miércoles, marzo 15

LOS ELEMENTOS III - El Quinto Elemento

-

El Quinto Elemento

En anteriores artículos señalamos un esquema fundamental de 7 elementos, gradaciones o fases. Sólo cuatro de ellos están al alcance de la conciencia humana, poseyendo pues el ser humano un conocimiento y acceso limitado a los mismos: al universo material en su conjunto, al energético sutil y vital, el psíquico y finalmente el mental.

En la antigüedad simbolizaron esta idea bajo el aspecto de los llamados 4 Elementos, que nada tienen que ver con los elementos químicos que todos hemos estudiado en el colegio. El plano por encima de estos 4 elementos, el quinto elemento superior, relativamente cercano a nuestra conciencia, es aquel plano del universo, con sus realidades propias y sus cualidades que no están a nuestro alcance inmediato, pero que podría ser alcanzado por el ser humano, a través del desarrollo de su propia conciencia. De ahí proceden ideas y palabras relacionadas con la “quintaesencia” de las cosas, o sea el aspecto más sutil de todo lo que nos rodea y de nosotros mismos.

En el mundo budista, por ejemplo, se refieren a los 5 Dhyâni Buddhas, que en uno de sus significados está relacionado con estos 4 elementos y el quinto de síntesis:

El Buddha del Norte, Amoghasiddhi
El Buddha del Oeste, Amithaba
El Buddha del Este, Akshobhia
El Buddha del Sur, Ratnasambhava
El Quinto Buddha o Buddha de Meditación, Vairocana

Cada uno de los anteriores se relacionaban con una dirección del espacio, una estación, un color, una cualidad de sabiduría, etc.

En el antiguo Egipto se representaba por los 4 Hijos de Horus, llamados también los 4 Hijos de Shu, cada uno de ellos también relación simbólica con las direcciones del espacio, etc. De izquierda a derecha en la siguiente imagen podemos ver su representación:

Imsety, Este
Hapi, Oeste
Qebeshnenuf, Sur
Duamutef, Norte

El Dios Shu (arriba), cuyo símbolo está relacionado con la luz solar, o el éter, como indica sus símbolos, la pluma y el sol irradiando, es el Padre de los 4 Elementos, otras veces se les llama a estos los 4 Hijos de Horus, siendo otra versión de lo mismo, porque se trata de Horus el Mayor, Haroeris, palabra que tiene su origen en “Her-u”, que significa lo superior.

Otra variante en Egipto era la representada por las 4 diosas protectoras de de las 4 direcciones del espacio, como puede verse en la capilla protectora de los vasos canópicos de Tut-Anj-Amón (“Imagen Viviente de Amón):

Serkit, la diosa escorpión del Sur
Isis, la diosa del Este
Nephtys, la diosa del Oeste
Neith, la diosa del Norte

Son las diosas protectoras de las direcciones del espacio, y junto a los anteriores, protectoras de los vasos canópicos que contenían las vísceras y órganos del momificado, ya que estos también se relacionaban con los elementos y las direcciones del espacio. Exactamente igual que en la Medicina Tradicional China.

En el Cielo se situaban los 4 Bellos Timoneles Celestes, cada uno en relación a una dirección cardinal y a uno de los signos estelares cardinales y a los planetas regentes relacionados:

El Timonel del Este, relacionado con Marte.
El Timonel del Oeste, relacionado con Saturno
El Timonel del Sur, relacionado con Júpiter
El Timonel del Norte, relacionado con Mercurio

El Quinto estaba relacionado con el planeta Venus.

Los coptos, herederos de los antiguos egipcios, utilizaron también como símbolo el siguiente, para representar las direcciones del espacio y su síntesis o quinto elemento, este símbolo era una evolución del Anj o Cruz Egipcia de la Vida:

Y en el mundo romano y post romano encontramos también una forma evolucionada, el llamado lábaro o signo del emperador Constantino (a la izquierda), equivalente al anagrama copto anterior, y que luego fue adoptado por la Iglesia (a la derecha) con el nombre de Crismón:

La letra “P”, en realidad es una “Ro” (ρ), con el significado de “Cabeza”. Evidentemente, ya había perdido todo su significado original, y aquí sólo representa la Cruz, y la “cabeza o jefatura papal”.

Otras variantes fueron la de 4 Arcángeles protectores, Miguel (sur), Rafael (este), Gabriel (oeste) y Uriel (norte).

El esoterismo cabalista aportó también muchas representaciones típicas, como la siguiente.

La Alquimia por su parte generó signos, como la moderna química, para cada elemento, organizados alrededor de un quinto (en rojo).

¿HAY UN SIGNIFICADO UNIVERSAL DE LOS 4 ELEMENTOS?

Cabría preguntarse si todas las representaciones y símbolos relacionados con los 4 elementos poseen el mismo significado. La respuesta no es simple. Por un lado estos símbolos, aunque semejantes, fueron utilizados con diferentes enfoques y para diferentes propósitos y prácticas. El entendimiento externo de los mismos condujo a diferentes formas de utilización, por ejemplo en la magia práctica, o para el estudio de la materia, especialmente en la alquimia, antecesora directa de nuestra química moderna.

Por ejemplo, los 4 elementos representados por los 4 hijos de Horus fueron aplicados a las ceremonias de embalsamamiento, relacionando así cada uno de los 4 órganos-vísceras con direcciones del espacio. La iglesia utilizó esta simbología para establecer, basándose en el llamado legado del emperador Constantino (demostrado en nuestros días como falso) el poder del obispo de Roma sobre el resto de la iglesia. En Astrología lo usaron para establecer las llamadas Estrellas Regentes de las 4 direcciones del espacio, etc. etc.

Todas estas interpretaciones hicieron uso de la tradición sobre los 4 elementos, las 4 direcciones del espacio, los 4 regentes celestiales, con objeto definido, con cierto fin en mente.

Ahora bien, en el fondo de la historia podemos distinguir una antigua tradición sobre 4 fases en la naturaleza, y aún más, la pertenencia de esas 4 fases de la creación o aspectos a 7 gradaciones fundamentales.

El Espacio Abstracto, del cual nuestro Espacio Cósmico es sólo una apariencia, no posee cualidades ni gradaciones, pero el Universo manifiesto en ese Espacio, sí que posee un abanico complejo de cualidades, que los antiguos hicieron corresponder a 7 Elementos fundamentales.

Enfrente de nosotros tenemos pues no sólo el mundo material, con una inmensa variedad de componentes y cualidades, sino también todo un mundo vital en el que se desarrolla los misteriosos mecanismos que dotan de vida a esa materia, o sea que la animan, desde el átomo hasta el ser humano, y todas las demás entidades que puedan existir, es la Vida universal en todas sus manifestaciones. Y también existe la complejidad, de la que el mundo animal participa, de las cosas que atraen y rechazan, de la capacidad de reaccionar frente a esa misma materia y frente a los sentimientos, o sea la sensibilidad psíquica de todo lo existente, el deseo y el rechazo en sus infinitas variantes, que nos castiga y que nos lleva también, en última instancia, a la búsqueda de lo espiritual; y por último está el plano que incluye desde el análisis racional y el pensamiento reflexivo, hasta el pensamiento penetrante e inspirado en una sabiduría inmanente, que aunque no siempre accesible, está presente en nosotros y en la naturaleza que nos rodea.

Estas 4 etapas a superar, esos 4 campos de experiencia del Ser, nos llevarán impulsados por la Voluntad, el Amor y la Sabiduría, a la búsqueda y desarrollo del resto de los elementos superiores a través de la conquista del Quinto Elemento, o Quintaesencia.

Continuará

Descargar en PDF