lunes, febrero 15

Oscuridad y Luz Infinita - Kena Upanishad

 OSCURIDAD Y LUZ INFINITA

Todos los místicos, de todos los tiempos, en todas las lenguas, tratan de comunicarnos lo incomunicable, aquello que no puede limitarse con palabras y por ello inaprensible.

No obstante, el ser humano posee otros medios para alcanzar, o al menos rozar aunque solo fuese la superficie, la realidad más allá de los sentidos: la intuición. Pero ésta no se rige por los mismos mecanismos que el razonamiento común, sino que es una mente inspirada, iluminada o traspasada de luz la que permite acceder a esos contenidos.

El lenguaje que acompaña a lo intuitivo es también intuitivo y paradójico, porque la paradoja rompe la prisión mental del razonamiento y, no teniendo la mente donde asirse, vuela libremente para contemplar lo que la razón le priva.

Y en búsqueda de la Luz, encuentra el místico precisamente su contraria, la Noche:

¡Oh noche que guiaste!

¡Oh noche amable más que la alborada!

¡Oh noche que juntaste

Amado con amada,

Amada en el Amado transformada!

    Juan de la Cruz

Pero antes de adentrarnos aún más en la "Oscuridad", deberíamos construir un mapa, una suerte de similitud que nos ayude a adentrarnos en sus secretos.

Dicen los místicos que la luz es oscuridad, y la noche es luz, ¿cómo es esto posible? Sabemos por la ciencia que el espectro de la "luz física", la que podemos ver con los ojos mostrándose en toda su variedad de colores, es sólo una parte del todo. En una típica representación de las frecuencias electromagnéticas, ese otro gran misterio, vemos que el espectro visible, la parte que nuestros ojos son capaces de captar, es muy limitado, y observamos también que lo que no vemos, o sea la noche u oscuridad para nuestros sentidos, es infinito.

Entonces ahora podemos entender que la luz que vemos con nuestros ojos es en realidad es una suerte de ilusión, es oscuridad, porque no nos informa de toda la verdad de su infinita extensión. Por otro lado la parte que no vemos, la oscuridad infinita, de la cual la luz visible es sólo una ínfima parte, es la Luz Real.

La religiosidad y filosofía hindú parte fundamentalmente de sus textos sagrados, los Vedas. Estos evolucionaron a través de la historia y en sus partes últimas y más elaboradas, los Upanishads, la doctrina esotérica o secreta de los Vedas, se atrevieron los filósofos y sabios hindúes a investigar y a preguntarse por medio a veces de paradojas sobre los misterios de los inicios, sobre la realidad del alma, y sobre los caminos para hallar la liberación de la misma. 

Veamos pues desarrolladas estas mismas concepciones en la parte primera del Kena Upanishad, uno de los más antiguos textos, su nombre, Kena, se refiere a la primera pregunta que encabeza el texto, ¿Por quién?:

1. ¿Por quién se dirige la mente para ir tras sus objetos? ¿Quién ordena a la vida seguir su camino? ¿Quién nos mueve a expresarnos en palabras? ¿Qué espíritu rige los ojos y los oídos?

  Este primer verso se pregunta por la causa originadora de la acción en este mundo, de la puesta en acción de nuestros sentidos y pensamientos. Y lo expresa como una especie de impulso detrás de cada pensamiento, de cada palabra, de cada sensación. La respuesta natural y materialista señalaría en primer lugar a nuestra genética, nuestro cerebro, y los impulsos naturales o estímulos que excitan nuestros sentidos. Sin embargo el texto apunta a algo más grande, algo más allá como la causa última:

 2. Es el Oído del oído, la Mente de la mente, la Palabra de la palabra, la Vida de la vida. Por eso el sabio elimina la identificación, abandona este mundo y se hace inmortal.

Nuestra manifestación en el mundo es una suerte de limitación, o solidificación en unos parámetros definidos y restringidos. Se es hombre o mujer, negro o blanco, norteño o sureño, inteligente o torpe, de este siglo o de otro cualquiera, etc., etc.  O sea, que cuando somos algo dejamos de ser otra cosa: nacemos pues limitados.

La esencia original del ser humano no pertenece a ninguna de estas categorías materiales. La causa de nuestra ex-istencia es la manifestación limitada y condicionada, fija, de algo más libre y sin límites ["existentia" en latín, o sea la salida hacia afuera, "ex", y "sistere", tomar posición, quedar fijado]. Por eso la causa de nuestra vida, de nuestra palabra, de nuestros pensamientos está en aquello que es anterior y sin límites: "El Oído del oído, la Mente de la mente, la Palabra de la palabra, la Vida de la vida".

Continúa el verso indicando que "el sabio elimina la identificación". Es el famoso "neti, neti" de los vedantinos, o sea "ni esto, ni aquello", la negación de la realidad de este mundo y sus limitaciones, evitando así caer en la trampa de identificar o identificarse con nada de lo existente que sólo es una sombra de Aquello. Así, continúa el texto diciendo que el sabio "abandona este mundo y se hace inmortal." Ahora bien, la negación de todo y de uno mismo no significa pasividad sino muy al contrario, pues la mayor negación de uno mismo es la dedicación al servicio de los demás.

3. Allí no llega el oído ni la palabra ni el pensamiento. No conocemos nada sobre Aquello y no vemos ningún método para enseñarlo.

Esa Luz Infinita, para nosotros es Oscuridad, porque carecemos de ojos que puedan percibir, como ya explicamos en el ejemplo anterior de las radiaciones lumínicas y el espectro visible. Por eso mismo, no se puede definir con estos instrumentos que poseemos, nuestros ojos físicos y nuestros ojos mentales, no tenemos palabras ni pensamientos que puedan explicarlos, ni existe por ello mismo una forma para mostrarlo.

Por eso sólo la intuición espiritual puede rozar ese misterio, podemos "sentirlo" como una Realidad muy cercana y al mismo tiempo muy lejana. Cercana porque es la substancia (lo que subyace) verdadera de todo lo existente, está en mí y en tí, y en todo lo que nos rodea, se puede "sentir", se puede "vivir" y dejar que guíe nuestros pasos en esta oscuridad. Pero es lejana al mismo tiempo porque como el agua que se escapa entre los dedos no lo podemos aprehender con nuestra limitada mente y alma.

4. Aquello es distinto de lo conocido y está más allá de lo desconocido. Esto es lo que escuchamos a los antiguos maestros que nos lo explicaron.

"Neti, neti", porque no es lo conocido, y ni siquiera es lo desconocido, porque lo desconocido se puede llegar a conocer un día, sólo define lo que "todavía" no conocemos. Pero Aquello está más allá de lo desconocido, porque en su propia esencia es incognoscible para nuestro "yo limitado", ni ahora pues ni luego tampoco será conocido. Entonces la intuición viene al rescate, y nos dice "este yo limitado no puede, pero cuando el yo perece, puede surgir el "nosotros" y luego reconocer que "Yo soy Aquello", "Tat Tvam Asi", y que "Todos son Aquello"

5. Lo que no puede expresarse en palabras y sin embargo es por lo que las palabras se expresan, sabe que eso es en verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran.

6. Lo que no se puede pensar con el pensamiento y sin embargo es por lo que el pensamiento piensa, sabe que eso es en verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran.

7. Lo que no se puede ver con los ojos y sin embargo es por lo que los ojos ven, sabe que eso es en verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran.

8. Lo que no se puede oír con el oído y sin embargo es por lo que el oído oye, sabe que eso es en verdad el Absoluto y no lo que las gentes adoran.

9. Lo que no se puede respirar con el aliento de la vida y sin embargo es por lo que ese aliento respira, sabe que eso en verdad es el Absoluto y no lo que las gentes adoran.

Y por eso, Aquello está más cerca de ti que tu propia piel...