jueves, noviembre 16

El Sendero del Millón de Aciertos

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El Sendero del Millón de Aciertos

Uno de los Sutras budistas más famosos en todo el Oriente, especialmente en China y Japón, es el llamado Sutra del Loto.

De una manera sutil, introduce elementos fundamentales de la llamada Escuela Budista Mahayana, o del Gran Vehículo. Frecuentemente se utiliza esa denominación, como contraposición peyorativa hacia las otras escuelas budistas más antiguas, la Hinayana, o sea la escuela del Pequeño Vehículo.

Pero ¿cómo podría alguien haber estudiado una carrera superior si no le hubiesen enseñado previamente muchas cosas básicas y necesarias?. Esto se olvida a menudo, y precisamente este Sutra del Loto emprende una doble tarea.

Por un lado, a través de una exaltada imaginería, repetitiva, multicolor, donde nos habla de las cualidades innumerables de los Budas, y de los Bodhisattvass, que dispensan sus enseñanzas, según este Sutra, a través de Millones e incluso Billones de Años, en distancias infinitas, en las cuatro direcciones del espacio, enseñanzas a las que atienden también incontables seres de todo el Universo.

Y sin embargo, a través de esos versos, repetitivos a veces, de descripciones fabulosas, en casi ningún lugar de este largo Sutra se específica de manera clara qué enseña. No posee este Sutra una lista de credos, prácticas, o creencias ordenadas para ser memorizadas, sino que como un hilo dorado, poéticamente, deja que la imaginación vuele hasta situarse en mundos que nada tienen que ver con este tan agobiante de nuestros problemas.

Y esa es precisamente la Primera Enseñanza.

Hay que salir de este mundo, no como escapatoria, sino como reconocimiento del espejismo material que nos rodea, de las preocupaciones irreales que nos acechan, de las enfermedades de la vida que se acaba y que nos ata con el Deseo ardiente y constante de esta existencia.

¿Es que podría ser de otra manera?

El Sutra del Loto nos introduce también un concepto muy importante: El Buda utiliza Medios Hábiles. Aclaremos primero. El Buda que nos habla aquí no es ya Gautama Sakyamuni el Buda, aquél que nació en el siglo VI antes del otro Mensajero occidental. Se trata en realidad de la Sabiduría Eterna quien habla por su boca y la misma que ha estado en la boca de tanto Sabios, también inconmensurables en su número como las estrellas. Y esa Sabiduría Eterna, esa Iluminación que nos convierte poco a poco a todos en Budas, o sea iluminados o “despiertos” en este sueño de muerte, toma de la mano a cada uno de nosotros, y nos guía pausadamente. A unos como niños, a otros, como adultos, a otros como sabios, a unos como rebeldes, a otros como pacíficos seguidores. Cada durmiente recibe su enseñanza, la que le conviene.

Los Medios Hábiles de los Budas ayudan a cambiar progresivamente nuestra mentalidad, abre, como si de un Loto se tratase ─de ahí quizás el nombre de este sutra─ nuestra Alma hasta entender poco a poco los fundamentos de la Verdad. Hemos sido niños, luego adultos, hemos sido musulmanes, cristianos, paganos, ritualistas y cabalistas, creyentes simples, otras veces místicos, poetas, artistas, y miles de cosas más. El Loto se abre poco a poco, hasta que la Luz penetra en su interior sin obstáculos.

Este Sutra dice que casi todos los seres se solazan en una doctrina inferior porque temen la Gran Sabiduría. Y por eso los Budas, hábilmente, muestran lugares de descanso en el camino, señalan objetivos inmediatos, llámese Nirvana, Paraíso, o simplemente el Descanso después de la jornada agotadora de la vida.

Necesitamos olvidar, soltar el pesado fardo de la conciencia que se enreda poco a poco en nuestros pies, impidiendo avanzar entre tanto dolor. Por eso la Naturaleza, el Buda de la Sabiduría del Mundo, ha dispuesto en el camino el lugar para aliviar la carga y refrescarse.

Las faltas del pasado forman parte del sendero, son las etapas anteriores, son la conciencia del error cometido. La experiencia queda, pero hay que borrar la memoria aquello de lo que nada se gana.

Y si aún así no lo conseguimos, y si el pasado vuelve una y otra vez, acusándonos, entonces tenemos que sacudirnos de ese fardo inútil, y recordar cuántas veces hemos acertado, las muchas veces que hemos surgido victoriosos ante nuestra debilidad. Sí, ciertamente hemos caído quizás quinientas veces, incluso miles de veces, tal vez millones de veces si consideramos el largo sendero de vidas recorrido.

Pero aquí estamos, tras haber cruzado innumerables veces las puertas de la vida, tras haber acertado billones de veces, hemos nacido victoriosos como seres humanos, y ese es un gran privilegio.

Sentimos dolor al recordar el mal, o más bien el error que cometimos, nuestro pesar infinito por el daño hecho a otros, pero hay que saber que la vida de un ser humano no se juzga por su último acto, nadie es condenado por desconfiado. Es necesario también recordar las muchísimas veces que hemos sido buenos, que hemos sido generosos, que hemos combatido el mal, que hemos cuidado de los demás…

Descubriremos así que no somos diablos malvados ni santos divinos, sino solamente caminantes humanos, los gladiadores incansables de este sendero de gloria más allá del dolor y la muerte. Sí, ciertamente te has equivocado, pero millones de veces más has vencido pues si no fuese así no formarías parte de esta gran fraternidad humana.

Así el Sutra del Loto, tiende una mano suave y llena de esperanza sobre todos los seres de este universo, nos dice que no hay Hinayana ni Mahayana, no hay Católicos ni Protestantes, no hay Creyentes e Incrédulos, sólo hay Seres en el camino, trazado por los Medios Hábiles de la Sabiduría Atemporal.