domingo, abril 30

Los Mitos sobre los Jóvenes y los Viejos

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Los Mitos sobre los Jóvenes y los Viejos

Cuando se trata de dinamizar grupos, casi siempre se piensa en los jóvenes. Su cualidad vibrante, su salud rebosante, su capacidad para entusiasmarse con todo, y de arrastrar a los demás, sin olvidar algo muy importante: su idealismo y generosidad…

Por contra los “mayores” son todo lo contrario. Su escasa salud, los desengaños acumulados a lo largo de la vida, hacen que su desconfianza les impida ser entusiastas. Por otro lado, por esas mismas razones, y con el paso del tiempo habiendo superado el “mezzo del cammin della nostra vita”, las ganas de aventuras y el idealismo han dejado paso a la pereza y al egoísmo.

¿De verdad? ¿Es esto siempre así? Nada es siempre lo mismo en un mundo cambiante, en el que las generalizaciones son muy engañosas.

Podría haber comenzado diciendo, también como generalización engañosa, que los jóvenes son inconstantes, que el mismo Platón señalaba que sólo en la edad adulta avanzada se debería permitir dedicarse a la filosofía a los ciudadanos de su República Ideal, que los jóvenes aunque son entusiastas, son como cerillas que se encienden y no duran nada, que son fácilmente manipulables, que tienden a imitar y seguir modas, tanto por su preocupación por su aspecto, como así mismo por estar en esa edad en la que necesitan, para afirmarse en su personalidad, ser “bien vistos”, ser “atractivos” y estar a tono con las últimas tendencias.

También podría haber dicho, como otra generalización engañosa sobre la personalidad humana, que las personas mayores poseen la sabiduría, al menos, de la vida, y otras veces también poseen aquella Sabiduría que sólo se alcanza tras largos esfuerzos dedicados a desentrañar la urdimbre profunda de la existencia. Así, por ejemplo, la persona mayor no se deja influir fácilmente por corrientes de opinión pasajeras, ni a seguir a líderes prefabricados. Piensa siempre dos veces, y aún más, antes de abrir la boca o de tomar decisiones. No en vano, desde el tiempo de los griegos y romanos, el Senatus es el lugar de los senadores, o sea los sabios seniors, como diríamos hoy. Siempre se dice que la experiencia es un plus a añadir, y de eso tienen mucho las personas mayores. Conozco personas ya entradas en edad que continúan su trabajo al servicio de los demás, y que forman a miles de jóvenes que los escuchan con atención.

Por tanto, la “sobrevaloración de la juventud”, que no tiene nada que ver con la apreciación justa del valor de los jóvenes, es un error muy frecuente. Se piensa además que para acercarse a otros jóvenes necesariamente se necesitan líderes jóvenes. Y no andan del todo equivocados los que así lo proponen. Salvo que haría falta precisar “para qué” y “qué tipo de jóvenes” se buscan. Muchas organizaciones políticas, por ejemplo, presentan frente al público una imagen juvenil, que sin embargo no se refleja en sus órganos de poder, siendo por tanto meramente una pantalla que oculta otras intenciones más siniestras.

En definitiva, lo que es equivocado es GENERALIZAR, hay que entender que a veces el mensaje más verdadero, fresco y transformador, es el ofrecido por personas mayores, que aúnan el entusiasmo juvenil con la experiencia aquilatada de la edad. Otras veces también encontramos jóvenes que poseen esas mismas características: ambos casos son excepcionales, Jóvenes entusiastas y maduros, y Adultos maduros y entusiastas. Ambos son tesoros que hay que buscar, porque representan, en el joven maduro y brillante, la experiencia acumulada de muchas encarnaciones anteriores de sabiduría, y en el anciano entusiasta, la permanencia del fuego inquebrantable de la juventud durante toda la vida, lo que representaba la “Afrodita de Oro”, aquella diosa que eternamente joven, viva y brillante en el corazón ya anciano, tras haber obtenido los eternos frutos del árbol mítico de las Hespérides. Al fin y al cabo un anciano sabio no es más que una promesa de una próxima nueva vida llena de juventud y sabiduría.

Como filósofos no caigamos pues en las generalizaciones engañosas, no desechemos el valor de algunas personas mayores, ni confundamos la juventud externa con el corazón siempre joven del idealista, pero tampoco levantemos barreras ante los jóvenes que lo merecen.

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