viernes, febrero 24

LAS HUMANIDADES PREVIAS - 2

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DESCENSO DEL HOMBRE SEGÚN EL KANGYUR TIBETANO I

Resumiendo el anterior artículo, los registros ancestrales del llamado Libro de Dzyan hablan de una Oleada de Vida, que llega a su etapa humana actual a través de un largo y complejo peregrinar previo. Dicha oleada cuando comienza a manifestarse en nuestro planeta como seres humanos lo hace a través de un proceso gradual de manifestación desde lo sutil hasta lo físico denso.

Paralelo a dicho proceso humano, también la Tierra fue conformándose poco a poco tal como la conocemos, y el magma líquido original fue endureciéndose dando origen a la corteza terrestre y tomando forma las placas continentales.

Todo el conjunto de éstos mecanismos fueron descrito en los comentarios a dicho Libro de Dzyan realizado por ciertos Maestros a través de su comunicación y enseñanzas con algunos corresponsales europeos durante el siglo XIX, y posteriormente por medio de la síntesis llevada a cabo por H.P. Blavatsky. A través de ello pudo conocerse en Occidente y en todo el mundo esta antigua tradición hasta entonces mantenida en secreto. En su obra principal, “La Doctrina Secreta”, se detalla esta evolución humana y cósmica, con comentarios a las estrofas del Libro de Dzyan agrupados en dos áreas fundamentales, Antropogénesis y Cosmogénesis.

Pero como se apuntó en el artículo anterior, para el buddhismo exotérico del siglo XX, tanto de las escuelas hinayana como las del mahayana, aunque encuentran inspiradora dicha obra, no conectan dichas enseñanzas con su doctrina.

Sin embargo el mismo Buddha apuntaba a la existencia de una llamada “Doctrina del Corazón”, o doctrina interna y secreta sólo transmitida a algunos discípulos. Precisamente encontramos rastros de dicha doctrina interna en el Dulva o Vinaya (la más confiable y probablemente la porción más antigua del Kangyur), y que forma parte del canon buddhista tibetano conocido como “La Traducción de la Palabra (del Buddha)” (Kangyur), que consta de 108 volúmenes. Veamos parte de su contenido, donde el mismo Buddha relata en su comienzo la aparición del hombre en la tierra y posteriormente su propio nacimiento y vida.

Historia del Mundo desde el tiempo de su renovación hasta el Reino de Suddhodana, el padre de Buddha.

En aquellos tiempos cuando el mundo fue destruido, muchos de sus habitantes nacieron en la región de los devas ābhāsvara, y allí albergaban cuerpos etéreos, libres de toda impureza. Sus facultades eran perfectas, eran sublimes en todas sus partes, de considerable belleza y agradable color. La luz procedía de sus cuerpos; se desplazaban a través del espacio y se alimentaban de alegría, y pervivieron en estado durante un largo período de tiempo…

Comentarios: Este relato comienza en un mundo inmediatamente posterior a un periodo de adormecimiento del mundo, o destrucción, llamado “pralaya”. Los “devas” es una palabra genérica cuyo significado puede traducirse por espíritus, dioses, etc. Se refiere a las almas humanas, habitando lo que se llama el “deva-kan”, el lugar donde la mayoría de las almas van postmortem, donde las aspiraciones nobles y profundas tienen la oportunidad de desarrollarse. Se corresponde a la creencia cristiana en un Cielo, pero con la diferencia que para los buddhistas e hindúes en general es sólo un estado transitorio e intermedio, antes de volver a manifestarse reencarnado el el mundo. Si el ser humano no desarrolla ninguna aspiración metafísica, ningún impulso de bondad, de idealismo, de caridad, etc., no hay nada que pueda desarrollar o recibir, o disfrutar en ese devakan. Nosotros construimos nuestro propio descanso. En ese caso, según las creencias orientales, cuando no se ha construido nada espiritual ni moral durante la vida, el alma se encamina sin apenas interrupción a su nueva manifestación, problematizada, llena de deseos y pasiones, sin haberse purificado en devakan, y lógicamente naciendo con tendencias nada saludables.

La clase de devas, los “ābhāsvara” se suele describir en el hinduismo como una hueste de dioses menores acompañantes de Shiva, o bien a Ganesha, dios de la sabiduría y la inteligencia. Estos ābhāsvaras son también llamados los dioses gana, de donde deriva el nombre del dios elefante Ganesha. Lo interesante es que ese nombre, ābhāsvara tiene otros significados: resplandecientes, y también “apariencia”, “fantasma”, “irreales”.

Este colectivo de almas, que se manifestará en la Tierra como seres humanos en el siguiente Manvántara (Manú-antara, entre dos Manús, siendo Manú el rector de cada ciclo de la humanidad) o ciclo de manifestación, permanecen en un estado “llenos de alegría” y “libres de impurezas”, porque representa la parte más noble, limpia, e idealista de nosotros mismos, no el ser problematizado que somos la mayoría de los seres humanos. Somos nosotros mismos liberados de todo el barro que nos cubre.

Mientras tanto este gran planeta Tierra se mezcló con las aguas y las poderosas profundidades. Entonces, sobre la faz de la gran Tierra, de las aguas y los océanos que se habían entremezclado, sopló un viento que solidificó y concentró aquella rica superficie (lit. crema); al igual que el viento cuando sopla sobre la superficie de la leche hirviendo que se está cocinando, solidifica y concentra la crema, así también hizo este viento soplando sobre la superficie de la Tierra, del agua y de los océanos que se habían entremezclado, solidificándolo y coagulándolo.

Comentario: La Tierra también se encontraba entonces en un estado semilíquido, y se preparaba después del periodo de descanso para albergar de nuevo la vida. Las aguas y océanos estaban mezclados:

En la Biblia: “E hizo Dios la expansión (el firmamento) y separó las aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que estaban sobre la expansión.”

“Soplaba un viento sobre su superficie” dice el texto budista, lo que la Biblia describe así:

“La tierra estaba informe y vacía, la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios (Ruah o Ruh) se cernía sobre la faz de las aguas” (Génesis I,2)

Lo que se traduce usualmente por “espíritu” en el texto original es Ruah, o sea el aliento, o viento, o soplo. O sea, en este caso las leyes superiores que llevan a su conclusión y evolución nuestro planeta, la Ley de Necesidad.

Así la Tierra se organiza y se solidifica (coagula) se separan las aguas y las tierras, y permite la aparición de la vida humana, vegetal y animal.

Este rocío (lit. savia de la Tierra, “prithivî-rasa”) era de un exquisito color, de delicioso sabor, agradable fragancia, de un color como el de la manteca, y sabor al de la miel silvestre.

En esta época en que el Mundo se formó, algunos de los seres de aquella región de los devas Âbhâsvara, habían cumplido el tiempo que se les había sido asignado, dignos de sus buenos trabajos, quedando exhaustos; de modo que abandonaron aquella vida y se convirtieron en hombres, pero con atributos similares a aquellos que habían poseído anteriormente.

Comentario: Tras agotarse el impulso espiritual acumulado, las almas se preparan para encarnar de nuevo. En este caso no se trata de una en particular, sino toda la Ola de Vida que va a formar la presente Humanidad en la Tierra.

“Con atributos similares”, esta frase se refiere al karma específico de cada uno, se trata de una continuación de las vidas anteriores, por consiguiente no hay nuevos méritos, sino sólo aquello que se ha logrado construir en pasadas encarnaciones, y que a partir de ahora tendrán que volver a desarrollar, continuando en esta nueva etapa.

En aquel período no había ni Sol ni Luna en el Mundo; no existían las estrellas en el Mundo, ni había días y noches, ni minutos, ni segundos, o fracciones de segundo; no había meses, quincenas, ningún período de tiempo, ni años: no había varones y hembras; sólo existían seres animados.

(Brahma, la divinidad creadora escondido en el Hyraniagharba, el huevo dorado antes de la creación)

En el seno de la oscuridad, de la no manifestación, del Pralaya, todo permanece quiescente, es un estado de espera y expectación inmediato a la aparición de todo el drama que se va a desarrollar. En el Rig Veda, quizás la literatura más antigua de toda la Humanidad, se describe un momento parecido, anterior a la manifestación del mundo, con la única diferencia de que en esta etapa que el texto del Dulva comenta sí existen seres animados, pero en un estado de suspensión en su manifestación:

No había inexistencia ni existencia, entonces.
No existía la atmósfera ni el cielo que está más allá.
¿Qué estaba oculto? ¿Dónde? ¿Protegido por quién?
¿Había un abismo insondable y profundo allí?

No había muerte ni inmortalidad entonces.
Ningún signo distinguía la noche del día.
El Uno respiraba sin aliento, por su propio poder.
Más allá de eso nada existía…
(Rig Veda, Himno de la Creación)

Continuará


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