viernes, noviembre 12

La Voz del Silencio 02

LA VOZ DEL SILENCIO 02


Dice la gran Ley (a): «Para llegar a ser CONOCEDOR (b) del YO ENTERO debes primeramente ser conocedor del YO (c). 

a) La Gran Ley, se refiere a la Ley Evolutiva general del progreso de la Conciencia. La ciencia, con distintos matices, reconoce la evolución de las formas materiales atómicas, pasando por las manifestaciones "animales", desde las amebas hasta los animales más superiores. Pero este párrafo se refiere a la evolución de la Conciencia en particular, su elevación progresiva hasta lo que podríamos llamar conciencia espiritual. 


Ahora bien, esta ley implica un doble proceso, el del descenso o bajada grupal desde el plano de lo inconsciente hasta ocupar las formas materiales, para luego progresivamente individualizarse tomando conciencia de sí mismo, como podemos ver en los animales superiores, y de manera más clara en el hombre. El segundo proceso es el de ascenso, en el que la conciencia continúa hacia un nivel más elevado donde de nuevo lo colectivo, lo universal se hace presente en la conciencia y lo individual, aún permaneciendo, es sólo una gota en el océano. 

b) El objetivo que se establece es el de llegar a ser "Conocedor", o sea tener la capacidad de discernir o separar lo real de lo irreal. Para llegar a conocer realmente tenemos primero que conocer lo que es causa de la manifestación o encarnación en el mundo: la Ignorancia, que más que algo negativo es una falta de completud, una necesidad, porque la ignorancia de partida es precisamente la que nos impulsa a la búsqueda y ésta a la Sabiduría. 

Encadenamiento Causas. Ignorancia como punto inicial

Esa ignorancia fundamental se llama AVYDIA, o sea No-Ver o Ignorancia fundamental, no tener capacidad de ver las cosas tal como son, o mejor aún, no distinguir lo que realmente existe, lo que es eterno y verdadero, de lo que es ilusorio y transitorio.  

c) El "Yo Entero" o Yo Real, se refiere a aquello que subyace detrás de la manifestación concreta de este "yo particular" con un nombre, una personalidad y un rol social. Este "yo particular" produce la ilusión de que todo el mundo gira alrededor de mí, y esta ilusión es tan poderosa que a pesar de los descubrimientos de la ciencia, y del conocimiento del universo en su despliegue infinito, seguimos considerándonos el centro del mismo. Ese yo se manifiesta como "mi corporalidad", que define todo lo que está más allá de mi piel como foráneo, y como “mi mundo emocional”, mis sensibilidades y mis sentimientos, por encima de los demás. Es también “mi yo pensante”, que trata de imponerse a la realidad, parcelando y conceptualizando y finalmente impidiendo conocerla. Este "yo particular" incluso se disfraza y se proyecta hacia los planos superiores, de tal manera que contemplo "mi espíritu" y "mi eterna existencia" después de esta vida.

Pero antes de conocer la realidad del YO Entero, tenemos que conocer el "yo particular", o sea conocer todos sus trucos, sus mentiras, sus ocultamientos, y las miles de formas en que se enmascara en nuestra vida diaria, y aún peor pues quiere vestirse de "espíritu celestial", haciéndonos creer que nuestra psicología transitoria sigue existiendo después de la muerte física. 

El apego a nuestro yo particular es la causa de toda aflicción, si por un solo momento nos alejamos del mismo, y aceptamos que es sólo un papel, un personaje de teatro que existirá mientras que exista esta representación, sentiremos inmediatamente una gran liberación. No se trata de un negacionismo inútil, ni de volverse fantasmas pasivos, sino muy al contrario, trabajar con alegría, aprovechando en aprender todo lo que podamos, limpiando día a día esa ignorancia básica con la que nacimos, y al mismo tiempo ayudando a todos los seres humanos a llegar a la misma realización. Trabajar sin miedo, sin apegos, y como dice el poeta:

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Así pronto descubriremos que el "Yo Entero" no es mío ni tuyo, sino de todos, es el Yo Universal del que formamos parte, el Yo Entero. 

Para lograr el conocimiento de tal YO, tienes que abandonar el Yo al No-Yo, el Ser al No-Ser (d), y entonces podrás tú reposar entre las alas de la GRAN AVE (e).

d) Para aflojar las cadenas del yo sólo cabe la renunciación progresiva a los "falsos derechos" de ese falso yo personal, y contemplar todo lo que nos rodea con los ojos del "otro", pues para ser un Arco Iris debes dejar de ser un color particular. Esa es la mayor renunciación, el gran sacro-oficio. 

e) Y entonces reposar en Aquello que es la fuente de todo sentimiento de fraternidad, de toda generosidad, de todo lo que es bello y justo, la Gran Ave Eterna de infinitos plumajes y colores, tantos como seres humanos, el Alma Universal de la que todos formamos parte. 

Sí, dulce es el reposo entre las alas de aquello que no ha nacido ni muere, antes bien es el AUM a través de las eternidades