miércoles, octubre 1

¿Quién fue Lao-Tse?

¿Quién fue Lao Tse?

Lao-Tse es considerado el fundador del taoísmo y autor del Tao Te King, uno de los textos más influyentes de la filosofía china. Sin embargo, su existencia histórica es dudosa: algunos lo ven como un personaje real, otros como una figura mítica creada para simbolizar una tradición espiritual.

En este artículo descubriremos si Lao-Tse fue solamente un mito, un personaje real, o bien si tras su figura se esconde una larga cadena iniciática que se remonta a los primeras dinastías míticas chinas.

La primera biografía fue escrita fue la de Sima Qian (145-89 a. C.), un historiador de la dinastía Han. En su obra principal, "Registros históricos", el autor expresa sus dudas sobre los datos que presenta en el libro, pues no existe certeza sobre ninguno de ellos. No obstante, algunas de esas historias poseen un carácter místico u ocultista, otras son simbólicas, y algunas podrían referirse a otros personajes con los que Lao-Tse fue confundido. Por esta misma razón se le atribuyen varios nombres (Lao-Tzu, Laozi, Lao Dan, entre otros). En el "I Ching" se describe precisamente esa clase de Maestros elusivos, difícil de definir y esquivos, un tipo de hombre que "no sirve a ningún soberano y que, con altiva audacia, solo se dedica a lo suyo" (J. G. Font). Este sabio permanece oculto, vive solitario en grutas, encarnando la figura del sabio por excelencia. Ahora bien, ¿se trata de un sabio, o de una escuela iniciática?

La civilización china tiene también un origen mítico y mágico; se trata de los Tres Augustos (Fu Hsi, Shenong y Huangdi), los tres emperadores que establecieron las claves fundamentales de esta civilización. 

El primero de ellos, Fu Hsi, con la mitad del cuerpo como el de una serpiente, fue quien estableció los trigramas chinos, lo cuales se basaron en los signos grabados en el dorso de un dragón que surgió de las aguas del río, y que Fu Hsi copió. Estos signos, su lógica interna, su manipulación, son esenciales tanto en la Medicina China, como en el Feng Shui, la Geomancia y la Astronomía chinas. Su combinación dio origen a los hexagramas del famoso I Ching.

El segundo, Shenong, es quien establece la agricultura y la botánica aplicada, dando a conocer las plantas comestibles y venenosas, y aquellas que podían usarse en medicina.

El tercero, de manera especial nos interesa, pues aunque es también un emperador mítico posee también características humanas, es un ser semi-divino nacido de un rayo que desciende sobre una mujer, se trata del Emperador Amarillo, o Huangdi. Se le atribuye el calendario chino, las construcciones para la vivienda humana, las brújulas, la escritura primitiva, e incluso los barcos y carros. Y también se le relaciona con los principios taoístas. Es también el autor del famoso tratado conocido como el "Canon Interno", o Nei-king, donde se establecen las reglas fundamentales de la acupuntura china.

Los escritores taoístas otorgaron gran importancia a este Emperador Amarillo, e incluso durante la dinastía Han, el taoísmo llegó a conocerse como Huang-Lao, es decir, las enseñanzas de Huangdi (el Emperador Amarillo) y Lao-Tse. Aunque se dice que la figura de Lao-Tse apareció siglos después, se consideró a este como una encarnación de la sabiduría del Emperador Amarillo, como se menciona en el "Libro de las Transformaciones de Lao-Tse".

Esta relación es fundamental, pues vincula a Lao-Tse con la escuela iniciática primitiva del Emperador Amarillo. Este también es el caso de los "Cuatro Libros del Emperador Amarillo" y el "Libro del Símbolo Secreto", estrechamente asociados al esoterismo taoísta y cuyas enseñanzas guardan paralelismos con el Tao Te King.

Al igual que ocurre en el Antiguo Egipto con la figura de Hermes-Thoth, Lao-Tse parece representar más bien una escuela oculta y sus revelaciones transmitidas a lo largo de los siglos a través de una divinidad. El Tao Te King, de hecho, según análisis lingüísticos e históricos, sería en realidad una síntesis de diversos textos procedentes de épocas distintas y compilados por alguna cofradía secreta.

En el libro "Las vidas de los inmortales" (Liexuan zhuan), obra de Liu Xiang (79-8 a. C.), se identifica a Lao-Tse como un daoshi (o fangshi), es decir, un ser superior que había desarrollado las habilidades iniciáticas del Tao, alcanzando la condición de inmortal de excelsa sabiduría. Allí se describen sus metamorfosis cósmicas y su papel como consejero divino de los reyes sabios de la prehistoria. Ya en los siglos II y III, la corte imperial llegó a considerarlo una personificación del Tao y un Emperador Cósmico.

En otro texto, el "Clásico sobre las transformaciones de Laozi" (Laozi bianhua jing), se narran hechos extraordinarios: Lao-Tse se transforma en su propia madre y se da nacimiento a sí mismo. Allí se le presenta como una manifestación del mismo Tao. El texto lo describe como un ser extraordinario y trascendente:

«Laozi descansa en el gran comienzo, vaga por el gran origen, flota a través del vacío oscuro y numinoso... Se une a la serena oscuridad antes de su apertura, está presente en el caos original antes del comienzo del tiempo... Solo y sin relación, ha existido desde antes del cielo y la tierra. Viviendo profundamente oculto, siempre vuelve a ser. Se ha ido lo primordial; está presente un hombre».

Del mismo modo, se afirma que Lao-Tse es un Maestro Celestial, un transmisor de talismanes mágicos, y autor de registros y nuevas escrituras destinadas a fundar las comunidades de paz celestial.

En el libro "Clásico de la conversión de los bárbaros" (Huahu jing, 300 d.C.), Wang Fu afirma que, tras retirarse a las tierras occidentales (Tíbet), Lao-Tse reapareció en la India transformado en Buda, convirtiendo a los pueblos bárbaros. Este texto, perseguido y prohibido en la época Yuan, resurgió bajo otras formas, como en el libro "Las ochenta y una transformaciones del Señor Lao" (Laojun bashiyi hua tushuo), donde se muestra a Lao-Tse como una figura extratemporal que adopta múltiples formas sucesivas. Según esa tradición, penetró en el tiempo histórico en su undécima transformación, durante la era del mítico emperador Fu Hsi. En su transformación 34 explicó los sutras a los hindúes, y en la 58 se apareció entre nubes ante Zhang Daoling, fundador de una secta taoísta aún vigente.

Otros textos lo describen como maestro de la alquimia trascendente, vinculada a los nueve campos de cinabrios (semejantes los chakras hindúes) y los ocho minerales sagrados. Estas concepciones influyeron en la posteridad hasta el punto de ser venerado como divinidad, y que se construyeran templos en su honor.

Lao-Tse no muere

Al percibir que el momento histórico ya no era propicio, se retira hacia Occidente montado sobre un bueye, se dirige al Tíbet sagrado. Antes de penetrar en aquellas tierras, Yin Hsi, el guardián del paso fronterizo, le pide que deje por escrito sus enseñanzas. Lao-Tse accede y redacta el Tao Te King, confiándolo a Yin Hsi, quien posteriormente lo difundirá por toda China como su discípulo.

De este modo, Lao-Tse más que un ser humano, es un símbolo de los representantes de la Sabiduría Primordial que se manifiestan a lo largo del tiempo, transmitiendo textos a la posteridad y retirándose en secreto a las Montañas Blancas del Tíbet cuando la época se volvió adversa. No se conoce su muerte física; se dice incluso que nació anciano, con largas orejas, símbolos característicos de los sabios y de las corporaciones iniciáticas, semejantes a los yoguis de las Montañas Blancas, que aparecen periódicamente para guiar a la Humanidad.

Si seguimos esta interpretación, no debemos ver por tanto en Lao-Tse y en su doctrina a un simple filósofo ni a otra escuela más, sino al símbolo de la misma Raíz Atemporal que, a lo largo de los siglos, ha dado origen a múltiples transformaciones religiosas, esotéricas y morales, impulsando suavemente a la Humanidad hacia su evolución final.