lunes, enero 23

ANATOMÍA OCULTA III - EL CEREBRO Y SUS CORRESPONDENCIAS SUTILES

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ANATOMÍA OCULTA III

EL CEREBRO Y SUS CORRESPONDENCIAS SUTILES

Como decía en un anterior artículo, la anatomía oculta no es ningún tipo de magia o conocimiento esotérico extravagante, sino reconocer aquellas marcas que nos permiten adivinar detrás del aparente desorden ciertas proporciones, ciertas armonías numéricas y correspondencias, que en definitiva nos acercan un poco al concepto clásico de la creación como emanación o densificación de cánones o patrones ideales.

La secuencia de los números, como ya expliqué en artículo anterior, corresponde en realidad la secuencia lógica del desarrollo de la conciencia. Los Números arquetípicos o ideas, son el patrón base a partir del cual se desarrollan las infinitas variaciones numéricas y concretas que conforman todo nuestro universo.

SISTEMA ESQUELÉTICO

Comenzaremos por aquello que más perdura de la arquitectura base del ser humano, su esqueleto. El Cráneo representa no sólo el cobijo de importantes centros sensitivos, sino también una cubierta protectora de uno de los órganos más delicados, el cerebro.

La arquitectura general de la bóveda craneal corresponde a la forma piramidal, las suturas que unen las diferentes partes y los arcos o arbotantes que la conforman permiten una cierta capacidad de asimilación frente a los traumatismos externos, y una gran flexibilidad durante el periodo de crecimiento.

Se compone de 7 huesos fundamentales (el número 7 se repite a lo largo de toda la anatomía humana): 1 frontal, 2 parietales, 2 temporales y 1 occipital; más un hueso que se llama esfenoides. Este esfenoides es un hueso intermedio, tiene características que lo acercan a los huesos de la cara, y por otro lado características del cráneo. Su forma especial, su papel de comunicación entre la cara y el cráneo, lo veremos más adelante.

Visto desde arriba y accediendo a su interior, el cráneo tiene 6 oquedades fundamentales, como puede verse en la figura: 2 fosas frontales anteriores, 2 temporales laterales, y dos fosas occipitales posteriores. Corresponden estas cavidades a grandes masas cerebrales. Sin olvidar además la propia calota o bóveda craneal, que conforma así una 7ª oquedad, y que alberga a la parte más nobles y evolucionada del cerebro humano, la corteza cerebral.

LOS CHAKRAS Y SU LOCALIZACIÓN CEREBRAL

Antes de continuar con la descripción del sistema óseo, haré una digresión explicando la importancia de estas áreas cerebrales en relación a conceptos hoy malentendidos.

Todo el mundo ha oído hablar de los “chakras” o “ruedas”, como centros energéticos distribuidos a lo largo del cuerpo y en la línea media. A los mismos se les atribuye toda clase de propiedades místicas, son objetos de adoración por parte de algunos que piensan que “activar”, “limpiar”, “acelerar” o “usar” como foco de concentración dichos chakras sería una forma de espiritualidad suprema.

Nada más lejos de la realidad.

Al igual que en el nivel físico-denso poseemos órganos, de la misma manera en la estructura energética sutil, que no tiene nada de espiritual, también hay órganos, estos son los llamados chakras. Aunque ciertamente lo espiritual es invisible a los ojos físicos, sin embargo es erróneo pensar que todo lo que no se ve es espiritual. La visión espiritual de las cosas no significa “ver” con los ojos, sino penetrar y entender plenamente desde el plano mental superior e ideal, que es el único accesible por ahora para el ser humano común.

Sin embargo, los “adoradores de los chakras”, se comportan de la misma manera que los adoradores del hígado, del colon, de los intestinos, del estómago, etc. etc.; pueden vérseles en los supermercados girando ritualmente en torno a la sección de productos dietéticos, examinando cuidadosamente su contenido y composición, y convencidos de que tendrán una vida no sólo más saludable sino también más espiritual como consecuencia de ingerir los alimentos “naturales” y “espirituales” que consumen. Hay incluso algunos que predican que los alimentos deben tomarse despacio masticando concienzudamente al tiempo que se da gracias a lo divino por acceder a tan maravilloso alimento (¡?).

Ahora bien, Un hígado es un hígado, y sirve para lo que sirve, nada más, y un chakra es un chakra, es un “órgano energético”, y sirve para lo que sirve procesar energía, activarlo no conduce a ser más espiritual, sino a perder el tiempo pues de la misma manera que no somos capaces de controlar nuestro estómago, ni nuestro riñón, mucho menos podremos controlar aquello que ni siquiera sabemos lo que es.

Los chakras, como estructuras sutiles, tienen su raíz en los ganglios paravertebrales, y se muestran en el exterior como especie de ruedas (chakra) o flores con sus pétalos abiertos. Por supuesto esta información no se puede constatar directamente, se fundamenta en lo que la tradición y los videntes de la antigüedad nos dicen. Aunque se suelen representar con dibujos coloridos y llenos de imaginación desbordante alineados en la línea media del cuerpo, lo ciertos es que al igual que los plexos nerviosos, su localización varía con respecto a la línea media, estando más bien en relación con órganos internos.

Los ganglios que conforman los plexos nerviosos paravertebrales sólo son las estaciones intermedias tanto para los chakras como para los nervios físicos, que también abocan a estos ganglios. Ahora bien, lo importante, y la razón para hablar sobre estos chakras, es darse cuenta que los centros fundamentales de los chakras, sus raíces o los auténticos chakras, no están en la superficie, sino en la cabeza, que es donde se sitúan los 7 chakras en relación con 7 centros fundamentales del cerebro.

Se dice que la forma física grosera es la sombra de la forma ultra-física que, insisto, no es espiritual sino simplemente sutil. Su agrupación es similar y corre paralela.

La Medicina Tradicional China que en parte es semi-esotérica, o sea que recoge elementos tradicionales ocultos, junto a observaciones milenarias hechas por los médicos chinos, describe también esos “centros intermedios” o estaciones ganglionares a las que le asignan ciertos nombres que, desafortunadamente en Occidente, se han traducido como los de órganos occidentales, al igual que los recorridos energéticos de sus meridianos. Así se habla en las malas traducciones occidentales de órgano y meridiano “hígado”, de órgano y meridiano “corazón”, etc. Pero esa es otra historia.

GEOMETRÍA SUTIL CRÁNEAL

Proseguimos con nuestro análisis del cráneo. Visto desde arriba nos presenta una forma ovoidal constituido por dos círculos conjugados:

Cada uno de los círculos poseen un centro fundamental, en azul la Epífisis y en verde la Hipófisis. Corresponde también a dos etapas cerebrales con importante significado.

La tradición más o menos esotérica relaciona estas dos áreas con ciertos aspectos sutiles de la evolución humana. La Ciencia sólo reconoce en estas áreas sus aspectos fisiológicos y físicos.

El cerebro posterior, o sea los núcleos basales, e incluso el mismo tallo cerebral y médula, se corresponde con funciones básicas de supervivencia e instintivas, mientras que el cerebro anterior se relaciona más bien con los animales superiores y el hombre.

Esto llevó a autores como el neurocientífico Paul MacLean a postular la existencia de un CEREBRO TRIÚNICO, resultado evolutivo que organiza el cerebro en tres etapas: Cerebro Reptiliano, Cerebro Límbico, y Neocórtex.

Reptiliano: De manera simple, por cerebro reptiliano se entienden las funciones básicas fisiológicas que sustentan la vida, como la respiración, y sistemas de alerta en general, o sea el cerebro de la supervivencia e instinto animal. Se corresponde con el tallo cerebral, bulbo raquídeo.

Límbico: Es el cerebro que correlaciona las emociones con el resto de las funciones cerebrales. Sería el cerebro emocional básico, el cerebro mamífero antiguo o paleomamífero. Se organiza alrededor del hipocampo, y otras estructuras adyacentes.

Neocortex: Es el cerebro anterior, la corteza cerebral, alberga los mecanismos de raciocinio y permite la integración de las percepciones y su interpretación.

Estas teorías que contemplaban el cerebro como el desarrollo “lineal y evolutivo” de ciertas estructuras (de reptiliano a ──> mamífero a ──> humano) desde este punto de vista están hoy en desuso. No obstante, la observación de estas tres áreas cerebrales sigue teniendo validez, y nos permite entender su correlación con la tradición esotérica.

A menos que se sea un vidente, o un iniciado es imposible verificar lo que a continuación vamos a señalar. No obstante lo que ciertamente es posible comprobar, y en ellos nos basamos, es que el “relato” esotérico o tradicional posee ciertas relaciones indirectas con la organización de las estructuras visibles y descritas por la ciencia.

La Sabiduría Tradicional no contempla al ser humano como la creación de un Dios extra cósmico, sino como el descenso y encarnación progresiva en la materia de ciertas oleadas de vida, que adoptaron formas más avanzadas y más preparadas para “lidiar” con el aspecto material de la vida, y que conllevan el desarrollo y la utilización de estructuras más específicas y apropiadas para el conocimiento material.

Supongamos, por ejemplo, que alguien que puede ver, apenas un niño, sin mucho conocimiento del mundo, pero con gusto por la naturaleza en todo su esplendor, de repente se volviera ciego. Diríamos que hasta entonces tenía una visión extraordinaria y colorida del mundo, aunque no conocía su significado. Ahora carece de vista, pero posee otras herramientas, tiene el tacto y el oído, y la percepción vibratoria en general a través de sus miembros y articulaciones. Poco a poco desarrolla esos sentidos, aprender a moverse en ese mundo oscuro, y comienza también a estudiarlo y experimentar a través del mismo todo tipo de sensaciones, sentimientos y emociones, y además hay quienes le enseñan a leer Braille, a entender matemáticas, historia, lengua, geografía, y muchas otras cosas.

Desarrolla por tanto un conocimiento “material” y válido del mundo oscuro, útil y necesario, pero carece de la visión “espiritual” intuitiva que poseía anteriormente. Si por algún medio recuperase la vista, poco a poco, integraría todos esos conocimientos adquiridos previamente al mundo “superior” y visible al que ahora puede acceder plenamente y que le aporta una perspectiva más profunda y completa.

La Tradición explica esto precisamente, que la Humanidad en su descenso progresivo al mundo denso perdió su “espiritualidad ingenua”, para encarnar en formas materiales, donde ejercemos todos nuestros restantes poderes racionales, nuestra inteligencia y observación. Desarrollamos para ello un cerebro nuevo (neocortex), nos adaptamos a una necesaria percepción material del mundo, que es nuestro escenario de combate.

En la Biblia, como un eco distorsionado de la Sabiduría ancestral, se habla de la aparición en el mundo de Adán/Adam sin conocimientos, como el ciego del ejemplo anterior, y que la ley kármica y necesaria de la evolución le llevó irremediablemente a “descender” al mundo, primero dividiéndose en masculino y femenino.

En la Biblia, en el original, no se dice que Jehová tomó una “costilla” de Adán (que era andrógino) para formar a Eva, sino que se dividió por el costado en dos partes, o sea que el ser humano pasó de ser andrógino a dividirse en dos sexos separados. El siguiente paso fue el conocimiento del mundo material en su plenitud, para ello tuvo que comer del fruto del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, o sea del Conocimiento. Y esto le llevó lógicamente a perder por una lado su “inocencia”, o sea su ignorancia del mundo, y a abandonar el paraíso, o sea el plano espiritual, aunque vacío para él por su ignorancia, y así a aventurarse en el mundo, donde aún sigue luchando, sufriendo y aprendiendo todo lo que el Bien y el Mal de este mundo le ofrece.

Por tanto, ese descenso requirió al mismo tiempo un sistema cerebral más relacionado con este mundo material, con su manejo y conocimiento, o sea el cerebro anterior y su correlato neuro-hormonal, la hipófisis, mientras que su “tercer ojo”, que no era ningún ojo, sino una visión espiritual y simple se fue cerrando, mientras que su correlato material, la epífisis se fue enterrando en lo más profundo del cerebro.

Continuará (“La Epífisis y la Hipófisis”)

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