viernes, marzo 10

LOS ELEMENTOS

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LOS ELEMENTOS

Desde que la Ciencia comenzó a desgranar las entrañas de la materia y a definir sus componentes, paso a paso fue dejando detrás los viejos conceptos alquimistas y filosóficos. Primero, se hicieron hipótesis sobre la existencia de pequeñas partículas, que luego identificaron de manera incierta con las que hoy llamamos moléculas y otros compuestos, para gradualmente, al paso que creaba instrumentos más refinados y sobre todo matemáticas aplicadas más certeras, discriminar entre moléculas, átomos, e incluso partículas subatómicas básicas, tales como el electrón, los protones y neutrones.

Este fue sólo un paso inicial, hasta llegar a la descripción de muchas otras partículas subatómicas, que poseen masa o no, que tienen carga eléctrica o no, que vehiculizan energías gravitacionales, que viajan aparentemente en los gráficos que describen sus evoluciones hacia delante o hacia atrás en la línea del tiempo, etc. etc.

Se aprendió también a liberar las fuerzas ocultas en el átomo, para luego encadenarlas en las manos sacrílegas de políticos ambiciosos y sin escrúpulos, que la utilizaron para ejercer su control y dominio sobre el mundo, consecuencia de la que ni siquiera hoy en día estamos a salvo.

El éxito material de la física moderna hizo que se despreciaran aquellos viejos conceptos de los Elementos, las Fuerzas Elementales clásicas, tildándolas de fantasías inútiles propias de viejos locos alquimistas. Ahora bien, nunca los viejos filósofos y sabios de la antigüedad pretendieron poseer conocimientos técnicos o científicos sobre la materia, sino que más bien lo que querían era adentrarse en el reconocimiento de los patrones fundamentales que conforman nuestro universo, tanto en el nivel físico, como también en la propia esencia mental y espiritual de esta creación, o sea en sus fuerzas sutiles, en su organización profunda de la que todos formamos parte.

Y para ello comenzaron, de alguna manera con algo parecido a lo que la Ciencia dice, explicando el origen como una especie de Big Bang metafísico. Es decir, desde lo Absoluto e Incognoscible, surge una primera manifestación simbolizada por un circulo sin límites, simultáneamente con la aparición de un diámetro doble, vertical y horizontal. O sea, la aparición de espacio y tiempo, arriba y abajo, denso y sutil, femenino y masculino, yin y yang.

En otras palabras, para los físicos el comienzo lo marca el debut de espacio y tiempo, y… nada más. El resto es el resultado de la evolución de esas fuerzas expresadas en el Universo hasta llegar al mismo hombre y los demás seres vivos. Sin embargo para la filosofía tradicional, ese primer comienzo es en realidad la aurora de un día repetido, que sigue a muchos otros días infinitos. El despliegue que se produce del Universo no sólo abarcaría el espacio y el tiempo, sino también otros planos metafísicos del Ser Uno, o Logos, o sea el Ser más allá de las apariencias materiales, y del cual el hombre también participa.

Se trata pues de un Universo infinito, en todos sus aspectos, pero en el que se manifiesta un mundo concreto y material, un universo que no tiene límites, pero que geométricamente se comporta como si fuese una esfera en la que cada punto es su centro al mismo tiempo. Pero ¿cómo puede relacionarse aquello que no tiene límites con las cosas que son limitadas?

Es la misma relación que existe entre un círculo infinito, y el diámetro concreto que se manifiesta en su interior, una relación insatisfecha, pues el diámetro se relaciona con el círculo por medio de un número infinito o inacabado: pi (π)

Esa relación insatisfecha está en el origen del movimiento, de la evolución que empuja la rueda de todo lo existente:

DIRECCIONES DEL ESPACIO y ELEMENTOS

La evolución es movimiento, en un espacio de infinitas dimensiones, pero en el que las cosas materiales manifiestas poseen frente a la percepción y conciencia humana sólo 3 dimensiones, además de un cuarto parámetro: el tiempo asociado a su percepción. Esto llevó a la síntesis de estas 4 realidades percibidas por el ser humano en una simbología asociada a las 4 direcciones del espacio.

Pero además, el filósofo distingue, además de esas dimensiones “percibidas” y horizontales, otras dimensiones metafísicas verticales. Ya no se trata de expresar el mundo material, sino el metafísico, de tal manera que las 4 características del espacio-tiempo, se convierten, sólo para el ser humano en su presente esquema evolutivo, en un Septenario a conquistar, a percibir plenamente, asumiendo su propia espiritualidad y plenitud.

Los Elementos clásicos, simbolizados en las 4 direcciones, en los 4 Elementos alquímicos, Tierra, Agua, Aire y Fuego, o mundo material, vida, psique y mundo mental, se amplían en lo metafísico con un quinto elemento que va más allá, y aún dos más por descubrir en el futuro de su propia evolución.

Continuará Los 4 Elementos en Egipto: El Templo de Kom Ombo

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