viernes, mayo 26

El Loto - II - El Loto Azul y el Loto Blanco

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EL LOTO - 2

EL LOTO AZUL Y EL BLANCO

“OM Mani Padme Hum”

El Loto es uno de los símbolos más universales que podemos encontrar ampliamente en todos los países orientales y también en el Antiguo Egipto.

La vieja tradición oriental reúne en las figuras de Chenrezig (tibetano), Avalokiteshvara (hindú) y Kwanyin (chino) los diversos nombres atribuidos al dios “Portador del Loto” o Padmapāṇi. Cada una de ellas posee una particularidad en relación a la nación en la que se elaboran sus mitos.

El término “Avalokiteshvara”, en sánscrito, nos da una clave sobre el significado del llamado “Portador del loto”. Su traducción inmediata es el “Señor que contempla hacia abajo desde arriba”, pero en un sentido más profundo es aquello que el espíritu humano puede llegar a percibir de la divinidad, su aspecto accesible, el Verbo, o el Logos, el 7º principio universal o Atman.

En palabras más sencillas, Parabrahman, aquello que está más allá, lo Incognoscible, Aquello que ninguna mente humana puede llegar a concebir y dotar de alguna cualidad, no puede ser percibido por el ser humano, debido a sus propias limitaciones. No obstante, en el seno del mismo Misterio yace la Raíz de la Manifestación, el Verbo que se manifiesta periódicamente en los mundos y del que todos los seres humanos participamos.

Nuestro largo camino de retorno al origen, aunque ya transformados, consiste precisamente en el viaje del “ser” hacia el “Ser”, de la gota de agua hacia el Océano.

Así como es arriba, es abajo

El viejo aforismo se refiere a la uniformidad de todo lo creado, la Unidad y Correspondencias entre todo lo existente, en lo superior y en lo inferior. Así el Loto, esa planta maravillosa que contiene en su semilla la forma prefigurada de la planta adulta, representa también la potencialidad de Aquello en su manifestación como Universo entero, el Dios posible, y de la Humanidad en ciernes esperada, del ser humano que florece en su camino.

Cuenta la leyenda que Padmapani, el portador del loto y quien está en el corazón del loto, hizo el voto de no cesar de trabajar por la humanidad hasta que hiciera sentir su presencia en cada uno, salvándola así de la miseria del renacimiento. Se comprometió a llevar a cabo tal proeza antes de que llegara el fin del Kalpa, o periodo de manifestación del universo, y que en caso de fracasar desearía que su cabeza se dividiera en innumerables fragmentos. El Kalpa llegó a su fin, pero la Humanidad no le sintió en su frío y malvado corazón. Entonces la cabeza de Padmapani se quebró y dividió en miles y miles de fragmentos.

“Om Mani Padme Hum”, habitualmente traducido por “¡Oh, la Joya en el loto!, es un mantra sagrado (manas-antara, o puente del pensamiento) extendido por todo el oriente de influencia budista. Encierra en sí mismo un saludo y una esperanza. Pues en realidad OM es la forma resumida de AUM, la sagrada trinidad hindú, el triple sonido de apertura, continuidad y cierre, el Logos que se manifiesta en el mundo y en el Espíritu de cada ser humano. Se trata de la auténtica esencia, el Ser en el ser, en cada uno de nosotros, y esa es la “Joya” (Mani) en el “Loto”, la esencia pura que habita en nosotros y que es la promesa y esperanza de nosotros mismos. Por eso mismo, algunas estatuas del Buda, en la frente o bien en el moño que la adorna, hay a veces inscrito un pequeño Buda, o sea la “Esencia del Buda” o “Buddha-dhatu”, la semilla del budado o del loto, que si no estuviese presente como promesa, nunca haría posible la existencia de los innumerables budas en que la humanidad se convertirá tras su largo peregrinaje.

EL LOTO EGIPCIO

Representado en todas las tumbas, en las manos o en el cabello de las divinidades y seres humanos, expresa la misma idea que el loto hindú y budista. A veces, como en la tumba de Tut-Anj-Amón, el mismo faraón, como dios revivido, es representado como una cabeza rejuvenecida que surge del loto.

Hay dioses como Nefertum, o sea la Belleza de Atum (el Dios Sol Oculto) que se manifiesta naciendo, como dios y universo recreado, como un pequeño niño descansando sobre las hojas de un loto. Símbolo pues del renacer humano y de la Vida Una.

Las tumbas están llenas de representaciones con los lotos, porque el difunto ya no es tal, sino un loto que nace gracias a las semillas plantadas durante la vida, en los Campos de Ialu, o campos elíseos egipcios del más allá.

Se trata pues del Loto Azul, o nymphea cerulea, que tiene como particularidad, que surge de la ciénaga, del barro, cruza el agua y abre sus pétalos cada día ante el Sol, que es la luz del espíritu que le llama, pues si no hubiese ese llamada los seres humanos no sólo no levantaríamos la cabeza, sino que nos hundiríamos en el barro, entretenidos en sus vericuetos. Y curiosamente, tras la partida del Sol, el loto azul hunde de nuevo su flor en el agua, hasta el siguiente día.

La enseñanza de este Loto Azul es clara, pues si bien todos poseemos la semilla de lo espiritual y nuestra esencia inmortal, el camino hasta hacerla realidad es arduo y lejano en el tiempo. Nos enseña por tanto que a cada día le sigue una noche, la noche del alma, la muerte también, la derrota a veces, el cansancio, la pérdida del propio sentido de la vida y de nuestro verdadero ser. Pero para mí, tal como yo lo entiendo, cuando miro la inmensidad del Universo, la infinitud del mismo, el tiempo inconmensurable, los ciclos repetidos, la evolución majestuosa de todo lo existente… cuando observo todo eso, y veo lo infinitamente pequeño que soy, me doy cuenta que la prueba más grande que tengo delante es aceptarme, encontrar el centro y la serenidad ante los avatares de la vida, y saber ciertamente que no nos perderemos en esta oscuridad de la vida, sino que Padmapani, que vive oculto en cada uno de nosotros, nos ayudará una y otra vez a seguir adelante, hacia el infinito.

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