LOS REYES SOLARES III
A veces, cuando no se puede tener lo mejor, se elige un mal menor. El sue帽o universal de toda la humanidad ha sido ser gobernado por reyes sabios. Es la base de las leyendas del Rey del Mundo. Nuestro mundo de tela y cart贸n transcurre ahora por los siglos de la desconfianza. Tras la experiencia de largas 茅pocas aciagas, despu茅s que los los falsos reyes y los falsos se帽ores de la guerra arrastrasen a los hombres a innumerables guerras y viles servidumbres, se levant贸 la esperanza de un mal menor, de la liberaci贸n por medio de la opini贸n de la mayor铆a.
¡Viva la democracia! ¡Bienvenido el gobierno de los hombres libres!... Mas ¿d贸nde est谩n los hombres libres? He aqu铆 el tal贸n de Aquiles: que los hombres son esclavos. Esclavos de s铆 mismos, de sus pasiones, de su ignorancia, de sus ambiciones, sedientos de poder, siempre insatisfechos. Y las sombras oscuras que se ocultan en la cueva todopoderosa lo saben, y proyectan deseos, desatan instintos, lanzan palabras embaucadoras que hipnotizan y arrastran a las masas a su propia perdici贸n.
Entonces, como las leyendas dicen que ocurri贸 en la vieja Atl谩ntida, los seres humanos cansados, con las almas sangrando de tanto dolor y miseria, elevaron sus voces al cielo gritando para que volviese 脡l al mundo, el Rey de Reyes.
"¡El rey y la tierra son uno!" gritaba el rey Arturo cabalgando sobre su caballo blanco vestido de brillante armadura. Y a su paso, la tierra triste y encenagada, los campos gris谩ceos y marchitos, los 谩rboles torcidos y sin hojas, se cubrieron entonces de verde brillante, las plantas mostraron sus m煤ltiples colores mientras que los 谩rboles cargados de frutos se inclinaron ante el paso del rey.
Probablemente, todo esto no sea m谩s que un cuento, uno muy viejo, tanto que uno no consigue arrancarlo de la memoria del coraz贸n, un sue帽o, s贸lo un sue帽o, pero el m谩s limpio de los sue帽os. ¿Qu茅 ser humano bien nacido no lo ha so帽ado alguna vez? Si un d铆a el Sembrador de Sue帽os se olvidase de plantar sus semillas en este triste mundo, las hordas de la noche acabar谩n arrojando el manto negro de sus sombras hasta asfixiar la vida.
Ese sue帽o, sus reflejos m谩s o menos distorsionados, existieron alguna vez. El Egipto de la V dinast铆a, el Egipto de los Reyes Solares, fue un intento de entronizar las viejas tradiciones ligadas a Ra, el dios sol. Nunca alcanz贸 de nuevo Egipto la grandeza del Imperio Antiguo. Una y otra vez, los faraones que se sucedieron hasta los 煤ltimos ptolomeos, trataron de restituir las viejas f贸rmulas, usaron los mismos escritos antiguos, que ya nadie comprend铆a, para grabar las placas fundacionales de los nuevos templos. Por eso, aunque al ojo experto los estilos funerarios, costumbres, templos, etc., evolucionaron a trav茅s del tiempo, sin embargo para los ojos que contemplan sin tanta erudici贸n hay un nexo com煤n, un hilo que recorre la historia durante miles de a帽os, sabemos que siempre es Egipto, sabemos que estamos enfrente de la vieja Kem, revivida una y otra vez.
Lista de Abydos de los Reyes de la Quinta Dinast铆a |
Pero no era un mundo perfecto, los reyes de la V dinast铆a eran grandes, pero no perfectos y poco a poco dejaron de ser Reyes Universales y Reyes Sacerdotes, dejaron de ser el nexo entre el Cielo, el Nilo Celeste, y la Tierra. Poco a poco delegaron sus funciones de intercesores a los sacerdotes de Heli贸polis, hombres sabios sin duda, pero que no eran reyes divinos.
Los regalos se convirtieron en tierras, ganados, siervos, transferidos a los templos y que poco a poco constituyeron una casta sacerdotal poderosa, una vez m谩s, como siempre ocurre. Poco a poco la sabidur铆a se alej贸 de ellos al tiempo que abandonaba a los reyes. La nobleza se hizo hereditaria, y los nobles provinciales impusieron su poder hasta al propio fara贸n. Esta situaci贸n fue progresivamente debilitando a los faraones, hasta el punto que Teti, sucesor de Unas, 煤ltimo fara贸n de la quinta dinast铆a, fue asesinado por la guardia real. La siguiente dinast铆a, la VI, con el fara贸n Pepi II, gobernando desde su ni帽ez durante 90 a帽os, continu贸 dejando el poder en manos de los ambiciosos nobles y nomarcas de las provincias que pr谩cticamente eran ya independientes y que ya s贸lo eran vasallos nominalmente del fara贸n.
Este es un proceso universal, tanto en los grupos humanos como en los gobiernos del mundo. En nombre de la paz, en nombre de supuestas libertades, o para complacer ambiciones, ceden una y otra vez el poder, porque de hecho los l铆deres ya no son capaces o son ileg铆timos. La corrupci贸n no s贸lo est谩 entonces en los que gobiernan, sino que penetra tambi茅n hasta lo m谩s 铆ntimo de cada ciudadano y cada instituci贸n.
Cuando los ojos miran aquello que se corrompe, s贸lo ven divisi贸n, lucha, da帽o. Sin embargo para que algo nuevo nazca tiene que caer la vieja casa agrietada. Para ello hay que dirigir los ojos hacia el Ideal, y al mismo tiempo dar una sonora patada para que acabe de caer esa vieja casa. No perdamos el tiempo con los que est谩n vendiendo tu patria, con los asaltantes de caminos y de almas, con los lobos que predican paz a las ovejas, deja que el Sembrador de Sue帽os llene tu alma, deja que all铆 arraiguen y no permitas que los constructores de la mentira te arrastren m谩s all谩 de tus convicciones. Ver谩s que as铆 poco a poco, cuando muchos seres humanos brillen en la noche, el Sembrador de Sue帽os le dir谩 al Rey del Mundo que el tiempo de la cosecha ha llegado.