viernes, mayo 6

Jesuitas y Jesuitismo


Larga es la historia de los dimes y diretes de la Compañía de Jesús y sus intrincadas maniobras para controlar o acercarse al poder, tanto dentro de la Iglesia como de los gobiernos.


El término "jesuitismo" aparece como equivalente en algunos diccionarios a astucia, engaño, prácticas engañosas para lograr un propósito, argumentos sutiles, uso oprobioso de la palabra, etc.


Expulsados de Portugal, 1758, Francia 1763, junto a la acusación de malversación de fondos, de España en 1767, del Reino de Nápoles en 1767, del Ducado de Parma en 1768, hasta que finalmente el papa Clemente XIV suprime la orden en 1773. Se vuelve a restaurar en 1814 como contramedida contra los masones y los liberales. 


Durante el siglo XIX, es expulsada de nuevo de Portugal, Italia, Francia, España, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc.


Según Napoleón, en sus memorias, los describe de la siguiente manera


"Los jesuitas son una organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio, Poder absoluto, universal, Poder para controlar al mundo bajo la voluntad de un solo hombre [El Superior General de los Jesuitas]. El Jesuitismo es el más absoluto de los despotismos y, a la vez, es el más grandioso y enorme de los abusos."


John Adams, segundo presidente de los EE. UU., diría más tarde:


"No me agrada la reaparición de los jesuitas. Si ha habido una corporación humana que merezca la condenación en la tierra y en el infierno es esta sociedad de Loyola. Sin embargo, nuestro sistema de tolerancia religiosa nos obliga a ofrecerles asilo."


Todas estas críticas se sustentan en un hecho fundamental: la Compañía se organiza como orden militar, como tal la obediencia y el silencio son fundamentales, no se cuestionan las cosas, porque todo se hace al servicio de Dios y del Papa, su representante en la tierra. Este fundamento es el de todos los grupos monolíticos.


El jesuitismo, se sustenta en el análisis "caso por caso" (casuística), de las decisiones morales personales, donde evidentemente las inclinaciones personales, las excusas y exculpaciones son más importantes que la misma ley. De esta forma, todo puede acabar por justificarse, incluso en algunos tratados jesuitas se llegó a justificar el magnicidio.


H. P. Blavatsky advirtió que:


“Nunca ha habido una Sociedad Oculta, por más abierta y sincera que sea, que no haya sentido la mano del jesuita tratando de derribarla por todos los medios secretos”.


El jesuitismo, como concepto ha sido olvidado, pero sus actores siguen ahí tan activos como siempre. No se trata de religión, que nadie se sienta ofendido, sino de grupos humanos de presión, de élites que según su parecer saben mejor que nadie lo que nos conviene a todos. Ahora no lo hacen en nombre de Dios, sino en nombre del Cambio Climático, o del Consumo Responsable, de los Ecosistemas, o simplemente lo que dice Joe Biden, Bill Gates o Klaus Schwab, desde el Foro de Davos, o Vladimir Putin, uno de sus mejores discípulos. Todo esto se nos escapa de las manos y del control de los seres humanos individuales. No obstante, convendría también recordar ciertas advertencias de H.P. Blavatsky: 


“Los teósofos... (sustitúyase aquí el nombre por el de otros grupos humanos solidarios y al servicio de la humanidad) son advertidos constantemente por los prudentes y pusilánimes, de que se cuiden mucho de ofender a las ‘autoridades’, ya sean científicas o sociales. La opinión pública, continúan diciendo, es el más peligroso de todos los enemigos. La crítica por tanto es fatal, se nos dice. La crítica difícilmente podrá conseguir que la persona o el tema discutido se enmiende por sí solo o sea rectificado. Además, ofende a muchos y hace que los teósofos lleguen a ser considerados como odiosos. “No juzgues, y así no serás juzgado”, es la advertencia habitual. Pero justamente porque los teósofos sí que quieren ser juzgados y recibir críticas imparciales, es por lo que quieren prestar ese servicio a sus semejantes. La crítica mutua es una política muy saludable y ayuda a establecer reglas finales y definitivas en la vida, prácticas, y no meramente teóricas”.

 

Y añade unas líneas después:

 

“La crítica es la única salvación para el estancamiento intelectual. Es el acicate benéfico que estimula a la vida y a la acción, y por tanto a los cambios saludables, a los pesados ​​rumiantes llamados Rutina y Prejuicio, tanto en la vida privada como en la social”.


Ahora cuando el mundo se debate ante el peligro de una guerra mundial, y la mayor parte de la población humana sufre las consecuencias de las decisiones de las "Élites", que como en la época del absolutismo, siguen mandando igual, aunque bajo diferentes disfraces, ahora justamente es cuando tratan de imponer las normas de lo que se debe decir y lo que no se debe mencionar, de lo correcto y lo incorrecto, imponiendo el miedo a la libertad de expresión que tanto trabajo costó conquistar. Ahora en nombre de la corrección nos impiden decir las cosas tal como las sentimos y vemos. 


En mi vida he sido muchas cosas, pero lo que nunca he sido es jesuita, porque conmigo no valen las hipocresías, ni los ocultamientos, ni la ambición por ocupar puestos en cualquier escalafón al precio que sea. Digo lo que pienso, pero intento no ofender y callo muchas veces, y seguramente me equivoco muchas más, pero nunca como jesuita.


Cuidado que el mal acecha, y como un ladrón entra de noche, sin que te des cuenta...Y a veces, el protagonismo exagerado, el sentirse "canal" por donde circula la verdad y la autoridad es el más peligroso de los jesuitismos. Éste no es un pecado "católico", sino universal.


Cual león rugiente y oso agresivo es el gobernante perverso sobre el pueblo pobre. 

Proverbios 28:15