domingo, marzo 22

Ante una Nueva Edad Media II - Características de las Edades Medias

Ante una Nueva Edad Media II
Características de las Edades Medias

Hay muchos elementos que a menudo se consideran propios de los periodos intermedios, tales como la pérdida del conocimiento científico y técnico, el sectarismo, la tendencia al separatismo y disolución de las entidades políticas en beneficio de pequeñas subestructuras de poder como ocurrió con el sistema feudal, y la aparición de las grandes hambrunas, epidemias y guerras. No obstante esta visión particular de los periodos intermedios, de las épocas negras, corresponde más que a un concepto aceptado por los historiadores modernos a una visión conservadora del mundo, al viejo tema del "orden versus caos".

Es innegable que muchas de estas características hacen su aparición en los periodos intermedios. Pero, ¿son exclusivos de esos tiempos? Tomemos algunos ejemplos y veamos si podemos descubrirlos en otros escenarios.

La pérdida del conocimiento técnico y científico

Nuestra época que, para muchos, desde una mentalidad conservadora y tradicionalista, representa una época de decadencia y una puerta de entrada a nueva edad media, se caracteriza por un despliegue, todavía en plena ebullición, de innovación tecnológica y una gran facilidad para la difusión y acceso al conocimiento, nunca antes experimentada. 

Fenómenos como la educación obligatoria universal o el acceso a Internet, la televisión y la radio, incluso en los países más atrasados, ha permitido que hasta en los lugares más alejados y aislados del mundo cualquier hombre pueda educarse y adquirir información. 

Por contra, en muchos de los periodos calificados de "clásicos" o considerados como cimas de la civilización humana, este conocimiento estaba limitado a unos pocos, el acceso al mismo, incluso por parte de los privilegiados, era reducido, dificultoso y condicionado.

En el Antiguo Egipto el conocimiento estaba limitado a aquellos que tenían acceso a la educación sacerdotal, y aquellos al servicio de la administración. Incluso este conocimiento era compartimentado, es decir, el conocimiento de los artesanos de Deir el Medineh, que llegaron a constituir una autentica hermandad poseedora de sus propios secretos, no era accesible al resto de los artesanos ni letrados. Una característica frecuente de las antiguas civilizaciones era precisamente lo contrario de lo que hoy vemos: el conocimiento debía ser preservado, racionado y había que crear barreras específicas ante el común de la gente. Desde este punto de vista, podríamos decir que la Edad Media Europea no se apartó del uso de muchas otras civilizaciones en sus momentos de máximo esplendor.

Por tanto, este parámetro no nos sirve por completo para calificar a un periodo como intermedio o no, al menos en lo que concierne a la mayor o menor intensidad de difusión y facilidad de acceso al conocimiento. Sin embargo la limitación a la educación respondía a dos formas distintas, una la egipcia y otra nuestra edad media europea: en el caso egipcio se basaba en el mérito, en la adecuación como persona y al tipo de función necesaria. En nuestra edad media sin embargo esta limitación se debía más bien a la consideración de que el conocimiento, especialmente científico constituía un peligro ideológico y amenazaba de manera directa el poder constituido y las creencias que lo sostenían.

En conclusión podemos decir que los periodos intermedios y de decadencia, limitaban el conocimiento bien por considerarlo un peligro o por carecer del mismo, mientras que las épocas clásicas, aún poseyendo y siendo creadores e innovadores del conocimiento, administraban éste de manera restringida, es decir adecuándose a las necesidades tanto del Estado como del individuo, y siempre basado en un sistema de méritos personales.

Las grandes hambrunas, guerras y epidemias

Obviamente estos tres fenómenos están relacionados entre sí, y no solo en una dirección. Las guerras traen hambrunas, y epidemias que empujan a los pueblos unos contra otros en busca de un nuevo espacio vital repitiendo así el proceso. Además a todo ello debe añadirse los inevitables cambios climáticos, ciclos de sequías prolongadas y desastres naturales o provocados por el hombre que podrían estar en el origen de una época de decadencia y disturbios.


La desorganización social de los periodos intermedios conlleva la pérdida del caudal de conocimientos técnicos y científicos, que necesariamente inducen la aparición de estos azotes de la humanidad, pero una vez más constatamos que éstos no son exclusivos ni característicos. Baste con observar la historia reciente de los últimos siglos para encontrarnos multitud de conflictos bélicos: incluso durante el siglo XX hemos asistido a periodos de hambruna y catástrofes, a veces resultados de decisiones políticas, tales como las que afectaron a la URSS o a China a principios del siglo XX, o a los países del sudeste asiático. 

Aún hoy en día, en plena era tecnológica y de superproducción alimentaria todavía existen núcleos importantes de población humana que sufren deprivación nutricional. Lo mismo podría decirse de las epidemias, que no sólo azotaron los periodos intermedios sino que también en pleno siglo XX y XXI han eclosionado bajo nuevas formas, y que en el pasado, en plena surgimiento del Renacimiento ocasionaron plagas que casi exterminaron a Europa.

Aislamiento Social, Separatismos y Eclosión de Grupos Sectarios

Tampoco la tendencia al aislamiento social y a los separatismos es característica exclusiva de los periodos intermedios y para aquellos que defienden que nuestra civilización se encuentra al borde una nueva edad media y que tienden a sobrevalorar los fenómenos sociales de separación y aislamiento, habría que recordarles que desde la época del imperio romano nunca se habían hecho, tanto a nivel de Europa, como incluso a nivel mundial, esfuerzos tan importantes hacia la reunificación política y social como ahora. Nuestra época es la época de las grandes ligas y organizaciones internacionales.


En cuanto al sectarismo que se atribuye a las edades medias, otra vez encontramos que es una visión un tanto deformada de la realidad, puesto que durante la Edad Media europea precisamente lo que no hubo es sectarismo en el sentido de múltiples grupos sectarios, muy al contrario, pues sólo hubo una sola secta y credo que se impuso a cualquier otra creencia. No se permitió ninguna otra clase de movimiento sectario, y si alguna vez hubo algún brote éste fue eliminado incluso a sangre y fuego, no en vano la iglesia predominante se llamaba así misma Católica, o sea Universal pretendiendo ser el todo y lo único. Es notorio que durante el Imperio Romano el número de religiones orientalizantes y grupos sectarios aumentó hasta tal grado que en varios ocasiones los gobiernos tuvieron que tomar medidas restrictivas contra ellas.

En resumen, para los teóricos del advenimiento de una nueva edad media, las guerras y hambrunas, los sectarismos y separatismos, la pérdida del conocimiento, las epidemias, etc., constituyen sus características esenciales, no solo en el caso de la Edad Media Europea sino de cualquier otro periodo intermedio, lo que precisamente permitiría detectar la aproximación de uno de esos momentos de decadencia civilizatoria. Pero, tal como hemos señalado anteriormente, estas características, que desde luego ciertamente aparecen en esos períodos intermedios, no son exclusivas de ellos, ni nos permitirá a ciencia cierta saber que estamos a las puertas de una nueva edad media. Es necesario pues buscar exactamente cuál es el criterio para reconocer y caracterizar los signos del avance y establecimiento de una Nueva Edad Media que esta vez, dada la globalización económica y cultural existente, probablemente afectará a una gran parte del planeta.



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