domingo, diciembre 12

Los Reyes Solares II

 LOS REYES SOLARES II


Cuenta la leyenda, recogida en los textos del papiro Westcar, que Ra, el dios sol, engendró en una sacerdotisa llamada Reddjedet tres hijos que serían los herederos del trono.

Cuando se habla de otros pueblos y civilizaciones, este tipo de historias se consideran sólo leyendas o cuentos, aunque las pruebas y testigos tienen el mismo grado de veracidad que las del nacimiento de Jesús o del Buda. Que Ra fuera el causante del nacimiento de estos niños puede interpretarse como una fuerte fe y creencia de sus padres, que eran sacerdotes del dios, y que interpretaron el embarazo y nacimiento de los tres niños como portadores de una semilla que anunciaba una nueva era solar. Y así fue, pues durante todo el desarrollo de esa dinastía, desde 2500 a.E.C. hasta el 2350 a. E.C., el culto solar de Ra fue tan importante como para que todos sus reyes llevasen su nombre y para que se crearan varios templos solares, de los que sólo nos queda un testimonio y algunas ruinas más. La historia que nos ha llegado, aunque mutilada y difícil de leer reza más o menos así:

Un día Reddjedet comenzó a tener dolor y dificultad en el trabajo de parto. Ra, su majestad,  Señor de Sakhbu, le dijo a Isis, Nepthys, Meskhenet, Hequet y Khnum: "¿Podrías ir y ayudar a Reddjedet a dar a luz a los tres hijos que lleva en su vientre y que asumirán el cargo más excelente de toda la tierra? porque ellos edificarán vuestros templos, proveerán vuestros altares, harán florecer vuestras mesas de ofrendas y aumentarán las ofrendas”.


“Entonces estos dioses partieron e hicieron su aparición como músicos, en tanto que Khnum iba con ellos como alfarero. Cuando llegaron a la casa de User-Ra, lo encontraron de pie, con el faldellín al revés. Le presentaron sus menats y sistros y él les dijo: “Contemplad, he aquí a mi esposa sufriendo dolores de parto”...

Estos personajes acompañantes del parto son fundamentales. Son los músicos mitológicos que aparecen ligados al nacimiento de los hijos, se acompañan de los símbolos e instrumentos protectores, tales como el “menat”, el collar mágico y de poder de la diosa Hathor, y el sistro, símbolo de la fertilidad y al mismo tiempo instrumento para espantar con su sonido los malos espíritus. 

Sacerdotisa portando el Menat en la mano

Con respecto a los dioses acompañantes, Meskhenet es la diosa por excelencia de los nacimientos, y a veces es representada ella misma como la piedra o ladrillo sobre el que se apoyaba la parturienta durante el parto.


Meskhenet
Es la misma diosa que aparece en la famosa escena del Juicio o Hipostasis del Corazón, porque allí se está dando nacimiento a un nuevo ser justificado, a un nuevo Osiris.

Y Hequet es la diosa que protege también los nacimientos, porque como diosa “rana” se asociaba a la idea de que los renacuajos nacen del barro como por arte de magia después de las lluvias, siendo por tanto diosa de los nacimientos múltiples:


Hequet
Por su parte, Khnum es el dios alfarero, o sea el equivalente egipcio a Jehová, el que da forma a los cuerpos de barro, crea las estructuras físicas que acogen al recién nacido. En la leyenda completa se puede leer cómo los niños nacen, y después el alfarero crea el cuerpo. O sea nace primero la entidad astral o el ka, y después vemos aparecer el cuerpo. Por esa misma razón se representa a Khnum con la rueda del alfarero en la que aparecen duplicado el recién nacido, su forma corporal y la entidad que subyace en el nacimiento.

Khnum dando forma a la entidad doble

Con los mejores auspicios surge pues esta dinastía V, continuadora de la IV casi sin transición, pero ¿qué ocurre después? ¿qué grietas aparecen a lo largo de su desarrollo que culminará en el desastre de la VI dinastía y el hundimiento del Imperio Antiguo? ¿En qué se equivocaron? Será interesante analizarlo en otro artículo, porque quizás podamos extraer algunas enseñanzas de por qué caen los imperios. Pero sigamos adelante y veamos las principales características de los templos solares que construyeron.

Abu Ghurab, el Templo solar



Construido por el rey Nyuserrá Ini, 6º rey de la dinastía V, es prácticamente el único ejemplo de templo solar que nos ha quedado. Algunos egiptólogos interpretan el templo como un lugar de sacrificio animal, e incluso los grandes recipientes que allí se encuentran son descritos como los lugares donde se recogía la sangre de las víctimas. Sin embargo es creciente y ya mayoría el número de estudiosos que consideran que no existen huellas de tales sacrificios, y que ni siquiera las grandes pilas poseen restos de sangre, que por su estructura no serían las más adecuadas para tal propósito, ni tampoco se ha recogido ningún instrumento sacrificial en la zona. 

Por el contrario, claramente, tanto el obelisco, símbolo desde los tiempos más antiguos del propio sol (la piedra beben), y el altar construido en alabastro (alba-aster, el astro de la mañana, Venus anunciando el Sol) y con medidas áuricas, nos hablan de un proceso bien diferente: todo este conjunto dispuesto en alineación con la puerta principal, permitía acoger durante el equinoccio de primavera los primeros rayos solares. Cualquiera que haga una visita al lugar durante la primavera,  podrá observar el nacimiento del sol ascendiendo entre los dos pilares laterales que conforman la entrada al templo, siendo pues el obelisco su propio reflejo, mientras que el altar mágico es el lugar donde los rayos solares se concentran.


Este altar estaba constituido por un círculo representando al sol, desde donde volcaba su energía hacia las 4 direcciones del espacio, a través de los 4 símbolos “hetep”, o sea paz, bien, creación y regeneración, restitución. 


Todos los altares, incluso los pequeños altares que utilizaban los sacerdotes en las ofrendas a los difuntos, eran altares “hetep” o "hotep"; dicho símbolo aparecía en la parte anterior del altar opuesto al ofrendante.


Altar de ofrendas al difunto

Las palabras vertidas sobre el altar fructificaban y se recreaban en el plano astral o plano del Ka. El símbolo para esas palabras era medwu neter o sea sea la palabra de los dioses que nace con poder capaz de crear, y el símbolo de la magia era el representado por el dios He-Ka, o sea la fuerza del Ka.


HeKa, la Fuerza (entrelazado) del Ka (brazo doble)

Sobre el mismo altar aparecían grabados jeroglíficos representando jarras de cerveza, patos, bueyes, panecillos. El sacerdote leía las palabras inscritas sobre los lados del pequeño altar, las palabras de poder, "le ha sido otorgado por (Anubis, Osiris, el Rey, etc.) que le sean ofrendadas al Osiris N (el fallecido)  1000 jarras de cerveza, 10000 panes, etc..." Creían en el poder creador de la palabra, la creación astral de las mismas al pronunciarlas ceremonialmente.


Incluso en algunas tumbas se encuentran escritos que dicen "Oh tú caminante, pronuncia mi nombre, para que mi Ka se alimente". La pronunciación de algo creaba la fuerza viva del mismo. Algún resto de ese concepto ha quedado hoy en día en la creencia popular, de ahí el consejo de no pronunciar en voz alta los malos augurios o en general las cosas nefastas, pues pudieran ser invocadas y hacerse reales. 


El templo solar participa también de los mismos conceptos generales que hemos visto en los altares ceremoniales. La luz solar se derramaba tanto sobre el obelisco como sobre el altar, y al igual que ocurre en los altares pequeños de ofrenda, que sólo poseen un símbolo hetep, éste altar del templo solar de Abu Ghurab, hecho de alabastro, posee 4 heteps, o sea que derrama su fuerza sobre las 4 direcciones del espacio. ¿Y quién es el sacerdote oficiante? La luz solar, la que se recoge en el obelisco y se proyecta sobre el altar, expandiendo así su virtud. 


Pilas lustrales

Los grandes recipientes, situados a los costados, evidentemente por su forma contenían líquido, era el agua lustral, pero no son el resultado de sacrificios sangrientos, sino de las aguas bendecidas por el sol, y que sin duda se utilizaban ritualmente. En tiempos posteriores, con el establecimiento de grandes templos complejos, como el de Karnak, se construyeron lagos sagrados al lado de los mismos, donde los sacerdotes se bañaban como purificación previa antes de entrar al servicio del templo. De hecho el grado inicial o básico entre los sacerdotes egipcios era el de sacerdote “wab”, o sea sacerdote de la purificación por agua lustral.


Sacerdote Wab, frente a la difunta, vertiendo el agua lustral sobre las ofrendas

Son las aguas que purifican y que "bautizan" del antiguo Egipto las que derivan con el mismo sentido en las pilas bautismales del cristianismo, presentes en el templo cristiano no para poner un nombre ni hacer cristiano a un niño, sino para "limpiar" el pecado original del recién nacido. También en los templos cristianos hay un sagrario con un Sol radiante grabado en la parte superior, e incluso la misma hostia consagrada, la cual se eleva con ambas manos del sacerdote, representa el ascenso del Sol, así como el día dedicado en la iglesia cristiana es el Domingo, o sea el día del Dominus Solis, o día del Señor Sol.


En definitiva, no hay nada nuevo bajo el sol de Ra.


Continuará