lunes, julio 18

Lo Que Hay Que Conservar - Los 7 Pasos de Osiris

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LO QUE HAY QUE CONSERVAR

En el anterior artículo, pregunté qué cosas fundamentales hay, qué cosas reales que deben protegernos, formando parte de la verdad de nuestro ser interior. Pedí escribir una pequeña lista de lo que merece la pena.

Muchos me habéis contestado privadamente, y otros en nuestra página. El siguiente texto abajo, es de una novela que escribí hace años, y que describe un grupo de personas, luchadores de la resistencia, en un Egipto imaginario del futuro, contra el poder de un tirano fundamentalista y que, reunidos en Abydos, conforman una hermandad, aunque desorientados y algo desanimados. Su líder, Abdelrahmán, en medio de la noche, alrededor del fuego, inspirado por las estrellas, se dirige a ellos, y les habla precisamente de lo que es importante, de lo que hay que guardar, de los valores que tienen que permanecer.

Los 7 Pasos de Osiris

─ Compañeros, amigos, ahora aquí en este momento, en medio de la oscuridad, sois testigos de las luminarias de la noche. Escuchadme bien, la inmortalidad es hija de la noche, porque solo aquello que pervive en la noche, solo lo que sobrevive a la muerte es lo inmortal, tiene que tener algún regusto de muerte en su boca el niño que renace. Los vivos vienen de los muertos. Renacer requiere morir, y la muerte que conduce al renacimiento es una muerte anunciada, casi se sabe el día y la hora, se prepara cuidadosamente, para así poder sobrevivir.

Hussein, quien había seguido atentamente sus palabras, le replicó burlón:

─ Abdelrahmán, pareces inspirado, pero las palabras de los poetas no ayudarán a nuestro pueblo a liberarse.

─ Te equivocas Hussein, no se trata de meras palabras. Esto es lo que os quería decir, esto es lo que encontré allá abajo, en la tumba de Osiris. Ahora más que nunca lo veo claro, ahora más que nunca se que no podemos esperar a nadie, que solo nosotros podemos cambiar nuestro propio destino.

─ ¿Cómo? ¿Acaso tenemos alguno? Somos unos cuantos desarraigados, sin casa ni futuro ─ dijo Amín.

Abdelrahmán entonces, tomándole del hombro le invitó a sentarse junto a él en medio del grupo, cerca del fuego al que miraba intensamente como si pudiera leer entre sus vetas anaranjadas.

─ Tenemos que aprender de Osiris, tenemos que aprender de nuestros ancestros, quienes en este mismo momento, miles de años después, en medio de estas ruinas, aún nos siguen hablando. ¡Qué fuerza no tendría para que su mensaje, incluso ahora, pueda seguir guiándonos!

─ Bellas palabras, pero insisto, eso no nos servirá ─ dijo Hussein dispuesto a marcharse

-¡Espera! -ordenó Abdelrahmán - tenéis que entenderme, no os estoy hablando de luchar con armas, eso sólo no valdría, os estoy hablando de algo más. Esto es lo que aprendí anoche, escuchadme al menos…

Osiris fue un símbolo durante milenios para nuestro pueblo, símbolo de la resurrección y de la regeneración. Por tanto, tenemos que hacer como nuestros padres, preparar nuestra muerte, preparar nuestra tumba, para poder resucitar… Para ello hay que rescatar lo mejor de nuestro pueblo, lo mejor del pasado, acumular todo lo bueno al tiempo que luchamos contra el tirano. Hay que recoger los textos sagrados, los elementos válidos del pasado. Hay que preparar en este lugar, ahora, una suerte de fortaleza, aislada de los embates del tiempo, en medio del desierto, donde todos los precursores han anunciado la llegada de un mundo nuevo.

Mientras tanto hay que continuar viviendo, agotando la vida que se tiene, alegres y confiados y al mismo tiempo sin dejar de preparar la muerte, aunque riamos bajo los rayos del sol. Tomemos su ejemplo, mientras trabajamos alegres, recojamos lo mejor, tomemos lo que quedó detrás de los siglos torturados que nos han precedido, hagamos un hueco en nuestra tumba-fortaleza para poner una estatua de Hathor la bella, también pongamos dentro los textos del sabio Ptahotep y todos los textos sagrados de la humanidad. Quizá también deberíamos adornar los corredores con frescos como los que pintaron sobre las paredes nuestros ancestros, sin olvidar en las partes más recónditas algunos textos de Plotino, el sabio de Assiut, guardemos las leyendas de las Mil y Una Noches y las historia del gran caballero Salah El Din. Recordemos a Ramsés y a Imhotep el médico sagrado, y preservemos en el interior quien sabe si una copia de los Vedas, o una pequeña reproducción de la Biblioteca de Alejandría, depositemos también en un arca dorada el Corán generoso, la Biblia, el Libro de la Salida del Alma a la Luz del Día… todo depende de seleccionar lo esencial, aunque no siempre coincidiremos. ¡Ojo, no hay sitio para todo!, lo que escojamos tiene que haber probado que sabe perdurar. Hay que llevar también presentes a los dioses, tendremos que echarnos a los bolsillos algo de mística, algún elemento moral que puedan llevarse a la boca los Señores del Destino. Y claro, hay tantos dioses como seres humanos, no todos van a querer lo mismo, así que tendremos que llevar cosas como Maat, la Justicia y la Verdad, cosas simples, rectas y honestas, un poco de generosidad y unas cuantas perlas de decencia, pero cultivadas en el respeto y la honradez y no en los genitales.

Hussein, quien al comienzo delataba en su cara y sus gestos la impaciencia, se había calmado, y ahora escuchaba atentamente.

─ Mirad, como en la antigüedad tendremos que embalsamar nuestro cuerpo: nosotros mismos, este pequeño grupo. Solo habrá que dejar en su interior el corazón, el cerebro no sirve, de hecho se tira. Porque lo que vale son las cosas esenciales: las manos para trabajar, los pies para caminar, la parte de en medio para conectar los miembros y de paso sostener lo fundamental: pulmones para respirar cada día el viento nuevo, estómago para aguantar y para saber asimilar, los intestinos para seleccionar y tirar por donde se debe lo que no hace falta y sobra. Hígado porque hay que tener agallas y sobre todo corazón, hecho de piedra verde, rodeado de oro, conciencia viva hecha verbo, como el escarabajo que renace y que empuja al sol que llevamos dentro, porque si el corazón no empuja al sol, no sirve tampoco. Luego habrá que empaquetarlo todo muy bien, con vendas de pureza, bien limpias y cosidas, sin resquicio, y entre ellas flores y amuletos de protección, de magia viva.

Excitado Abdelrahmán se acercó hasta el joven Mena, tomándole entre los hombros siguió hablando al resto:

─ Ved aquí, los jóvenes nos esperan, y detrás de él muchos miles más, no podemos darle simplemente explosivos y pistolas, si mueren tienen que saber que no mueren por causa de un tirano, sino que mueren por causa de un Ideal. Démosle la oportunidad de pelear soñando.

─ Entonces… -dijo Amín - brindemos por los sueños, construyamos en este lugar nuestra tumba y fortaleza, como en los viejos tiempos, traigamos aquí lo mejor que tengamos, hagamos de la Justicia, la Belleza, la Verdad y el Bien nuestra bandera.

Todos se levantaron, llevados por el entusiasmo, cantando como en los viejos tiempos, bailando las danzas ancestrales, gritando los gritos de guerra y victoria… en el Corazón de Abydos, en la tierra sagrada de Osiris.

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