¿Será culpa de los judíos otra vez?
Comportamientos medievales en el siglo XXI
En la serie que desarrollamos sobre la Edad Media en este mismo blog explicamos las características sociales, históricas y políticas de los periodos intermedios o edades medias. Pero hay un aspecto que atrae poderosamente la atención: la psicología conspiranoica, los alarmismos injustificados, las cazas de brujas y las teorías insostenibles que sobre todo lo que está ocurriendo impregnan de manera asfixiante las redes sociales.
De repente, como hongos después de las lluvias otoñales, aparecen por todas partes agoreros de todas clases, como los de pasadas épocas oscuras, pero ahora vestidos de "influencers", "youtubers" y de "whatsaperos inmoderados", con las teorías más peregrinas que nadie pudiera imaginar.
Éstas especies de ratas que surgen de las alcantarillas inconscientes y oscuras de nuestras redes sociales, se ven "obligadas" por petición abrumadora de sus fieles seguidores y acólitos (al menos eso dicen ellos) a iluminarnos, a contarnos los secretos que sólo ellos saben, a despertar nuestros dormidos cerebros para que percibamos la realidad que ellos, sólo ellos, conocen.
Unos guiños apropiados hace que sus babeantes seguidores y los timoratos que no saben qué pensar y creer, acaben por tragarse todo lo que dicen y, movidos por un afán de proselitismo, o quizá para asegurarse viendo la reacción de otros, mandan compulsivamente estos mensajes y vídeos a toda la lista de sus amigos y familiares. Familiares y amigos que por otro lado les importa un bledo en circunstancias normales.
Así de esta manera mezclan a los chinos dictatoriales, como Fu-Manchu, con Trump y la CIA, Rockefeller y la masonería, oscuros intereses farmacéuticos, o incluso un secretísimo plan de los poderosos para librarse de parte de la población mundial.
La estupidez humana es infinita, y se podría llenar páginas interminables describiendo todas sus variantes.
No obstante, lo que da miedo, pero de verdad, miedo profundo e incertidumbre, es constatar que bajo una capa pseudo-ilustrada, bajo un barniz educativo ligero, yace en cada uno de nosotros un neandertal, un brujo de aldea, un fanático, un sectario seguidor a la espera de un líder redentor que piense por nosotros, y que quizá nos señale dónde está el mal que nosotros, pobres ignorantes, no sabemos reconocer, y que quizá esté en esos judíos de nuestro siglo, en esos que no son como los demás, en los diferentes, en los del otro lado, los de otro color, o de la otra bandera o lenguaje.
Una educación sin alma, una educación que sólo se asienta en los datos y en la memoria, ha permitido que ese ser medieval persista debajo del barniz cultural. Necesitamos una educación que como su nombre indica, educere, consista en extraer a cada uno del interior de sí mismo, extraer el ser real e interno, el valor que todos guardamos. Sin embargo nuestros colegios y universidades se centran en añadir conocimientos desde fuera, en dar más capas de barniz al mismo bruto que, cuando la lluvia torrencial cae, se disuelve dejando ver las carencias que ocultaba.
Sí, querido lector y amigo, ya estamos en la Edad Media, porque ésta se encuentra en nuestro interior y la pintura que lo cubre se está disolviendo poco a poco. Dios quiera que pronto cese la lluvia, porque en caso contrario las aguas de Acuario se llevarán consigo lo poco que nos quedaba.
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