martes, junio 27

¿Es Bueno Ser Pesimista?

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¿Es bueno ser Pesimista?

Carmina Burana y Calderón de la Barca

Bajo nuestra aparente máscara de optimismo que la media nos vende, de alegría de la vida, de expansión sin límites de las posibilidades del ser humano, se esconde en realidad el pesimismo materialista.

El pesimismo materialista parte de la idea de que todo, al fin y al cabo, es materia, y más allá de ésta sólo existe el vacío inexplicable. El horror ante el mismo, la angustia de lo que no tiene solución, genera miedo y pesimismo, que se intenta compensar con un presente siempre evanescente y transitorio, al que se entrega uno tratando de olvidar.

Explica el materialismo la existencia del dolor como resultado del sinsentido (para ellos) que comenzó con la diferenciación de la materia homogénea de los inicios, desde el Big Bang, hasta la diversidad infinita y llena de contrastes y contradicciones de nuestra realidad presente.

No habiendo ulterior fin, sino el absurdo de la existencia, la búsqueda incansable del placer (físico, emocional y mental) es la única salida a este trasfondo pesimista de la vida humana. Es un optimismo falso que se apoya sobre un pesimismo mortal.

Vivamos y comamos hoy, como invitan los textos del famoso Carmina Burana, que se deleita en los placeres terrenales, el amor carnal y el goce de la naturaleza. Que en sí no tienen nada de malo, salvo que les falta un contexto, un fin trascendente, en definitiva un significado.

Aquí la Fortuna gira sin sujetarse a reglas, dando libertad, alivio u opresión y dolor a los seres humanos, como nos lo presenta la imagen arriba que pertenece al texto original en los que se basa el Carmina Burana de Carl Orff, el fragmento de abajo contiene la música que perfectamente caracteriza esta alegría insana de la Fortuna:

Oh fortuna
como la luna
cambiable
siempre creciente
o disminuyendo
la vida de odio
Ahora es dura
Y entonces la sede
En un capricho
pobreza, poder
como el hielo

destino, el vacío
girando la rueda
malo, salud
y siempre Sombrío
y en secreto

El Pesimismo Filosófico

A diferencia de lo señalado más arriba, el pesimismo filosófico parte del reconocimiento de la necesidad de aniquilar el Deseo insaciable, ante la evidencia de un mundo que en sí mismo no es más que una Gran Prueba, un gran campo de combate, donde las almas tienen que lidiar una y otra vez contra los miles de enemigos internos y externos que se le presentan.

No se plantea en la Filosofía la aniquilación del Ser, algo imposible, como ocurre en el pesimismo materialista donde, como hemos visto más arriba, el olvido de uno mismo, la búsqueda acelerada de un final a tanto sufrimiento, se disfraza de colores alegres, de resignación orgiástica, del “vivamos a tope” antes que se acaben nuestros únicos días.

Tampoco el pesimismo filosófico es la negación del mundo, ni el retiro a un lugar donde nadie nos alcance. Se trata más bien de aceptar el desafío, de “jugar el juego” de Maya, de la ilusión, de la escena que nos toca representar, Ilusión que en versos inolvidables fijó para Occidente el afamado Calderón de la Barca;

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y así haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende…

Sabe pues el pesimista filosófico, que la muerte no es más que un cambio de vestimenta, una nueva escena a representar, y cumple su papel como mejor lo entiende, pues sabe que en este mundo no radica la paz ni la felicidad, pero que ofrece todas las herramientas para jugar este gran juego, para escapar de los lazos de Maya, el verdadero Mal, aunque necesario, como los dolores del parto, para dar nacimiento a un Ser verdaderamente libre y sabio.

Finalmente, su pesimismo filosófico, libre ya de las ataduras del materialismo mortal, le permite luchar en esta vida alegremente, con un optimismo real y trascendente del que sabe que algún día alcanzará su meta.

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