viernes, diciembre 3

Abusir y Abu Ghurab: Los Reyes de la Dinastía Solar - I

 Abusir y Abu Ghurab: Los Reyes de la Dinastía Solar - I

Abusir, al fondo las pirámides de Giza

Unos 15 km al sur de El Cairo están situados, próximos el uno al otro, dos lugares arqueológicos desconocidos por la mayoría, pero que para mí tienen un significado especial. Conocí el lugar gracias a unos muy queridos amigos, Clara  y Mohammed, extraordinarias personas llenas de amabilidad y cortesía, y que poseían un pequeño terreno justo al lado de las pirámides de Abusir. Pasamos en el lugar momentos inolvidables, e incluso en una ocasión nos citamos allí un amplio grupo para contemplar las estrellas, y algún que otro amanecer para contemplar la salida del sol. Los sentimientos que aquellas ruinas desoladas me produjeron hicieron incorporar los mismos en una de mis novelas, de la cual extraigo el siguiente texto como primera entrega de esta serie dedicada a este mágico y especial lugar. En el mismo hay dos personajes, uno de ellos un gnomo llamado Zander, y el otro un médico llamado Ask, que intercambian sus puntos de vista acerca del pasado.


"Una terrible inquietud le había despertado, asfixiado, guiado por un fuerte presentimiento, Ask abandonó la cama. Necesitaba aire fresco, decidió bajar a la calle y tomar el coche, al principio sin rumbo, hasta que en su mente, insistentemente, la imagen de un lugar se hizo clara: Abusir.

Situado entre Giza y Sakkara, Abusir era uno de sus lugares preferidos, había en él algo misterioso que siempre le atraía. Sakkara era el lugar tradicional, en cuanto a Giza era un enigma de otra época.



Las pirámides y tumbas existentes en Abusir pertenecieron a la V dinastía, reyes seguidores de Ra. Aquella época representó el comienzo del final del Imperio Antiguo, la siguiente dinastía, la VI, abrió el paso a una de las más terribles épocas de la historia egipcia. No obstante, Ask estaba convencido de que las semillas del fracaso estuvieron aquí, en los reyes de Abusir. ¿En qué se equivocaron, cuál fue el error que cortó la cadena de transmisión iniciática?, quizá gente indigna ocupó el trono o quizá no hubo quien tuviese la altura suficiente para recibir el tesoro de la tradición.

Había pocos lugares en Egipto como éste para Ask. No lejos quedaban las ruinas de dos templos solares, los únicos que subsistían. Uno de ellos apenas era un pequeño montículo de piedras, el otro Abu Ghurab, un extraño monumento: un cuadrado abierto por una entrada al frente, como una terraza al Valle del Nilo, desde donde se divisaba El Cairo. Allí había un magnífico altar de alabastro con medidas áuricas en el centro y detrás del mismo un tronco de pirámide que en tiempos sostuvo un obelisco.



Había visitado el lugar varias veces, antes del amanecer, subía entonces hasta lo alto y allí en la penumbra esperaba acechando los primeros rayos de luz del equinoccio de primavera: radiante, majestuoso, el Sol aparecía en el mismo centro de la puerta de entrada. En verdad nunca pudo imaginarse un mejor escenario para un Templo Solar.


Mas allá entre las ruinas de Abusir, en sus solitarios paseos por el lugar, Ask había encontrado lugares especiales. Uno de ellos era el que él llamaba el Punto de la Muerte. Antiguas catedrales góticas, algunas stupas budistas y en general lugares relacionados con las ceremonias de iniciación poseían, justo antes del lugar culminante, uno de esos centros telúricos, donde las energías descendían hasta el mínimo nivel, anunciado la muerte iniciática.


Lo descubrió un día por casualidad cuando se dirigía a la entrada de una de las pirámides. A unos cuantos metros del lugar, súbitamente, todas las fuerzas le abandonaron, sintió como si una piedra hubiese caído sobre él aplastándole, entonces, atraído por los graznidos, miró hacia arriba, y vio una cuarentena de cuervos negros volando en círculos por encima de su cabeza.


Esta noche se había dirigido hasta el mismo lugar, impulsado por un extraño presentimiento. Otra vez la sensación de muerte se había apoderado de él hasta hacerse insoportable, pero no llegó la liberación, faltaba el Iniciador.


Exhausto, se sentó a esperar. Tras unos minutos, o al menos eso le pareció, un pequeño ruido enfrente de él le devolvió un cierto sentido de alerta. Prestó más atención hasta que al poco tiempo pudo divisar un bulto pequeño en la oscuridad, unos segundos más y Zander apareció claramente ante su vista.

—¿Ask?

—Sí, aquí estoy.

Entre las sombras había aparecido la figura del gnomo, siempre era su nariz lo primero que se distinguía.

—Hoy me has hecho andar, ya soy viejo y mis habilidades ya no son las de antes. Permite que descanse unos segundos - se sentó enfrente de él, mientras suspiraba.

—Acomódate, no tengo prisa, he estado meditando sobre la Señora del Rayo Verde, Sekhmet la diosa leona. Precisamente aquí había una capilla dedicada a ella y no lejos unos baños dentro del templo para curar a los enfermos.

—¿Y..?

—Nada definitivo. Ideas que van y vienen. Necesitaba venir hasta aquí, donde se respira el aroma de la sabiduría y la gloria del pasado. Quizá porque eso alivia la carga del presente...

—Hay un extraño afán de los seres humanos por la gloria, la sabiduría y otras grandes palabras, que nosotros, los no humanos, no entendemos bien. Nuestros templos, si así podemos llamarlos, son los templos de la naturaleza. Árboles, ríos, rocas inmensas son nuestros altares, no conocemos otra bóveda que la celeste. Nuestro conocimiento de lo fundamental es casi innato. Pero vosotros necesitáis conquistar lo que siempre tuvisteis.

—Quizá tengas razón, Zander. Pero es a través del conocimiento como construimos nuestra civilización y alcanzamos la inmortalidad, aunque solo sea en la memoria de otros hombres.

—¡Que gracia tiene la inmensa aspiración del hombre por la Inmortalidad¡ ¡Que palabra tan grande! ¿y para qué os sirve?. O se es inmortal o no se es. Si se es a qué preocuparse, y si no se es, qué más da. Amigo Ask, vive el tiempo que te toque vivir, no arruines lo que te pertenece. Ahora apunta escritorcito, te recitaré unos versos que alguien sensato escribió:


``Los dioses de antes que yacían en sus pirámides, los nobles glorificados también enterrados en sus pirámides y los que construyeron sus templos no existen ya ¿qué ha sido de ellos?


He oído las palabras de Imhotep y Hordjedef, consejos sabios siempre repetidos ¿qué ha sido de los lugares donde reposaban? Sus muros se han arruinado, sus sitios ya no están, como si nunca hubieran existido.


Nadie ha vuelto desde el otro lado para contarnos cómo es, para contarnos lo que han encontrado, para que nuestros corazones tengan así consuelo hasta el día que vayamos al lugar donde ellos fueron. Así que alégrate, pues un corazón que olvida te hace sentir jubiloso, síguelo mientras vivas.


Ponte mirra en la cabeza y vístete con el mejor lino, úngete con óleos divinos y sé feliz. Que nunca languidezca tu corazón, síguelo y busca el placer. Dedícate a tus cosas aquí en la tierra y no perturbes tu mente, pues cuando el día llegue al débil de corazón no se le escucharán sus lamentaciones ni le salvarán sus quejas desde la tumba.


Así pues sé feliz en este día, no languidezcas ahora. Mira que nadie puede llevar sus cosas consigo, ni nadie que haya partido ha vuelto’’


Ask permaneció pensativo durante unos instantes, luego sacudió la cabeza desprendiéndose de los pensamientos que le acosaban. Zander buscó sus ojos interrogantes.

—¿Ask, has aprendido algo?

—Alguna verdad hay en ello, pero pienso que en el fondo es una actitud hedonista.

—¡Qué rayos, hedonista!, es la pura verdad, aunque te cueste aceptarlo.

—Eso va en contra de mis principios.

—¿Pero es que vosotros tenéis principios? ¡Qué clase de principios!, habéis transformado vuestro egoísmo de siempre por el super egoísmo de la Inmortalidad: quieres ser tú y tú, a costa de lo que sea. Estáis equivocados, mientras más seas, menos existes. Es por eso que a mi no me queda mucho de vida, ya ves, soy demasiado ``yo’’..

—No sabía... Perdona.

—¿Perdona? ¿por qué?, ojalá muera pronto, más feliz era en el estado de inconsciencia, cuando yo no era yo, sino una parte de mi tribu de gnomos. Al menos no sufría, ahora mi risa se ha vuelto sarcástica...

—Eso ya lo sé, tengo que soportarlo muchas veces. De todas formas Zander, creo que eres un pesimista.

—No, al contrario, si todo va bien, pronto dejaré de ser. Solo espero tener tiempo suficiente para hablar con el escriba Ani otra vez, pronto volverá.

—Lo que no entiendo claramente es ¿cómo escribir este libro va a ayudar a que lo encuentres?..

—Déjalo de mi cuenta, ya te dije que tengo mi plan, ya lo entenderás.

Por ahora sigue escribiendo.

—Dime, Zander ¿Por qué siento melancolía? ¿Lo sabes tú? Siempre me acompañó toda la vida, y ahora cuando oigo estas historias vuelve ese sentimiento a mí.

—Ese es un secreto que tendrás que descubrir por ti mismo, no te dejes hundir, sigue adelante, te prometo que valdrá la pena...


Continuará