martes, enero 11

Tiempo y Fidelidad

La Sala de la Doble Verdad

Tiempo y Fidelidad

Juicio en la Sala de la Doble Verdad - Maati

"La memoria es una herramienta de la construcción del yo" Arthur C. Clark

"¿Qué es la Verdad?" preguntó Pilatos a quien debía conocerla... Sin embargo, él permaneció en silencio...La misma pregunta quedó en suspenso desde los días de Sócrates y Pilatos, hasta nuestra edad de negación completa. ¿Existe algo de verdad absoluta en las manos de algún grupo o de algún ser humano? La razón responde "que no puede ser posible." En un mundo tan finito y condicionado como es el del ser humano, no hay espacio para la verdad absoluta tocante a ningún tema. Sin embargo, existen verdades relativas y debemos extraer lo mejor que podamos de ellas". H.P. Blavatsky

La Verdad, Maat en el Antiguo Egipto, era simbolizada con una pluma, por su ligereza, o sea su liviandad en la memoria del hombre, por su inmaterialidad, por su carácter espiritual. 

A Maat se la representaba también como una diosa de alas multicolores e irisadas, bajo cuya protección y proyección habitaban todos los dioses y todo lo que existe. Ella representaba la Totalidad, o sea la Verdad Eterna, mientras que en este mundo sólo podemos acceder a algunas de sus plumas coloreadas, a las verdades relativas y temporales. 

Para los egipcios el momento culminante, el traspaso a la otra vida, era representado por la Sala "Maati", o sea la Sala de la Doble Verdad y de la Justicia. Una verdad que era verificada en el Corazón del Alma Juzgada.

El corazón era símbolo de la conciencia en movimiento, o sea la conciencia a través del tiempo. Por eso en los ritos funerarios el corazón era sustituido por un escarabajo verde, Jepri. Un oscuro y pesado insecto, tan terrenal que entierra sus crías en bolas de estiércol que transporta entre sus patas. Verdadera representación del hombre en su eterna labor arrastrando sus propias creaciones materiales. Pero hay esperanza, porque Jepri es también un verbo que significa transformación, evolución, creación.

Este oscuro animal posee la capacidad de cambiar, de evolucionar y recrearse a sí mismo. De manera súbita, respondiendo a la llamada del Sol, el pesado insecto extiende sus alas y vuela hacia el cielo. De la misma manera el ser humano también puede hacer que su conciencia se libere y que se alce también en vuelo hacia la luz solar del espíritu.

El amuleto escarabajo depositado entre los vendajes posee una recitación inscrita en su base:

Corazón mío, corazón de mi madre, Corazón mío de mi madre, y tu corazón terrestre de mis sucesivas transformaciones. No te opongas contra mí en el Juicio , que los Divinos Jueces no me rechacen. No me seas hostil en presencia de Aquél que mantiene la Balanza. Tú eres la fuerza y causa original que formó y protegió mis miembros. Que alcances pues tu también el lugar feliz al que anhelantes nos dirigimos. No hagas que mi nombre se pudra y apeste entre los Señores Todopoderosos que modelan el Destino del Hombre. No pronuncies mentiras acerca de mí delante de Dios, sino que los oídos de los dioses se regocijen y sus corazones estén satisfechos cuando mis Palabras sean pesadas en la Balanza del Juicio. (Libro Egipcio de los Muertos, Cap XXX)

De eso se trata, ese es todo el Juicio que se necesita, se trata de la Fidelidad, de distinguir el corazón celeste, o sea la conciencia celeste, y el corazón terrestre o la conciencia diaria de las múltiples transformaciones, la conciencia terrenal que desaparece con la muerte. Ambas sujetas al tiempo, pero a dos tiempos diferentes. La conciencia terrenal está sujeta al tiempo vulgar, recorre el tiempo olvidada de sí misma, capaz sólo de retener el momento, el criterio pasajero el que sirve para sobrevivir en el día a día. 

Sin embargo el corazón celeste o conciencia celeste recorre o, mejor dicho, vive en el Gran Tiempo, en el de los Grandes Ciclos que van más allá de los significados vacíos de vida y muerte, porque sólo vive el momento de la Vida Una.

A esa conciencia doble, se le pide ser fiel y no traicionar a aquel que es juzgado por sus palabras y recuerdos, pues aquello que pensamos de nosotros mismos y de los demás siempre está coloreado por falsas percepciones, deformado por la ilusión a la que todos estamos sometidos por estar encarnados en este mundo.

Le dice el alma: No levantes falsos testimonios, no te equivoques, no declares lo que no es, no digas que eres justo cuando eres injusto, no digas que amas cuando no amas, no digas que eres bueno cuando careces de bondad... 

Sólo la fidelidad, la Gran Fidelidad que solo existe en el Gran Tiempo, la Fidelidad a la Verdad, la Verdad de quienes somos realmente, no el "personaje" de ficción en que nos hemos convertido, es la garantía de Permanencia en el seno de Aquello que no muere. 

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