EVOLUCIÓN NO DARWINISTA
La existencia de una evolución constante, la aparición gradual de nuevas formas más avanzadas y adaptadas de vida manifestada, es innegable. Y aunque el título señale a Darwin, la crítica que haremos se dirige más bien a sus seguidores y desarrollos posteriores de esta teoría evolutiva. En realidad Darwin sólo se limitó a señalar una hipótesis, la existencia de signos alrededor en toda la naturaleza que mostraban la transformación progresiva de los seres vivos.
El problema surge cuando aquellos que posteriormente completaron y definieron las teorías evolucionistas se empeñaron en descartar cualquier otro actor en la misma que no fuesen las fuerzas ciegas de la materia, que es como decir que todo es casual y aleatorio.
La Evolución no es una idea nueva, cada época lo ha expresado de maneras diferentes. La misma realidad natural se traduce en teorías distintas según las épocas y concepciones propias de la sociedad en la que aparece. Y el "evolucionismo" no es la excepción, aparece en una época en la que predominaba el materialismo, y en la que la ciencia se consideraba a sí misma auto suficiente, una ciencia mecanicista que evitaba cuidadosamente cualquier "contaminación" religiosa o "supernatural".
Sin embargo, muchos ignoran que personajes famosos como Newton, un siglo y medio antes de Darwin, paradigma del científico racional e ilustrado, era un estudioso de la Alquimia, y que tras publicar su famoso "Philosophiæ naturalis principia mathematica" (Principios matemáticos de la filosofía natural), su teoría de la gravitación universal allí descrita fue considerada por el resto de los científicos como "altamente sospechosa" y un paso atrás en la búsqueda de la ciencia por alejarse de todo lo invisible y sobrenatural. ¡¿Qué diablos era aquello de "fuerzas invisibles" que atraían los cuerpos?! Sic transit gloriae mundi
Esa sociedad del Siglo XIX en la que Darwin vivió se caracterizaba por el colonialismo europeo, por la aparición de teorías raciales que justificaban la dominación de otros pueblos "inferiores". El providencialismo y sentido de predestinación del mundo protestante anglosajón favorecía que la competencia y la lucha social fuese considerada como arena donde debatir la superioridad social y racial. Incluso la obtención de riquezas se relacionaba con el éxito sexual. Y así se sigue hoy en día considerando, tal como los anuncios publicitarios se encargan constantemente de recordarnos.
Finalmente, superado el freno impuesto por las religiones, tras haber perdido éstas su poder, las doctrinas de lucha y competencia se han apoderado por completo de nuestra sociedad. Lejos están aquellos primeros programas animalistas televisivos, como aquél del tan llorado zoólogo Félix Rodriguez de la Fuente, que nos enseñaban a amar los animales y a simpatizar con ellos mostrando su lado amable. Ahora los documentales animalistas están llenos de duros ejemplos de la "lucha por la supervivencia", de "la ley del más fuerte", del "emparejamiento sexual de los más aptos para la supervivencia" e incluso de "la necesaria crueldad para sobrevivir".
El evolucionismo post-darwinista se ha impuesto totalmente, es definitiva ya la inclusión del hombre como una pieza más de la evolución animal, como otro animal. Incluso las nuevas tendencias geneticistas se encargan de señalar que un chimpancé y un hombre comparten más del 95% de los genes. Y que un hombre sólo se diferencia de otro en 0,1% del aparato genético. Lo que nos conduce a un sofisma, porque si dos cosas son iguales porque comparten 95% de los genes, pues entonces la conclusión es que... son iguales o casi iguales:
Y si un hombre sólo se diferencia de otro en 0,1% de los genes... bueno, me hace sentir mucho mejor, porque no hay gran diferencia entre uno cualquiera y Einstein, aunque depende de qué parámetro estemos midiendo...
Evidentemente, algo falta, algo que no está en los genes. Algo que se nos escapa. Pero no importa, nuestros hombres de ciencia (?) se empeñan en no ver lo que es evidente para cualquiera. Yo no propongo una solución, pero desde luego creo firmemente que existe algo por descubrir. El problema es que si no se busca, si nos conformamos con el “mono” para explicar la evolución humana, nunca encontraremos la solución que satisfaga la razón y el sentido común.
Insisto que la Evolución existe, pero las teorías evolucionistas materialistas sólo consideran que el desarrollo es aleatorio, y que sólo permanecen aquellos que por mera suerte encontraron una forma de adaptación competitiva. Un famoso sabio, Vivekananda (1), presentó ante la ciencia de su época esta alegación:
"Supongamos que el conocimiento humano avanzase tanto como para eliminar la competición, tanto en lo que se refiere a adquirir sustento físico como a adquirir pareja. Entonces, según los modernos, el progreso humano se detendría y la raza moriría. El resultado de esta teoría es proporcionar a cada opresor un argumento para calmar los escrúpulos de conciencia. ¡No faltan hombres que, haciéndose pasar por filósofos, quieren matar a todos los malos e incompetentes (son, por supuesto, los únicos jueces de competencia) y así preservar la raza humana!"
"El gran evolucionista antiguo, Patanjali (2), declara que el verdadero secreto de la evolución es la manifestación de la perfección que ya está en cada ser; y que esta perfección ha sido obstaculizada, pero aún así una marea infinita continúa detrás luchando por expresarse."
"La lucha y competencia no es más que el resultado de nuestra ignorancia, porque no conocemos la manera correcta de abrir la puerta y dejar entrar esa corriente del agua. Esta corriente infinita detrás tiene que expresarse porque es la causa de toda manifestación. La competición por la vida o la gratificación sexual son sólo efectos momentáneos, innecesarios y extraños causados por la ignorancia. Incluso cuando toda competencia haya cesado, esta perfecta naturaleza oculta nos hará avanzar hasta que todos se hayan vuelto perfectos. Por tanto, no hay razón para creer que la competición sea necesaria para progresar."
Si alguna competición es necesaria, es aquella que nos lleve a nuestra propia perfección, aquella que nos lleve a ser mejores, pero no mejores físicamente, ni en riquezas, ni siquiera en salud, sino en nuestro interior, en nuestra perfección moral y espiritual. El camino es muy largo, pero cada milímetro que conquistemos en el mismo nos dará la satisfacción de sentirnos más cerca de nosotros mismos, más cerca del Centro Eterno del Ser. Y esta es la Única Verdadera Evolución No Darwinista.
1- Swami Vivekananda, pensador, místico y líder religioso indio, discípulo de Ramakrishna. Fue el primero y más famoso de los líderes espirituales indios del siglo XIX
2-Pensador hindú, autor del Yoga-Sutra