuestras ambiciones, nos agotamos, nos cansamos y nos
frustramos, y entonces caemos en el polo opuesto, entramos en un estado
de depresión “tamásico”, en que ya nada nos interesa, e incluso en que
renunciamos a todo.
Luego, después de un cierto período de tiempo en este estado
inercial, nos retroalimentamos y cambiamos al otro estado contrarío de nuevo,
creyendo así que romperemos todas las barreras a la vez, y sin embargo repitiendo de hecho el mismo
ciclo una vez más. Creemos, llenos de coraje, que con una reacción
violenta podremos salir de este estado de inercia, pero lo que ocurre en
realidad es que volvemos a los viejos caminos una y otra vez.
Es interesante considerar esto, observar nuestras vidas durante los
últimos meses o años, y descubrir estas leyes periódicas y cómo nos
afectan.
¿Dónde está la solución? La solución está en “Satwa”, o el punto
neutral de equilibrio, o el camino del medio, que no se trata de una
media aritmética, sino una cierta actitud que puede llegar a detener este
ciclo incesante e infernal.
Tomemos un ejemplo: un hombre, que trabaja desde la mañana hasta la
noche, en varios trabajos. Se despierta temprano, toma su desayuno, y de
inmediato se pone manos a la obra sin apenas tiempo para comer ni
descansar, hasta finalmente regresar a casa por la noche, sin tiempo de
ver a sus hijos ni a su esposa. Ni siquiera tiene vacaciones, y aunque
las tuviese no sabría que hacer con ella. Es muy rico, pero no puede
dejar de trabajar, se siente culpable por ello, e incluso deprimido,
pero no puede cambiar.
Entonces, ¿qué tipo de influencia lo está afectando? ¿Rajas o Tamas?
Un primer examen superficial nos indica que como tiene un tipo de vida
muy “acelerado”, y trabaja excesivamente, etc., parece estar bajo la
influencia de “rajas”.
Pero si miramos detenidamente el problema, podemos ver que en
realidad está bajo el engaño de “tamas”, porque en realidad está en una
especie de prisión, en un estado pasivo, incapaz de cambiar las cosas, está prisionero de su trabajo y de sí mismo, sintiendo su vida como una
carga, sin esperanza, etc.
Entonces, quizás un día este hombre decida frenar esta forma
insatisfactoria de vida. Está muy enojado, se da cuenta que sus hijos no
lo aman, que está perdiendo su afecto, que su esposa está lejos de él.
Entonces, se dice a sí mismo: “De ahora en adelante voy a cambiar, ni un
minuto más soportaré esta vida que llevo. Mañana voy a cesar en mi
trabajo, voy a parar esta loca actividad, y este y aquel negocio, etc.
No voy a trabajar, ya no necesito más dinero”.
Probablemente nada ocurrirá… nada, sólo confusión, y nuevos
problemas. Se sentirá inquieto, desasosegado, preguntándose si tomó una
buena decisión. Y todo ello debido a que dicha decisión surgió de un
vaivén impulsivo, algo que surgió del propio malestar y nerviosismo, de
la impaciencia.
La única forma en que podemos detener esto es con
“Satwa”, es decir: comprensión, planificación, ser
persistente, consistencia, firmeza. Satwa significa entender claramente
las necesidades, lo que hay que cambiar, y luego, acompañado de
voluntad, implementarlo paso a paso, con calma y serenidad.
Las reacciones de Rajas y Tamas son fruto de “ondas emocionales”, las
hay de ira, depresión, angustia, ceguera, etc.
El equilibrio, la serenidad, no se obtiene por súbita decisión sin
pensar, sino por un alejamiento interior de la batalla externa, por un
nuevo sentido dado a nuestros actos, por colocar las cosas en su sitio y
darles a cada cosa la importancia debida.
Continuará: La Acción Externa y el Templo Interior
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