La Música y Artes Egipcias según Platón
En nuestro anterior artículo señalamos la existencia probable de un Canon Musical desde los comienzos dinásticos. Aunque no poseemos documentos directos que así lo demuestren, si encontramos descripciones en los diálogos de Platón, quien visitó Egipto. Así Platón describe en las Leyes (libro II) la forma en que los egipcios establecían cánones para todas las artes:
"Ateniense: Te maravillarás de lo que te diré: que desde hace mucho tiempo los egipcios reconocieron los verdaderos principios de los que estamos hablando, y que sus jóvenes ciudadanos debían conformarse a las formas y restricciones de la virtud. Estas fueron fijadas, y de esta manera mostraron sus características en sus templos, y a ningún pintor o artista le es permitido introducir innovaciones, o abandonar las formas tradicionales e inventar nuevas.
Hasta nuestros días, ninguna alteración es permitida en estas artes, ni incluso en la música. Encontrarás pues que sus trabajos artísticos están pintados o modelados en la misma manera que tenían diez mil años atrás; esto es literalmente verdadero y no una exageración - sus antiguas pinturas y esculturas no son ni mejores ni peores que los trabajos realizados hoy en día, sino que están hechos con la misma habilidad.
Clinias: ¡Que extraordinario!.
Ateniense: Mas bien deberías decir ¡qué hombre de estado, qué legislador más digno! Ya se que hay otras cosas en Egipto que no son tan buenas. Pero lo que te estoy diciendo acerca de la música es verdadero y merece consideración, pues muestra que un legislador puede instituir melodías que poseen una verdad natural y corrección sin temor a fallar. Para hacer esto, no obstante, éste debe ser el trabajo de Dios, o de una persona divina. En Egipto hay una tradición que dice que sus antiguos cantos, preservados durante largo tiempo, fueron compuestos por la Diosa Isis. Y por consiguiente, tal como decía, si una persona de alguna forma descubre las melodías naturales, puede confiadamente hacerlas encarnar en formas fijas y legales. Pues el amor por las novedades que surge del placer por lo nuevo y la fatiga de lo viejo, no tiene fuerza suficiente para corromper una danza o canto consagrado, bajo la excusa de que se han hecho anticuados. En todo caso, en Egipto están bien lejos de corromperse."
En el Libro VII de las Leyes encontramos también lo siguiente:
"Ateniense: ¿No deberíamos entonces, intentar por todos los medios posibles prevenir que nuestra juventud llegara incluso a desear nuevos modos de danza o canto?
Clinias: Ciertamente:
Ateniense: ¿Podemos imaginar una forma mejor de alcanzar este objetivo que la de los Egipcios?
Clinias: ¿Y cuál es su método?
Ateniense: Consagrar cada clase de danza o melodía. Primero deberemos ordenar los festivales calculando cuándo deben celebrarse durante el año, y en qué tiempo, y en honor de que dioses, hijos de dioses, y héroes. A continuación, qué himnos deben ser cantando según los varios tipos de sacrificios, y con qué danzas cada festival debe ser honrado de forma particular. Esto debe ser ordenado al comienzo por ciertas personas y, una vez hecho, el conjunto de la asamblea de ciudadanos deberán ofrecer sacrificios o libaciones a las Diosas del Destino y a todos los otros dioses, y consagrar varias odas a los dioses y a los héroes: y si alguien ofrece otro himno o danzas distintas a uno de los dioses, los sacerdotes y sacerdotisas, actuando de acuerdo con los guardianes de la ley, deberán con la sanción de la religión y la ley, excluirle, y aquel que sea excluido, si no se doblega, merecerá durante toda su vida que cualquiera que así lo desee podrá acusarle de impiedad ante los tribunales."
Tal como Plato señala, los cánones artísticos fueron fijados en las paredes de los templos, no sólo en las formas analizables visualmente, sino también en fórmulas insertas entre los jeroglíficos y en secuencias de imágenes determinadas. Así por ejemplo, podemos encontrar ciertos cánones en la producción de papiros y pinturas en las paredes de las tumbas elaborados por la cofradía de artesanos de Deir el Medineh.
Cualquiera que haya experimentado la entrada pausada en un templo o tumba del Egipto Antiguo, habrá podido observar las “repeticiones rítmicas” de ciertas imágenes y jeroglíficos, todo el edificio en su conjunto es como una alegoría musical, y aún más, es un auténtico instrumento musical. Un auténtico sistro de piedra.
Ahora bien esta aparente contradicción entre la necesaria rigidez de las reglas artísticas y la inevitable sujeción a cánones específicos y la falta de un sistema de notación musical, nos lleva a la conclusión que para los antiguos egipcios la música quizá fuese una de las tareas artísticas más sagradas, estrechamente enlazada con el oficio sacerdotal, y por ello sus claves se mantuvieron como muchas otras cosas, secretas, sólo en las manos de algunos maestros sacerdotes.
Por otro lado no hay que olvidar ciertas indicaciones en esta dirección:
a) El Libro de los Muertos posee ritmos muy claros, son especies de letanías rítmicas. Diversos textos sugieren la existencia de ciertos coros litúrgicos con grupos de sacerdotes cantores alternantes, algo que luego se conservará en la música copta, la llamada Antiphona, dos grupos alternantes, en los que uno dirige la oración y el otro responde.
b) Frecuentemente aparecen representaciones de músicos populares ciegos. Obviamente no podían aprovecharse de ningún sistema de notación escrita. Su entrenamiento era auditivo, y su elección como músicos tenia como objetivo que pudieran preservar con la máxima pureza los cantos.
c) Por otro lado están los sacerdotes y sacerdotisas, especialmente estas últimas, que no eran "ciegas", y que por lo tanto tenían acceso a algún tipo de entrenamiento musical especial, probablemente oral, aunque pudiera existir algún tipo de documentos secretos con notaciones especiales para los rituales sagrados, pero de ello no tenemos constancia.
Continuará