sábado, mayo 21

El Trabajo de los Idealistas y el Efecto Mariposa

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El Trabajo de los Idealistas y el Efecto Mariposa

En estos tiempos turbulentos, muchos idealistas en el mundo se preguntan si su esfuerzo merece la pena. En medio del tumulto, del trágico ruido de la humanidad en conflicto, la pequeña voz de esos pocos idealistas apenas alcanza a ser oída por ellos mismos.

Y aunque los tiempos son diferentes, hay un algo eterno, un hilo dorado que cruza todas las épocas, y que de manera mágica une a cada una de esas almas solitarias que claman en el desierto, de tal manera que siempre la esperanza brilla a pesar de la oscuridad reinante.

En esos pensamientos andaba yo abstraído, cuando “casualmente” vino a mis manos este pequeño texto que escribió un Gran Idealista, desconocido por muchos de los lectores de habla hispana, me refiero a William Quan Judge, valiente y devoto amigo de H. P. Blavatsky. Aunque el texto, y la inquietud del señor Judge se relacionan con la sociedad teosófica en el siglo XIX, no obstante su pregunta recibió por parte de H. P. Blavatsky, una respuesta que es válida para todos los que luchan en este momento en sus vidas por crear un mundo mejor, más justo y más bueno:

“Cierta vez, en Londres, le pregunté cuál era la posibilidad de atraer a la gente a la Sociedad en vista de la enorme desproporción entre el número de miembros y los millones de personas en Europa y en América que ni la conocían ni les importaba. Recostándose en su silla, en la que estaba sentada frente a su escritorio, dijo:

“Cuando consideras y recuerdas esos días en 1875 (fundación de la Sociedad Teosófica] y aún después, en los que no podías encontrar a nadie interesado en tus pensamientos, y ahora miras la amplia influencia de las ideas teosóficas, o como quiera que éstas sean llamadas, no está tan mal. No estamos trabajando sólo para que la gente se llame a sí misma teósofa, sino para que las doctrinas que apreciamos puedan afectar y fermentar todas la mentes de este siglo. Eso sólo puede ser llevado a cabo por un pequeño grupo de trabajadores serios, que trabajan sin recompensa humana, sin reconocimiento terrenal, pero que, apoyados y sostenidos por la creencia en esa Fraternidad Universal de la que forman parte nuestros Maestros, trabajan de manera constante y fiel, en su comprensión y puesta en práctica, y sometiéndolas a consideración las doctrinas de vida y el deber que nos han llegado desde tiempos inmemoriales. No hay que vacilar mientras unos pocos devotos sigan trabajando para mantener el núcleo existente. No se les ordenó fundar y realizar una Fraternidad Universal, sino formar su núcleo; porque sólo cuando se crea el núcleo pueden comenzar a formarse acúmulos cada vez mayores que terminarán en los años futuros, por distantes que estos sean, en la construcción de ese organismo o conjunto que tenemos a la vista”

“HPB tenía un corazón de león, y en el trabajo que le había sido asignado tenía las garras del león; mantengámonos nosotros, sus amigos, compañeros y discípulos, en la realización de los designios trazados en el caballete, por el recuerdo de su devoción y la conciencia de que detrás de su tarea había, y todavía quedan, aquellos Hermanos Mayores que, por encima del estruendo de nuestra batalla, siempre ven el final y dirigen las fuerzas alineadas en formación para la salvación de «esa gran huérfana - La Humanidad».”

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