lunes, enero 16

ANATOMIA OCULTA I - La Otra Mirada

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ANATOMIA OCULTA I

LA OTRA MIRADA

En este post, y probablemente en otros que le seguirán, trataré de desarrollar elementos de lo que a veces se ha denominado como Anatomía Oculta o Esotérica. Sin embargo, todo lo que aquí expondré está a la vista, delante de nuestros ojos. De hecho la Anatomía Oculta consiste en una mirada, en una forma de ver distinta y profunda. Pero, ¿qué valor puede tener para uno mismo?

Por el momento, este conocimiento no posee una aplicación práctica inmediata, pero desde luego sí que tiene una aplicación psicológica y espiritual sobre el observador: nos enseña a percibir al ser humano desde otra óptica distinta. Todo el mundo sabe que una catedral inmensa está hecha de argamasa, cemento, piedras, mármoles, etc. No obstante, los miles de turistas y expertos del arte que las visitan no prestan atención a esos detalles, sino que admiran la proporción, la belleza expresada en la armonía de dichos monumentos, y la intención de sus creadores que nos habla a través de sus medidas y diseños.

Sin embargo, cuando nos acercamos al ser humano físico sólo sabemos ver músculos, sangre, células, fibras, etc., y aunque este conocimiento sea absolutamente necesario, en el camino se nos olvida que hay todo un entramado, un arte vivo, proporciones, belleza, intención… Necesitamos desprendernos de esa visión mecanicista y materialista, la que hemos recibido en el colegio, en la universidad, en todos los sitios. Sólo entonces aprenderemos a mirar las cosas de una manera inocente, simple, tal como son, sin complicaciones excesiva, pues sólo son necesarias para los científicos y también para los médicos, pero que conforman un bosque oscuro donde el ser humano pierde de vista lo esencial y el camino que conduce al interior del misterio que es el ser humano.

La Ciencia nos ha convencido de que las cosas hay que verlas desde el punto de vista material, nos han dicho, “el agua es H2O”, pero se les olvida dar el siguiente paso y decir: “el Agua es Vida”. Hoy ya no vemos vida, cuando miramos al agua no vemos vida, no vemos purificación, lo que vemos en el agua es H2O, y si nos ponemos a meditar sobre el agua pensaremos en H2O, pero no pensaremos en la vida, ni en la energía del mar. Si yo te traigo un vaso de agua y te digo: “medita bien sobre el agua, y dime que ideas te vienen”, te pondrás a pensar y dirás que el agua es H2O, pero no dirás Vida.

¿Por qué el hombre camina erecto? … Es así de simple ¿por qué la cabeza está arriba? ¿Por qué en los animales, en los cuadrúpedos, va dirigida hacia abajo? Alguien te contará que es una evolución de las vértebras, del atlas y del axis, de la cadera, etc., y una evolución a partir del mono. La mirada profunda te dirá que la razón es que en el hombre se va expresando cada vez más el quinto elemento, la Mente Superior, que lo es no por ser más inteligente, sino por ser más consciente de sí mismo y en conexión con el resto del Universo y los demás seres humanos. Los hindúes llamaban a los hombres “manushis”, o sea los seres dotados de “manas” o mente, la inteligencia en definitiva. De esta misma raíz procede el “mens” latino, el “mind” inglés, y la “mente” castellana. Y cómo no, también la “mano”, o sea el cinco. Ciertamente los animales tienen cinco dedos, pero el hombre se caracteriza porque el pulgar “juega” en oposición con los otros cuatro, porque representa en la mano el quinto elemento activo, de ahí que el pulgar fuera el “dedo de dios”, el dedo que ungía, porque este es el quinto elemento que va surgiendo en el hombre, los animales tendrán 5 dedos pero no tienen activo el 5º elemento, sin embargo en el hombre empieza a manifestarse. Es precisamente esta forma de mirar las cosas a la que yo me refiero.

Andrea Vesalius (1514-1564), quien fue el primero en establecer de nuevo los estudios anatómicos, tenía una idea directriz sobre el ser humano: su cuerpo era el Templo del Espíritu. Se rodeó de los mejores artistas de su época para hacer dibujos y poderlos distribuir entre los estudiantes, publicarlos e imprimirlos. Su obra principal en 7 libros quiso establecer las bases definitivas para el estudio anatómico. En el frontispicio o portada de su libro primero (Humani Corporis Fabrica Libri Septem, “Los Siete Libros del Edificio del Cuerpo Humano”) se representa una escena de disección anatómica, pero que ocurre en un lugar especial, en un anfiteatro de forma clásica, una alusión arquitectónica que además se encuentra en el propio título, que habla de “la fábrica” del cuerpo humano: el conjunto anatómico que no sólo era considerado en su función, sino que su estructura misma, su disposición, eran paralela a la de un edificio ideal, un Templo del Espíritu, similar a los templos de la arquitectura de Vitruvio, el arquitecto romano e iniciado, quien dejó en sus libros una descripción completa de la arquitectura sagrada.

Previamente las disecciones anatómicas eran muy raras, cuando se hacía una disección anatómica usualmente era sobre un cadáver que llevaba ahí semanas y semanas, y como puede imaginarse no en muy buenas condiciones de preservación. Había unos operarios auxiliares, que no eran médicos, que se encargaban de diseccionar el cadáver. El médico se disponía a una cierta distancia a leer comentando al mismo tiempo algún libro de Galeno, el médico romano. Así el médico, pasando las páginas comentaba en voz alta: “Según dice Galeno, tal como escrito está en este versículo, que la aorta se ramifica…”, mientras tanto otro funcionario aburrido se distraía mirando como la vértebra que sostenía en sus manos se rompía al caer al suelo, al tiempo que los estudiantes curiosos, aunque mantenidos a cierta distancia, apenas entendían lo que allí se decía y mucho menos lo que allí se veía. Entre aquel amasijo de restos diseccionados y vueltos a diseccionar mil veces, no podía descubrirse nada de lo que los libros de Galeno decían, había además cosas que no eran ciertas, señalaban comunicaciones entre arterias que no existían. Esta situación no permitía el avance de la ciencia médica, porque nadie se tomaba en serio comprobar aquellas afirmaciones clásicas.

El espíritu renacentista, que nace en Italia alimentado por el platonismo griego que huye de Bizancio, empujado por los turcos, llega por primera vez a la medicina generando una revolución entre los “filósofos naturales”, como los médicos, que por primera vez quieren conectar el cuerpo del ser humano a la Naturaleza, entendida ésta como manifestación de lo divino. Por eso Vesalius habla del cuerpo humano como de un templo y, cuando lo disecciona, no sólo se limita a dar clases prácticas a los alumnos sino que quiere hacerles ver la armonía oculta en aquellos cuerpos, y quiere servirse de esa armonía para llegar a ver más allá y contemplar así el Templo del Espíritu en toda su grandeza.

El profesor Jorge Angel Livraga, mencionaba que cuando las ideas no trascienden, o sea cuando no son capaces de llevarnos más allá de lo material y sensible, producen angustia en el ser humano. Cuando las ideas se expanden hacia el infinito, hacia lo trascendente, hacia lo metafísico, entonces se puede ir más allá liberando la angustia existencial, relacionando así aquello que se observa en la naturaleza con el Todo. Entonces la Naturaleza se convierte en una especie de lente o de trampolín que permite traspasar las limitaciones materiales y conducir hasta el espíritu humano, y de ahí al Espíritu en el Universo.

Esa fue la revolución del Renacimiento, ya no se trataba de mirar hacia un cielo cerrado, estático e imaginario como el de la Edad Media, ni tampoco a la naturaleza “muerta” que luego ofreció la ciencia hasta el siglo XIX, sino una mirada nueva que vibrante veía en el mundo alrededor los Signos grabados por la divinidad y las Ideas trascendentes.

Por un momento la medicina floreció en sus estudios anatómicos y se llenó de entusiasmo y admiración; hay que ver las cartografías de la época, los dibujos de Vesalius; sus esqueletos, son hombres mostrando los músculos pero con posturas artísticas, estudiando, danzando, en fin había un sentido del arte, se quería contemplar la estética del movimiento, ser quería ver ese templo del espíritu y no meramente un amasijo de huesos.

La Anatomía Simbólica y Astrológica

Aquí nos adentramos en una relación especial, la que existe entre el Macrocosmos y el Microcosmos. Por el primero se entiende el Universo en su conjunto, en su ideación primaria, mientras que por Microcosmos, hoy en día, se suele entender el ser humano. En realidad en la antigüedad, por microcosmos se entendía el planeta en el que vivimos, la Tierra, siendo el hombre el Hijo de ambos, del Macrocosmos y del Microcosmos.

Paracelso llevó aún más allá esas relaciones, así para este sabio médico, esa comparación entre el Universo y el Ser Humano, le lleva a hablar de la existencia de estrellas y constelaciones en ambos, de manera que las constelaciones en el hombres son sus ideas y pensamientos, que serían según Paracelso las auténticas estrellas que gobiernan al hombre, y no los astros que uno ve en el cielo.

Además, al igual que en nuestro sistema solar, hay 7 planetas sagrados que giran alrededor del Sol, que son la expresión de 7 fuerzas fundamentales que rigen nuestro pequeño universo, mientras que el Sol sólo sería la apariencia física del Logos Uno que rige a estos 7.

La ciencia discute y cambia su criterio cada pocos años afirmando que nuestro sistema planetario está constituido por 8, 9, 10, 11 planetas distintos. No obstante, la tradición no hace referencia a los planetas visibles, que pueden ser más o menos, según qué consideraciones tengamos en cuenta. La Tradición habla de 7 Ejes, o Centros, 7 Esquema fundamentales sobre los cuales se constituye nuestro Sistema Solar y todos los seres que ahí habitan. Fueron “simbolizados” en los llamados 7 Planetas Sagrados de la antigüedad. También en el hombre existen estos 7 Centros o Ejes alrededor de los cuales se organiza no sólo la economía física, sino lo que es aún más importante, la estructura esencial e incluso mental y espiritual del ser humano.

Por tanto éstos se manifiestan en el ser humano, y en el plano físico corresponden a ciertas fuerzas internas que sólo se reflejan parcialmente en cada órgano o sistema orgánico, aunque su verdadera naturaleza permanece oculta. Así tendríamos el orbe hígado, el orbe riñón, etc. Estas son las mismas ideas que subyacen en la antigua y tradicional medicina china, donde los órganos, como en este caso, no son lo que entendemos por tal en Occidente, sino “esferas” o conjunto de funciones fisiológicas, más o menos relacionadas con los “órganos sólidos” tal como los conocemos en nuestra ciencia.

Por otro lado, el corazón, o mejor dicho las funciones psicológicas “relacionadas” con el mismo, conforman el equivalente al Astro Rey en nuestro sistema solar, es nuestro Sol interno. No en vano cuando quiero afirmar algo intensamente me llevo la mano al lugar del corazón (te lo digo de corazón) y no a la frente.

Continuará

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