Pesimista u Optimista
Voltaire versus Leibniz
Pesimismo y optimismo, son dos actitudes humanas comunes y alternas. Aquello del vaso medio vac铆o o medio lleno, implica que s贸lo se ve un lado del vaso. Y al igual que para caminar hacen falta dos piernas, optimismo y pesimismo son necesarios, pero en una combinaci贸n adecuada que llamaremos Visi贸n Cabal.
Dec铆an los chinos que primero hay que analizar las cosas a vista de p谩jaro y luego de cerca como una tortuga. Seguramente en la lejan铆a las cosas no se ven tan mal, pero cuando nos acercamos hasta los m谩s m铆nimos defectos se hacen aparentes.
Ambas posiciones fueron representadas por dos personajes hist贸ricos, dos fil贸sofos de car谩cter y estilo de vida muy diferentes. Y es que cada uno cuenta sobre la feria seg煤n le va el negocio.
Voltaire, burgu茅s de clase media, quien desde el comienzo comenz贸 a despuntar como escritor, se top贸 en su juventud con el noble caballero de Rohan, seg煤n parece por alguna disputa sobre una cita literaria, aunque m谩s bien se trataba de una discusi贸n cuyo fondo era obtener el favor de cierta dama. Voltaire recibi贸 una paliza gestionada por los lacayos del caballero, quien consideraba un menoscabo enfrentarse personalmente a un plebeyo. Aunque Voltaire intent贸 varias veces desafiar a un duelo al caballero, 茅ste no se lo permiti贸 por las mismas razones.
Quiz谩s en esas lides y otras m谩s, la huidiza figura de Voltaire aguz贸 su otra espada, la cr铆tica, la fina iron铆a en el manejo de la misma y la burla. Se convirti贸 en la pesadilla de los clericales y en el intolerante enemigo de la intolerancia.
En definitiva, Voltaire era pesimista en tanto en cuanto su agudo instinto le permiti贸 ver las resquebraduras del viejo sistema, a trav茅s de las cuales se filtraba la podredumbre de una sociedad decadente.
Leibniz sin embargo fue lo contrario. Era tal su talento, su capacidad de generar creaciones y trabajos en tantos 谩mbitos de la ciencia y del pensamiento que Diderot, a pesar de ser su contrario tuvo que admitir su altura intelectual diciendo “Cuando uno compara sus talentos con los de Leibniz, uno tiene la tentaci贸n de tirar todos sus libros e ir a morir silenciosamente en la oscuridad de alg煤n rinc贸n olvidado”
Sirvi贸 como asesor para los gobernantes de la Casa de Brunswick, como historiador y consejero pol铆tico e incluso como bibliotecario. Viaj贸 por toda Europa conociendo a todas las eminencias y novedades cient铆ficas de la 茅poca. Fue el primero en publicar notas sobre el c谩lculo integral, aunque Newton lo descubri贸 primero, e incluso lleg贸 a dise帽ar una calculadora mec谩nica capaz de hacer las cuatro funciones b谩sicas.
Leibniz consideraba, y no pod铆a ser de otra manera, que este mundo era el mejor de todos los mundos posibles. Al menos para 茅l. Como contrapartida todas las desgracias y males de la vida pod铆an as铆 ser justificados (“Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal”, 脕msterdam, 1710) La palabra “optimismo” tiene origen en sus consideraciones filos贸ficas.
A ra铆z del famoso terremoto de Lisboa en 1755, Voltaire no encontrando justificaci贸n “divina” a dicho evento, inici贸 una cr铆tica generalizada contra el Optimismo filos贸fico, pues qued贸 demostrado as铆 con aquel evento que, llegado el caso, este pod铆a ser el peor de los mundos posibles.
En su obra “C谩ndido, o el Optimismo”, encontramos que a su protagonista, seguidor de Leibniz, constantemente le suceden desgracias, y su mentor, llamado Pangloss, “todo lengua”, le aconseja siempre de manera “optimista”, porque todo es para su bien, aunque 茅l mismo en su coraz贸n no lo cree.
¿Los caracteres respectivos de Voltaire y de Leibniz, nacieron con ellos o se hicieron as铆 debido a sus circunstancias personales? El Karma personal siempre est谩 entretejido con nuestras creencias.
Quiz谩s hay que ser Voltaire y Leibniz al mismo tiempo. Empezar siendo pesimista como Voltaire… o como el mismo Buda, y terminar siendo optimista como Leibniz y como…el mismo Buda.
Toda la doctrina budista se fundamenta en la realidad del Dolor, su existencia omnipresente, ya sea despierto o en pesadillas, real o irreal, pero siempre vivido como tal. Buda es pesimista en este sentido. No se hace vanas ilusiones sobre el mundo al que considera fuente inagotable de enga帽os y traiciones, de mentiras y falsedades:
“¿Qu茅 crees que es m谩s: el torrente de l谩grimas, que llanto y lamento has derramado en este largo camino, corriendo y apresur谩ndote a trav茅s de esta ronda de renacimientos, unidos con lo no deseado, separado de lo deseado, esto, o las aguas del cuatro oc茅anos?
Mucho tiempo has sufrido la muerte de padre y madre, de hijos, hijas, hermanos y hermanas. Y mientras sufr铆ais de este modo, en verdad hab茅is derramado m谩s l谩grimas en este largo camino que agua hay en los cuatro oc茅anos.”
Sin embargo, a pesar de esa visi贸n pesimista del mundo, el Buda, renunciando a su Nirvana, permaneci贸 entre nosotros, as铆 cuentan las leyendas orientales, hasta que el 煤ltimo ser humano entrase en el Nirvana. Desde luego para esto hay que ser muy optimista, y sobre todo paciente.
El dios Brahma, dicen los textos, pidi贸 al Buda que explicase su doctrina a todos los seres humanos, porque no todos estaban ciegos, con los ojos cubiertos de polvo. Entonces el Bendito, examinando el mundo con la vista de un Despierto, vio seres con poco polvo en sus ojos y aquellos con mucho, aquellos con facultades agudas y aquellos con torpeza, aquellos con buenos atributos y aquellos con malos, aquellos f谩ciles de ense帽ar y aquellos duros, algunos de ellos viendo la desgracia y el peligro en el otro mundo.
Y habiendo visto todo esto, le respondi贸 a Brahma:
“Abiertas est谩n las puertas a lo Inmortal a los que tienen o铆dos. Que muestren su convicci贸n.”
Pensar que en este mundo construiremos nuestra nuestra felicidad es de locos, a lo m谩s podremos conseguir momentos de paz y serenidad en espera de la siguiente guerra. Esto es ser pesimista. Pero tambi茅n sabemos que hay puertas, que hay salidas, y formas de escapar de la ilusi贸n de este mundo.
Ahora bien, mientras que juguemos en esta liga hay que ser Voltaire y, como 茅l mismo, luchar por los desfavorecidos y contra las injusticias, sin caer en las trampas e ilusiones que nos acechan. Luego hay que ser Leibniz y darse cuenta de que realmente, m谩s all谩 de la ilusi贸n terrenal, este mundo est谩 construido de la mejor manera posible, ciertamente, pero no para que seas feliz, sino para que aprendas a luchar, a salir victorioso de sus trampas infinitas, para que finalmente sepas como dirigirte como saeta certera hacia la luz inextinguible del Ser.
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