martes, enero 31

ANATOMIA OCULTA IV - Cerebro y Corazón en el Cráneo

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ANATOMÍA OCULTA IV

EL CEREBRO y EL CORAZÓN EN EL CRÁNEO

“El corazón tiene razones que la razón ignora”

Blaise Pascal

Las complejidades de la neurología, tema demasiado especializado para el profano, son tantas que sería imposible tratar de dar una explicación en un simple artículo. Pero de la misma manera que podemos contemplar un árbol, admirar su ciclo vital, comparar sus raíces, troncos y ramas extendidas de forma paralela al desarrollo vital del ser humano, e incluso contemplar sus frutos y flores como la producción u ofrenda del hombre al mundo, también podemos contemplar ciertos pequeños misterios con una mirada simple y natural, que no pretende conocer los complejos vericuetos de la anatomía y fisiología científica, sino aprender cosas que sean útiles para el alma.

Los Antiguos Egipcios, así como en la China tradicional, y en otras culturas americanas y asiáticas, consideraban al Corazón el Centro Vital y sede de la Conciencia del ser humano. Nuestra época, más racionalista, y que valora ante todo el intelecto, hace del Cerebro el centro de nuestra conciencia.

Esta aparente contradicción tiene sin embargo una explicación. Para la tradición, el pensamiento humano, la Mente, lo que los hindúes denominan el Manas, y los chinos la mente-espíritu (shén – 神) o también el corazón-mente 内心 nèixīn , se manifiesta en las estructuras físicas, pero su esencia va más allá.

Dado que lo mental forma parte del “Centro del Ser”, de nuestros pensamientos más íntimos, se lo relaciona con el Corazón también, como centro anatómico que es y además altamente ligado a nuestras emociones, como así también ocurre con todo nuestro pensamiento habitual. Los chinos, que atribuían a cada función una relación con un elemento primordial, hacían corresponder la mente con el Fuego. Una tradición similar en Occidente es la de Prometeo, quien trajo el fuego, o sea la mente a los humanos.

Distinguen los orientales dos Fuegos, uno llamado “Imperial”, y otro llamado “Ministerial”. O sea, el Fuego Imperial o Mental está relacionado con las funciones mentales superiores y con el cerebro tal como lo conocemos en occidente, mientras que el Fuego Ministerial es un fuego subordinado, aunque con fuerte influencia sobre el anterior, como ocurre con todos los ministros y todos los emperadores de la historia. Este fuego ministerial estaba relacionado sobre todo con los “psíquico”, o sea lo mental inferior ligado a las emociones e instintos.

En la versión hindú y tibetana, se dice que el ser humano ha pasado por varios estadios evolutivos, de tal manera que su “conciencia base” mental, válida para la mayoría de los seres humanos, está en relación a cierto centro energético o chakra, que se sitúa precisamente a la altura del corazón. De ahí que de manera instintiva, como ya apuntamos en otro artículo, cuando afirmamos fuertemente nuestro ser, nuestro yo activo ante los demás, señalamos como lugar de asiento del yo a nuestro corazón. Así en el idioma común de casi todos los pueblos del mundo, existen frases similares como la de “te lo digo de corazón”, o “la verdad de mi corazón”, o “te amo de corazón”.

Idealmente, la energía que se relaciona con este chakra, según el concepto hindú, es una energía equilibradora en relación a la propia mente. Su nombre así lo indica Anahata, o sea “el sonido musical que producen dos partes sin entrar en contacto”. Se trata de la propia mente equilibrada, del juego entre los pares de opuestos, en aparente discordia (“dis-cordia”, enfermedad o disonancia del corazón) pero que una mente sana sabe cómo unirlos en una síntesis armoniosa y superior (la cordura)

En el Antiguo Egipto el corazón también es doble, uno es el corazón Ib, y otro es el corazón Haty. Era tan importante el corazón que se dejaba en el interior de la momia, mientras que por el contrario el cerebro se sacaba y se desechaba. A veces se sustituía el corazón por un escarabajo verde enmarcado en oro. Se trataba de Jepri, el nombre de un dios, y de un concepto: el devenir, aquello que fundamentalmente es la conciencia humana, aquello que encierra en sí mismo el misterio de la existencia temporal, que no es más que el paso instantáneo del presente, en medio de un continuum que abarca un infinito futuro y pasado.

Precisamente, en la imagen anterior, en su pare posterior aparece el capítulo 30 B del Libro Egipcio de los Muertos, donde se habla de estos dos conceptos del corazón que tenían los egipcios. El corazón Ib hace referencia a la Mente Celestial, o el corazón-conciencia heredado de la Madre Mut, la madre celeste. Es la mente profunda, que va más allá de los quehaceres y preocupaciones diarias, es la mente trascedental, cuya parte purificada cruza la barrera entre encarnaciones. El corazón Haty por contra es el corazón terrestre, el “corazón de las múltiples transformaciones”, según reza el Libro de los Muertos, es la mente práctica que obedece en su constante vagar a múltiples impulsos irregulares que le llegan desde el exterior, desde otros seres humanos, desde el cuerpo, desde los sentimientos, del mundo en su conjunto. Es una mente reactiva, preocupada por la supervivencia y el interés propio.

En definitiva, estamos hablando de dos formas de la mente, el reflejo psíquico concernido con el mundo, y la mente trascendental, concernida con lo que va más allá de la mera supervivencia. Como dice el viejo adagio alquimista, “así como es arriba, así es abajo”: esa dualidad fundamental del alma humana, tiene también su reflejo indirecto en la anatomía humana, por supuesto es un reflejo desvaído, aproximativo y no una relación directa.

El corazón se encarga de bombear la sangre, así al menos lo hemos estudiado, aunque la realidad es que el corazón no tendría fuerza suficiente para hacerla circular sin la ayuda de los pequeños y numerosos “corazones” que se encuentran en las pequeñas arterias y arteriolas. Efectivamente, existen unas fibras musculares a lo largo de las arterias finales que actúan bajo la dirección del sistema nervioso simpático y que son responsables del mantenimiento del pulso. O sea, en otras palabras, sin la ayuda del Sistema Nervioso no podría producirse el pulso, no sólo pues se trata de una función exclusiva del corazón.

El corazón según se nos cuenta posee dos cavidades, dos aurículas y dos ventrículos. Esotéricamente sin embargo tiene 7 cavidades: hay que añadir a los anteriores las áreas correspondientes a los senos venosos y arterial y seno coronario, que se sitúan arriba del corazón, conformándose así en total 7 cámaras : Tres cavidades superiores muy pequeñas, y 4 cavidades grandes abajo (triada y cuaternario)

De la misma manera se organiza el cerebro. Existen también unas cavidades llamadas ventrículos (en azul en la imagen abajo) , donde se produce el llamado líquido cefalorraquídeo, que circula a través de este sistema ventricular y de sus ramificaciones inferiores alrededor de la médula espinal. Existen 4 cavidades fundamentales, más la cisterna magna, el saco dural espinal, y el conducto ependimario que circula por el centro de la médula espinal. En total formando, como en el corazón, 7 cavidades funcionales.

Pero además los ventrículos cerebrales “pulsan”, y lo hacen al mismo ritmo que el corazón, ya que éste envía sus oleadas de sangre hacia el cráneo, y dado que este es inextensible, se genera un pulso interior que empuja el líquido cefalorraquídeo haciéndolo circular de la misma manera que el corazón hacer circular la sangre. En la siguiente imagen puede observarse dichas pulsaciones:

Pero también el cerebro influencia en el corazón de varias maneras, una de ellas es a través de neuronas localizadas en el corazón, se calcula que existen unas 40.000 neuronas en el corazón que, aunque son relativamente pocas comparadas con las del cerebro, sí que tienen influencia en las decisiones instintivas, en las corazonadas que a veces nos salvan la vida, o nos llevan por el camino correcto, especialmente en situaciones límite o de peligro vital. Desde luego existen las corazonadas, y esotéricamente existe una conexión “rápida” con los planos intuitivos.

De la misma manera que el corazón se conecta y posee relaciones con el “corazón cerebral” superior, o sea lo psíquico-emocional que se conecta con lo mental-racional del cerebro, así éste también se conecta con otro órgano hueco y misterioso, muy cercano, justo en el centro del cerebro: la glándula pineal, el lugar de conexión, en lo esotérico, con lo superior, el corazón más elevado de todos nuestros “corazones”

Pero eso lo veremos otro día.

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lunes, enero 23

ANATOMÍA OCULTA III - EL CEREBRO Y SUS CORRESPONDENCIAS SUTILES

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ANATOMÍA OCULTA III

EL CEREBRO Y SUS CORRESPONDENCIAS SUTILES

Como decía en un anterior artículo, la anatomía oculta no es ningún tipo de magia o conocimiento esotérico extravagante, sino reconocer aquellas marcas que nos permiten adivinar detrás del aparente desorden ciertas proporciones, ciertas armonías numéricas y correspondencias, que en definitiva nos acercan un poco al concepto clásico de la creación como emanación o densificación de cánones o patrones ideales.

La secuencia de los números, como ya expliqué en artículo anterior, corresponde en realidad la secuencia lógica del desarrollo de la conciencia. Los Números arquetípicos o ideas, son el patrón base a partir del cual se desarrollan las infinitas variaciones numéricas y concretas que conforman todo nuestro universo.

SISTEMA ESQUELÉTICO

Comenzaremos por aquello que más perdura de la arquitectura base del ser humano, su esqueleto. El Cráneo representa no sólo el cobijo de importantes centros sensitivos, sino también una cubierta protectora de uno de los órganos más delicados, el cerebro.

La arquitectura general de la bóveda craneal corresponde a la forma piramidal, las suturas que unen las diferentes partes y los arcos o arbotantes que la conforman permiten una cierta capacidad de asimilación frente a los traumatismos externos, y una gran flexibilidad durante el periodo de crecimiento.

Se compone de 7 huesos fundamentales (el número 7 se repite a lo largo de toda la anatomía humana): 1 frontal, 2 parietales, 2 temporales y 1 occipital; más un hueso que se llama esfenoides. Este esfenoides es un hueso intermedio, tiene características que lo acercan a los huesos de la cara, y por otro lado características del cráneo. Su forma especial, su papel de comunicación entre la cara y el cráneo, lo veremos más adelante.

Visto desde arriba y accediendo a su interior, el cráneo tiene 6 oquedades fundamentales, como puede verse en la figura: 2 fosas frontales anteriores, 2 temporales laterales, y dos fosas occipitales posteriores. Corresponden estas cavidades a grandes masas cerebrales. Sin olvidar además la propia calota o bóveda craneal, que conforma así una 7ª oquedad, y que alberga a la parte más nobles y evolucionada del cerebro humano, la corteza cerebral.

LOS CHAKRAS Y SU LOCALIZACIÓN CEREBRAL

Antes de continuar con la descripción del sistema óseo, haré una digresión explicando la importancia de estas áreas cerebrales en relación a conceptos hoy malentendidos.

Todo el mundo ha oído hablar de los “chakras” o “ruedas”, como centros energéticos distribuidos a lo largo del cuerpo y en la línea media. A los mismos se les atribuye toda clase de propiedades místicas, son objetos de adoración por parte de algunos que piensan que “activar”, “limpiar”, “acelerar” o “usar” como foco de concentración dichos chakras sería una forma de espiritualidad suprema.

Nada más lejos de la realidad.

Al igual que en el nivel físico-denso poseemos órganos, de la misma manera en la estructura energética sutil, que no tiene nada de espiritual, también hay órganos, estos son los llamados chakras. Aunque ciertamente lo espiritual es invisible a los ojos físicos, sin embargo es erróneo pensar que todo lo que no se ve es espiritual. La visión espiritual de las cosas no significa “ver” con los ojos, sino penetrar y entender plenamente desde el plano mental superior e ideal, que es el único accesible por ahora para el ser humano común.

Sin embargo, los “adoradores de los chakras”, se comportan de la misma manera que los adoradores del hígado, del colon, de los intestinos, del estómago, etc. etc.; pueden vérseles en los supermercados girando ritualmente en torno a la sección de productos dietéticos, examinando cuidadosamente su contenido y composición, y convencidos de que tendrán una vida no sólo más saludable sino también más espiritual como consecuencia de ingerir los alimentos “naturales” y “espirituales” que consumen. Hay incluso algunos que predican que los alimentos deben tomarse despacio masticando concienzudamente al tiempo que se da gracias a lo divino por acceder a tan maravilloso alimento (¡?).

Ahora bien, Un hígado es un hígado, y sirve para lo que sirve, nada más, y un chakra es un chakra, es un “órgano energético”, y sirve para lo que sirve procesar energía, activarlo no conduce a ser más espiritual, sino a perder el tiempo pues de la misma manera que no somos capaces de controlar nuestro estómago, ni nuestro riñón, mucho menos podremos controlar aquello que ni siquiera sabemos lo que es.

Los chakras, como estructuras sutiles, tienen su raíz en los ganglios paravertebrales, y se muestran en el exterior como especie de ruedas (chakra) o flores con sus pétalos abiertos. Por supuesto esta información no se puede constatar directamente, se fundamenta en lo que la tradición y los videntes de la antigüedad nos dicen. Aunque se suelen representar con dibujos coloridos y llenos de imaginación desbordante alineados en la línea media del cuerpo, lo ciertos es que al igual que los plexos nerviosos, su localización varía con respecto a la línea media, estando más bien en relación con órganos internos.

Los ganglios que conforman los plexos nerviosos paravertebrales sólo son las estaciones intermedias tanto para los chakras como para los nervios físicos, que también abocan a estos ganglios. Ahora bien, lo importante, y la razón para hablar sobre estos chakras, es darse cuenta que los centros fundamentales de los chakras, sus raíces o los auténticos chakras, no están en la superficie, sino en la cabeza, que es donde se sitúan los 7 chakras en relación con 7 centros fundamentales del cerebro.

Se dice que la forma física grosera es la sombra de la forma ultra-física que, insisto, no es espiritual sino simplemente sutil. Su agrupación es similar y corre paralela.

La Medicina Tradicional China que en parte es semi-esotérica, o sea que recoge elementos tradicionales ocultos, junto a observaciones milenarias hechas por los médicos chinos, describe también esos “centros intermedios” o estaciones ganglionares a las que le asignan ciertos nombres que, desafortunadamente en Occidente, se han traducido como los de órganos occidentales, al igual que los recorridos energéticos de sus meridianos. Así se habla en las malas traducciones occidentales de órgano y meridiano “hígado”, de órgano y meridiano “corazón”, etc. Pero esa es otra historia.

GEOMETRÍA SUTIL CRÁNEAL

Proseguimos con nuestro análisis del cráneo. Visto desde arriba nos presenta una forma ovoidal constituido por dos círculos conjugados:

Cada uno de los círculos poseen un centro fundamental, en azul la Epífisis y en verde la Hipófisis. Corresponde también a dos etapas cerebrales con importante significado.

La tradición más o menos esotérica relaciona estas dos áreas con ciertos aspectos sutiles de la evolución humana. La Ciencia sólo reconoce en estas áreas sus aspectos fisiológicos y físicos.

El cerebro posterior, o sea los núcleos basales, e incluso el mismo tallo cerebral y médula, se corresponde con funciones básicas de supervivencia e instintivas, mientras que el cerebro anterior se relaciona más bien con los animales superiores y el hombre.

Esto llevó a autores como el neurocientífico Paul MacLean a postular la existencia de un CEREBRO TRIÚNICO, resultado evolutivo que organiza el cerebro en tres etapas: Cerebro Reptiliano, Cerebro Límbico, y Neocórtex.

Reptiliano: De manera simple, por cerebro reptiliano se entienden las funciones básicas fisiológicas que sustentan la vida, como la respiración, y sistemas de alerta en general, o sea el cerebro de la supervivencia e instinto animal. Se corresponde con el tallo cerebral, bulbo raquídeo.

Límbico: Es el cerebro que correlaciona las emociones con el resto de las funciones cerebrales. Sería el cerebro emocional básico, el cerebro mamífero antiguo o paleomamífero. Se organiza alrededor del hipocampo, y otras estructuras adyacentes.

Neocortex: Es el cerebro anterior, la corteza cerebral, alberga los mecanismos de raciocinio y permite la integración de las percepciones y su interpretación.

Estas teorías que contemplaban el cerebro como el desarrollo “lineal y evolutivo” de ciertas estructuras (de reptiliano a ──> mamífero a ──> humano) desde este punto de vista están hoy en desuso. No obstante, la observación de estas tres áreas cerebrales sigue teniendo validez, y nos permite entender su correlación con la tradición esotérica.

A menos que se sea un vidente, o un iniciado es imposible verificar lo que a continuación vamos a señalar. No obstante lo que ciertamente es posible comprobar, y en ellos nos basamos, es que el “relato” esotérico o tradicional posee ciertas relaciones indirectas con la organización de las estructuras visibles y descritas por la ciencia.

La Sabiduría Tradicional no contempla al ser humano como la creación de un Dios extra cósmico, sino como el descenso y encarnación progresiva en la materia de ciertas oleadas de vida, que adoptaron formas más avanzadas y más preparadas para “lidiar” con el aspecto material de la vida, y que conllevan el desarrollo y la utilización de estructuras más específicas y apropiadas para el conocimiento material.

Supongamos, por ejemplo, que alguien que puede ver, apenas un niño, sin mucho conocimiento del mundo, pero con gusto por la naturaleza en todo su esplendor, de repente se volviera ciego. Diríamos que hasta entonces tenía una visión extraordinaria y colorida del mundo, aunque no conocía su significado. Ahora carece de vista, pero posee otras herramientas, tiene el tacto y el oído, y la percepción vibratoria en general a través de sus miembros y articulaciones. Poco a poco desarrolla esos sentidos, aprender a moverse en ese mundo oscuro, y comienza también a estudiarlo y experimentar a través del mismo todo tipo de sensaciones, sentimientos y emociones, y además hay quienes le enseñan a leer Braille, a entender matemáticas, historia, lengua, geografía, y muchas otras cosas.

Desarrolla por tanto un conocimiento “material” y válido del mundo oscuro, útil y necesario, pero carece de la visión “espiritual” intuitiva que poseía anteriormente. Si por algún medio recuperase la vista, poco a poco, integraría todos esos conocimientos adquiridos previamente al mundo “superior” y visible al que ahora puede acceder plenamente y que le aporta una perspectiva más profunda y completa.

La Tradición explica esto precisamente, que la Humanidad en su descenso progresivo al mundo denso perdió su “espiritualidad ingenua”, para encarnar en formas materiales, donde ejercemos todos nuestros restantes poderes racionales, nuestra inteligencia y observación. Desarrollamos para ello un cerebro nuevo (neocortex), nos adaptamos a una necesaria percepción material del mundo, que es nuestro escenario de combate.

En la Biblia, como un eco distorsionado de la Sabiduría ancestral, se habla de la aparición en el mundo de Adán/Adam sin conocimientos, como el ciego del ejemplo anterior, y que la ley kármica y necesaria de la evolución le llevó irremediablemente a “descender” al mundo, primero dividiéndose en masculino y femenino.

En la Biblia, en el original, no se dice que Jehová tomó una “costilla” de Adán (que era andrógino) para formar a Eva, sino que se dividió por el costado en dos partes, o sea que el ser humano pasó de ser andrógino a dividirse en dos sexos separados. El siguiente paso fue el conocimiento del mundo material en su plenitud, para ello tuvo que comer del fruto del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, o sea del Conocimiento. Y esto le llevó lógicamente a perder por una lado su “inocencia”, o sea su ignorancia del mundo, y a abandonar el paraíso, o sea el plano espiritual, aunque vacío para él por su ignorancia, y así a aventurarse en el mundo, donde aún sigue luchando, sufriendo y aprendiendo todo lo que el Bien y el Mal de este mundo le ofrece.

Por tanto, ese descenso requirió al mismo tiempo un sistema cerebral más relacionado con este mundo material, con su manejo y conocimiento, o sea el cerebro anterior y su correlato neuro-hormonal, la hipófisis, mientras que su “tercer ojo”, que no era ningún ojo, sino una visión espiritual y simple se fue cerrando, mientras que su correlato material, la epífisis se fue enterrando en lo más profundo del cerebro.

Continuará (“La Epífisis y la Hipófisis”)

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miércoles, enero 18

Anatomia Oculta II - La Tradición Egipcia

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ANATOMIA OCULTA II

La Tradición Egipcia

Hay establecidas por parte de muchas culturas relaciones especiales, de correspondencia o simbólicas entre las distintas partes del cuerpo y elementos astronómicos, o de otra índole.

Por ejemplo, en el anterior Papiro de Ani, sacerdote y escriba real del templo de Karnak, para quien le fue preparado un maravilloso papiro de varios metros de largo con las recitaciones canónicas del Libro de los Muertos, en uno de sus capítulos se representan a 21 deidades, cada una de ellas correspondiéndose, según dice el texto en su parte superior, con una parte específica del cuerpo. Se trata más bien de “sacralizar” cada parte del cuerpo al relacionarla con un dios y sus poderes. En el Occidente cristiano esta relación se hizo atribuyendo a los restos santos, sus relicarios, facultades protectoras y curativas. Así por ejemplo, el rey Felipe II, llego a acumular hata 800 piezas de relicarios, prácticamente todo el santoral.

Pero hay otras imágenes del Libro de los Muertos que relacionan realmente la “anatomía interna o sagrada” del ser humano con aspectos desconocidos. La Simbología universal también relaciona los árboles con los hombres, y a los bosques con las logias. Por otro lado, las serpientes también poseen una conexión con ambos, con los árboles y con los hombres, tal como sucede en la Biblia y en la tradición asiática en general. Unas veces las serpientes ejemplifican el Mal, y otras a la Sabiduría y el Bien.

En el Antiguo Egipto ese doble papel de la serpiente y su relación con el árbol (hombre) está presente también. Las serpientes representadas son fundamentalmente de dos tipos, la serpientes que se arrastran ondulantes, cuyo mayor exponente es Apep, la serpiente que amenaza la barca solar de Ra, y las serpientes verticalizadas, la que aparece entre los símbolos del faraón y de la que habla el Libro de los Muertos Egipcios como capaces de despertar tremendas fuerzas en el iniciado.

La primera, por tanto, es una serpiente terrenal, apegada a lo de abajo, y por su naturaleza física y material, es una amenaza de lo espiritual, es la principal amenaza de la luz solar. Es tal el sobrecogimiento moral que produce que, cuando se las representa en las tumbas, su cuerpo aparece clavado con múltiples cuchillos, como si se quisiese evitar que surgiera de la pared donde está representada y pudiese así amenazar a los seres vivos.

Para los egipcios, incluso en el mismo Libro de los Muertos, la imagen es fundamental, es lo que posee la fuerza mágica, mucho más que las palabras, de tal manera que en los papiros se disponen secuencias “canónicas” de imágenes, según los modelos de los artesanos artistas de Deir el Medineh, y si no hay espacio suficiente en el papiro, los versos se amputan o se acortan, sin importar demasiado, siempre que la imagen se respete.

La serpiente vertical por contra representa el estado de Atención y Alerta, el estado de Despertar Espiritual, y por ello aparece sobre la frente del iniciado, en relación con el ojo de Ra, o el Ojo Espiritual o Despertar. También aparece frecuentemente al lado un buitre, que nos es más que una “serpiente alada” si nos fijamos en la forma de su cuello. Son las mismas diosas Isis y Nepthys, como “Uraeus”, representadas como serpientes protectoras de Osiris.

En esta imagen del Libro de los Muertos podemos ver ilustrada esta relación entre luz solar, árboles, bien y mal, y la serpiente:

El Gran Gato es una representación de Ra, o sea la luz solar como Luz Espiritual, y la espada que porta en su mano es la espada que ajusticia, o sea que ajusta o hace lo necesario, corta la cabeza de la serpiente terrestre, que en esta imagen y en la siguiente aparece asociada al árbol, el mismo ser humano.

El jeroglífico utilizado es el siguiente:

La idea expresada en el mismo es la de “cortar”, “separar”, y la ilustración muestra que lo que se hace es cortar el sacro, o hacer un “sacrificio” o sacro-oficio, o sea la tarea de liberarse de lo inferior, simbolizado en dicho hueso por poseer éste relaciones con el nacimiento en lo terrenal y con las funciones sexuales. La forma de la columna vertebral, nos presenta las dos formas de la serpiente, la terrenal y la cobra con la cabeza erguida.

La serpiente “liberada” de su carga terrenal se convierte así en la Serpiente Sagrada (Sacr-ada).

¿Y el árbol, dónde está el árbol en el ser humano? Serpiente y árbol están dentro del ser humano, allí yace la serpiente del bien y del mal, la que mira hacia abajo y hacia arriba según nuestras acciones y evolución personal. Porque el árbol es el ser humano, con sus raíces en el cielo y sus ramas en la tierra.

Continuará

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lunes, enero 16

ANATOMIA OCULTA I - La Otra Mirada

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ANATOMIA OCULTA I

LA OTRA MIRADA

En este post, y probablemente en otros que le seguirán, trataré de desarrollar elementos de lo que a veces se ha denominado como Anatomía Oculta o Esotérica. Sin embargo, todo lo que aquí expondré está a la vista, delante de nuestros ojos. De hecho la Anatomía Oculta consiste en una mirada, en una forma de ver distinta y profunda. Pero, ¿qué valor puede tener para uno mismo?

Por el momento, este conocimiento no posee una aplicación práctica inmediata, pero desde luego sí que tiene una aplicación psicológica y espiritual sobre el observador: nos enseña a percibir al ser humano desde otra óptica distinta. Todo el mundo sabe que una catedral inmensa está hecha de argamasa, cemento, piedras, mármoles, etc. No obstante, los miles de turistas y expertos del arte que las visitan no prestan atención a esos detalles, sino que admiran la proporción, la belleza expresada en la armonía de dichos monumentos, y la intención de sus creadores que nos habla a través de sus medidas y diseños.

Sin embargo, cuando nos acercamos al ser humano físico sólo sabemos ver músculos, sangre, células, fibras, etc., y aunque este conocimiento sea absolutamente necesario, en el camino se nos olvida que hay todo un entramado, un arte vivo, proporciones, belleza, intención… Necesitamos desprendernos de esa visión mecanicista y materialista, la que hemos recibido en el colegio, en la universidad, en todos los sitios. Sólo entonces aprenderemos a mirar las cosas de una manera inocente, simple, tal como son, sin complicaciones excesiva, pues sólo son necesarias para los científicos y también para los médicos, pero que conforman un bosque oscuro donde el ser humano pierde de vista lo esencial y el camino que conduce al interior del misterio que es el ser humano.

La Ciencia nos ha convencido de que las cosas hay que verlas desde el punto de vista material, nos han dicho, “el agua es H2O”, pero se les olvida dar el siguiente paso y decir: “el Agua es Vida”. Hoy ya no vemos vida, cuando miramos al agua no vemos vida, no vemos purificación, lo que vemos en el agua es H2O, y si nos ponemos a meditar sobre el agua pensaremos en H2O, pero no pensaremos en la vida, ni en la energía del mar. Si yo te traigo un vaso de agua y te digo: “medita bien sobre el agua, y dime que ideas te vienen”, te pondrás a pensar y dirás que el agua es H2O, pero no dirás Vida.

¿Por qué el hombre camina erecto? … Es así de simple ¿por qué la cabeza está arriba? ¿Por qué en los animales, en los cuadrúpedos, va dirigida hacia abajo? Alguien te contará que es una evolución de las vértebras, del atlas y del axis, de la cadera, etc., y una evolución a partir del mono. La mirada profunda te dirá que la razón es que en el hombre se va expresando cada vez más el quinto elemento, la Mente Superior, que lo es no por ser más inteligente, sino por ser más consciente de sí mismo y en conexión con el resto del Universo y los demás seres humanos. Los hindúes llamaban a los hombres “manushis”, o sea los seres dotados de “manas” o mente, la inteligencia en definitiva. De esta misma raíz procede el “mens” latino, el “mind” inglés, y la “mente” castellana. Y cómo no, también la “mano”, o sea el cinco. Ciertamente los animales tienen cinco dedos, pero el hombre se caracteriza porque el pulgar “juega” en oposición con los otros cuatro, porque representa en la mano el quinto elemento activo, de ahí que el pulgar fuera el “dedo de dios”, el dedo que ungía, porque este es el quinto elemento que va surgiendo en el hombre, los animales tendrán 5 dedos pero no tienen activo el 5º elemento, sin embargo en el hombre empieza a manifestarse. Es precisamente esta forma de mirar las cosas a la que yo me refiero.

Andrea Vesalius (1514-1564), quien fue el primero en establecer de nuevo los estudios anatómicos, tenía una idea directriz sobre el ser humano: su cuerpo era el Templo del Espíritu. Se rodeó de los mejores artistas de su época para hacer dibujos y poderlos distribuir entre los estudiantes, publicarlos e imprimirlos. Su obra principal en 7 libros quiso establecer las bases definitivas para el estudio anatómico. En el frontispicio o portada de su libro primero (Humani Corporis Fabrica Libri Septem, “Los Siete Libros del Edificio del Cuerpo Humano”) se representa una escena de disección anatómica, pero que ocurre en un lugar especial, en un anfiteatro de forma clásica, una alusión arquitectónica que además se encuentra en el propio título, que habla de “la fábrica” del cuerpo humano: el conjunto anatómico que no sólo era considerado en su función, sino que su estructura misma, su disposición, eran paralela a la de un edificio ideal, un Templo del Espíritu, similar a los templos de la arquitectura de Vitruvio, el arquitecto romano e iniciado, quien dejó en sus libros una descripción completa de la arquitectura sagrada.

Previamente las disecciones anatómicas eran muy raras, cuando se hacía una disección anatómica usualmente era sobre un cadáver que llevaba ahí semanas y semanas, y como puede imaginarse no en muy buenas condiciones de preservación. Había unos operarios auxiliares, que no eran médicos, que se encargaban de diseccionar el cadáver. El médico se disponía a una cierta distancia a leer comentando al mismo tiempo algún libro de Galeno, el médico romano. Así el médico, pasando las páginas comentaba en voz alta: “Según dice Galeno, tal como escrito está en este versículo, que la aorta se ramifica…”, mientras tanto otro funcionario aburrido se distraía mirando como la vértebra que sostenía en sus manos se rompía al caer al suelo, al tiempo que los estudiantes curiosos, aunque mantenidos a cierta distancia, apenas entendían lo que allí se decía y mucho menos lo que allí se veía. Entre aquel amasijo de restos diseccionados y vueltos a diseccionar mil veces, no podía descubrirse nada de lo que los libros de Galeno decían, había además cosas que no eran ciertas, señalaban comunicaciones entre arterias que no existían. Esta situación no permitía el avance de la ciencia médica, porque nadie se tomaba en serio comprobar aquellas afirmaciones clásicas.

El espíritu renacentista, que nace en Italia alimentado por el platonismo griego que huye de Bizancio, empujado por los turcos, llega por primera vez a la medicina generando una revolución entre los “filósofos naturales”, como los médicos, que por primera vez quieren conectar el cuerpo del ser humano a la Naturaleza, entendida ésta como manifestación de lo divino. Por eso Vesalius habla del cuerpo humano como de un templo y, cuando lo disecciona, no sólo se limita a dar clases prácticas a los alumnos sino que quiere hacerles ver la armonía oculta en aquellos cuerpos, y quiere servirse de esa armonía para llegar a ver más allá y contemplar así el Templo del Espíritu en toda su grandeza.

El profesor Jorge Angel Livraga, mencionaba que cuando las ideas no trascienden, o sea cuando no son capaces de llevarnos más allá de lo material y sensible, producen angustia en el ser humano. Cuando las ideas se expanden hacia el infinito, hacia lo trascendente, hacia lo metafísico, entonces se puede ir más allá liberando la angustia existencial, relacionando así aquello que se observa en la naturaleza con el Todo. Entonces la Naturaleza se convierte en una especie de lente o de trampolín que permite traspasar las limitaciones materiales y conducir hasta el espíritu humano, y de ahí al Espíritu en el Universo.

Esa fue la revolución del Renacimiento, ya no se trataba de mirar hacia un cielo cerrado, estático e imaginario como el de la Edad Media, ni tampoco a la naturaleza “muerta” que luego ofreció la ciencia hasta el siglo XIX, sino una mirada nueva que vibrante veía en el mundo alrededor los Signos grabados por la divinidad y las Ideas trascendentes.

Por un momento la medicina floreció en sus estudios anatómicos y se llenó de entusiasmo y admiración; hay que ver las cartografías de la época, los dibujos de Vesalius; sus esqueletos, son hombres mostrando los músculos pero con posturas artísticas, estudiando, danzando, en fin había un sentido del arte, se quería contemplar la estética del movimiento, ser quería ver ese templo del espíritu y no meramente un amasijo de huesos.

La Anatomía Simbólica y Astrológica

Aquí nos adentramos en una relación especial, la que existe entre el Macrocosmos y el Microcosmos. Por el primero se entiende el Universo en su conjunto, en su ideación primaria, mientras que por Microcosmos, hoy en día, se suele entender el ser humano. En realidad en la antigüedad, por microcosmos se entendía el planeta en el que vivimos, la Tierra, siendo el hombre el Hijo de ambos, del Macrocosmos y del Microcosmos.

Paracelso llevó aún más allá esas relaciones, así para este sabio médico, esa comparación entre el Universo y el Ser Humano, le lleva a hablar de la existencia de estrellas y constelaciones en ambos, de manera que las constelaciones en el hombres son sus ideas y pensamientos, que serían según Paracelso las auténticas estrellas que gobiernan al hombre, y no los astros que uno ve en el cielo.

Además, al igual que en nuestro sistema solar, hay 7 planetas sagrados que giran alrededor del Sol, que son la expresión de 7 fuerzas fundamentales que rigen nuestro pequeño universo, mientras que el Sol sólo sería la apariencia física del Logos Uno que rige a estos 7.

La ciencia discute y cambia su criterio cada pocos años afirmando que nuestro sistema planetario está constituido por 8, 9, 10, 11 planetas distintos. No obstante, la tradición no hace referencia a los planetas visibles, que pueden ser más o menos, según qué consideraciones tengamos en cuenta. La Tradición habla de 7 Ejes, o Centros, 7 Esquema fundamentales sobre los cuales se constituye nuestro Sistema Solar y todos los seres que ahí habitan. Fueron “simbolizados” en los llamados 7 Planetas Sagrados de la antigüedad. También en el hombre existen estos 7 Centros o Ejes alrededor de los cuales se organiza no sólo la economía física, sino lo que es aún más importante, la estructura esencial e incluso mental y espiritual del ser humano.

Por tanto éstos se manifiestan en el ser humano, y en el plano físico corresponden a ciertas fuerzas internas que sólo se reflejan parcialmente en cada órgano o sistema orgánico, aunque su verdadera naturaleza permanece oculta. Así tendríamos el orbe hígado, el orbe riñón, etc. Estas son las mismas ideas que subyacen en la antigua y tradicional medicina china, donde los órganos, como en este caso, no son lo que entendemos por tal en Occidente, sino “esferas” o conjunto de funciones fisiológicas, más o menos relacionadas con los “órganos sólidos” tal como los conocemos en nuestra ciencia.

Por otro lado, el corazón, o mejor dicho las funciones psicológicas “relacionadas” con el mismo, conforman el equivalente al Astro Rey en nuestro sistema solar, es nuestro Sol interno. No en vano cuando quiero afirmar algo intensamente me llevo la mano al lugar del corazón (te lo digo de corazón) y no a la frente.

Continuará

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