miércoles, enero 26

Entrada a la Cámara de Osiris 01

Entrada a la Cámara de Osiris

Osiris es el dios que nunca habla, permanece siempre en silencio, de hecho es el dios de la Tierra del Silencio, y es el dios del Todo, y también se le llama el dios de los Confines.

Dios de la Tierra del Silencio, porque lo que allí se puede escuchar no es la voz vulgar, sino el sonido secreto que está más allá, la Voz del Silencio de los que saben y callan. 

Dios del Todo, porque lo que conocemos como seres humanos es sólo una parte, y entrar en sus dominios es conocer el Todo.

Dios de los Confines, porque estos son los que encierran al ser humano; traspasar nuestras limitaciones requiere la aquiescencia del Dios que gobierna las fronteras entre los vivos dormidos, y aquellos que están muertos para el mundo pero despiertos para siempre.

Osiris no es un dios corriente, sino un símbolo, una esperanza, un fin en sí mismo y es una esperanza porque no se pretende adorar a un dios rodeándolo con coros celestiales eternos, sino convertirse uno mismo en un Osiris.

¿Y quién se atreve a reclamar ese derecho? El candidato justificado que ha superado el juicio, y que es acompañado ante el la capilla de Osiris por Horus, quien proclama su victoria en el Juicio, porque ha sido probado y tiene un "corazón genuino", o sea una conciencia limpia, y lo hace ante Osiris "Unnefer", el Osiris de “Existencia Bella”. Horus reclama para el justificado el pan y la cerveza celestial, para formar parte del séquito inmortal y legendario de los Seguidores de Horus.


En la siguiente escena, Ani el Justificado, se ha transformado, su cabeza ahora es blanca porque irradia, y sobre ella un cono perfumado, que no sólo representa eso, sino también sus centros superiores despiertos. Su nombre está escrito enfrente de él, "El Osiris, el escriba real Ani" y el jeroglífico usado para Osiris, delata el significado profundo de lo logrado, se trata de el Ojo de Ra, o de la iluminación, que descansa sobre un trono o lugar: Osiris es el trono del Ojo de Ra.

Sobre la mano izquierda porta el símbolo de poder. Con la derecha saluda emanando lo mejor de sí mismo como ofrenda, como lo son también las espigas o gavilla del que ha sembrado y recogido, y arriba sobre la mesa de ofrendas está el muslo de buey, que representa a la "Constelación del Muslo", la constelación cuyas 7 estrellas son las de los 7 genios protectores de Osiris.


En el registro superior a la izquierda, bajo diversas maneras se representa la misma idea, la de aquel que ha conseguido dominar los aspectos cuaternarios de su personalidad. Así vemos dos columnas constituidas por la eflorescencia de lotos sobre cañas, y más a la derecha en una mesa de ofrendas están 7 panes, uno central y vertical y otros 6 alrededor, representando la naturaleza septenaria del ser humano, sobre los mismos está un ganso asado, El ganso representa la naturaleza salvaje en el Antiguo Egipto, es nuestra propia naturaleza inferior a la que hay que dominar y presentar en ofrenda como uno que ha vencido.

En el registro inferior de arriba, hay dos jarras y sobre ellas dos estantes, representando la naturaleza cuaternaria que constituye la personalidad, los estantes son las dos formas que la organizan, la física y la mental, mientras que las jarras son el aspecto vital y emocional, aquello que fluye. Delante cuatro columnas coronadas por lotos sobre las que surge o amanece el sol: se repite la misma idea, las cuatro columnas son los 4 aspectos de la personalidad purificados.

Djed

La columna Djed, que representa a Osiris, es una columna compuesta por 4 capiteles, pero en este caso anterior los vemos separados y coronados por lotos. 

Los lotos que profusamente decoran las tumbas tienen un profundo significado relacionado con su capacidad para flotar sobre las aguas cenagosas del mundo, manteniéndose puros, y aparecer ante la llamada del sol espiritual, ante el cual ofrecen sus semillas. Aquí representa pues la eflorescencia de cada aspecto de la propia personalidad.

Así pues, toda iniciación, todo paso a un nivel superior, no consiste en conocer algún tipo de secreto, o ser bendecido por alguien, ni redimido ante algún confesionario, ni serle perdonado a uno los pecados, ni abrir ningún "chakra" de los mil pétalos, sino en la conquista de uno mismo, en lo logrado, y cuando uno se presente ante el Señor del Todo y de los Confines, tiene que traer consigo como regalo esos dones para así poder ser aceptado.

Continuará

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