La Ogdóada y el Diagrama del Emperador Fu-Xi
Imaginemos por un momento que estamos en un desierto arenoso, sin marcas de ningún tipo, una extensión que al ojo humano parece infinita. Cuando se cruza en un jeep, nos da la sensación de estar navegando balanceándonos en un mar de arena, no hay referencia alguna, no se ven cosas moverse alrededor, no hay plantas ni piedras, sólo el movimiento lateral del jeep, suavemente hacia los costados como si fuese un barco, y al frente el horizonte imperturbable e inalcanzable formado por las dunas.
Esa experiencia puede vivirse en algunos sitios del mundo, no en todos los desiertos. En este caso se trata del Desierto Blanco, cerca del oasis de Farafra, en Egipto.