miércoles, octubre 26

Karma, Libertad y Destino - II - Nirvana de Ocasión

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KARMA, LIBERTAD Y DESTINO

Parte II

AQUÍ ESTAMOS OTRA VEZ, NIRVANA DE OCASIÓN

Tras las 12 Nidanas o ataduras, que son las causas encadenadas del Samsara o devenir en la existencia, volvemos de nuevo a la vida, al llamado Valle de Lágrimas, donde los únicos que no lloran son los Seres Celestiales,o sea los que nacen sabiendo. Pero no nos pongamos dramáticos, también hay alegrías y momentos de calma serena y, según el Buda, hasta puede que se alcance la liberación final. Aunque eso, me temo, es sólo para unos pocos. Yo me doy por contento con saber, entender, y vivir serenamente la vida. Pues no hay peor castigo que sufrir sin saber por qué.

El primer paso es considerar que estamos condicionados, aceptar eso nos hará un poco más humildes. El segundo paso es considerar que puedo cambiar y hacerme dueño de mi propia vida.

Entonces, nos daremos cuenta que hay que liberarse de ese condicionamiento. Por su causa siempre acabamos haciendo, diciendo y pensando las mismas cosas, tenemos las mismas discusiones, defendemos los mismos argumentos, de tal manera que, aún venciendo en la batalla dialéctica, nos sentimos hastiados de repetir las mismas cosas, y de acabar siempre igual.

Pero esta situación se puede mejorar. Así cada vez que enfrentemos la misma discusión, el mismo problema, antes de soltar la retahíla de palabras y acciones ya consabidas, miremos de cara al problema, a la persona, e intentemos verlo con ojos frescos, sin juzgar y entendiendo que todos, salvo casos muy excepcionales, creemos estar haciendo el bien. Se trata pues de cambiar mi percepción.

CUENTA DE DEBE-HABER Y EL PARAÍSO

Sin embargo, para otros no se trata de evolucionar personalmente, sino de acumular méritos, esta es una idea muy religiosa… y muy limitante. Es decir, practico “buenas acciones” porque con cada una de ellas acumulo “puntos” a mi favor. Así, ingreso capital en mi cuenta personal de las buenas acciones, de tal manera que cuando muera, dado la abultado de la cuenta a mi favor, tendré derecho a reclamar “mi cielo”, como aquel que ha pagado las cuotas para comprarse un terreno celestial. Tanto he acumulado, a tanto tengo derecho.

Otros imaginan una cuenta de “debe y haber”, donde en una columna se refleja el “karma positivo”, y en otra el “karma negativo”, olvidando colocar otra columna que se titule “cuánto he cambiado yo”.

Desgraciadamente para las esperanzas de mi ahorrador celeste, el Karma siempre pregunta por las INTENCIONES, y si la intención era egoísta, no ayudará a salir de esta rueda de Samsara, basada y nacida precisamente en el “yo”.

No obstante, siguiendo el consejo del Buda, podemos mejorar nuestra existencia, ahora y en el futuro. Probablemente no entremos en el Nirvana, pero no estaría nada mal conseguir al menos vivir dignamente, no vivir como un animal, y que en el futuro, en esta vida o en otra, da igual, tengamos acceso a más conocimiento, a más educación, a mejor dominio de nosotros mismos, y que sepamos ser de mayor beneficio para la sociedad, etc., y quizás también a conocer a un Maestro que nos enseñe algo que nos conmueva.

ESCAPAR DE SAMSARA, CONSTRUIR NUESTRO FUTURO

Lo primero es tener un mapa correcto de nuestra situación. Si queremos salir de un sitio para ir a otro, primero necesitamos saber dónde estamos, y luego dirigirnos hacia dónde queremos llegar. ¿Obvio? No tanto. La mayoría vivimos sin saber bien hacia dónde vamos.

Pensamos que cuando seamos un poco mayores podremos estudiar o emprender una profesión, y seremos felices. Luego, desengañados, pensamos que nuestra felicidad estará en tener pareja, nuevo desengaño. Más adelante consideramos la posibilidad de tener descendientes, quizás también un perro, y descubriremos entonces que tampoco somos felices. Volvemos a repensar las cosas y barruntamos que quizás sea mejor si nos divorciamos, o que cuando vayan nuestros hijos a la universidad podremos liberarnos y ser felices. ¡Qué ilusos! nuevos problemas aparecen, luego se casan y nos traen los nietos para cuidar… Quien sabe, quizás cuando nuestros nietos crezcan…

Finalmente la muerte nos acoge, aun febriles y asustados, y nos libera de tanta ansiedad y sueños perdidos.

Así, de manera instintiva y a la fuerza, quizás aprendamos eso que los budistas llaman VIPASSANA, o sea la Visión Cabal de la Vida:


  • que todo es impermanente, tanto lo que me rodea como yo mismo.
  • que existe el deseo, el ansia de preservación, la búsqueda hedonista del placer.
  • que existe el dolor: cuando no se obtiene nada de lo anterior.

Y Avidya está en la base de todas estas consideraciones, y Maya, la ilusión, coloca todas esas trampas que nos conducen a un final inesperado.

Exista o no exista un objetivo final, llámese Paraíso o Nirvana, o Aniquilación para los nihilistas, de momento lo que necesito es hacer que cese el dolor, la desesperación, la pena. Cuando alguien visita las urgencias del hospital, el médico le hará muchos estudios y consideraciones, le dará explicaciones y planeará las acciones a tomar. Pero, antes de seguir con todos esos estudios, le pediré que haga cesar cuanto antes este dolor que siento, porque entonces podré pensar y actuar como un ser humano y no como un animal herido.

LA RECTA ACCIÓN Y LA RECTA ATENCIÓN

Hay dos formas de salir y “escapar” del Samsara, dos puntos de vista, distintos pero con un fondo similar y complementario: el Hindú y el Budista.

La Liberación en el Bhagavad Gita:

La propuesta fundamental del Bhagavad Gita, la obra más conocida del misticismo hindú, consiste en la práctica de la RECTA ACCIÓN, que básicamente es aquella acción que se realiza siguiendo el Dharma, o sea la Ley.

Seguir la Ley significa transitar el sendero de aquello que está determinado para el ser que ejecuta la acción recta. Por ejemplo, para un león el dharma es comer antílopes, pero sin abusar, lo necesario para sobrevivir. Claro que para un antílope el dharma es dejar sin merienda y con dos palmos de nariz al león.

Pero ¿Cuál es el Dharma del ser humano? Dado que se trata de un ser compuesto, como diría Platón, de “lo uno y lo otro”, es decir de este mundo y del otro, su dharma, su evolución o aspecto esencial y profundo viene dado por “lo otro”, o sea lo trascendente, mientras que “lo uno”, o sea lo de aquí, es transitorio. De hecho si siempre nos van mal las cosas es porque constantemente hemos estado siguiendo lo de siempre, nunca intentando lo otro.

Pues bien, si “alguien o algo” superior me ha creado, o simplemente se han impuesto las condiciones evolutivas para que yo exista, también se ha implantado mi “dharma”, mi dharma humano. Seguir mi dharma es seguir la ley general evolutiva, ir hacia más, ascender en el camino, sobrevivir a mi condición humana, y esa ley superior es la que se impone en mis acciones cuando actúo de acuerdo con la Recta Acción.

Actuar siguiendo el camino de la Recta Acción es permitir que a través nuestro yo se manifieste la Ley, que sea la ley quien decide, trabaja, y actúa. Por consiguiente, mi “yo” no actúa, sino “algo superior” a través de mí.

DHARMA Y PURUSHARTHA

A diferencia del Budismo, que busca un camino mental y de voluntad para “escapar” directamente, el planteamiento hindú es quizás más realista, al menos para las primeras etapas.

En el Bhagavad Gita y en otros textos hindúes, hay un aspecto metafísico profundo, su lenguaje a menudo es simbólico, y contiene mucho más de lo que podamos imaginar.

No obstante, el modelo védico de vida, las Leyes de Manú, e incluso el propio Bhagavad Gita de manera indirecta, plantean 4 objetivos vitales, los que se conocen como el “Purushartha”:


  • dharma: el conocimiento y práctica del deber religioso.
  • artha. alcanzar la riqueza y prosperidad, para sí mismo y para los demás, por medios rectos.
  • kāma: saber gozar de los placeres sensuales: música, estética, amor de pareja, contemplación de la belleza y del buen gusto.
  • moksha: liberación final, romper con las ataduras que nos encadenan a la vida.

Estos Objetivos Vitales, se alcanzaban progresivamente a través de 4 Etapas de la Vida:


  • Brahmacharya: el pupilo a cargo de un maestro o gurú que le enseña la ley y los deberes religiosos.
  • Grihasta: el hombre de familia, casado y con hijos, a los que debe proveer de riqueza y alimentos. En esta etapa se ejerce el “artha” y el “Kama”, es decir la obtención de prosperidad y los placeres de la vida.
  • Vanaprastha: Comienza el retiro progresivo de la vida pública. Aunque sigue siendo respetado por todos, y se busca su consejo y opinión, ya no está a cargo de los negocios familiares. La meditación, la filosofía, la lectura de los textos sagrados, forman la mayor parte de sus intereses.
  • Sannyasa: Finalmente, aunque ya apenas se practica, esta etapa corresponde a la vida eremítica en el bosque, en la práctica ascética que finalmente libera de toda atadura.

Estas dos últimas etapas en realidad se aproximan mucho al ascetismo budista. El budismo fue considerado como hereje en la India fundamentalmente por rechazar toda ceremonia y organización social en castas, pero sobre todo por no fundarse sobre la práctica védica.

Pero si nos fijamos bien, la semilla del budismo estaba precisamente en las dos últimas etapas del hinduismo. Digamos que aplicado a nuestra propia vida, necesitamos un poco de hinduismo, de probarnos a nosotros mismos primero, para aprender a crear riqueza para nosotros y para todos los que nos rodean, para luego ser budista, y progresivamente alejarnos de las apariencias mundanales.

Desgraciadamente, hoy nos gusta saltarnos todas las etapas de la vida, y así contemplamos a ancianos aparentando ser jóvenes, jóvenes enloquecidos y destruidos físicamente, sin haber conquistado nada aún, y budistas de ocasión, que rapándose la cabeza, dando vueltas a un molinillo, y recitando muchas palabras incomprensibles creen haberse liberado de un mundo, que ahora más que nunca les atrapa.

Nos recuerda la vieja historia del monasterio a cuya puerta se acercaban los candidatos a monje. Uno de ellos, un mendigo, fue rechazado. Furioso quedó aparte observando como un noble rey era aceptado como monje. Al preguntar por qué éste fue admitido, mientras que él no, el monje guardián le contesto: “Ese que ves fue un gran rey, conquistó imperios y riquezas sin número, luego lo abandonó todo para entrar aquí, por eso es bienvenido, mientras que tú, ¿qué has conquistado, que has hecho en esta vida?, sólo vienes aquí para aprovecharte y comer libremente, ¡márchate pues, todavía no ha llegado tu hora!”

Continuará: “La Recta Acción en el Budismo, la Liberación”

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