SALUD MENTAL
La Salud Mental, no se refiere a un aumento de nuestras capacidades mentales, memoria, cálculo, lenguaje, etc. Se refiere en realidad a un Equilibrio, un estado de quietud que nos permita ver tras el velo cambiante del agitado mundo alrededor y de nuestros propios pensamientos.
Este necesario equilibrio está basado en la moderación, y sobre todo en la SERENIDAD, la capacidad de “frenar” nuestra angustioso frenesí mental, de prestar auténtica atención a lo que realmente importa.
Nuestra mente se mueve entre el Rechazo y el Deseo, y todo ello en un ambiente de Ofuscación mental. Si al rechazo y el deseo, que son la misma cosa manifiesta en direcciones inversas, le oponemos un dique de contención, éste se llamará SERENIDAD, esa preciosa virtud que hace ver las cosas desde una distancia impersonal, en paz y sin ansiedad.
Si a nuestra ofuscación mental le intentamos oponer un valor contrario, sólo encontraremos como término válido la SABIDURÍA, que es capaz de ver más allá del velo que cubre la realidad del mundo y de nosotros mismos. Esta ofuscación mental tiene una doble vertiente, ofuscación con respecto a nosotros mismos y con respecto al mundo:
La visión equivocada y confusa de nosotros mismos, la ofuscación propia, que tiene una sola cura: “Conócete a Ti Mismo”, en la que la filosofía viene en nuestra ayuda, porque ese conocerse no es una operación intelectual, sino vivencial y operativa, llena de sabiduría vital.
Mientras que la ofuscación con respecto al mundo exterior es lo que los antiguos llamaban “Maya”, o sea la ilusión a la que el mundo evanescente y transitorio nos somete, haciéndonos ver cosas que no existen o que son falsas. Buscar el significado real del mundo en que vivimos, y nuestro lugar y papel en el mismo, es el comienzo de la cura, y eso sólo puede alcanzarse dando un giro hacia el interior.
Tendremos que volver y escuchar esas palabras que, dichas hace cientos de años, incluso milenios, pueden seguir siendo útiles, incluso ahora mismo. A pesar del tiempo, las palabras de sabiduría todavía resuenan con fuerza en el corazón de aquellos que se acercan humildemente a escuchar a aquellos hombres. ¡Qué gran suerte tenemos hoy!, poder tener entre nuestras manos, ante nuestros ojos, a Platón, a Marco Aurelio, a Séneca, a Ptahotep, a Confucio, a Shankaracharya ,etc. Están ahí, y para ponerlos en funcionamiento, para que nadie diga que son inútiles cosas sin vida, basta con leer sus consejos con humildad, con atención, escuchando desde el corazón. Entonces, esas palabras resonarán vivas en tu interior, y te harán sentir que no estás sólo, que caminas acompañado por los Grandes.
Compáralas ahora con las palabras diarias que nos golpean: nos invaden y persiguen desde las noticias, desde la propaganda, desde las conversaciones indiferentes en el trabajo, en la escuela, o en el hogar, en la prensa o en la radio. Mientras que, por el contrario, aquella otra experiencia única, te llevará al corazón de ti mismo, a aquello que algunos llamaron la Voz del Silencio, indiferente al parloteo continuo de la mente alocada.
Una falsa opinión, una idea errada, penetra en tu interior, por negligente, por atolondrado, por falta de atención. Una vez dentro te destroza, día a día, inadvertidamente, y antes que reacciones, llevado por esa misma idea, buscarás otra parecida, una compañera asesina de la anterior. Ahora estas dos juntas, si tu no reaccionas, procrearán muchas otras ideas, se multiplicarán infinitamente, harán que tu mente gire y gire sin descanso, y te arrastrarán hasta el fondo.
La insatisfacción, el deseo contrariado, llevará a herir tu yo sensible, sentirás dolor, y con el dolor sentirás todos los sentimientos negativos, que acabarán por hacerte sentir triste, en el mejor de los casos, o loco en el peor.
Tus energías se resentirán, se gastarán inútilmente en esa lucha mental y emocional, se consumirán al trabajar por cosas que no merecen la pena, o simplemente encontrarás las manos vacías después de tanta lucha y dolor.
Tus sistemas fisiológicos empezarán a notar el desgaste, comenzarás a andar despacio como si llevarás una carga muy pesada, o quizás al contrario lleno de ansiedad correrás de una lado a otro sin saber como calmar la sed que te consume.
Luego algunas partes de tu cuerpo empezarán a funcionar mal, hasta que aparece su consecuencia, la enfermedad física.
Pero peor que la enfermedad física, que a veces depende de accidentes, es la enfermedad mental, porque al fin y al cabo el ser humano es un ser mental, y si eso se corrompe y se destruye, qué queda entonces que merezca la pena, ¿salvar el cuerpo?
La Buena Salud, comienza y termina, en la Salud Mental, y ésta sólo tiene una medicina, el Espíritu que vigila y te acompaña y al que sólo hay que escuchar un poco, no es nadie ajeno a ti, ni un gran sabio gurú ante el que hay que postrarse, sino Tú Mismo en la dimensión sin tiempo, donde permaneces Despierto.
Acabas de presenciar el descenso desde lo mental a lo físico. Ahora se trata de emprender el camino contrario, trabajar la salud desde lo físico pero desde una dirección espiritual y mental diferente, curando hacia arriba, cuerpo, vitalidad, sentimientos, mente y el puente que da acceso a lo espiritual…
En cierta ocasión le preguntaron a H. P. Blavatsky cómo se podía “despertar” o activar el “chakra superior” o coronal, llamado el de los Mil Pétalos, o sea los centros energéticos superiores en relación indirecta con lo espiritual. Ella contestó que para activar este chakra, primero había que activar el más inferior, llamado Muladhara, y luego en línea ascendente el segundo, y el tercero, etc., hasta activar el superior.
Entonces de nuevo preguntaron sobre cómo había que activar el inferior para así empezar a ascender hasta el superior. Y Blavatsky contestó que el inferior comienza su activación gracias a la acción del superior (¡?). Quedaron perplejos con la contestación.
Ciertamente, para llegar al pico de la montaña, hay que escalar desde abajo, pero la voz que te llama para ascender es la de la Cumbre de la Montaña, la que está más allá de las nubes.
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