viernes, octubre 30

El Liderazgo Neanderthal

El Liderazgo Neanderthal


"Es invierno, fuera de la cueva todo está cubierto por nieve, los pequeños están refugiados junto a su madre bajo mantas de pieles en lo más profundo de la cueva. Después de cubrirte bien con gruesas vestimentas, tomas el hacha y la lanza y sin apenas mirar hacia atrás sales a enfrentarte con toda la naturaleza. Despejas el rostro del cabello desordenado que cae sobre tu frente y avizoras hasta donde puedes el horizonte hostil. Ahí está la comida, ahí está la posibilidad de sobrevivir un día más, quizás unas lunas más. Pero también están los lobos, tan hambrientos como tu mismo, y los osos pardos fuertes y peligrosos, y los precipicios sin fondo al lado de los cuales tendrás que caminar sin resbalar y caer en la sima profunda. El viento que sopla furioso puede dejarte helado en cuanto te detengas. Tu presa, esos enormes mammouths, a pesar de su tamaño se mueven ligeros, son listos y muy peligrosos. La última vez cuatro de los que formaban la partida fueron heridos, tres murieron entre grandes dolores y congelados. Tú pudiste sobrevivir, pero te cuesta mover tus piernas, y la herida persistente en el brazo casi te impide levantar el hacha, pero hay que sobrevivir a toda costa. Una última mirada  triste hacia la cueva desde la distancia, porque presientes que no volverás".

Dejemos por el momento a nuestro hombre primitivo en su lucha diaria. La pregunta es cómo pudimos sobrevivir, cómo llegamos hasta aquí, hasta el lugar preferente que ocupamos los seres humanos frente al resto de la naturaleza. La respuesta es que todo el potencial de nuestra mente se dirigió y se especializó en prever el peligro, en adelantarse a las dificultades, evitándolas o superándolas, o inventando cosas que nos ayudasen a vencer en la batalla diaria. En esa guerra interminable de la subsistencia, desarrollamos un instinto "negativo", una inmensa capacidad para prever el desastre, para ver los peligros, las amenazas, en definitiva para analizar todas los elementos en contra de antemano.

Hasta aquí hemos llegado, y hemos arrastrado con nosotros una mente miedosa, agresiva y pesimista, con un tremendo miedo al fracaso y una enorme falta de confianza.

Esa mente nos fue muy útil, pero ahora se convirtió en una carga pesada: somos el más avanzado y completo de los seres vivos en este planeta y al mismo tiempo nuestro gran problema es que somos incapaces de estar satisfechos, incapaces de ser felices, de confiar y ver el lado positivo de las cosas.

Nunca se vendieron tantos libros de autoayuda, que supuestamente nos harán más "positivos", libros de autoafirmación personal, de autoconfianza, de asertividad personal, en definitiva de superación de esa sensación incómoda que siempre nos acompaña diciéndonos que no estamos a la altura, que no somos lo suficiente inteligentes, que fracasaremos, que no estamos preparados, y que de todos modos aunque nos esforcemos las cosas no mejorarán.


Es importante darse cuenta de esta trampa colocada en nuestro interior. Es una falta del "diseño", o bien un diseño obsoleto que ya no responde a nuestras necesidades. Para un señor peludo y primitivo eso de ser positivos y confiados, vivir la vida plenamente, compartir y amarnos unos a otros, hubiera significado su destrucción inmediata. El problema es que hoy que nos podemos permitir esas cosas, el "peludito" sigue existiendo en nuestro interior y bien vivo. Aceptemos pues esta realidad.

Por eso en los grupos humanos que se conforman para una tarea, una empresa o un grupo cualquiera, se encuentran frente al dilema de hacer caso al "peludín" o al "hippy amoroso". ¿Qué liderazgo necesitamos?

El liderazgo "hippy amoroso y libertario" propone una especie de haz lo que quieras, se creativo, deja volar tu imaginación (sobre todo si la acompañas con algún porro) Este tipo de liderazgo nos llevará a constituir un bonito y anárquico campamento hippy, que funcionará mientras que las mariposas vuelen, el cannabis sobre y el resto de la sociedad les siga proveyendo de lo que ellos no producen. En definitiva, este tipo de liderazgo ignora la realidad del salvaje tirano que llevamos dentro.


En el polo opuesto está el Liderazgo Neanderthal. La tremenda inseguridad, ignorancia y desconfianza del "peludo interior", hace que nos comportemos como neandertales. No se admiten réplicas, no se admiten aportaciones, las órdenes se cumplen a rajatabla, y cualquier sugestión o propuesta de cambio se interpreta como ataque personal y falta de respeto. Se funciona por el "yo mando y obedece".

Pero entre estos dos extremos cabe un liderazgo más natural, porque es el liderazgo basado en la propia confianza, en haber superado los miedos e inseguridad del mono peludo y la alegría y cinismo del hippy, que también es “mono” y peludo.

Necesitamos un liderazgo realmente humano y participativo. Humano porque no es animal y porque el líder se entiende a sí mismo, y por eso también entiende a los demás, y participativo no porque sea "democrático", porque lo que llaman un liderazgo democrático suele ser más bien un gallinero agresivo. Un liderazgo participativo significa que se respeta a todos los seres humanos, a TODOS, incluso el más ignorante y nuevo en un grupo, y ese respeto se muestra escuchando y tomando nota de lo que pueda ser útil. Decía el sabio egipcio Ptahotep:  

No te vanaglories de tu conocimiento,

ni te enorgullezcas porque eres un sabio.

Toma consejo tanto del ignorante

del mismo modo que del sabio,

pues no se han alcanzado los límites del arte,

ni existe un artesano que haya adquirido su perfección.

Y después de haber escuchado con respeto y sin sentirse ofendido porque otros opinen diferente, entonces, como eres el líder, se hará lo que finalmente decidas, pero todos se habrán sentido partícipes, especialmente si has tenido la delicadeza y gentileza de explicar para qué y por qué se van a hacer las cosas. En el momento oportuno, pero necesariamente hay que hacer partícipes a los demás del plan general, de la ilusión por construir algo juntos. Y entonces todos se sentirán parte del proyecto, unos barrerán las escaleras, otro atenderá el teléfono, otro trabajará en la oficina mapeando el proyecto, otro entrenará a los demás, pero TODOS desde el último al primero se sentirán parte de ese mismo proyecto, y tendrán la alegría de verse todos los días de saber que TRABAJAMOS JUNTOS y quizás no solo habrá empleados y directivos, consejeros y jefecitos, sino también y sobre todo amor y armonía entre todos.




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