martes, enero 31

ANATOMIA OCULTA IV - Cerebro y Corazón en el Cráneo

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ANATOMÍA OCULTA IV

EL CEREBRO y EL CORAZÓN EN EL CRÁNEO

“El corazón tiene razones que la razón ignora”

Blaise Pascal

Las complejidades de la neurología, tema demasiado especializado para el profano, son tantas que sería imposible tratar de dar una explicación en un simple artículo. Pero de la misma manera que podemos contemplar un árbol, admirar su ciclo vital, comparar sus raíces, troncos y ramas extendidas de forma paralela al desarrollo vital del ser humano, e incluso contemplar sus frutos y flores como la producción u ofrenda del hombre al mundo, también podemos contemplar ciertos pequeños misterios con una mirada simple y natural, que no pretende conocer los complejos vericuetos de la anatomía y fisiología científica, sino aprender cosas que sean útiles para el alma.

Los Antiguos Egipcios, así como en la China tradicional, y en otras culturas americanas y asiáticas, consideraban al Corazón el Centro Vital y sede de la Conciencia del ser humano. Nuestra época, más racionalista, y que valora ante todo el intelecto, hace del Cerebro el centro de nuestra conciencia.

Esta aparente contradicción tiene sin embargo una explicación. Para la tradición, el pensamiento humano, la Mente, lo que los hindúes denominan el Manas, y los chinos la mente-espíritu (shén – 神) o también el corazón-mente 内心 nèixīn , se manifiesta en las estructuras físicas, pero su esencia va más allá.

Dado que lo mental forma parte del “Centro del Ser”, de nuestros pensamientos más íntimos, se lo relaciona con el Corazón también, como centro anatómico que es y además altamente ligado a nuestras emociones, como así también ocurre con todo nuestro pensamiento habitual. Los chinos, que atribuían a cada función una relación con un elemento primordial, hacían corresponder la mente con el Fuego. Una tradición similar en Occidente es la de Prometeo, quien trajo el fuego, o sea la mente a los humanos.

Distinguen los orientales dos Fuegos, uno llamado “Imperial”, y otro llamado “Ministerial”. O sea, el Fuego Imperial o Mental está relacionado con las funciones mentales superiores y con el cerebro tal como lo conocemos en occidente, mientras que el Fuego Ministerial es un fuego subordinado, aunque con fuerte influencia sobre el anterior, como ocurre con todos los ministros y todos los emperadores de la historia. Este fuego ministerial estaba relacionado sobre todo con los “psíquico”, o sea lo mental inferior ligado a las emociones e instintos.

En la versión hindú y tibetana, se dice que el ser humano ha pasado por varios estadios evolutivos, de tal manera que su “conciencia base” mental, válida para la mayoría de los seres humanos, está en relación a cierto centro energético o chakra, que se sitúa precisamente a la altura del corazón. De ahí que de manera instintiva, como ya apuntamos en otro artículo, cuando afirmamos fuertemente nuestro ser, nuestro yo activo ante los demás, señalamos como lugar de asiento del yo a nuestro corazón. Así en el idioma común de casi todos los pueblos del mundo, existen frases similares como la de “te lo digo de corazón”, o “la verdad de mi corazón”, o “te amo de corazón”.

Idealmente, la energía que se relaciona con este chakra, según el concepto hindú, es una energía equilibradora en relación a la propia mente. Su nombre así lo indica Anahata, o sea “el sonido musical que producen dos partes sin entrar en contacto”. Se trata de la propia mente equilibrada, del juego entre los pares de opuestos, en aparente discordia (“dis-cordia”, enfermedad o disonancia del corazón) pero que una mente sana sabe cómo unirlos en una síntesis armoniosa y superior (la cordura)

En el Antiguo Egipto el corazón también es doble, uno es el corazón Ib, y otro es el corazón Haty. Era tan importante el corazón que se dejaba en el interior de la momia, mientras que por el contrario el cerebro se sacaba y se desechaba. A veces se sustituía el corazón por un escarabajo verde enmarcado en oro. Se trataba de Jepri, el nombre de un dios, y de un concepto: el devenir, aquello que fundamentalmente es la conciencia humana, aquello que encierra en sí mismo el misterio de la existencia temporal, que no es más que el paso instantáneo del presente, en medio de un continuum que abarca un infinito futuro y pasado.

Precisamente, en la imagen anterior, en su pare posterior aparece el capítulo 30 B del Libro Egipcio de los Muertos, donde se habla de estos dos conceptos del corazón que tenían los egipcios. El corazón Ib hace referencia a la Mente Celestial, o el corazón-conciencia heredado de la Madre Mut, la madre celeste. Es la mente profunda, que va más allá de los quehaceres y preocupaciones diarias, es la mente trascedental, cuya parte purificada cruza la barrera entre encarnaciones. El corazón Haty por contra es el corazón terrestre, el “corazón de las múltiples transformaciones”, según reza el Libro de los Muertos, es la mente práctica que obedece en su constante vagar a múltiples impulsos irregulares que le llegan desde el exterior, desde otros seres humanos, desde el cuerpo, desde los sentimientos, del mundo en su conjunto. Es una mente reactiva, preocupada por la supervivencia y el interés propio.

En definitiva, estamos hablando de dos formas de la mente, el reflejo psíquico concernido con el mundo, y la mente trascendental, concernida con lo que va más allá de la mera supervivencia. Como dice el viejo adagio alquimista, “así como es arriba, así es abajo”: esa dualidad fundamental del alma humana, tiene también su reflejo indirecto en la anatomía humana, por supuesto es un reflejo desvaído, aproximativo y no una relación directa.

El corazón se encarga de bombear la sangre, así al menos lo hemos estudiado, aunque la realidad es que el corazón no tendría fuerza suficiente para hacerla circular sin la ayuda de los pequeños y numerosos “corazones” que se encuentran en las pequeñas arterias y arteriolas. Efectivamente, existen unas fibras musculares a lo largo de las arterias finales que actúan bajo la dirección del sistema nervioso simpático y que son responsables del mantenimiento del pulso. O sea, en otras palabras, sin la ayuda del Sistema Nervioso no podría producirse el pulso, no sólo pues se trata de una función exclusiva del corazón.

El corazón según se nos cuenta posee dos cavidades, dos aurículas y dos ventrículos. Esotéricamente sin embargo tiene 7 cavidades: hay que añadir a los anteriores las áreas correspondientes a los senos venosos y arterial y seno coronario, que se sitúan arriba del corazón, conformándose así en total 7 cámaras : Tres cavidades superiores muy pequeñas, y 4 cavidades grandes abajo (triada y cuaternario)

De la misma manera se organiza el cerebro. Existen también unas cavidades llamadas ventrículos (en azul en la imagen abajo) , donde se produce el llamado líquido cefalorraquídeo, que circula a través de este sistema ventricular y de sus ramificaciones inferiores alrededor de la médula espinal. Existen 4 cavidades fundamentales, más la cisterna magna, el saco dural espinal, y el conducto ependimario que circula por el centro de la médula espinal. En total formando, como en el corazón, 7 cavidades funcionales.

Pero además los ventrículos cerebrales “pulsan”, y lo hacen al mismo ritmo que el corazón, ya que éste envía sus oleadas de sangre hacia el cráneo, y dado que este es inextensible, se genera un pulso interior que empuja el líquido cefalorraquídeo haciéndolo circular de la misma manera que el corazón hacer circular la sangre. En la siguiente imagen puede observarse dichas pulsaciones:

Pero también el cerebro influencia en el corazón de varias maneras, una de ellas es a través de neuronas localizadas en el corazón, se calcula que existen unas 40.000 neuronas en el corazón que, aunque son relativamente pocas comparadas con las del cerebro, sí que tienen influencia en las decisiones instintivas, en las corazonadas que a veces nos salvan la vida, o nos llevan por el camino correcto, especialmente en situaciones límite o de peligro vital. Desde luego existen las corazonadas, y esotéricamente existe una conexión “rápida” con los planos intuitivos.

De la misma manera que el corazón se conecta y posee relaciones con el “corazón cerebral” superior, o sea lo psíquico-emocional que se conecta con lo mental-racional del cerebro, así éste también se conecta con otro órgano hueco y misterioso, muy cercano, justo en el centro del cerebro: la glándula pineal, el lugar de conexión, en lo esotérico, con lo superior, el corazón más elevado de todos nuestros “corazones”

Pero eso lo veremos otro día.

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