martes, junio 27

¿Es Bueno Ser Pesimista?

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¿Es bueno ser Pesimista?

Carmina Burana y Calderón de la Barca

Bajo nuestra aparente máscara de optimismo que la media nos vende, de alegría de la vida, de expansión sin límites de las posibilidades del ser humano, se esconde en realidad el pesimismo materialista.

El pesimismo materialista parte de la idea de que todo, al fin y al cabo, es materia, y más allá de ésta sólo existe el vacío inexplicable. El horror ante el mismo, la angustia de lo que no tiene solución, genera miedo y pesimismo, que se intenta compensar con un presente siempre evanescente y transitorio, al que se entrega uno tratando de olvidar.

Explica el materialismo la existencia del dolor como resultado del sinsentido (para ellos) que comenzó con la diferenciación de la materia homogénea de los inicios, desde el Big Bang, hasta la diversidad infinita y llena de contrastes y contradicciones de nuestra realidad presente.

No habiendo ulterior fin, sino el absurdo de la existencia, la búsqueda incansable del placer (físico, emocional y mental) es la única salida a este trasfondo pesimista de la vida humana. Es un optimismo falso que se apoya sobre un pesimismo mortal.

Vivamos y comamos hoy, como invitan los textos del famoso Carmina Burana, que se deleita en los placeres terrenales, el amor carnal y el goce de la naturaleza. Que en sí no tienen nada de malo, salvo que les falta un contexto, un fin trascendente, en definitiva un significado.

Aquí la Fortuna gira sin sujetarse a reglas, dando libertad, alivio u opresión y dolor a los seres humanos, como nos lo presenta la imagen arriba que pertenece al texto original en los que se basa el Carmina Burana de Carl Orff, el fragmento de abajo contiene la música que perfectamente caracteriza esta alegría insana de la Fortuna:

Oh fortuna
como la luna
cambiable
siempre creciente
o disminuyendo
la vida de odio
Ahora es dura
Y entonces la sede
En un capricho
pobreza, poder
como el hielo

destino, el vacío
girando la rueda
malo, salud
y siempre Sombrío
y en secreto

El Pesimismo Filosófico

A diferencia de lo señalado más arriba, el pesimismo filosófico parte del reconocimiento de la necesidad de aniquilar el Deseo insaciable, ante la evidencia de un mundo que en sí mismo no es más que una Gran Prueba, un gran campo de combate, donde las almas tienen que lidiar una y otra vez contra los miles de enemigos internos y externos que se le presentan.

No se plantea en la Filosofía la aniquilación del Ser, algo imposible, como ocurre en el pesimismo materialista donde, como hemos visto más arriba, el olvido de uno mismo, la búsqueda acelerada de un final a tanto sufrimiento, se disfraza de colores alegres, de resignación orgiástica, del “vivamos a tope” antes que se acaben nuestros únicos días.

Tampoco el pesimismo filosófico es la negación del mundo, ni el retiro a un lugar donde nadie nos alcance. Se trata más bien de aceptar el desafío, de “jugar el juego” de Maya, de la ilusión, de la escena que nos toca representar, Ilusión que en versos inolvidables fijó para Occidente el afamado Calderón de la Barca;

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y así haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende…

Sabe pues el pesimista filosófico, que la muerte no es más que un cambio de vestimenta, una nueva escena a representar, y cumple su papel como mejor lo entiende, pues sabe que en este mundo no radica la paz ni la felicidad, pero que ofrece todas las herramientas para jugar este gran juego, para escapar de los lazos de Maya, el verdadero Mal, aunque necesario, como los dolores del parto, para dar nacimiento a un Ser verdaderamente libre y sabio.

Finalmente, su pesimismo filosófico, libre ya de las ataduras del materialismo mortal, le permite luchar en esta vida alegremente, con un optimismo real y trascendente del que sabe que algún día alcanzará su meta.

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domingo, junio 25

La Isla del Buddha

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La Isla del Buddha

La vida transcurre a veces lenta o rápidamente, se desliza silenciosa o ruidosamente, hasta llegar a ese momento en que sabemos que se acerca a su fin. No queda mucho por decir, no queda mucho por hacer… o quizás, por el contrario, haya tantas cosas que gritar en voz viva y callamos, tantas cosas que hacer pero ante las cuales el cuerpo ya no responde.

Todo ser vivo sigue la misma pauta, y a mi parecer también los grupos humanos, como conjuntos vienen en oleadas, en generaciones juntas que nacen, crecen, maduran, dan de sí lo mejor como exuberantes frutos, y finalmente se marchitan, decaen y mueren. Y también ocurre con los Maestros, con las personas que tanto nos han enseñado, se marchan de nuestro lado, y quedamos como huérfanos, tristes y abandonados, melancólicos y a veces temerosos…

Ha ocurrido miles de veces, y seguirá ocurriendo, las oleadas de vida y sus maestros vendrán. Cada uno hará su papel, y luego el telón caerá sobre la escena.

En tiempos del Buddha, quizás para algunos el más grande ser humano que haya existido, también le llegó a Él su momento de partida. Una larga vida de peregrinaje y esfuerzo llegaba a su fin, y a pesar de haber alcanzado el Nirvana, cuando era joven, renunció al mismo, a aquello que todos deseamos, para continuar enseñándonos hasta una edad avanzada. Sus fuerzas decayeron y enfermó. Tras una recuperación transitoria, habló así con su discípulo Ananda:


Poco después que el Buddha se hubo recuperado de su enfermedad, salió de su morada y se sentó a la sombra del porche sobre un asiento extendido. Entonces el venerable Ananda se acercó al Buddha, se inclinó, y se sentó a un lado, y le dijo:

“Señor, es fantástico que el Buddha se sienta ahora confortable y bien. Porque cuando el Buddha estaba enfermo mi cuerpo parecía como si estuviera drogado. Estaba desorientado, y las enseñanzas no eran nada claras para mí. Al menos me consolaba pensando que el Buddha no se extinguirá completamente sin al menos dejar algunas indicaciones a la Sangha, la Asamblea de los monjes mendicantes.

¿Pero qué espera de mí la asamblea de mendicantes? He enseñado el Dharma sin hacer distinción entre enseñanzas secretas y públicas. Cuando se trata de enseñar, el Iluminado no tiene cerrado el puño como un maestro cualquiera. Si hay alguno que piense: “Me haré cargo de la Sangha de los Mendicantes”, o “La Sangha de los mendicantes está destinada para mí”, que haga pues una declaración a la Sangha. No obstante, el Iluminado no piensa de esta manera, entonces ¿por qué debería hacer una declaración con respecto a la Sangha?

Ahora ya soy viejo, soy el mayor y el más antiguo. Tengo una edad avanzada y he llegado a la etapa final de la vida. Ahora tengo ochenta años. Así como un carro decrépito sigue funcionando apoyándose en correas, de la misma manera, el cuerpo del Realizado se mantiene apoyado en correas, o eso podrías pensar. A veces el Realizado, sin enfocarse en ningún signo particular, y con el cese de ciertos sentimientos, entra y permanece en inmersión en el corazón sin dar señales. Sólo entonces el cuerpo del Realizado momentáneamente es aliviado.

Así que Ānanda, sé tu propia isla, tu propio refugio, sin otro refugio. Que las enseñanzas sean tu isla y tu refugio, sin otro refugio. ¿Y cómo puede hacer esto un monje mendicante? Cuando un monje mendicante observa cada aspecto del cuerpo, perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo. Cuando medita observando cada aspecto de los sentimientos, perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo. Cuando contempla la mente, observándola perspicaz, consciente, atento, libre de deseo y aversión por el mundo.

De esta manera es como un monje mendicante, se convierte en su propia isla, su propio refugio, sin otro refugio. Así es como la enseñanza es su isla, su refugio, sin otro refugio.

Ya sea ahora o después de que haya muerto, cualquiera que viva siendo su propia isla, su propio refugio, sin otro refugio; con la enseñanza como su isla y su refugio, sin otro refugio, aquellos mendicantes míos que quieran practicarlo estarán entre los mejores de los mejores. [del Mahāparinibbānasutta]


...

Cada minuto que nos queda, cada segundo que palpita el corazón, anuncia la pérdida de nuestro mundo alrededor, que muere con nosotros. ¿A quién acudiré? ¡Ojalá tuviese un Maestro! ¡Ojalá el Maestro siguiese vivo a mi lado!.

Pero si alguno vez estuvo realmente vivo es cuando resonó con tu Voz Interna, con ese otro Maestro que te acompañará hasta el último aliento y aún más. Y los versos, palabras, lecciones de tus Maestros externos hablarán todas al unisono, en tu memoria interna, en tu propia Isla, en la Isla Refugio, en la Cámara Secreta donde se guardan las enseñanzas.

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martes, junio 20

Mitos de Moda y Sueños Mecánicos

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MITOS DE MODA Y SUEÑOS MECÁNICOS

Históricamente los poderosos siempre han utilizado de una manera u otra el arma de la propaganda, disfrazada de mitos sociales y religiosos, como por ejemplo “El fin del mundo que viene”, “Arrepentíos, los últimos días anunciados están cerca”, u otras variantes como “Todo un Nuevo Mundo espera ser cristianizado”, o islamizado que para el caso es lo mismo.

También están las nuevas versiones, como “No poseerás nada y serás feliz”, lo cual no deja de ser una verdad, porque ciertamente las posesiones traen preocupaciones. Pero no creo que se refieran a eso. En todo caso, por el momento, quiero estar a cargo de lo que he conquistado. Además, por otro lado, si no poseemos nada será porque alguien lo posee TODO. Menuda preocupación, seguro entonces que ese será infeliz, ¿o no?…

O también hay otras variantes, “el género es lo que uno quiera y desee”, cambia de sexo como cambias de ropa interior, y así serás más libre. Claro que andar todo el día preocupado por este tema, publicitándolo, acudiendo como militante a manifestaciones, operándose, medicándose, arrepintiéndose luego, llorando porque dicen que le han engañado, que él/ella/ello no sabían bien lo que hacían… todo eso no creo que de la felicidad, ni que ésta radique entre las piernas.

También está esa tontería, como concepto, pero muy serio como amenaza humana: el alejamiento de la responsabilidad presente en aras del advenimiento del heredero del Homo Sapiens (?): el HOMO DEUS, llamado así según Yuval Hariri, el nuevo profeta de la humanidad cibernética, por sus “poderes divinos de creación y destrucción”. Las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial, dice, conforman la entrada a “la inmortalidad, la felicidad y la divinidad”.

Quizás se olvida de algún pequeño detalle, primero que la felicidad no es el resultado de tener lleno el frigorífico, eso ya se intentó sin éxito, la felicidad depende de aquietar los deseos, de volverse hacia el interior, y alejarse de la competición y ambición mundanal. No se trata de restringirse, o prohibirse a uno mismo cosas u objetivos, pues detrás de esa falsa renuncia sigue existiendo un deseo cada vez más pronunciado. Más bien se trata de centrarse en Sí Mismo, de ser el dueño de uno mismo, y ver el mundo como lo que realmente es: una trampa engañosa que esclaviza tu mente y tus sentidos.

Segundo, la Inmortalidad, o sea el seguir viviendo EN ESTE MUNDO for ever, sería el mayor de los castigos, el cansancio más infinito, ¡Qué horror!. Más que la inmortalidad, lo que el espíritu religioso sincero y la Mística ha buscado es la Eternidad del Instante, o sea la eternidad de las cosas que SON REALES, y por ello sin cambios aparentes, la cesación de la angustia y el eterno deseo que nos impulsan y maltrata.

Tercero, la Divinidad como objetivo, o sea MI DIVINIDAD. Únicamente sería ello posible si mi Conciencia y Ser pudieran asimilarse al TODO UNIVERSAL, ni más ni menos. Pues siendo yo el Todo, no carecería, ni echaría en falta nada, todo estaría en mí mismo, y siendo Conciencia Absoluta (porque la otra conciencia, la relativa, sólo aparece cuando hay un algo que toma conciencia de otro algo, lo cual es una limitación) no habría nada de lo que tomar conciencia, y por tanto podría llamarme (perdón por mi Super Ego) Absoluta Inconsciencia.

Ahora bien, puede que el Sr. Hariri se refiera a la divinidad mecánica, la que está hecha de materiales sofisticados. Lo que ignora este pseudo-filósofo es que toda materia está en evolución y es cambiante, las formas se destruyen y se reconstruyen infinitamente. Por tanto, EN ESTE MUNDO, no hay nada eterno, ni perdurable, ni siquiera las montañas.

Tres objetivos falsos, “la inmortalidad, la felicidad y divinidad”, no por el valor de estos términos, sino por el ENTORNO con el que se los rodea, o sea la inmortalidad, la felicidad y la divinidad AQUÍ en este mundo transitorio y cambiante (¡How dare you!… Greta).

No habiendo pues encontrado el ser humano el camino que le lleva a las Sendas Interiores e Infinitas, impotente e incapaz de encontrar la serenidad, se rebela contra toda filosofía, contra toda ética y moral, contra todo espíritu de fraternidad, en búsqueda de una ilusoria SALVACIÓN MATERIAL Y PERSONAL, olvidándose que toda la Humanidad es un SÓLO SER, y o nos salvamos juntos de esta Selva Material, o ninguno saldrá vivo de aquí. Afortunadamente, desde arriba, los que saben mantienen las Puertas Doradas abiertas para TODOS, hasta que llegue el último, incluso el Sr. Hariri y yo.

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jueves, junio 15

PSICOLOGÍA CLÁSICA y psicologías prostituidas

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PSICOLOGÍA CLÁSICA

y psicologías prostituidas

La Psicología es la ciencia o logos de la psique, y por tanto su objeto es el estudio de el alma humana. Comprender sus mecanismos es comprendernos a nosotros mismos y sobre todo aprender a guiarnos en el sendero que nos hemos marcado en la vida.

La Psicología Clásica era parte integral y una con la Filosofía, pues si ésta significa «Amor por la Sabiduría», llegar a alcanzarla tiene su mayor obstáculo en esa parte de nuestro ser que llamamos Alma; y que no es como algunos creen el Espíritu, que es algo más profundo y misterioso.

La psicología clásica, siguiendo a Platón, nos plantea un triple entramado del ser humano: «soma» o cuerpo, «psique» o alma, y «nous» o espíritu. Ese intermedio enredador, el alma, es precisamente la parte de la que se ocupa la psicología.

La psicología clásica se centra pues en esta parte específicamente humana, aunque sin olvidar la influencia de lo corporal y lo espiritual, y considera que el estudio de la psicología no es, como ocurre en la psicología moderna, una mera descripción de las propiedades psicológicas, ni tampoco está destinado a personas que padecen una específica enfermedad psicológica, sino que por el contrario, la psicología nos proporciona una comprensión clara de nosotros mismos, y un conocimiento de los motores internos de la personalidad humana, dotándonos así de las herramientas necesarias para trabajar de manera práctica sobre nuestra personalidad para llegar finalmente a alcanzar una cierta armonización de la misma, un equilibrio entre los requerimientos de este mundo y los del otro.

Hoy lo que se ha dado en llamar psicología más bien consiste en estudio pormenorizado y observacional de los comportamientos humanos, una especie de etología (parte de la biología que estudia el comportamiento de los animales) del animal humano. Interesa sobre todo al psicólogo moderno conocer qué desencadena qué, entender las reacciones frente a estímulos, conocer las recompensas adecuadas al comportamiento esperado, y conocer los mecanismos semianimales o instintivos del ser humano, para mejor manejarlos. La psicología hoy, en la mayoría de los casos, como ciencia (sin despreciar por ello la buena voluntad de aquellos psicólogos que intentan sinceramente ayudar) es una especie de conductismo al servicio de los que manejan la propaganda política y comercial, la mass media, los periódicos, etc.

Ahora bien, sin entrar en detalles podemos entender que, como dice Platón, el ser humano es un compuesto de “Esto y de lo Otro”, o sea un compuesto físico y algo más, que todos los metafísicos y religiones del mundo han tratado de definir. Y en medio, entre “esto y lo otro”, hay una confluencia, un terreno de nadie, un lugar fronterizo que es el centro de todas nuestras batallas humanas, de nuestros sufrimientos, de nuestras alegrías transitorias, etc. Es decir, se refiere a ese nivel mezclado que es quien me lee, y quien te escribe estas letras, el alma humana, o psique, que es de lo que trata la Psicología.

LA PERSONALIDAD

La personalidad humana, o sea la máscara con la que nos presentamos ante el mundo y ante nosotros mismos, con la que a veces pretendemos engañar a los demás y de paso a nosotros mismos, es el resultado complejo de nuestra historia personal, en esta vida, y también de lo que traemos de herencia, ya se trate de la herencia genética, de la herencia cultural, o de la herencia del alma.

Somos indudablemente seres condicionados, pero con una pequeña capacidad de cambiar, de reaccionar libremente. Esa pequeña capacidad es capaz de grandes resultados a largo plazo si tenemos la valentía y voluntad constante para intentarlo.

Nuestra personalidad además de compleja y escurridiza, es difícil de definir, tiene una serie de problemas básicos, que toda psicología tiene que tener en cuenta:

a) Los diferentes aspectos de la personalidad poseen “diferentes edades de evolutivas”, es decir, diferentes desarrollos: aunque nuestra edad, según nuestra cédula de identidad puede ser, por ejemplo de 30 años, sin embargo a veces nuestra mente tiene 60 años, nuestra parte emocional 14 años, etc. Esa es una fuente de conflictos y desequilibrios constantes.

b) Cada nivel de la personalidad tiene sus “leyes” propias, y lo que es lícito para un nivel no lo es para otro bajo ciertas circunstancias. Para mi cuerpo es lícito descansar cuando estoy cansado, pero si mi mente considera importante cumplir cierto deber en ese momento, producirá un choque con mi parte física. Entonces, ¿qué leyes deberían ser predominantes? las mentales, las físicas, las espirituales?

c) Poseemos “múltiples personalidades”, somos seres múltiples desde el punto de vista de la personalidad: somos, por ejemplo, un buen amigo, un pésimo trabajador, un hijo fantástico, un padre holgazán, etc., y todo eso al mismo tiempo. Pero también somos seres individuales (indivisos), poseemos una parte que es única. En consecuencia, aquí tenemos otro conflicto entre el hecho de poseer una parte inmutable o individual y las personalidades múltiples que adoptamos.

d) Toda la “personalidad” está inmersa en el mundo material, en el plano material. Por lo tanto, sus leyes físicas nos afectan. Y una de las leyes más importantes de la materia es la “periodicidad”, o ciclicidad, todo sufre cambios cíclicos, día y noche, verano e invierno, altibajos, etc. Nuestra personalidad también sufre las mismas influencias. En consecuencia, podemos definir una doble influencia de la naturaleza sobre nuestra personalidad, que es causante de la oscilación constante de entre un “polo positivo” y otro “polo negativo”, como la electricidad. En la terminología china, lo denominaríamos yin-yang, y en la hindú “rajas” y “tamas”.

La influencia rajas, significa que en ciertos momentos de nuestra vida nos encontramos en un estado de aceleración, impulsividad, nerviosismo, “demasiado”, “demasiadas cosas”, actividad exagerada, etc.

La influencia tamas, significa que en otros momentos nos volvemos pasivos, pesados, estamos en un estado de inercia, tristeza, lentitud, sentimientos sombríos, etc.

Pasamos de un estado a otro constantemente. Así, por ejemplo, después de estar muy nerviosos, trabajando demasiado, trabajando ansiosamente para conseguir nuestras ambiciones, nos agotamos, nos cansamos y nos frustramos, y entonces caemos en el polo opuesto, entramos en un estado de depresión “tamásico”, en que ya nada nos interesa, e incluso en que renunciamos a todo.

Luego, después de un cierto período de tiempo en este estado inercial, nos retroalimentamos y cambiamos al otro estado contrarío de nuevo, creyendo así que romperemos todas las barreras a la vez, y sin embargo repitiendo de hecho el mismo ciclo una vez más. Creemos, llenos de coraje, que con una reacción violenta podremos salir de este estado de inercia, pero lo que ocurre en realidad es que volvemos a los viejos caminos una y otra vez.

Es interesante considerar esto, observar nuestras vidas durante los últimos meses o años, y descubrir estas leyes periódicas y cómo nos afectan.

¿Dónde está la solución? La solución está en “Satwa”, o el punto neutral de equilibrio, o el camino del medio, que no se trata de una media aritmética, sino una cierta actitud que puede llegar a detener este ciclo incesante e infernal.

Tomemos un ejemplo: un hombre, que trabaja desde la mañana hasta la noche, en varios trabajos. Se despierta temprano, toma su desayuno, y de inmediato se pone manos a la obra sin apenas tiempo para comer ni descansar, hasta finalmente regresar a casa por la noche, sin tiempo de ver a sus hijos ni a su esposa. Ni siquiera tiene vacaciones, y aunque las tuviese no sabría que hacer con ella. Es muy rico, pero no puede dejar de trabajar, se siente culpable por ello, e incluso deprimido, pero no puede cambiar.

Entonces, ¿qué tipo de influencia lo está afectando? ¿Rajas o Tamas? Un primer examen superficial nos indica que como tiene un tipo de vida muy “acelerado”, y trabaja excesivamente, etc., parece estar bajo la influencia de “rajas”.

Pero si miramos detenidamente el problema, podemos ver que en realidad está bajo el engaño de “tamas”, porque en realidad está en una especie de prisión, en un estado pasivo, incapaz de cambiar las cosas, está prisionero de su trabajo y de sí mismo, sintiendo su vida como una carga, sin esperanza, etc.

Entonces, quizás un día este hombre decida frenar esta forma insatisfactoria de vida. Está muy enojado, se da cuenta que sus hijos no lo aman, que está perdiendo su afecto, que su esposa está lejos de él. Entonces, se dice a sí mismo: “De ahora en adelante voy a cambiar, ni un minuto más soportaré esta vida que llevo. Mañana voy a cesar en mi trabajo, voy a parar esta loca actividad, y este y aquel negocio, etc. No voy a trabajar, ya no necesito más dinero”.

Probablemente nada ocurrirá… nada, sólo confusión, y nuevos problemas. Se sentirá inquieto, desasosegado, preguntándose si tomó una buena decisión. Y todo ello debido a que dicha decisión surgió de un vaivén impulsivo, algo que surgió del propio malestar y nerviosismo, de la impaciencia.

La única forma en que podemos detener esto es con “Satwa”, es decir: comprensión, planificación, ser persistente, consistencia, firmeza. Satwa significa entender claramente las necesidades, lo que hay que cambiar, y luego, acompañado de voluntad, implementarlo paso a paso, con calma y serenidad.

Las reacciones de Rajas y Tamas son fruto de “ondas emocionales”, las hay de ira, depresión, angustia, ceguera, etc.

El equilibrio, la serenidad, no se obtiene por súbita decisión sin pensar, sino por un alejamiento interior de la batalla externa, por un nuevo sentido dado a nuestros actos, por colocar las cosas en su sitio y darles a cada cosa la importancia debida.

Continuará: La Acción Externa y el Templo Interior

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lunes, junio 5

Me han robado mi opinión

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Me han robado mi opinión

Nadie podrá subirse sobre tus hombros a menos que inclines la cabeza.

En realidad “nuestra opinión” nunca nos perteneció. La opinión es una suerte de vaga idea que toma posesión de nuestra mente, ocupando así un lugar fijo en la misma.

Pero ¿cómo llegamos a construir nuestras opiniones? Se construyen por medio de diversos mecanismos, aunque todos tienen en común su falta de relación con el verdadero ser interior.

La Opinión Consensuada: Es la opinión acomodaticia, lo que todo el mundo repite hasta la saciedad, se incorpora a nuestros conjunto de opiniones globales que nunca incomodan a nadie, ya que la mayoría de la gente tiene la misma opinión.

La Opinión Inculcada: Es la opinión introducida por los “líderes de opinión”, por los grandes medios informativos y audiovisuales, siempre asesorados por estudiosos del marketing, que a su vez se apoyan en estudios psicológicos (?) realizados por profesionales vendidos al poder.

La Opinión Exitosa: Se trata de apuntarse al carro del vencedor. Aquello que nos hace parecer mejores, más grandes, en definitiva más “vendibles”

La Opinión automática: Se expresa sin pensamiento previo, y dependiendo del resultado que se obtiene en el medio externo, se incorporará o no al conjunto de “nuestras opiniones”.

Podrían definirse varios tipos más; pero el hecho fundamental es que de una manera u otra estas opiniones pasan a formar parte de nuestra “Biblioteca de Opiniones”, que está conformada por una serie de fichas clasificadas. Por ejemplo las organizaremos bajo los epígrafes de familia, matrimonio, hijos, educación, trabajo, político o partido, los transportes públicos o los viajes espaciales, la ciencia, la religión, etc., etc., etc.

Cada vez que en una reunión de amigos, o en el trabajo, o entre nuestros colegas en la universidad, alguien mencione un tema, inmediatamente, casi inconscientemente, revisaremos las caras de los que nos rodean, sus características, el lugar donde estamos, las relaciones de poder en ese grupo, y a continuación, si nada lo impide, buscaremos en nuestro fichero particular de opiniones y extraeremos la opinión correspondiente al tema del que se está hablando.

Prudentemente, sin dejar de observar las reacciones de los demás, avanzaremos “nuestra” opinión, aunque a la verdad no sabríamos decir si la obtuvimos leyendo el titular de un periódico, o se la oímos decir a alguien, o simplemente nos la comunicó un amigo o visitante al cual respetamos.

Fuera como fuese, tras emitir dicha opinión, la gente que nos rodee o bien aplaudirán, o la discutirán, o se reirán de ella, o incluso se enfadarán con nosotros. Dependiendo del resultado obtenido, guardaremos la ficha con un signo +, o bien con un signo -, o directamente arrojaremos la ficha correspondiente a la basura, porque no nos ha servido. Las opiniones son monedas de cambio, que se muestran u ocultan o se truecan por otras dependiendo del éxito social obtenido.

Por eso digo que las opiniones no nos pertenecen, no forman parte de mí mismo, como mi cuerpo, o mis ojos, o mis brazos, sino que es algo cambiante como si fuese un fenómeno atmosférico, o como un objeto de valor en el mercado.

Los ladrones de la pública opinión

Los fenómenos descritos más arriba, son bien conocidos por los líderes políticos, o quizás debería decir “caretas públicas”, porque los que manejan a estos títeres son otros. Éstos roban opiniones, te las quitan. Ellos saben que son valores inseguros, que en realidad no te pertenecen, y como tales objetos de cambio, pueden ser trocados por otros. Dado que tienen a su disposición los medios de comunicación y la educación del país, etc., es fácil borrar de tu mente una opinión y cambiarla por otra.

Luego, tú, “libremente”, en base a una “opinión bien formada”, de la que algunos se enorgullecen, sin darse cuenta que quienes la han formado no son ellos sino que otros se la han implantado en su interior, vas y adoptas decisiones, votas a partidos, eliges a los líderes, con total y absoluta libertad, toda, toda la libertad que… ellos te dejan.

Así se construye un mundo incoherente, donde la verdad y la mentira caminan juntas, donde no existe un principio rector que ilumine nuestras decisiones. Platón señalaba que algunos hombres son sabios, aquellos que realmente han meditado y experimentado la verdad de las cosas, mientras que otros son ignorantes. La ignorancia se puede curar, en tanto que la sabiduría no necesita cura, pero el que está lleno de opiniones verdaderamente no tiene cura, pues aun poseyendo medias verdades u opiniones, las otras medio mentiras acabarán por sofocar lo poco que sabe.

La opinión por tanto, nunca fue verdaderamente tuya, y nunca lo será, pero no te desanimes, esto forma parte del gran juego en el que vivimos. Lo más peligroso en este juego es que los Señores de la Caverna de la Opinión en la que vivimos te convenzan de que no hay otra cosa salvo la materia de la que está hecho tu cuerpo, y que no hay nada que pueda llamarse espiritual, y que toda vida no es más que una sucesión de carambolas fortuitas de la materia. No teniendo pues sentido de continuidad ni principio regente, la vida se convierte así en un juego monstruoso donde no hay esperanza. Salvo para aquellos que sienten y saben que tras la noche viene el día.

Dicen las leyendas, sólo leyendas, pero no por eso con menos verdad, que en la mítica Atlántida, las clases dirigentes llegaron a alcanzar tal nivel de maldad y crueldad, que la desesperación del pueblo sano les llevó a clamar al cielo alzando los brazos, y se dice que en súplica gritaron desesperados el nombre de la Divinidad Desconocida, Aquello, pidiendo ayuda. El fin llegó.

“Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor la pierden…”, como decían los versos de Rudyard Kipling, entonces, eso es lo que importa, mañana nos veremos en la nueva partida, serenos y en paz porque entenderemos un poco más. Y aquellos que manejan el mundo tendrán que hacer frente a todo el mal que han hecho. Inexorablemente.

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