LA VOZ DEL SILENCIO Y LA DOCTRINA MAHAYANA
Aunque la primera parte del texto es dura, sin concesiones, veremos que al final, se abre a la más bella de las doctrinas, la del Amor Compartido.
Antes de entrar en aquel sendero, debes destruir tu cuerpo lunar, expurgar tu cuerpo mental y purificar tu corazón.
En la tradición budista y en el hinduismo esotérico, se considera al ser humano como el agregado de varias estructuras o partes. El cuerpo lunar hace referencia a la herencia de los “ancestros”, los llamados pitris o padres lunares en la tradición hindú, y que se corresponden con el cuerpo físico propiamente dicho y todo el conjunto psicofísico animal. En cuanto a la mente que hay que expurgar es la mente compuesta a la que aquí se refiere, a kama-manas, o sea la mente (manas) impregnada de deseos (kama). Esta mente está influenciada y participa de los elementos animales, y por eso tiene que ser liberada de todos esos elementos inferiores, corregida en su dirección, enderezada y elevada. El corazón, indicaría el centro activo de nuestra conciencia actual como seres humanos, representan la confluencia de lo espiritual, lo mental y los sentimientos, que también tienen que purificarse.
Las puras aguas de eterna vida, claras y cristalinas, no pueden mezclarse con los cenagosos torrentes del tempestuoso monzón.
Evidentemente, todo ser manifestado es una mezcla, o como decía Platón, el ser humano está compuesto de lo Uno y de lo Otro. En nuestra vida diaria esa mezcla estará presente durante largo tiempo, por lo tanto tenemos que aprender a convivir y armonizar estos dos factores. La moderación, el equilibrio es lo que nos toca ahora y es donde radica la virtud del ser vivo. No podemos eliminar o ignorar ninguna parte de nuestra existencia. Es un proceso lento de maduración, es un proceso alquímico, en el que todo se va sutilizando, y en el que de manera natural y gradual se llega a un punto en el que hay que dar un último paso, una decisión final, y entonces ya no será posible vivir en este mundo de mezcla, porque estaremos entrando en otro de aguas claras y cristalinas, pero hasta entonces… aprendamos a ser humanos primero, pues eso ya sería un paso importante.
La gota de rocío celeste que acariciada por el primer rayo de sol matutino, brilla en el seno del loto, una vez caída al suelo, conviértese en barro; mira: la perla es ahora una partícula de cieno.
La gota de rocío celeste, es aquello que desciende o se deposita sobre el loto, en otras palabras es el espíritu que desciende y que es recibido y aceptado por el ser humano purificado o loto. La famosa fórmula Om Mani Padme Hum utilizada en todo el Oriente, hace precisamente referencia a ello. La tradición común lo traduce como la “Oh La Joya en el Loto”. En la Doctrina Secreta, H.P. Blavatsky explica que en realidad la frase debe leerse como A-um Mani Padme Hum, formando así un septenario de sílabas, y que está conectado con una vieja leyenda, la de Padmapani o Avalokistesvara (“El Señor que mira desde lo Alto”, o sea el Yo Superior o Atmán) de quien se dice que renuncia al nirvana hasta que toda la humanidad se libere. En otras palabras, es el Yo superior, Atma, que no es privativo de nadie sino el punto de reunificación de toda la humanidad. La leyenda dice que la cabeza de Padmapani se rompió en miles de pedazos que se dividieron entre los hombres.
Padmapani |
El Loto es el conjunto psicofísico purificado, que como su imagen natural nos manifiesta, tiene sus raíces en el barro, cruza por el agua de vida, hasta asomar su tallo por encima abriéndose a la luz solar, y guardando en su interior pequeñas semillas, que son una imagen en diminuto de un loto, es decir de la regeneración de él mismo. Este loto, ahora purificado y limpio, se hace digno recipiente para la manifestación del germen que allí se encuentra latente, la gota que se forma del rocío celeste. Pero si esta gota de rocío cae al suelo, se contamina, se mezcla con todo el barro y se hace indistinguible del resto. Eso mismo nos ocurre a todos, desde que nacemos en este mundo perdemos nuestra limpieza original, y sólo con esfuerzo y paciente limpieza podemos volver a recibir la gota brillante, el germen en el loto, la joya.
Lucha con tus pensamientos impuros antes de que ellos te dominen. Trátalos como pretenden ellos tratarte a ti, porque, si usando de tolerancia con ellos, arraigan y crecen, sábelo bien, estos pensamientos te subyugarán y matarán. Cuidado, discípulo, no permitas que ni aun la sombra de ellos se acerque a ti. Porque crecerá, aumentará en magnitud y poder, y entonces esta cosa de tinieblas absorberá tu ser antes que te hayas dado cuenta de la presencia del monstruo negro y abominable.
En la tradición oriental, se desarrolló el concepto de los “Guardianes del Umbral” o monstruos que custodian la entrada al templo. Escritores como Bulwer Lytton (Zanoni), dramatizaron y presentaron dicha entidad como sombras personales, rescoldos atávicos del pasado, que rondan nuestra conciencia, y que comienzan a ejercer su poder aprovechando nuestras debilidades, y acrecentando paulatinamente su influencia sobre nosotros, hasta efectivamente convertirse en monstruos que nos acechan, monstruos formados por nuestro propio yo oscuro.
San Jorge mata el Dragón Su propia sombra |
Si tuviéramos que explicarlo usando conceptos más modernos no esotéricos, diríamos que, en nuestra mente mecánica, e incluso en nuestras vías neuronales, se forman circuitos preferentes de la misma manera que los senderos que se forman en el bosque como resultado del paso una y otra vez por el mismo lugar. De tal manera que se convierten en caminos fáciles y atractivos para el caminante, y así los mismos vicios y defectos, las mismas ideas distorsionadas, tienden a aparecer una y otra vez al más mínimo atisbo o insinuación. Por ello, como dice el texto, hay que ser intolerante con esas sombras no dándoles vida psíquica y, al mismo tiempo, tenemos que desarrollar otros caminos nuevos, luminosos y limpios, llenándolos con ideales. La meditación, la lectura de buenos textos, la poesía, la música clásica, la contemplación de las obras de arte, todo eso crea nuevos senderos facilitadores en nuestra mente e incluso en nuestro cerebro.
Antes que el «místico Poder» pueda hacer de ti un dios, oh lanú (discípulo), debes haber adquirido la facultad de destruir a voluntad tu forma lunar.
El YO material y el Yo espiritual jamás pueden estar juntos. Uno de los dos tiene que desaparecer: no hay lugar para entrambos.
Los textos tibetanos, por su característica como pueblo guerrero y viviendo en difíciles condiciones, además debido también a la temática de la que tratan, hace que haya afirmaciones duras y sin compromisos. Pero todo debe ser puesto en contexto.
Durante toda nuestra vida estos dos aspectos, el material y el espiritual han coexistido, ambos han estado más o menos presentes, pero si realmente queremos cruzar “al otro lado”, así como la barca que llega a la orilla tiene que ser dejada atrás, de la misma manera tenemos que dejar el Yo material detrás, porque ya no tiene utilidad ni sentido y sólo sería un estorbo en la nueva etapa del Ser.
Ahora bien, no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo. De la misma manera, las actitudes falsamente espirituales, e incluso histriónicas y sectarias, que quieren abandonar la barca antes de haber llegado son la causa de muchos fanatismos espirituales. La espiritualidad auténtica está reñida con las poses del fanatismo religioso, por el contrario es serena, armoniosa, llena de transparencia y alejada de los focos deslumbrantes. Ciertamente, como explicamos anteriormente, llegado el caso el yo material y el espiritual no pueden estar juntos, ni tampoco podemos arrojar a la basura nuestra mente racional en aras de un falso misticismo, por el contrario, tenemos que sutilizarla y USARLA, hasta que realmente se abra ante nosotros de manera natural la Intuición de la Sabiduría.
Antes de que la mente de tu alma pueda comprender, el capullo de la personalidad debe ser aplastado, y el gusano del sensualismo ha de ser aniquilado, sin resurrección posible.
La personalidad, o sea el falso yo y su aparato psicofísico, aquí es considerada como una excrecencia, como la yema o germen que nace de manera espontánea, pero que carece de la dirección o la cualidad necesaria. Sería como un florecimiento erróneo o en la dirección equivocada. Nos recuerda la “mala hierba” y la “cizaña” de la parábola del evangelista. Alrededor de esa personalidad crece un gusano que la corroe, el sensualismo, o sea el mundo poderoso de los sentidos que atan y mantiene la personalidad sumergida en el mar de las apariencias. La educación occidental centra la idea del sensualismo sobre todo alrededor de la sexualidad, la obsesión de nuestro tiempo, pero aquí el sensualismo tiene una amplitud más grande, porque es todo lo que recibimos y nos ata a través de los sentidos, así, por ejemplo, sensualismo no es solo el sexo o los placeres de la carne en general, sino también es la distracción consentida a la que nos somete el mundo alrededor, mediante el mundo digital, por ejemplo. En Medicina nos enfrentamos hoy en día al problema de las adicciones, que se multiplican y se extienden, ya no sólo se es adicto a las drogas, también se es adicto al smartphone, o los juegos, a la televisión, etc., etc.
No puedes recorrer el Sendero antes de que tú te hayas convertido en el Sendero mismo.
“Caminante no hay camino se hace camino al andar…” puede ser una primera explicación, la misma que intuitivamente nos canta el poeta. De manera más específica se refiere a la construcción y conversión de la conciencia en conciencia Antahkarana, o conciencia puente. El Anthakarana se refiere a 7 estadios de la conciencia que nos conectan con el Espíritu (ver aquí)
Haz que tu alma preste oído a todo grito de dolor, de igual modo que descubre su corazón el loto para absorber los rayos del sol matutino.
No permitas que el sol ardiente seque una sola lágrima de dolor, antes que tú mismo la hayas enjugado en el ojo del afligido.
Pero deja que las ardientes lágrimas humanas caigan una por una en tu corazón, y que en él permanezcan sin enjugarlas, hasta que se haya desvanecido el dolor que las causara.
Estos versos nos llevan al corazón de la doctrina budista Mahayana, donde el concepto central o ideal es del Bodhisatva o Renunciante que se compromete a liberar todas las almas y aliviar el dolor del mundo, siguiendo el ejemplo del propio Buda, dilatando así el propio ingreso en el Nirvana durante edades sin cuento.
Estas lágrimas, oh tú de corazón muy compasivo, son los arroyos que riegan los campos de caridad inmortal. En este suelo es donde crece la flor de la medianoche, la flor de Buddha, más difícil de encontrar y más rara de ver que la flor del árbol Vogay.
Esta es la Caridad del de la Acción, la caridad verdadera de los idealistas. Es una invitación a seguir el ejemplo del Buda y de todos los bodhisattvas, es una invitación eterna, constante, y cuyos primeros pasos son los de todos los idealistas del mundo, la de todos aquellos que dejan su confort personal luchando por la liberación del dolor de todos los seres humanos, de diversas maneras, pero siempre con generosidad.
Flor del Árbol Vogay |
El árbol Vogay o Vākai (tamil), se ha usado por costumbre como signo de la victoria de los reyes, como el laurel lo ha sido en occidente para los atletas victoriosos, o incluso personajes de relieve como insignes escritores o científicos. Dado que la victoria final del discípulo que alcanza en su plenitud la condición de Buda es tan rara, es por eso que dice el texto que esta flor es muy difícil de ver.
Es la semilla que libra del renacimiento al Arhat a cubierto de toda lucha y concupiscencia, y le guía a través de las regiones del Ser a la paz y beatitud conocidas únicamente en la región del Silencio y del No-Ser.
Y como un gran sabio dijo, y si tampoco hay salvación para mí, me da igual y no me importa, si puedo ayudar a otros…