El Antaḥkaraṇa Individual y Social
Una simple definición del significado del Antaḥkaraṇa, según la tradición oriental, sería decir que es el puente que existe entre el cuaternario inferior (cuerpo y estructura físicas, aspectos vital y energéticos, conjuntos psíquico-emocional y aparato mental) y la tríada superior (mente pura o superior, intuición espiritual, y voluntad pura o Atma, último aspecto espiritual y nexo con toda la humanidad)
Como lo aclaramos en otros artículos anteriores, esos escalones intermedios en realidad se encuentran situados en cada aspecto del cuaternario, o sea que en nuestro aspecto físico-fisiológico encontramos reflejos "triádicos" o espirituales, así como en nuestro plano emocional, donde también hay una representación triádica, etc.
Veámoslo con un ejemplo práctico: si tengo un alto sentido del deber, al ejercer mi voluntad pura, ésta se manifestará como acción del deber en el plano físico, realizando trabajos por los demás aun sintiéndome agotado. Por ejemplo caminar largas distancias para traer agua y alimentos al enfermo, o levantar un peso enorme para liberar a un atrapado.
Las influencias triádicas o espirituales se manifiestan así en cada plano del cuaternario, no sólo en el físico. Construir el puente o Antaḥkaraṇa es abrir paso en nuestra cruda y oscura personalidad a la acción espiritual de la Tríada. De esta manera lo espiritual brillará y se manifestará al máximo en nuestra vida, haciendo que nuestra conciencia se "triadice".
Ahora bien, ese llamado puente en realidad no existe como una entidad separada o como una estructura fija. Para el ser humano representa una posibilidad, un camino que sólo se abre si se dan las condiciones y sobre todo si se ejercita la voluntad.
El hombre es fundamentalmente un ser “pensante”, vive y siente a través de su mente. Si tiene un dolor físico, o experimenta un impacto emocional, o una enfermedad que drena su energía, o incluso una inspiración espiritual, todo ello lo percibe y vive a través de la mente. Podríamos decir desde un punto de vista general que la mente humana es ese Antaḥkaraṇa, el puente entre lo inferior y lo superior. Pero siendo más específicos veremos que la mente, aún siendo una, tiene también aspectos inferiores y aspectos superiores, lo que usando términos hindúes llamaríamos el Manas Superior, y el Manas Inferior o Kama-Manas (o sea la mente bañada por los deseos e impulsos inferiores) Podemos representar estos dos aspectos de la mente con un gráfico simple, como un triángulo inferior y otro superior.
Para los seres humanos, para la mayoría y la mayor parte del tiempo, es como si el aspecto inferior estuviese rodeado de una coraza que le impide comunicarse con los aspectos superiores, permitiendo sólo el paso de las influencias inferiores (físicas, emocionales, energéticas-vitales) Nuestra vida transcurre sin conexión alguna con el Manas Superior, salvo excepcionales momentos de inspiración, y para algunos eso nunca ocurre debido a su extremado materialismo.
A través del refinamiento progresivo de la mente inferior y de la educación, por medio también de la influencia de las buenas acciones pasadas, y sobre todo a través de un sincero deseo de acercarse al Espíritu y los valores que éste representa (Bien, Belleza, Justicia y Verdad) se abre un camino progresivo en 7 etapas hacia el Manas Superior, comienzo de la verdadera vida espiritual. Entonces es cuando aparece realmente ese puente activo y funcional al que llamamos Antaḥkaraṇa, como podemos ver en el siguiente gráfico:
Antahkarana en lo Social
En la sociedad también existen puentes que nos acercan a los ideales arquetípicos. Paralelamente a nuestro cuaternario personal, también podemos distinguir un cuaternario social compuesto por los distintos estamentos que componen el ente social, desde las capas más humildes y de los trabajadores hasta las de los dirigentes. Hoy seguimos dándole mucha importancia a las llamadas clases sociales, que no han cambiado a pesar de haber desaparecido el régimen feudal y nobiliario, porque en casi todos los países llamados democráticos es sólo una pequeña élite económica y de poder la que domina al resto.
Pero aquí no nos referimos a clases sociales, sino más bien a estructuras generales con las que el ser humano se identifica según su grado de implicación con la comunidad, según el trabajo activo y fraternal y solidario que se hace, o en relación con el verdadero sacrificio del que dirige, o con la actividad de transmisión del sabio, o con la defensa de los débiles y de la Justicia, etc. Estos son los verdaderos parámetros que “clasifican” a los seres humanos.
¿Cómo se manifiesta, a qué corresponde la Tríada o lo Espiritual en la sociedad? Son los mismos Arquetipos que inspiran también a cada ser humano: Verdad, Bien, Justicia y Belleza. Los buenos legisladores y líderes auténticos de las naciones son aquellos que intentan establecer cánones que ayuden a las sociedades a alcanzar esos arquetipos sociales y no meramente a aumentar la renta per cápita.
Pero para ello necesitamos canalizar a los individuos mejores de una sociedad. Las instituciones que en el pasado se encargaban de ello, o sea las instituciones intermedias o instituciones antaḥkaraṇas eran las llamadas Escuelas de Misterios. Su labor no era el "secretismo" tal como hoy se cree, sino extraer y potenciar lo mejor de cada ser humano. Así por ejemplo la Escuela de Amón, en el Antiguo Egipto, o las Casas de la Vida, bajo el patronazgo de Osiris. En Grecia eran los Misterios de Eleusis o de Delfos, o los misterios de Mitra en Roma, o las escuelas místicas de la India.
Hoy ya no poseemos instituciones semejantes, y quizás por ello el mundo, a pesar de los muchísimos avances en la ciencia y en los medios educativos es incapaz de encontrar un sistema político que nos guíe de manera segura. Este es el gran fracaso, la pérdida del puente social. La ciencia se ufana de haber alcanzado un nivel nunca antes conocido, pero su gran fracaso consiste en no haber aplicado lo que sabe a una verdadera ciencia política y social. Hoy seguimos en medio de las luchas tribales de los políticos como si se tratase de trogloditas.
No podemos ni debemos volver al pasado, pero sería necesario que hubiese instituciones adaptadas a nuestro tiempo que seleccionasen realmente a los mejores seres humanos, pero desde el punto de vista ético y que tuviesen al mismo tiempo capacidad de liderazgo para construir el puente necesario con los eternos valores humanos señalados por los Arquetipos Universales.
Las Escuelas de Filosofía, o sea las verdaderas escuelas de los Amantes de la Sabiduría, y no la de los "filósofos" de cátedra, hábiles en hacer inútiles filigranas del pensamiento, son el primer paso hacia el Antaḥkaraṇa de nuestro tiempo, son las escuelas de los idealistas que intentan formar de nuevo el puente perdido con los ideales, perdidos para nosotros aunque no para sus Eternos Custodios.