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sábado, febrero 8

1001 Reencarnaciones y dos más

1001 Reencarnaciones y dos más

En el artículo anterior, planteamos algunos problemas con respecto a la "creencia" en la reencarnación:

Con respecto al pasado:

1. Darse importancia: "Yo fui un personaje interesante en otra vida". Muchas personas caen en la trampa de identificarse con figuras históricas o personajes importantes en sus "vidas pasadas", lo que puede alimentar el ego y distraer del trabajo espiritual genuino.

2. Justificar la insatisfacción presente: "Mi realidad actual es consecuencia de un mal karma, resultado de las malas acciones que cometí en el pasado". Pensar que las dificultades actuales son el resultado de ello, puede llevar a la resignación y a evitar la responsabilidad de cambiar y mejorar. ¿Cómo sabes que los dolores que padeces son debidos a un mal pasado? Porque quizás se trate de pruebas del destino para hacerte crecer. Decían los antiguos egipcios que la diosa leona Sekhmet (que representaba el destino o karma violento)  castigaba duramente a sus elegidos, quienes eran suficientemente fuertes como para aguantar sus zarpazos.

Con respecto a la proyección personal en el futuro:

1. Seguir ciegamente a un maestro: "Reencarnaré siguiendo al Maestro Fulano, quien me convertirá en un candidato al Nirvana o, al menos, a un pre-Nirvana". Algunos buscan acelerar su evolución espiritual siguiendo ciegamente a líderes o maestros, esperando alcanzar estados elevados sin un esfuerzo interno real.

2. Ilusión de progreso rápido: "Gracias a mi conexión con los Maestros, podré evolucionar a una velocidad pasmosa". La creencia en un avance espiritual acelerado gracias a la conexión con supuestos maestros puede ser una forma de evadir el trabajo personal y la autodisciplina.

Estas creencias sustentan la vida atareada de muchos, siempre en busca de un cielo que nunca llega. Ocurre lo mismo en muchas religiones, donde la salvación se promete como alcanzable, siempre que uno se someta a los dictados de un Representante terrenal del dios o del Maestro Ascendido, quien controla el proceso, aunque no sea tan divino.

El Camino Auténtico

  • El Motor Interno:

Este sometimiento a maestros y gurús no solo restringe nuestra libertad e invade nuestra conciencia, sino que, en realidad, frena nuestra evolución. El ser humano debe encontrar su Motor Interno, la capacidad de levantarse y avanzar por sí mismo, como un niño que da sus primeros pasos, cae y se vuelve a levantar, bajo la vigilancia de sus padres, ciertamente, pero que no impide que el haga el esfuerzo por sí mismo.

Esta ha sido la GRAN TRAMPA que, como una sombra, apareció tras la partida de los Grandes Maestros (léase Buda o Jesús, por ejemplo) y también después de los grandes pioneros espirituales que dejaron su mensaje, abriendo puertas a una nueva comprensión del ser humano.

Por ejemplo, tras H.P. Blavatsky apareció Annie Besant, y con ella toda una corte de buscadores de maestros hasta debajo de las alfombras que convirtieron el diamante puro de las enseñanzas en rivalidades llenas de vanidad y autoritarismo. 

  • El Servicio a los demás:

Estos buscadores, en cualquier grupo donde se encuentren, se caracterizan por "mirar siempre hacia arriba y casi nunca hacia abajo", como un perro que espera las migajas de su amo. Se esfuerzan por satisfacer los deseos de las jerarquías, olvidando las necesidades concretas de sus hermanos más desfavorecidos. Buscan crear un grupo selecto e incontaminado de servidores de sus líderes, relegando a la oscuridad y el oprobio a quienes mantienen su independencia.

  • La Esencia perdurable

Pero, sobre todo, olvidan que esta personalidad que ahora representamos—llámese como se llame—está destinada a perecer, a no guardar ninguna relación con este mundo igualmente perecedero. Lo esencial es el destilado puro de la experiencia vivida, es algo que no consta en informes, condecoraciones ni cargos ocupados, sino en algo más profundo e indefinible: lo eterno que sobrevive a las sombras transitorias del ego.

Yo, que me llamo X, cuando muera, dejaré de existir. Pero el misterio que me impulsa, lo que me levanta tras cada caída, lo que me lleva a servir a los demás, a trabajar en el camino de la evolución colectiva, eso que me hace mirar más a quienes me rodean que a los dirigentes de las Iglesias—sean religiosas o laicas—seguirá su curso. Ese "algo" casi indefinible es el aroma que queda después del vacío material, lo que un día alumbrará a otro ser humano transitorio, en una nueva representación teatral, un nuevo acto de vida y servicio.

Por lo demás, si puedes, acuérdate de quien tienes abajo y no mires tanto hacia arriba, porque lo de arriba justamente se abre cuando miras hacia abajo y a los lados, hacia tus hermanos. 


Ioannes Martinus "أبُ خمسة"

martes, enero 28

1000 y una Reencarnaciones y muchas más...

 1000 y una reencarnaciones, y muchas más...


El tema de la reencarnación nos llama la atención porque está intrínsecamente ligado a nuestra vida y muerte. No hay nada más "personal" que nuestra muerte. Ignorarla o tratar de olvidarla no cambia esta realidad incuestionable.

Creo en la continuidad de la vida, porque es lo que la naturaleza me enseña, me guío por ella, pues ¿a quién más voy a creer o consultar? La contemplación de la misma me enseña verdades exactas, incontestables, verificables y comprobables: las estaciones, el giro majestuoso de los planetas en sus órbitas, o el de los electrones alrededor de su núcleo, el crecimiento, muerte y renovación de las plantas, etc., etc. Hay pues una Vida omnipresente, incluso en los átomos, todo está en movimiento, todo se combina y se regenera eternamente. Es la VIDA UNA con sus infinitas manifestaciones. No hay muerte, solo hay cambio de condición.

Establecida pues la VIDA UNA, el siguiente tema es si conservo memoria de ello o no, o si alguien podría decirme algo sobre mi pasado. Curiosamente, la mayoría de la gente prefiere saber sobre el pasado, mientras que el futuro parece tener menos importancia. Quizás porque en ese pasado —en su mayor parte imaginario— creemos encontrar la justificación de nuestra vida presente. Tal vez también nos proyectamos como una figura resplandeciente o importante, una que compense nuestra actual pequeñez.

Para quien cree haber vislumbrado que en el pasado fue un gran sacerdote egipcio, un emperador, un conquistador o un guerrero, esa noción justifica su "maravilloso" ser interior, desconocido para los demás, pero que el "encarnado" en cuestión insinúa disimuladamente o comunica en secreto (a todos), etc.

El problema radica en que no hay suficientes sacerdotes, emperadores, reyes, guerreros ni héroes en la historia para llenar los antecedentes de los millones de seres humanos actuales. Por otro lado, nadie parece aceptar que en una vida pasada fue un porquero, un gañán o un agricultor (sic transit gloria mundi).

Volvemos al principio: lo que existe es la VIDA UNA. Qué hemos sido o qué seremos es algo difícil de saber o cambiar. Sin embargo, algo sí podemos deducir: el presente. Un Mozart no nace siendo genio porque sí. Él es el resultado de un largo camino recorrido a través de innumerables vidas, que le condujeron a la genialidad en su arte único. Del mismo modo, contemplemos nuestras obras y habilidades actuales, y llegaremos a ciertas conclusiones. Humildad y paciencia ayudan en este proceso.

Pero dejemos la vanidad del pasado y miremos al futuro. Obviamente, todavía estamos a tiempo de cambiar ciertas cosas. Sin embargo, nuestra posición personal, la situación vital en la que nos encontramos y la trayectoria de nuestra vida hasta este momento determinan y limitan el rango de nuestra libertad. Por ejemplo, si soy viejo, no puedo cambiar muchas cosas. Si tengo una mentalidad fija, me será muy difícil ser diferente a esta edad. Así que la conclusión es clara: puedo cambiar las cosas en mi vida... hasta cierto punto. Y esos pequeños cambios que me son permitidos, aunque parezcan insignificantes, si están bien direccionados, bien intencionados y claramente visualizados, pueden proyectarse a lo largo de los siglos y de futuras encarnaciones, provocando cambios graduales.

Los budistas, expertos en clasificar los fenómenos mentales y las leyes materiales que nos condicionan, determinaron que se puede renacer en seis reinos o dominios diferentes: el de los animales, los seres infernales, los fantasmas hambrientos, los humanos, los semidioses y los dioses. Sin embargo, no hay motivo de alarma, ya que se trata de un simbolismo esotérico:

Mundo Animal: Hombres que se comportan instintivamente, guiados por sus deseos sensuales, con una mente limitada salvo para el placer.

Mundo de los Seres Infernales: Aquellos que viven en un estado constante de sufrimiento, atrapados por las circunstancias de sus vidas pasadas, incapaces de salir del círculo mental de las ideas que les torturan.

Mundo de los Fantasmas Hambrientos: Seres dominados por deseos insaciables y constantes, que viven en un estado perpetuo de carencia y frustración.

Si observamos bien, estos tres estados corresponden a muchas de las vidas humanas actuales, plagadas de dolor, desesperación, violencia y crímenes. También explican tragedias como las del suicidio o la opresión autoinfligida.

Los tres estados restantes son:

Mundo de los Semidioses: Seres poderosos, inteligentes y dotados, que no carecen de nada, pero son esclavos de su ambición y deseo de poder.

Mundo de los Dioses: Aquellos que disfrutan de una vida plena y gloriosa, que encarnan el descanso y la celebración de la existencia.

Mundo Humano: Nosotros. Los humanos vivimos en un estado intermedio: en parte animales, pero con ideales y pensamientos elevados que nos inspiran a trascender. En nuestro mundo, lágrimas y risas conviven en igual medida.

Los budistas sostienen que sólo en el Reino Humano existe la posibilidad de alcanzar la Liberación. Ser humano es un gran privilegio, una enorme responsabilidad y una tarea trascendental. Si bien la obtención del Nirvana es para pocos, podemos vivir una vida verdaderamente humana: practicar la compasión, la conexión genuina con los demás, y cumplir con nuestros deberes. Así, nos aseguraremos renacer como humanos y, paso a paso, nos acercaremos a la Liberación.

¿Cuántas encarnaciones nos quedan por delante? Nadie lo sabe. Muchas, sin duda.

Aquellos en Occidente que acusan a los orientales, especialmente a los hindúes, de apatía debido a sus ideas sobre reencarnación, demuestran una profunda ignorancia. Esta visión imperialista pervive en el inconsciente colectivo: entre 1880 y 1920, el colonialismo británico causó la muerte de 30 millones de indios. Los pueblos colonizados, especialmente los humildes, sufrieron una terrible pérdida de identidad y memoria.

¿Qué podría esperarse de estas clases humildes sino una cierta apatía y una esperanza tenue de renacer en mejores condiciones? ¿Cómo podrían cambiar su realidad bajo un régimen opresor y tiránico?

Finalmente, algunos intérpretes occidentales modernos intentan convencernos de que la Liberación está "a la vuelta de la esquina". Prometen atajos espirituales y cursos milagrosos que aseguran alcanzar el Nirvana rápidamente. Esto es como los anuncios de "Aprenda inglés en 7 días": meras ilusiones. Estas prácticas suelen ocultar una estructura de dominación disfrazada de santidad, donde los seguidores se someten servilmente a supuestos "gurús".

El papanatismo o credulidad forma parte de la condición humana. Por promesas intangibles, a menudo entregamos nuestra vida y nuestro futuro sin reparo, perdiendo nuestra herencia como seres humanos por un plato de lentejas.

Continuará...


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Ioannes Martinus "أبُ خمسة"

domingo, enero 23

Bhagavad Gita 07 - Reencarnación, el Deporte y Juego de los Seres Divinos

Reencarnación, el Deporte y Juego de los Seres Divinos

"Para aquél que ha nacido, la muerte es cierta, y para uno que haya muerto, el nacimiento es cierto" Bhagavad Gita cap 2, verso 27.

"Estamos de acuerdo en que los vivos nacen de los muertos, no menos que los muertos de los vivos…Es indudable que hay un regreso a la vida; que los vivos nacen de los muertos; que las almas de los muertos existen; que las almas buenas libran bien, y que las almas malas libran mal." Fedón 71c-73a. Platón

Jugar y Jugar, eso es lo que se nos olvidó. De pequeños el tiempo de juego era infinito, de hecho éste no existía; las posibilidades eran múltiples, hasta que lógicamente alguien te llamaba al orden. 

La psicología infantil reconoce el valor fundamental del juego, hasta el punto que lo considera algo innato, que surge desde el interior sin causa exterior que lo motive. No es una actividad utilitaria, no se hace para ganar dinero, o fama, o cualquier otra cosa, sino que su valor está en ello mismo, se disfruta en sí: como resultado se gana en creatividad, imaginación, inventiva, en relaciones interpersonales, en afirmación de la propia naturaleza, en definitiva, en ser partícipe actor en este mundo. Pero no sólo juega el ser humano: es una característica también de los mamíferos, o sea es un resultado evolutivo, sólo se ven en algunos "pájaros listos" y algunos atisbos rudimentarios en los grandes reptiles que apuntan al juego.

viernes, junio 5

Reencarnación y Concepciones Budistas 05 - Liberación sin Deseo

Liberación Sin Deseo


"El Primer Requisito para alcanzar la Liberación es no desearlo"
Siddharta tenía un fin, una meta única: deseaba quedarse vacío, sin sed, sin deseos, sin sueños, sin alegría ni penas. Deseaba morirse para alejarse de sí mismo, para no ser yo, para encontrar la tranquilidad en el corazón vacío, para permanecer abierto al milagro a través de los pensamientos despersonalizados: ése era su objetivo. Cuando todo el yo se encontrase vencido y muerto, cuando se callasen todos los vicios y todos los impulsos en su corazón, entonces tendría que despertar lo último, lo más íntimo del ser, lo que ya no es el yo, sino el gran secreto.

Deseos... pues en el fondo subyace una ambición, la conquista de algo que no se posee, el deseo es también repulsa o deseo negativo....

sábado, mayo 30

Reencarnación y Concepciones Budistas 04 - Movimiento Rimé y Blavatsky

Movimiento Rimé y Blavatsky


...Resumamos pues de la manera más simple posible lo dicho anteriormente. Hay dos posturas con respecto a la reencarnación. 

La primera es la que sostiene el budismo hinayana y hoy en día también el mahayana tibetano moderno, y que propone que todo es un proceso material evolutivo, en el que pensamiento, emociones, materia gaseosa, materia solida y sentidos, se mezclan en el proceso de la vida, tanto en planos materiales visibles como en invisibles. Cada acción tiene una reacción y como resultado aparecen nuevas formaciones dependientes que dan lugar a nuevas acciones y reacciones sin final previsible. El hombre condicionado desde el nacimiento por la ignorancia (avydia) y el karma con el que nace, comete nuevos errores en una cadena interminable de renacimientos.

jueves, mayo 28

Reencarnación y Concepciones Budistas 03 - Buddhismo y Budhismo ¿cuál es la diferencia?


Buddhismo y Budhismo ¿Cuál es la Diferencia?



...Todo lo expuesto anteriormente demuestra sin lugar a dudas que eso que llamamos "yo" personal no es más que una ilusión, es decir transitorio y dependiente.

-Pero oiga, usted cree que mi yo es ilusorio, tóqueme si quiere, ve ¿acaso soy una sombra o un espejismo? ¡Cruce la calle sin mirar, veremos a ver si el autobús que lo atropella es ilusorio!

-No se sulfure, tiene usted razón. Este es un malentendido frecuente; de un lado encontramos los negadores de este mundo y su realidad, y del otro lo materialistas y racionalistas que afirman que éste mundo es la única realidad. Verdaderamente se han escrito toneladas de papel con afirmaciones y negaciones acerca de ello. Y creo que la verdad, como ya apunté, es doble. Ciertamente el yo personal es ilusorio y transitorio en relación a la eternidad, pero real "en este momento" y si cruza la calle sin mirar su ilusoria personalidad va a chocar con el ilusorio autobús, y se va a hacer usted ilusorios trozos, terminando su existencia en este ilusorio mundo y despidiéndose de sus ilusorios amigos y familia.

martes, mayo 26

Reencarnación y Concepciones Budistas 02 - ¿Entonces Qué Reencarna?

¿Entonces Qué Reencarna?


Volvamos entonces a la pregunta: ¿Qué es lo que reencarna? Básicamente algún tipo de ser, de existencia. Pero lógicamente para nuestro propósito solo tendremos en cuenta a un ser que posea “conciencia” de ello, porque un pedrusco arrojado y partido en trozos y vuelto a pegar no creo que pueda considerarse una reencarnación. Por consiguiente reduciéndolo a lo básico, lo que reencarna es una “conciencia”, o sea un núcleo del ser que toma contacto con el plano denso y que comienza a ejercer su función en dicho plano: “cum scire” o sea tomar conciencia interactuando con dicho plano.

Sin embargo la doctrina budista común insiste en que esa conciencia no posee por sí misma existencia, sino que es dependiente de su interacción con otros componentes. La existencia de un Yo estable e independiente sería algo incluso a no considerar. 

domingo, mayo 24

Reencarnación y Concepciones Budistas 01 - ¿Fui Yo Acaso Cleopatra?

REENCARNACIÓN  y CONCEPCIONES BUDISTAS
¿Fui yo acaso Cleopatra?


La mayoría de los trabajos y estudios sobre la Reencarnación se concentran en una serie de ideas básicas más o menos comunes. No obstante, la mayor diferencia se encuentra en las actitudes apriorísticas con las que se enfocan. O bien tratan de “convencer” o probar la existencia de la reencarnación o por el contrario de desaprobarla. Se aducen múltiples razones en un sentido o en el otro, teniendo como último objetivo en realidad la defensa de las posiciones religiosas o filosóficas particulares desde las que se hace el análisis.

Por consiguiente, no nos detendremos en explicaciones con el fin de “probar” la existencia de tal fenómeno, porque al fin y al cabo, a menos que se posea conciencia y memoria de ello – que en todo caso sólo seguiría siendo válida para uno mismo – sería inútil y una forma de convencer a los ya convencidos. Hay mucho de fe o de creencia religiosa casi dogmática en muchos de los “creyentes” de la reencarnación como en los detractores, además de manipulaciones del concepto para acomodarlo a los propios deseos, sueños y vanidades personales: nadie "recuerda" ser la encarnación de un pobre mendigo, casi todos recuerdan haber sido grandes reyes, princesas, o sabios sacerdotes, lo cual suele ser más bien signos de vanidad infinita, pues no hay tantas "cleopatras" ni "napoleones" ni grandes reyes en el pasado como para que todos queden contentos.