viernes, junio 26

La Falacia de Freud y Marx

LA FALACIA DE FREUD Y MARX


Nadie puede ignorar el impacto de las ideas de Freud durante el siglo pasado. Pero cabe preguntarnos ¿es realmente debido a su eficacia y a una correcta descripción científica de la realidad de la psicología humana, o se debe más bien a otros factores extracientíficos?

El escolasticismo de la Edad Media impuso un sistema de pensamiento alejado de la realidad, embarazado por la carga religiosa y partiendo de ciertos apriorismos. El advenimiento de la revolución del Renacimiento supuso una vuelta a la naturaleza. La observación, la verificación de los datos contrastados con los suministrados por la naturaleza, las exploraciones, la geografía, la astronomía y la descripción de un mundo cada vez mas amplio y lleno de posibilidades fue la característica principal de este periodo. Pero como toda luz lleva acompañada una sombra, también en esta época radica el comienzo de una ciencia que, al rebelarse contra la tutela religiosa, llegó poco a poco a negar también todo lo que no fuese palpable, mensurable y visible, entregándose finalmente en brazos del materialismo.

Como consecuencia la Psicología, que hasta entonces había formado parte de la enseñanza filosófica y humanista en general, pasó a ser una parte integral de la fisiología, pues según el materialismo reinante el cerebro seria el único asiento de la mente y de todas las actividades que los antiguos habían atribuido erróneamente al espíritu o alma. Así el aspecto espiritual no tendría una existencia independiente y real sino que sólo sería el resultado de la actividad del sistema nervioso. Para la psiquiatría materialista soviética de Paulov y la escuela conductista americana el pensamiento no sería más que un un jugo o extracto, como el que exprime naranjas, de la actividad cerebral.


Y es precisamente en este punto donde radica el mérito de Freud y su escuela: rescatar de las manos de la fisiología la actividad psicológica, otorgándole un dinamismo propio, una existencia independiente de la anatomía y los mecanismos fisiológicos.

No obstante de este avance en la interpretación de la psicología humana, ésta no llegó a desprenderse de las concepciones materialistas, sino que, muy al contrario, el nuevo agente encontrado, el "inconsciente", pasaría a ser la perfecta explicación y raíz de los fenómenos psicológicos observados. Este inconsciente acabó por convertirse en rector y acumulador de todas las experiencias, incluso las heredadas genéticamente, que por sí solas se bastarían para explicar el alma y cualquier actividad intelectual y emocional.
 
A lo largo del siglo XX las ideas introducidas por el psicoanálisis ganaron muchos adeptos, no solo entre los médicos y científicos, sino sobre todo en el terreno de los intelectuales, del mundo del arte, de la pintura y el cine, etc. Incluso en ciertos países, como es el caso en USA, tener un "psicoanalista" se convirtió en algunos momentos en una especie de distinción social. La mayor concentración de psicoanalistas por habitante se dio precisamente en Manhattan, Nueva York. Sin embargo, con el transcurrir del siglo XX muchas de sus interpretaciones se demostraron erróneas, y sobre todo su nula eficacia curativa hizo que progresivamente fuese abandonada como práctica médica regular. 

En estudios médicos realizados se demostró que el porcentaje de curaciones era mínimo, y que el ocasional resultado positivo de su aplicación se debía más bien a la personalidad del terapeuta más que al modelo o técnica aplicada. ¿Cómo entonces podemos explicar su influencia y su supervivencia con distintos nombres y transformaciones en nuestros días? ¿Qué factores hicieron que tuviese tal prestigio cultural?

Aunque muy simplificado, el modelo personal que proponía Freud puede esquematizarse como todo el mundo sabe en tres niveles o factores de la siguiente manera: El Super Yo, El Ego y El Ello o Inconsciente.



La mayor importancia se le concede al Inconsciente o Ello al que Freud consideraba como "el núcleo de nuestro ser", en el se centralizan toda una serie de eventos psicológicos almacenados del pasados, y para algunos psicoanalistas también incluiría elementos del pasado de la propia humanidad, traumas, etc. La principal fuerza generada desde el inconsciente es la llamada “libido”, que fundamentalmente es la "fuerza del deseo". Ahora bien, este deseo, para Freud, no haría mas que enmascarar un deseo sexual más o menos refinado. La fuerza y los condicionantes de la existencia radicarían pues aquí. Se expresaría por medio de símbolos, el simbolismo sería su lenguaje natural, pero un simbolismo carente de aspectos metafísicos, poéticos, intuitivos, sino que más bien escondería detrás significados groseros, burdos y primarios, de contenido sexual fundamentalmente.

El “Súper Yo” por su parte estaría conformado por el conjunto de reglas morales aprendidas, por elementos culturales y religiosos impuestos desde el exterior. Seria una especie de súper-policía introducido en nuestra mente, y que limitaría los impulsos del inconsciente en busca del placer (la represión). Frecuentemente este Súper Yo se asocia al a la figura paternal, que se consideraba como represora de los instintos primarios.

Finalmente el “Ego”, sería la parte mas reducida y débil, condenado a ser aplastado entre los dos impulsos dominantes del Súper Yo y del Inconsciente, su actividad seria pues casi mecánica y sus posibilidades de independencia casi nulas. El Ego se convierte así en una especie de muñeco sufriente y enano ante las pulsiones de los dos gigantes, el deseo sexual y el miedo al castigo o represión del Súper Yo.

¿Estaba totalmente equivocado Freud? No podemos negar que, especialmente en sujetos enfermos, este análisis puede corresponder a una cierta realidad psicológica, pero algo bien distinto sucede en el caso del hombre sano, y también en el caso de otras culturas, donde el simbolismo atribuido al inconsciente no es el mismo, ni donde el componente sexual del deseo es tan marcado. Ahora bien, este esquema ternario nos recuerda a otro bien conocido de origen platónico:



¿Donde radica pues la diferencia? Freud reflejó parte de este esquema, pero de forma deformada y limitada. Efectivamente, en un ser sano el Yo Espiritual corresponde al Ser Individual, es el elemento rector y fundamental de la vida psicológica, sus impulsos guían al ser humano hacia la superación de las barreras personales y a elevar su conciencia. El contenido de este Yo Superior o Espiritual sería un contenido fundamentalmente Ético y Moral, es el resultado de un proceso de auto-descubrimiento y nunca siendo el resultado de una imposición externa, religiosa o cultural, porque es fruto de la madurez y no del miedo. 

Por otro lado, el Yo Animal es la fuente del “tanha”, del deseo de vida y separatividad, que es lo que realmente está en el origen de todos los otros deseos incluido el sexual. Su fuerza intenta teñir con su color al Yo Humano. En un ser humano saludable, este Yo Animal es supervisado, educado, corregido y adiestrado para servir a los fines trascendentales de la existencia, y ello bajo la iluminación Ética y Moral del Yo Espiritual y la inteligencia del Yo Humano maduro.

En cuanto al Yo Humano, es la parte que recibe influencia de las otras dos, pero también es la llave para solucionar el problema, es el Rebis y el Electrum de los Alquimistas, es el Arjuna de la épica oriental que acepta la batalla, sabiéndose aliado y parte del Yo Superior. 

Por tanto lo que Freud describe en su esquema es solo un ser humano enfermo, disminuido en sus posibilidades, atrapado en su falta de madurez. En el ser enfermo todo lo anteriormente dicho se vuelve diferente: el Yo Animal, o los deseos inconscientes, toman el mando, ya que no son restringidos de forma inteligente y acaban por gobernar la mayoría de los impulsos y acciones de la personalidad. 

En cuanto al Super Yo freudiano, dado que no ha nacido de una autentica individuación y de una conquista madura, se convierte en una especie de almacén de reglas sociales, culturales, de comandos represores de los deseos del inconsciente. No hay moralidad ni principios en ello, sino solo el de la supervivencia y el miedo al castigo. En medio el Yo Humano, que para Freud es el Ego, es aprisionado entre los requerimientos de los otros dos componentes, sin capacidad para construirse a si mismo, sin posibilidad de volver a controlar la situación. 

Freud por tanto describe un ser todavía no nacido a la individualidad, dormido. Las ultimas derivaciones del psicoanálisis, sus aplicaciones en programación neurolinguistica, y en otras tendencias culturales, han llevado a la conclusión errónea de que hay que despreciar la “hipocresía del Súper Yo”, y liberar así las represiones y energías contenidas en el Inconsciente. Ciertas corrientes tántricas siguen ese mismo método, centrando sus prácticas en la liberación de este inconsciente a través de practicas sexuales, otras veces a través del uso de drogas.

Pero a pesar de esta parcialidad de la teoría de Freud, hay otro elemento que le dio impulso e hizo que se expandiese su doctrina. Por la misma época, de forma paralela se desarrollaron las ideas marxistas. El materialismo histórico que Karl Marx propugna se basa otra vez en un modelo que capta aspectos parciales de la realidad:


Este modelo refleja de alguna forma el esquema anterior de Freud. Así, lo realmente importante en una sociedad es la "Infraestructura", son las relaciones económicas y de producción, la propiedad de los bienes de producción, esto describiría el trasfondo real de las relaciones entre los seres humanos en una época y sociedad determinada. 

La “Superestructura Ideológica” se encargaría de perpetuar el modo de producción, las creencias sociales, tabúes y la ideología político-religiosa, que estarían conformadas de tal manera que permitieran a la clase dominante seguir ejerciendo su poder. Aquí es donde se enmarca la famosa frase de que "la religión es el opio del pueblo". 

“La Sociedad” sería el resultado de estas fuerzas interactivas a las que se somete, por un lado la Superestructura ideológica” o sea la ideología de los poderosos, que son al mismo tiempo los poseedores de los medios de producción o Infraestructura productiva. Las creencias, normas y valores sociales serían entonces la tapadera hipócrita que oculta los otros dos factores reales.

¿Estaba totalmente equivocado Karl Marx? ¿No describe acaso ciertos aspectos parciales de la realidad? Evidentemente, el marxismo describe un tipo de sociedad enferma. No se puede negar que en ciertos momentos y periodos históricos, incluso actuales, éste ha sido el mecanismo real que gobierna las sociedades. Es la imagen inversa del Estado Platónico, la pirámide invertida. 

Como en el caso de Freud, la solución propuesta para remediar esta sociedad enferma consiste en demoler la Súper Estructura (Super Yo) de la sociedad, considerada como conjunto de reglas falsas morales, religiosas, etc., y liberar las fuerzas productivas contenidas en la Infraestructura, en los medios de producción que estando en manos de unos pocos pasaría a las manos de la clase trabajadora. Incluso el lenguaje que se utiliza es parecido, así se habla por ejemplo de "fuerzas represoras", de "liberación", de "sublimación de las fuerzas sociales", etc.

A lo largo del siglo XX, gradualmente estos dos sistemas, profundamente cínicos, ganaron adeptos entre la intelectualidad, especialmente entre la llamada "gauche divine". Un intelectual "serio" del siglos XX no podía dejar de ignorar estos dos componentes en cualquiera de sus trabajos: artísticos (Dalí, Picasso, cubismo, dadaismo, etc.) filosóficos (Erich Fromm, Marcuse, Jean Paul Sartre, existencialismo) cinema (Hitchcock, Woody Allen, Pasolini, etc.) historia (escuelas de pensamiento histórico materialista, aún predominante entre la mayoría de los autores de historia recientes) Así se habla en sesudos libros del "capitalismo" en tiempos de los faraones, o de la homosexualidad oculta de Leonardo o Platón, o del papel revolucionario del Cristo "a la Che Guevara". La llamada escuela marxista de Frankfurt se encargó precisamente de introducir y aliarse con las doctrinas de Freud como una manera de socavar culturalmente la sociedad occidental. Juntos de la mano, ambos sistemas han preconizado un modelo cultural, social e intelectual que contempla con desconfianza profunda al ser humano y la sociedad en la que vive. 

Ante la enfermedad social y humana, desde luego no podemos reaccionar con la hipocresía que ha caracterizado a nuestras sociedad, frente a la cual las ideas freudianas y marxistas fueron una especie de contra reacción. Nuestra actitud debe ser la de sincero reconocimientos de las debilidades, sin cinismo, para desde ahí partir para construir nuestras fortalezas. Sin embargo, desafortunadamente, el ambiente que reina en nuestro tiempo pudiera ser descrito como "reconoce la escoria que somos y en la que vivimos, y trata de sacar el mejor partido posible de ello". Las nuevas facetas de esa actitud empiezan a manifestarse como lógica consecuencia: en lo social es el nihilismo, la destrucción de todo sistema a toda costa, la anarquía como valor supremo, y en lo personal la liberación de todas las fuerzas "reprimidas" en busca del placer, el hedonismo disfrazado de ansias de libertad y el consumismo.

En lo que toca a la medicina, evidentemente desde un punto de vista científico y de la práctica médica, el psicoanálisis no puede sostenerse. De hecho sólo se estudia como parte de la historia de la psicología, no teniendo validez en nuestro sistema sanitario. Sin embargo, como derivados de esas prácticas asistimos hoy en día a ramas colaterales relacionadas. Así las llamadas técnicas de programación neurolingüística, el uso de la hipnosis, y la llamada regresión hipnótica. El supuesto en el que esta se basa (la liberación del recuerdo inconsciente reprimido originado en traumas anteriores y que serian las causas de enfermedades actuales, y la posterior curación al traer al consciente dichos recuerdos) no posee fundamento alguno, sería una especie de psicoanálisis reencarnacionista.

Esta es una psicología de "basureros", especializada en rebuscar entre los restos y detritos de nuestros residuos psicológicos. No existe ni un solo caso conocido, a pesar de la repetición insistente en los argumentos de las películas (el aspecto "cultural" del psicoanálisis) en que sea posible la curación mediante el recuerdo y la "liberación" de un trauma reprimido en el inconsciente. Si algo se convirtió en recuerdo reprimido o bloqueado (en la mayoría de los casos no es así, sino que solamente se trata de residuos en la memoria) es porque nuestro consciente no pudo asimilarlo y traerlo al consciente, un consciente que no está preparado de forma natural para "recordarlo", al hablar sobre ello insistentemente y hacerlo el centro de nuestra atención es revivir el trauma una y otra vez, es agravar el problema.

En psicología infantil es bien sabido que muchas veces el niño almacena recuerdos de escenas oníricas producidas durante el sueño, o sea escenas de cosas que nunca ocurrieron en la realidad, pero que sin embargo pueden ser recordadas como habiendo ocurrido realmente. Liberar estos recuerdos, supone introducir un factor en la vida de una persona que no tenía existencia real.

Una nueva modalidad corresponde a las llamadas "constelaciones familiares", y a la investigación de supuestos "traumas en vidas pasadas"*, pero en todo caso la idea gira alrededor de la búsqueda del inconsciente  y la confrontación con el mismo al traerlo a la conciencia, idea muy cinematográfica pero sin realidad alguna.

Freud y Marx tenían razón en una cosa: describieron a un ser humano y a una sociedad en descomposición, enferma e injusta, pero eso no significa que esa sea la única realidad, ni que ahí estén los fundamentos para una acción que cambie al mundo y al hombre, de tal manera que le lleve por medio del idealismo a un mundo nuevo y mejor. 


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