La Voz del Silencio 04
Los Tres Vestíbulos (continuación)
El primer Vestíbulo de la Ignorancia, en el que estamos instalados, no debe ser despreciado. Todos corremos rápidamente hacia el de la Sabiduría, como si su obtención fuese un regalo divino que hace inútiles todos los pasos anteriores. Este es el mismo error en que caen aquellos que piensan que por el mero bautismo, o algún tipo de absolución dada por alguien, todos los pecados o errores desaparecen. Evidentemente llegar a la Sabiduría no es un proceso de iluminación súbita, no es una especie de "satori", en el cual por otra parte no creo, sino una construcción progresiva. A la Sabiduría no se llega por rituales sagrados, ni por revelaciones de última hora, ni por la comunicación de ningún secreto, sino a través de LA VIDA, del desarrollo y evolución obtenida por los sucesivos intentos, por los fracasos y victorias, por los entendimientos que las enseñanzas nos proporcionan y que nos llevan a modificar nuestra vida, paso a paso.
Por todo lo anterior, este Vestíbulo de la Ignorancia, es un portal importante porque nos lleva a conocer el mundo, a confundirnos y a descubrir, como dice el texto, nuestro auténtico Agnyana o sea nuestra "falta de conocimiento". No se puede prescindir de lo que no se tiene, no se puede saltar el necesario conocimiento en aras de una supuesta Sabiduría que desgraciadamente muchas veces se confunde con un estado de alienación y embobamiento. No se puede "criminalizar" la mente sin primero conquistarla. Si Avidya es no ver la realidad esencial, Agnyana es una de sus causas, la falta previa de conocimiento, que sólo puede tener una cura: aprender.
Una de las formas más peligrosas de Ignorancia es precisamente la Ignorancia de la Ignorancia. El no darse cuenta, el envanecerse y afirmarse puramente en conocimientos comunes y utilitarios que, una vez destruido este cerebro, no quedarán almacenado en ningún sitio. Cualquiera puede verse a sí mismo, cómo con el paso de los años, los viejos conocimientos se olvidan o dejan paso a otros, y cómo al llegar a cierta edad se borran gran parte de los detalles, pero, si hemos sabido conservar la lucidez necesaria y no estamos afectados por alguna enfermedad, veremos que lo que sí se conserva desde luego es la Sabiduría Vital.
Si solo nos basamos en los conocimientos vulgares nos convertiremos en estatuas de sal, incapaces de mirar hacia adelante, caminando con la cabeza vuelta hacia atrás contemplado cómo los méritos pasados, si es que los hubo, se desvanecen, mientras que nuestras convicciones inamovibles se derrumban una tras otra, y al final no queda nada entre las manos.
Sólo si despertamos a tiempo y nos damos cuenta del error y sus consecuencias, cuando dejamos de aferrarnos a una vida que se escapa entre los dedos y a un conocimiento mundanal que muda y cambia tan rápido como gira el planeta, sólo entonces nos convenceremos y superaremos esa ignorancia esencial: la ignorancia de nuestra ignorancia, y ello poco a poco nos conducirá a la búsqueda, mística, personal o filosófica, pero búsqueda al fin y al cabo, que nos llevará poco a poco al siguiente escalón. El Vestíbulo de la Instrucción.
"El nombre del segundo es Vestíbulo de la Instrucción. En él encontrará tu alma las flores de vida, pero debajo de cada flor una serpiente enroscada"
Una vez más, este texto tiene que ser interpretado a la luz de aquél que lo lee. En un principio el texto, como ya se comentó, va dirigido a los discípulos de las lamaserías. Concretamente este vestíbulo se refiere a los discípulos en probación, o sea aquellos que tienen que pasar pruebas tremendas, que son fundamentalmente pruebas psicológicas, pruebas en las que tienen que separar la ilusión de la realidad. Se refiere también a las visualizaciones y percepciones de aquellos que poseen la capacidad para trabajar y estudiar en el mundo supra psíquico, donde fácilmente pueden ser presas de engaños. Todo conocimiento en este nivel, lleva aparejado una trampa, una serpiente enroscada: vanidad, egoísmo, envidia, maldad, etc., confusión en definitiva.
Pero para aquellos que apenas hemos salido del cascarón, que a través de los años y la experiencia nos hemos dado cuenta de lo perecedero de este mundo, y buscamos un poco más allá, en los valores más duraderos y eternos, o sea para aquellos que solo intentamos ser filósofos, eso del mundo astral queda un poco lejos, gracias al cielo, y nos suena a fantasmagórico.
De la misma manera que previamente nos hemos abrazado irresistiblemente a nuestras previas concepciones mundanales, y sólo tras ímprobos esfuerzos y experiencias, muchas veces dolorosas, hemos conseguido zafarnos de ese abrazo mortal, así mismo paralelamente cuando comenzamos a leer textos "profundos", cuando empezamos a "conocer" cosas "esotéricas", cuando recibimos enseñanzas de "maestros" de dudosa procedencia, a los cuales cambiamos alegremente por otro nuevo con el mismo pedigrí, cuanto más estrambóticos mejor, entonces nos aferramos a ello y caemos en las redes del Vestíbulo de la Instrucción.
Conocí a alguien en un país remoto, no tanto por lo distante sino por la cultura y costumbres, que tras recibir alguna clases de "espiritualidad", comenzó a sentir un hálito místico invadiendo su vida, en todo creía encontrar un significado espiritual. Cierto día vino a verme, a contarme cómo se había abierto una conexión con un ser espiritual, una especie de ángel que le susurraba. En sucesivas visitas, según me contaba, el ángel se fue haciendo visible, extrañamente llevaba gafas oscuras (?) y le hablaba cada vez más del amor inmortal y de elevadísimas ideas, etc. Pero mucho más inquietante aún se volvieron las historias cuando me contaba que cada vez estaba más cerca de ella, que cada vez se acercaba más a su cama, hasta que...
Un famoso ex ministro y director de un importantísimo banco nacional, me invitó a su casa para mostrarme su inmensa biblioteca y para hablar sobre alquimia. La persona que me lo presentó lo consideraba un adepto en este arte. De un rincón de su despacho extrajo una botella de cristal verdoso, parecida a las que contienen cerveza, pero que estaba llena de un líquido misterioso y amarillento, me aseguró que poseía altas propiedades, que era el resultado de sus investigaciones y que era ni más ni menos que el Elixir de la Inmortalidad de los alquimistas. Sólo recuerdo que tenía un olor nauseabundo. No supe nada más del ex ministro hasta unos años después, cuando murió...
Todas esas locuras, cristales curativos, comunicaciones astrales, tarots, videncias, esoterismos baratos en definitiva, son la tumba de muchas almas sinceras que emprendieron la búsqueda de algo más espiritual, alejándose del materialismo de este mundo, siendo atrapados, como los discípulos de las lamaserías tibetanas, por la vanidad, el orgullo, la desesperación por sentirse alguien, por el halago buscado y la inocencia perdida. Esta es la luz tentadora de la Instrucción, de la que ninguno estamos a salvo.
Esta luz radiante emana de la joya del Gran Engañador (Mara); hechiza los sentidos, ciega la mente, y convierte al incauto en un náufrago desvalido.
La pequeña mariposa, atraída por la deslumbradora luz de tu lámpara de noche, está condenada a perecer en el viscoso aceite. El alma imprudente que deja de luchar aferrada al demonio burlón de la ilusión, volverá a la tierra como esclava de Mara.
Contempla las legiones de almas. Mira cómo se ciernen sobre el proceloso mar de la vida humana, y cómo exhaustas, perdiendo sangre, rotas las alas, caen una tras otra en las encrespadas olas. Sacudidas por los huracanes, acosadas por el furioso vendaval, precipítanse en los regolfos, y desaparecen abismadas en el primer gran vórtice.
Y esto es lo que nos toca saber hoy sobre la Ignorancia y el Vestíbulo de la Instrucción.
Continuará