miércoles, abril 1

Los Gemelos, el Mito del Doble Universal I : "Yo Superior y Yo Inferior"


LOS GEMELOS, EL MITO DOBLE UNIVERSAL
El Yo superior y el Yo inferior


En el anterior artículo subrayamos la necesidad de reconocer nuestro auténtico yo, nuestro yo atemporal del yo circunstancial o temporal, y para ello lo ejemplificamos usando la imagen del “Hombre de Vitruvio” de Leonardo da Vinci. Habitualmente se suele decir que representa las proporciones armónicas siguiendo al famoso Vitruvio, arquitecto e ingeniero romano, que en su obra recoge elementos constructivos iniciáticos. Reciente investigaciones muestran incluso que existe un cierto canon secreto transmitido a través de estos parámetros recogidos en el famoso dibujo de Leonardo, y que muestran además que efectivamente, sobreimpresos, no sólo existen dos posiciones en el dibujo sino también dos hombres, uno joven y otro viejo o sabio. Para aquellos interesados remito al siguiente artículo publicado recientemente en ABC y titulado “¿Esconde un algoritmo secreto el «Hombre de Vitruvio» de Leonardo da Vinci?"

Todo ello nos indica la existencia de una larga tradición simbólica y esotérica sobre el “doble ser” humano, que enlaza además con otras referencias tradicionales ligadas a este concepto: las leyendas, mitos y tradiciones de casi todos los pueblos contienen algún apartado dedicado al tema de los nacimientos dobles. 

Generalmente estos mitos se califican como meras supersticiones, o como muestra de la ignorancia e imaginación del hombre en la antigüedad ante un fenómeno para el cual no poseía explicación. Sin embargo, incluso hoy en día, en nuestra era de la información y de la tecnología, los nacimientos de hermanos gemelos todavía se rodea de ciertas connotaciones especiales. ¿Quién no se ha sentido atraído ante la semejanza extraordinaria de dos seres humanos? ¿Quién no se ha sentido tentado a preguntar si sienten algo extraño? La atracción por el fenómeno no está meramente relacionada con el parecido físico, sino también con las implicaciones psicológicas que ello tiene.

Nuestra confrontación con el fenómeno nos lleva a preguntarnos ineludiblemente acerca de la Identidad humana. Nuestra diferenciación personal de los demás es algo natural e inconscientemente asumido. Desde los primeros años de vida, el proceso de captación y conocimiento del mundo alrededor se relaciona directamente con la adquisición de un yo distintivo, que abarca diversas etapas. Al comienzo, en los primeros meses, el niño no distingue entre el mundo que le rodea y él mismo, luego aparece claramente definida la figura de la madre, y gradualmente el padre y el resto del mundo, llevando de manera lenta pero inexorable al descubrimiento del propio yo e incluso a la exacerbación de ese sentimiento en la pubertad.

El “otro”, por distinto o semejante que pudiera ser, no nos causa inquietud, las fronteras están bien definidas, e incluso en el caso en que el parecido físico con alguien sea muy marcado, las diferencias de familia, lenguaje a veces y otras que de alguna manera "protegen" nuestra identidad.


Sólo hay un tipo de "gemelo" cotidiano que nos inquieta: nuestra propio imagen ante el espejo, ¿Qué se esconde detrás? ¿Cuál es la razón de ello? Muchas son las leyendas y supersticiones relacionadas con la imagen especular, sobre las que no es necesario insistir, no obstante, éste es un fenómeno que también ha sido objeto de atención en la literatura, el cine, la novela, etc. 

El doble del espejo, el doble que espera al otro lado, el doble que sospechamos, pero que sólo vislumbramos en un breve fogonazo intuitivo, nos inquieta, nos revela un mundo paralelo del que no tenemos conciencia clara, y del que tememos que pueda absorbernos. Así, el gemelo especular, posee nuestra alma, sabe de nuestros secretos, amenaza con poseer nuestra conciencia, nos hechiza, es capaz de asomarse al otro espejo de nuestros ojos, para desde allí hablarnos de un mundo desconocido que nos abisma en sus misterios: los misterios de la identidad humana.


El mito de Narciso, la del alma abstraída en su propia contemplación en el reflejo del agua, que representa al mundo que lo atrae inexorablemente hasta hacerle caer, nos habla de una identidad superior absorbida en su propia imagen. Quizá la imagen especular reclama nuestro auténtico ser para devolverlo a su identidad primera, pero eso exigiría que nuestra identidad actual desaparezca, y ésta reacciona entonces con sorpresa y a veces miedo.

Los hermanos gemelos, ponen de manera inconsciente ante nuestros ojos la escenificación del problema de la identidad humana. Para la ciencia el hombre no es más que un conjunto de genes más o menos programados, a los que se añade una serie de experiencias que moldean su expresión. Sin embargo esta definición científica, no refrena nuestras preguntas: ¿Piensan y sienten lo mismo? ¿Qué caracteres personales comparten los gemelos? y sobre todo, ¿es cierto, que presiente el uno al otro, que comparten sentimientos y experiencias fuertes a pesar de la distancia?

Esta asociación extraña, esta comunidad de sentimientos que se le atribuye, esa percepción de dos seres unidos en uno, aún más poderosos, enlaza a los gemelos con las tradiciones mágicas y los mitos de los orígenes del ser humano.

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