domingo, marzo 19

LOS ELEMENTOS IV - EL TEMPLO DE KOM OMBO Y EL DRAGÓN EGIPCIO

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EL TEMPLO DE KOM OMBO y EL DRAGÓN EGIPCIO

Los “cultos” que el ser humano establece se refieren en principio a una relación que sustenta un vínculo. Etimológicamente tiene la misma raíz que la palabra cultivar. Y el propósito de dicha relación puede variar desde presentar el homenaje y reconocimiento a seres humanos extraordinarios (culto a los héroes) o a los dioses (cultos religiosos), e incluso apaciguar o controlar ciertas fuerzas naturales (cultos naturales, agrícolas, etc.)

Junto al río Nilo, en sus mismos márgenes, se estableció una relación divina y de poder, además del control de ciertas fuerzas naturales. Era una zona infestada de cocodrilos, y para la religión egipcia, que representaba a muchos de sus dioses bajo formas animales, éstos eran las expresiones terrenales de poderes invisibles que había que canalizar.

En la Antigüedad, tanto en China, como en Mesoamérica, se rindió homenaje a otros grandes saurios míticos: los dragones, que aún hoy en día se utilizan en las representaciones de los festivales estacionales anuales.

El Dragón chino se relaciona claramente con la monarquía, los emperadores chinos, desde el legendario Huang-Di, tenían al Dragón como símbolo del poder imperial, ocupaban el “Trono del Dragón”

Este ser mítico estaba dotado de toda clase de poderes mágicos y conocimientos. Estaba relacionado con las aguas, tanto del cielo como del inframundo. Entre los primeros emperadores míticos de China, el emperador Fu-hi o Fu-xi, representado como medio hombre y medio serpiente, es quien establece el sistema analógico-matemático de los 8 Trigramas que está en la base del sistema oracular del “I Ching”, de la Medicina Tradicional China, de la Astrología, del Feng Shui o arte de la ordenación del espacio habitable, etc.

Este sistema universal de la civilización china tiene su origen en un dragón que surge de las aguas, y que ejecuta una serie de movimientos o danza ondulante. El emperador Fu-Hi capta esos movimientos y observa una serie de signos escritos sobre el lomo de dicho dragón, que son los trigramas sagrados que también están en el origen de la caligrafía o escritura china.

De tal manera que éste emperador es el “Transmisor” de conocimientos fundamentales, que están en la base de muchas ciencias y filosofías de la China tradicional, además de enseñar a sus súbditos a cazar, pescar, el uso de las armas de hierro, e instituir el matrimonio y los primeros elementos de culto religioso.

Una leyenda parecida es la de Osiris en Egipto, el dios-pez (arriba), que también surge de las aguas, viene de allende los mares, y enseña a los egipcios, entonces sumidos en la barbarie y el canibalismo, todos los aspectos de la civilización y la religión.

Es la misma historia que se repite en el caso de Oannes, el mítico hombre-pez que surge de las aguas del Golfo Pérsico y que dota de los primeros rudimentos a la civilización Sumeria. Oannes trajo el conocimiento de las letras y las ciencias, y de toda clase de artes. Enseñó a construir casas, a fundar templos, a compilar leyes, y explicó los principios geométricos.

También Quezáltcoatl, “la Serpiente de plumas preciosas”, es quien trae la civilización a los pueblos mesoamericanos, y quien era tenido por ser el inventor de los libros, los calendarios, y quien enseñó el cultivo del maíz, además de ser el patrón de los sacerdotes y símbolo de muerte y resurrección, como Osiris.

EL DRAGÓN EGIPCIO

La esencia de todos estos mitos es la de un civilizador que establece las bases de la cultura, religión, y medios de vida, se trata de un ser sagrado que viene desde lo profundo de las aguas o de los lejanos mares.

¿Por qué esta relación con las aguas profundas?

En las antiguas teogonías el origen del mundo, de la vida, se sitúa en las aguas primigenias. En la Biblia, por ejemplo, la creación comienza con el Espíritu de Dios que incuba las aguas del abismo. En los mitos hindúes el final del mundo, el pralaya, es la sumersión de todo lo existente en la oscuridad del no-ser, y su resurgimiento está de nuevo relacionado con las aguas primordiales sobre las que flota el cuerpo de Vishnú Narayana y de donde surge Brahmâ, el creador. La historia bíblica se repite en la leyenda de Noé, pues su ciclo corresponde también a un nuevo renacimiento de la vida después de la gran inundación; tras siete días el ave que envía vuelve con una ramita de olivo, anuncio de una nueva tierra emergida.

Todas estas leyendas hablan de un hecho fundamental, que también se encuentra reflejado en el Libro de los Muertos egipcio, donde la divinidad Atum le dice a Osiris que llegará un día en que animales, hombres y dioses desaparecerán, y únicamente sobrevivirá en medio de las aguas Osiris y él mismo, Atum, bajo la forma de una serpiente sumergida y desconocida en el medio de las aguas. Osiris aquí representa a la Sabiduría, al hombre sabio iniciado, y Atum ,el dios desconocido que se manifiesta en sus ciclos infinitos y periódicos.

Por tanto, un nuevo ciclo se inaugura tras la sumersión en el no-ser y a partir de ese momento, cuando el mundo vuelve a la vida y a recrearse saliendo de la inercia, lo único que sobrevive es la Sabiduría, porque sólo los hombres-peces, o sea, los hombres sabios iniciados, los peces-dragones, son los que pueden navegar y sobrevivir en las aguas de la no existencia. Ellos son los que atraviesan “los mares”, los que resurgen para enseñar a los hombres el comienzo de una nueva civilización, o un nuevo ciclo.

Por eso no es de extrañar la asociación de estos peces, dragones, cocodrilos, con los Primeros Reyes, las primeras dinastías celestes, aquellos primeros Conductores de la Humanidad. Así, los faraones de Egipto también son consagrados y ungidos en el antiguo Egipto con el aceite del cocodrilo sagrado, “Mesh”:

Los faraones eran pues los “Ungidos”, los Mesihas (מָשִׁיחַ Māšîaḥ, en hebreo = Khristós), por eso aún hoy en día a los cristianos en Egipto se les llama los “mesihis“, los ungidos por la sabiduría del Pez o Ichthus o Ichthy, emblema secreto de comunicación de los primeros cristianos:

IXΘΥΣ: Iota I: Ἰησοῦς Iesous (‘Jesús’), Ji X: Χριστὸς Christos (‘Ungido’), Theta Θ: Θεοῦ Theou (‘de Dios’), Ípsilon Υ: Υἱὸς Uios (‘Hijo’), Sigma Σ: Σωτήρ Sóter (‘Salvador’)

EL DRAGÓN ASTROLÓGICO

El signo astrológico en relación con las criaturas que “surgen del agua”, y signo de los “Mensajeros” y “Avatâras” religiosos es Capricornio. El monstruo que surge de las aguas, con la mitad del cuerpo de un monstruo marino y la parte delantera de una cabra. O sea, la fuerza espiritual que emerge desde las profundidades de los tiempos, de las aguas del abismo, del pralaya, y que trayendo consigo la sabiduría escala hasta las montañas, hasta las alturas místicas.

Dicho signo astrológico es conocido en la India como “Makara” (animal marino, cocodrilo), el monstruo descrito como delfín, dragón, y a veces con cabeza de antílope. Es el monstruo que sirve de vehículo para llevar a los dioses (vahan) y custodio de todas las entradas, umbrales, accesos a los templos, salas reales, etc. En la siguiente figura lleva sobre su lomo a Ganga, la diosa del río Ganges.

Es pues el símbolo, en resumen, de los que preservan y custodian la Sabiduría, además de ser sus transmisores, muchos de ellos en relación simbólica con Venus, la estrella de la mañana y vespertina.

MANAS, LA MENTE SUPERIOR O DRAGÓN

Entre los múltiples significados de los 4 elementos de los que hemos hablado en los artículos anteriores, con relación al ser humano, hemos relacionado estos simbólicamente con el aspecto físico, el energético-vital, el psíquico-emocional y el mental. Los 4 constituyentes o principios básicos del ser humano.

Ahora bien, el quinto elemento, o quintaesencia, hace referencia a la Mente Superior, o Manas, a la superación de los 4 principios básicos del ser humano, gobernados ahora por un quinto principio rector.

Toda la anterior simbología está precisamente en el templo de Kom Ombo. Este santuario junto al Nilo, aunque con raíces más antiguas, pertenece a la época ptolemáica. Es un templo doble, único en el Antiguo Egipto, se trata de dos templos paralelos unidos, y compartiendo algunas cámaras en común. Una parte estaba dedicada a Horus el mayor, Haroeris, y otra parte al dios cocodrilo “Sobek” (Soujos ó Σοῦχος en su transliteración griega) (en egipcio sfḫw, Safju = siete), el séptimo. La siguiente imagen es una síntesis de los dos dioses:

“Yo soy el Cocodrilo sagrado Sevekh: Yo soy la Llama de tres pabilos, y mis pabilos son inmortales. Yo entro en la región de Sekem. Yo entro en la región de las Llamas que han derrotado a mis adversarios” (Libro de los Muertos Egipcio)

Este verso hace alusión a los principios trinos y superiores del ser humano, a su parte inmortal. En el “Libro del Fayoum”, ya desaparecido, se habla del viaje diario de Sobek-Ra a través del cielo, como el sol en su movimiento diario. Remarcando así su naturaleza solar. Sobek es la serpiente-dragón, es el sol sumergido en las aguas primordiales, el espíritu solar manifiesto en las aguas de este mundo.

Dicho templo además estaba íntimamente relacionado con la monarquía, de tal manera que tanto Sobek como Horus el Mayor eran sus protectores. Una forma de Hathor, la diosa madre, era la consorte de Horus el Mayor con el nombre de Tasenetnofret (“La Buena Hermana”) representada aquí con su tocado y espigas.

En esta representación en uno de los muros de Kom Ombo, dañada e incompleta, aparecen los 4 elementos representados:

Arriba a la izquierda aparece un león alado (fondo anaranjado), enfrente del mismo un toro o buey (amarillo), abajo a la izquierda un halcón alado (morado), mientras que a la derecha falta la figura que está dañada. No obstante, aunque fue martillada aún puede verse el rastro de la figura que la coronaba (en la imagen rodeado por un círculo rojo), corresponde al tocado de Tasenenofret que vemos en la anterior imagen rodeada por un círculo rojo.

Tenemos pues como resultado una imagen similar a la utilizada para los 4 elementos en Alquimia y en la Cábala, compuesta por el Toro, el León, el Águila (halcón) y el Ser Humano:

Sólo queda representar el Quinto elemento. Este se encuentra en el centro aunque destruido (fondo verdoso), con la misma saña sectaria con la que se destruyó la imagen de Tasenenofret. Quizás porque simbólicamente ésta última es la Divina Madre de Panebtawy (“El Señor de las Dos Tierras”) quien probablemente estaba representado como un niño rey en el centro, y que recordaba a los sectarios cristianos que lo martillaron hasta destruirlo a su virgen madre y su hijo divino.

El niño divino, Panebtawy también representaba además al mismo faraón, al que se le suponía hijo de los dioses. Este templo de hecho está dedicado a la protección de los reyes egipcios.

El templo de Kom Ombo guarda bastantes sorpresas y misterios, y entre ellos nos ofrece aquí precisamente un emblema completo de los Elementos, dedicados al rey, y protegido por las figuras de los dioses celestes, uno que habita en el cielo, Haroeris, y otro su reflejo en las Aguas del Mundo, Sobek.

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