El Tronco religioso de Abraham
El problema teológico de la Revelación
Todas las religiones mayores del mundo han proclamado en algún momento, fundacional para esa religión, que Dios se manifiesta así mismo bajo una revelación temporal o histórica y a través de la propia existencia del universo y sus leyes. Cada una de esas revelaciones históricas han sido recogida en los llamados libros sagrados, sus proposiciones hacen caducas y superan las creencias anteriores.
¿Pero cómo entonces se auto justifican, si al romper la tradición anterior, también niegan el orden anterior establecido de las cosas, y por tanto la propia manifestación de Dios en las leyes inmutables, físicas y morales, del universo? Las religiones "abrahamicas" (Judaísmo, Islam, Cristianismo, etc.) lo justifican por el hecho milagroso, pues la forma en que aparece esa revelación es considerada supernatural y milagrosa, y ello mismo justificaría su autenticidad y valor. Dios, según estas doctrinas, puede romper sus propias leyes, si así le place, para hacer aparecer sus nuevos dictados.
-Perdone que le interrumpa. Lo que ha dicho significa que según ese concepto no hay leyes universales que permanezcan en el tiempo. O sea que mañana puede ser que no haya ley de gravitación, o que los objetos pesados vuelen y que la luz sea lenta. ¿No?
-Interrúmpame cuando quiera, no faltaba más. No hay nada peor que un adoctrinador subido a un púlpito al que nadie puede callar. Verá, el problema es que nos olvidamos que somos unos seres muy, pero que muy diminutos, y muy, pero que muy limitados, y sin embargo cuando hablamos desde un púlpito cualquiera creemos que Dios habla por nuestra boca. Y si luego las cosas no cuadran, no hay problema: es que Dios ha decidido cambiar su voluntad y sus criterios. Así convertimos la idea del Absoluto Inaprensible en un Dios demasiado humano que, como podemos ver en la Biblia, se encoleriza, engaña, invita a matar, e incluso se complace "oliendo" el humo que asciende de la ofrenda hecha por Abraham, como el que pasa al lado de una barbacoa donde se asan unos buenos chorizos y chuletas. Menos mal que a última hora el ángel bajó apresurado y dijo en gallego "detente Abraham, non mates o neno", "para arma mía, no mate er shiquillo" (en andaluz)
Abraham está precisamente en el origen de las religiones "Abrahámicas" (Judaísmo, Cristianismo, Islam, etc.) y aunque se lo suele presentar como ejemplo de fe, yo diría más bien que se trata una "fe ciega", porque qué clase de dios pediría eso y qué clase de padre lo seguiría a pie juntillas. Las religiones que históricamente han seguido ese tipo de voz, no han dudado en derramar la sangre de miles de seres humanos en sus guerras de fe ciega para satisfacer la orden de su dios intolerante.
Y este dios, para muchos incomprensible, dicta textos fundacionales, revelaciones inamovibles y eternas (mientras que no decida cambiarlas de nuevo) como es el caso del Corán o de la Biblia o de la Torah. Incluso la misma palabra de Dios en estos textos, no puede ser sometida a ninguna interpretación, según sus teólogos, sino que ésta expresa de forma directa su intención a partir de ese nuevo comienzo.
A pesar de este dictum teológico y "eterno", sabemos por ejemplo que en el caso de la Biblia cristiana, ésta fue fruto de varios autores a lo largo de la historia, hasta cuarenta y tres autores según la edición de la Biblioteca de Autores Católico de la Universidad de Salamanca, edición con el sello del "nihil obstat quominus imprimatur" (sin obstáculos para ser impresa) de la jerarquía eclesiástica. Se considera pues a la Biblia como el resultado de la intervención inspiradora y periódica de la divinidad (o sea, mensaje a trozos como en el WhatsApp) Los únicos intentos de interpretación permitidos de la Biblia sólo se refieren a aspectos relacionados con lo lingüístico, o el contexto sociocultural y de las creencias de la época en que se produce la revelación.
No obstante, el hecho del paso de los siglos, del cambio en las costumbres, etc., presupone la distorsión en la transmisión del mensaje original, o su interpretación errónea. Por consiguiente al lado de esas revelaciones surgen cuerpos de tradiciones interpretativas ortodoxas que se atribuyen también así mismos un origen más o menos divino. Así por ejemplo la Sunna, en el Islam, o la guía del Imán entre los chiítas, o la propia Iglesia a través del Tribunal para la Sagrada Congregación de la Fe, o sea la muy tradicional Santa Inquisición a la que le han cambiado el nombre.
La Hermenéutica
La hermenéutica, por definición, es aquella disciplina que estudia el problema de la interpretación de los textos tradicionales. En los últimos tiempos se ha ido transformado también en una teoría general sobre la interpretación y el entendimiento.
En Occidente, desde los tiempos clásicos, ha habido distintas posiciones en cuanto al significado alegórico o mítico de los textos, así por ejemplo ya entre los antiguos griegos se planteaba si los textos de Homero podía ser interpretados alegóricamente. Dentro de la tradición bíblica, Orígenes establece que el intérprete debe comenzar por el significado literal, y que luego puede proceder a desvelar el significado espiritual. Los gnósticos sin embargo tomaron una posición interpretativa claramente opuesta y decididamente simbólica y alegórica, mientras que Clemente de Alejandría tomó una posición intermedia. Con el tiempo se adoptó el criterio de que las escrituras poseían tres niveles de interpretación: literal-histórico, moral y espiritual-místico, a los que posteriormente se les añadió la interpretación escatológica.
Durante la Edad Media aparecen glosas o breves comentarios sobre un capitulo o versos determinado de la Biblia, Santo Tomas de Aquino hizo también comentarios interpretativos basados fundamentalmente en elementos lingüísticos y, aunque con algún criticismo hacia los cuatro niveles de interpretación reseñados anteriormente, en general se adhería a ellos.
Posteriormente, la Reforma trajo consigo al comienzo posturas ambivalentes de aceptación y rechazo, hasta que finalmente acabó por descartar cualquier interpretación que no fuese la más literal y simple, tal como Calvino propugnaba.
En cuanto a la hermenéutica moderna, a partir del renacimiento hasta nuestros días, se puede decir que progresivamente se ha ido especializando en la determinación de los factores relacionados con el contexto histórico y lingüístico y las condiciones sociales y culturales que lo modifican. En la segunda mitad del siglo XX el interés se desplazó hacia el establecimiento de un método racional y científico que explicase las condiciones históricas previas que afectan al mismo intérprete.
Los textos son entendidos como construcciones que varían a lo largo del tiempo reflejando las motivaciones sociales del momento y de los lectores a los que iba dirigido. La hermenéutica se convierte pues en una ciencia pseudo racional (puesto que en realidad parte de supuestos y prejuicios materialistas) cuyo mayor interés está en descubrir los factores manipulativos presentes en los autores e intérpretes mas que en la posible verdad esencial de los mismos. No es más que un reflejo del mismo proceso que ocurrió en el historicismo marxista, en el que los valores representados por la superestructura ideológica de una sociedad debían ser desenmascarados para mostrar así las relaciones de producción y económicas subyacentes.
La Filosofía en el Mundo Islámico
En el Corán se repite frecuentemente que Dios ha hecho descender el Libro y la Sabiduría (Al-Kitab wa Al-Hikma), dos elementos fundamentales que se han hecho vivientes entre los hombres: el canon y los sabios que saben como interpretarlo. Sin embargo ambos han sido alterados, su línea de transmisión abortada. En el caso del Corán, a pesar de que los musulmanes mantienen lo contrario, se han perdido suras completas (ver artículo), y la transmisión de maestro a discípulo se perdió así mismo, tras la división entre chiitas y sunnies, sólo en parte recuperada a través del sufismo.
El problema de la interpretación simbólica y alegórica de los textos sagrados no encuentra mejor terreno de discusión que en la filosofía islámica. La frecuente confrontación y oposición entre los filósofos y los teólogos ortodoxos presentes en todas las épocas, nunca ha sido tan intensa como en el mundo islámico.
No existe una clara definición de lo que se entiende por filosofía islámica, en general puede hablarse de una serie de tendencias: la "Falsafa", o filosofía de raíz griega peripatética, por otro lado el Sufismo, de naturaleza más mística e iluminista, y que se relaciona más estrechamente con el concepto de "Hikma", o Sabiduría, y que junto con otras influencias ha llegado a originar un verdadero concepto "teosófico" en los trabajos de Mulla Sadra (1572-1640), convirtiéndose en "al-Hikma al-ilahi" o la Sabiduría Divina.
Mulla Sadra |
El termino falsafa es pues un neologismo que expresa ciertas formas de análisis y métodos de origen griego, frecuentemente vistos como opuestos y extraños al análisis propiamente tradicional e islámico. Tuvo un limitado periodo de vida, del siglo IX al XII, el termino quedó pues limitado al estudio o conocimiento de lo existente.
Del otro lado, el Hikma, la sabiduría, posee un significado más amplio, pues incluye aspectos de la teología ("Al-Kalam", la palabra o discurso) y del misticismo sufí. De hecho, se suele decir que la palabra sufí deriva del termino "suf", lana, refiriéndose a las ropas que portaban sus practicantes, sin embargo creemos que su origen es alejandrino, pues desde allí, después de la conquista del Islam de esta ciudad, se expanden las ideas de Plotino y Porfirio, estableciéndose de esta manera grupos neoplatónicos en otras partes del imperio árabe, llegando su influencia hasta Persia. Se trata pues de la Sophia, o Sabiduría de los místicos neoplatónicos transplantada al Islam.
Al-Suhrawardi |
"Al Hikma", sobre todo dentro de las escuelas desarrolladas en la India y en Persia, contempla al Corán y al Universo como aspectos revelados de la divinidad, que requieren interpretación y, de hecho, la mayoría de los filósofos islámicos entendieron como papel fundamental de la filosofía su aplicación en la hermenéutica de los textos sagrados. A diferencia de la filosofía occidental postmodernista, los temas centrales son aquellos relacionados con el ser humano entendido como entelequia, lo Uno o el Ser Puro, y los grados de la jerarquía universal, y el retorno final de todas las cosas a Dios.
12 Imanes |
Esta tendencia ha permanecido prácticamente incólume dentro del mundo chiíta, donde ha existido una tradición ininterrumpida hasta nuestros días. Otra fuente de importancia dentro del chiísmo es la autoridad de los Imanes y también para algunos la de la figura del oculto doceavo Imán, sucesor en línea directa del yerno del profeta, el Imán Ali, que sería pues el depositario de la enseñanza esotérica y mística del Islam.
Este también ha sido el mismo punto de vista tradicional en la India entre aquellos que aceptan los Vedas como revelación: estos deben ser interpretados y la autoridad del intérprete viene dada por su pertenencia a una larga e ininterrumpida sucesión de gurús o instructores espirituales, el texto sagrado escrito sólo sería una imagen fija y relativamente engañosa de la revelación original. Así también en el Islam, dentro de ciertas tradiciones, se habla del Corán Celeste, del que el Corán escrito sería sólo una copia.
En el mismo Corán se hace invitación a su análisis y entendimiento, y para todo musulmán, en principio, la obligación de entender la revelación por razonamiento, e incluso la búsqueda del conocimiento requerido para ello forma parte de sus deberes, "hasta en la China si fuese necesario..." tal como indica el propio texto.
El Fundamentalismo y la ruptura hermenéutica
De manera deliberada, las corrientes fundamentalistas originadas a finales del siglo XIX y comienzos del XX, surgen como reacción contra la interferencia del pensamiento occidental y ante la decadencia social y política del mundo islámico. La teología islámica deja de centrar su investigación en la naturaleza divina y el cosmos, para enfocarse casi exclusivamente en los atributos del Islam como movimiento religioso que posee una clara y definida naturaleza, un modo de vida, y cuya fin declarado es cambiar la historia humana a través de la creación de un nuevo ser humano que no dependa de ninguna otra creencia, institución u principio doctrinal salvo el Islam, y a través de una instrumentación social y política de sus principios.
Su definición de un hombre como musulmán requiere que este crea en el conjunto de los principios islámicos en su totalidad. La doctrina del Islam forma una unidad inseparable, y por ello todo estudio teológico, metafísico o filosófico del mismo no son aplicables al mismo. Es una reacción de autodefensa ante el creciente impacto de las doctrinas foráneas, tanto religiosas como políticas y filosóficas.
El Islam es considerado por las doctrinas integristas como una unidad orgánica, y la separación de cualquiera de sus constituyentes rompería su belleza y verdad. Al analizar la naturaleza de la divinidad, esta no puede separarse tampoco de su acción inmediata en el mundo, a pesar de que Dios garantiza la armonía de todas las leyes universales, estas dependen constantemente de la propia intervención divina, que no está sujeta a las mismas. Las leyes universales son pues el resultado de una constate recreación por parte de la divinidad, el mundo fue creado en su momento y puede desaparecer a su voluntad, las leyes pueden cambiar si Dios así lo desea.
Para el fundamentalismo la aprehensión de los principios fundamentales del Islam no son pues el resultado de la acción de la mente humana, por consiguiente, la única interpretación posible de los textos sólo se refiere a la adherencia a los principios lógicos y bien fundados de la lingüística y a los significados convencionales de los términos empleados, sin tener en cuenta si son conformes a la razón o no. La interpretación filosófica y/o esotérica, o sea la búsqueda de un significado interno no evidente, se vuelve pues imposible.
De alguna manera el Islam, tal como puede observarse históricamente, sigue los mismos procesos que aparecieron en el mundo occidental pero con un desfase de unos seiscientos años, que representa la diferencia en el tiempo desde la aparición del cristianismo hasta la del Islam. De tal manera que el fundamentalismo islámico, en muchos puntos, se asemeja a la reacción de la Reforma Protestante, especialmente en lo que toca a la interpretación literal de los textos, y a su rechazo de todos los que no se adhieran a los principios estrictos de su fe, lo cual está llevando el Islam a las mismas divisiones entre esos mismos grupos fundamentalistas como de la misma manera aparecieron en la cristiandad. Cada grupo fundamentalista se auto adjudica la única y verdadera interpretación de la tradición, calificando a todos los otros musulmanes de kaffaru, o sea infieles (en singular Kafr, de donde se deriva la palabra española "cafre")
El papel de la Filosofía en el Futuro
El análisis esotérico de los textos sagrados, es decir de sus significados internos y profundos, parte de una comprensión profunda del mito y el símbolo. Los estudios mas recientes remarcan que el fenómeno del lenguaje simbólico obedece al descubrimiento por parte del hombre de una realidad compleja no formulable por los instrumentos de la lógica común, sino que está basamentado en el lenguaje de las analogías, que trasciende las particularidades y acerca a la captación de los Principios Universales y de la Unidad Esencial de la Creación.
Los estudios paleontológicos prueban que desde el primer momento de la aparición del Homo Sapiens, este comenzó a simbolizar el mundo que le rodeaba, llenó de símbolos las rocas, los árboles y hasta su propio cuerpo con tatuajes y signos. El hombre de Neandertal, mejor preparado físicamente, con un cuerpo ágil y potente no pudo sobrevivir a la presión del nuevo hombre, dotado de una percepción simbólica que además le ayudaba a crear signos de identidad grupal, y por tanto de colaboración. Se fraguó así una visión común del mundo, compartida e insertada en el inconsciente colectivo de aquella nueva raza.
Este hecho fundamental, esa capacidad de percibir y vivir lo simbólico es pues connatural y un factor decisivo en la evolución posterior del hombre: la civilización es el producto de esa percepción particular. Negar al hombre el acceso a esa forma de pensamiento es amputar el acceso a canales de entendimiento de lo que el mundo es y el puede llegar a ser dentro del mismo.
Es en ese contexto simbólico y mitológico, donde los textos sagrados aparecen como expresión acabada de esa percepción especial. No existe otra ciencia, ni otra actividad humana que se encargue de ser el depositario de esa comprensión salvo los mitos y símbolos insertados en todas las tradiciones sagradas.
La decadencia de la filosofía, o sea la perdida del interés por la Sabiduría, y su entretenimiento descriptivo y analítico de los elementos materiales de la vida humana, han hecho que esa tradición haya quedado confinada al mundo de lo irreal, de lo innecesario o de lo folklórico-antropológico. La pretensión de explicar el hecho simbólico a través de teorías como la freudiana, o basadas en la filosofía marxista de la historia, ignora la aparición de ese cambio fundamental en el hombre, de ese nuevo talento que no dependía meramente de factores sexuales o materiales, puestos que estos también estaban presentes en otros hombres anteriores, que sin embargo carecían de la capacidad de simbolizar.
La filosofía del siglo XX se centra en la descripción horizontal de los factores que afectan a la interpretación y nacimiento de los textos sagrados, en los aspectos lingüísticos, históricos, políticos y económicos. Sin embargo una verdadera hermenéutica tiene como origen real y necesita para su explicación tener en cuenta la dimensión vertical del hombre, o sea, la aparición de algo superior que toma contacto con el mundo. Si para Aristóteles la filosofía surge de la sorpresa, esta hay que entenderla como el impacto de una nueva conciencia que aparece en el mundo.
Las tendencias integristas, no sólo presentes en el Islam, sino también en los movimientos cristianos sectarios, así como en las doctrinas materialistas modernas, rechazan cualquier elemento ideológico o análisis que no corresponda a su propia esfera. Así, por ejemplo, para el musulmán fundamentalista, la Carta de los Derechos Humanos es objetable, el concepto de igualdad de los seres humanos no es aceptable, existen por un lado los musulmanes, precursores de un hombre nuevo que acabará por dominar la tierra, y por otro los infieles, totalmente aparte y posible objeto de discriminación social y política.Sin embargo en el Islam tradicional no fundamentalista, así como en las doctrinas hindúes, y en el pensamiento moderno occidental de contenido tradicionalista, se habla con diferentes términos de la presencia de una Sabiduría Primordial a la que el hombre intenta acceder de diversas maneras y métodos místicos a través del tiempo, más allá de la superficie de las propuestas religiosas.
Se la ha denominado como la Tradición, el Islam antes del Islam, la Teosofía o Sabiduría Divina, etc. El descubrimiento de la misma era la tarea filosófica fundamental, la búsqueda de la Unidad a través del acceso místico caracterizado en muchos casos no solo por una profunda devoción, sino también por un sentido necesario de la tolerancia que partía del reconocimiento de la verdad esencial individual para alcanzar dicha Sabiduría. De ahí, que no era extraño para los filósofos musulmanes el estudio de los griegos, de los neoplatónicos, de las corrientes hinduistas de pensamiento, ni para Santo Tomas de Aquino eran extrañas las ideas de Maimónides, ni eran ignoradas por cada una de las seis darsanas o escuelas de pensamiento védico de la India las doctrinas de las otras, pues, muy al contrario, el contacto con las mismas eran estimulantes en la búsqueda filosófica.
En Occidente, H.P.B. y el movimiento teosófico enunciaron por primera vez y de forma clara la necesidad para toda filosofía realmente profunda y por lo tanto esotérica la necesidad del estudio comparativo de todas las religiones, creencias y doctrinas, como camino necesario hacia la Fraternidad Universal. Sin embargo, las tendencias fundamentalistas doctrinarias del Siglo XX, ya sean cristianas o islámicas o materialistas, precisamente rechazan esta propuesta. Inevitablemente ello conduce paso a paso a un mundo cada vez más sectario e irreconciliable, cada vez más intolerante.
El camino interior, propuesto por todas las autenticas "Sophias" ha sido reemplazado hoy por el camino de lo externo, por la acomodación a las formas doctrinarias y no a su espíritu o corazón, pues cuando el hombre niega el acceso hacia su propia alma, también niega la existencia del alma en aquello que cree o predica, cuando el hombre describe en detalle la materia, encontrando satisfacción momentánea en cada pequeño conocimiento arrancado de sus entrañas, olvida el estudio del origen de ese secreto.
Hoy el Islam integrista se preocupa de saber si entrar en la casa primero con el pie izquierdo o con el derecho es conforme a la religión o no, o si ha de cubrir más o menos porciones de la cara, o si el contacto de la mano femenina con el hombre es impuro. De igual manera las doctrinas materialistas vigilan bien de cerca para que en ninguna teoría científica, social o política se deslice ningún elemento trascendente, pues eso acabaría por contaminar la pureza materialista de sus doctrinas, hay que amputar el alma del hombre por todos los medios, no sea que muestre su poder irracional.
Sin embargo, por el árbol se conoce sus frutos, y ni el materialismo doctrinario, ni el puritanismo cristiano capitalista, ni el catolicismo "aggiornatto", ni el Islam desprovisto de la Sophia, puede crear filósofos, ni estos sin aquella trabajar para encontrar lo que es común, lo que todo hombre comparte, la Unidad Esencial de Todas las Cosas, del Universo, y de su propia Alma con Dios.