Clave 7: Busca tu Lugar en el Tiempo
Cada día, cada minuto, nuestra conciencia avanza en el tiempo, y con él el lugar o los lugares a través de los cuales camina esa conciencia. Así las tres dimensiones del espacio y la cuarta dimensión del tiempo se constituyen en nuestra prisión personal de la que nunca podemos escapar. No importa cuan lejos viajemos, no importa que vayamos hasta el último confín del universo, siempre viajamos en el interior del túnel constituido por esas cuatro paredes-dimensiones.
Los egipcios sabían eso muy bien, y lo representaban en sus tumbas: así las tapas de los sarcófagos, cuajadas de estrellas, representaban el cielo, el suelo era representado por el símbolo de la tierra, y los cuatro hijos de Horus, o sea las cuatro dimensiones, representado rodeando y al mismo tiempo en el interior del sarcófago en el que vivimos. Porque vivimos en un sarcófago, enterrados en vida, en las cuatro dimensiones.
Una visión un tanto pesimista... pero...
...Pero también este es nuestro sarcófago de esperanza. Los antiguos egipcios le asignaban un nombre jeroglífico semejante al que utilizaban para describir un huevo, porque el sarcófago era el lugar donde las almas pájaro incubaban (curiosamente, in-cubar, es permanecer dentro del cubo).
Cierto maestro egipcio explicaba que en esta vida todos estamos embarazados, tenemos un pequeño niño pájaro en el interior, somos los progenitores de nosotros mismos, de ese nuevo ser que madura poco a poco, que comienza a agitar sus alas tentativamente. Somos pues responsables de la vida de este pequeño ser, pequeño todavía pero que extenderá sus alas para volar muy alto, fuera del sarcófago que somos nosotros mismos. Así siendo a la vez sarcófagos y pájaros, crecemos hasta abandonar el nido... pero...
...Pero para trascender tiempo y espacio, o sea resucitar desde el sarcófago, tenemos que dejar que el niño interior crezca, trabajando aquí y ahora, en el aquí y ahora de nuestro deber, de lo que nos toca, porque esa tarea es la que hará fuerte a nuestro niño pájaro, día a día trabajando sin cesar por todos los niños y niñas pájaros para que por cientos, miles, millones puedan salir de sus sarcófagos.
“he surgido de las aguas del río, y tras hacer una ofrenda de incienso, he seguido micamino por las acacias del Nilo para volverme un niño”
“¡Oh dulce señor de las dos tierras!, quien moras en abundancia entreel lapislázuli, guarda a los niños en sus nidos para que puedan llegar hasta vosotros”.
Buscar nuestro lugar en el tiempo, es acomodarnos al mismo, vivir alegres el presente que nos ha tocado con esperanza:
Celebra alegre el díaQue traigan dulces fragancias y esenciasRamos de lotos para tus miembrosY para el pecho de tu amadala que anida en tu corazón, sentada a tu ladoQue toquen para ti la músicaRegocíjate y deja detrás todo cuidadoHasta que llegue el día, cuando nos retiremosHacia la tierra que ama el silencio.
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