¿Un Mensaje para el Futuro?
La biblioteca sagrada de la tumba de Padiamenope
En el anterior art铆culo que publicamos, hicimos referencia a un periodo de Egipto convulso y complicado, el siglo VII a.C.E, vio en r谩pida sucesi贸n la ca铆da de la XXV dinast铆a Kushita de origen nubio, la conquista por los Asirios, el debilitamiento de estos, y finalmente el comienzo con Psam茅tico I, la unificaci贸n de nuevo de Egipto con el establecimiento de la XXVI dinast铆a.
Pero este periodo de Egipto fue precedido por la fragmentaci贸n previa de Egipto entre los faraones con dominio sobre el Norte, y los del Sur con dominio a partir de Tebas. El tiempo final se acercaba poco a poco, y ya en esos tiempos previos de disoluci贸n, Herihor, primer sacerdote de Am贸n en Tebas, tom贸 en sus manos el poder, inaugurando as铆 la dinast铆a XXI con asiento en Tebas.
Este Herihor fue quien impuls贸 el traslado de las momias reales desde sus tumbas hasta una cueva escondida, en las colinas, por encima del templo de Hatshepsut en Deir el Bahari. De noche, para no ser observados, los cuerpos de los faraones fueron trasladados y a veces depositados bruscamente en aquel escondite. Y ah铆 permanecieron hasta su redescubrimiento por los egipt贸logos del siglo XIX. Evidentemente el poder real en Tebas era ya incapaz de mantener la seguridad de las tumbas reales, y temiendo su destrucci贸n recurri贸 a esta arriesgada maniobra que finalmente tuvo as铆 茅xito: la mayor铆a de las momias reales que el turista puede contemplar hoy en los museos egipcios son aquellas que fueron rescatadas de aquel lugar.
Esta debilidad de las dinast铆as y su separaci贸n, condujo a la invasi贸n del poderoso reino de Kush, y los acontecimientos relatados m谩s arriba.
¿Qui茅n fue el misterioso Padiamenope?
Padiamenope, tambi茅n conocido como Petamenophis, es un personaje a caballo entre las dinast铆as XXV y XXVI. Su tumba, inmensa, m谩s grande que la de muchos reyes, y la docena de estatuas encontradas dedicadas a 茅l, es algo inusual y que llama nuestra atenci贸n. No ocup贸 ning煤n cargo importante en la estructura estatal, y su t铆tulo de Jefe Sacerdote Lector, nos lo presenta como un erudito, algo que como veremos es muy importante en su biograf铆a y significado.
A pesar de ello era, junto al Fara贸n, el 煤nico realmente autorizado a dirigir las fiestas de Amon-Ra en Tebas, como "Director de las Fiestas de Am贸n", adem谩s de a帽adir a estos t铆tulos el de ser "Secretario Privado del Rey" y "Sacerdote Jefe Ritualista". Todo ello apunta a alguien con profundos conocimientos, un sabio, y que adem谩s gozaba de una confianza especial por parte del fara贸n, o faraones: curiosamente, como era la costumbre, en su tumba da gracias al fara贸n por el privilegio de permitir su construcci贸n, pero no indica en ning煤n momento a qu茅 fara贸n se dirig铆a.
Seg煤n Claude Traunecker (Univ. Estrasburgo), quien comenz贸 de nuevo la excavaci贸n de su tumba, "Padiamenope era un sabio especializado en rituales reales" y contin煤a diciendo que "su tumba, es mucho m谩s que una simple tumba: es un lugar de peregrinaci贸n y de culto, con un santuario subterr谩neo consagrado a Osiris, en el coraz贸n de una gigantesca biblioteca-museo"
La Biblioteca Sagrada de Padiamenope
La tumba de Padiamenope como se帽alamos es inmensa, comprende 22 c谩maras, que se distribuyen en 4 niveles de profundidad, el 谩rea decorada corresponde a unos 2622 m2. En el siguiente enlace puede apreciarse la extensi贸n de dicha tumba:
Sus paredes, todav铆a en proceso de consolidaci贸n, interpretaci贸n y restauraci贸n, contienen toda una colecci贸n de textos sagrados esenciales, en la siguiente imagen podemos ver parte de la tumba y la localizaci贸n de los textos m谩s importantes:
El profesor Claude Traunecker a帽ade: "El sabio Padiamenop猫 hizo esculpir en las paredes de su tumba el resultado de sus trabajos de compilaci贸n y de modernizaci贸n de los grandes corpus funerarios del Antiguo Egipto e invita expl铆citamente a los visitantes del futuro a copiarlos y estudiarlos, en definitiva a transmitirlos".
De hecho la figura de Padiamenope aparece en las primeras escenas a la entrada de la tumba dirigiendo su mirada hacia el exterior, e invitando a los que llegan a participar de sus tesoros, algo muy extra帽o, porque habitualmente se proteg铆a la entrada a las tumbas e incluso se inscrib铆an textos m谩gicos para expulsar a los intrusos. Sin embargo sus palabras son una bendici贸n y una invitaci贸n:
... O, vosotros los vivos Aquellos que est谩is sobre la tierra, Aquellos que hab茅is nacidos y aquellos que nacer谩n. Aquellos que vienen como seguidores de Montu, se帽or de Tebas Aquellos que vienen a disfrutar al occidente de Tebas Aquellos que pasan por las escaleras Aquellos que penetran en las tumbas y que contemplan lo que all铆 ah铆, Tan verdadero como Amon-Ra, el se帽or vivo para nosotros adorad al dios, y pronunciad la f贸rmula de ofrenda, completar este monumento y restaurar lo que se haya da帽ado.
Parece ser que incluso en c谩maras profundas se permiti贸 la entrada de cierto p煤blico, y se hicieron ceremonias, e incluso pudo haber animales sagrados vivos.
Todo parece indicar por tanto que es el trabajo de un sabio, amigo personal del rey, sin cargos p煤blicos importantes, pero con una sabidur铆a reconocida que le permiti贸, con apoyo de la realeza realizar su sue帽o de transmitir las mejores versiones de los libros sagrados, as铆 como una cierta tradici贸n inici谩tica en relaci贸n con las estrellas imperecederas. As铆, su tumba no termina al este como otras, sino que se dirige de manera clara hacia el Norte, al lugar de las estrellas sagradas del polo norte, y en una c谩mara secreta superior, se encontr贸 los restos de su tumba, y murales astron贸micos con extraordinarias representaciones de la estrellas circumpolares.
En el coraz贸n de la tumba
En el coraz贸n mismo de la tumba se encuentra un Templo Osiriano, un lugar central y de gran importancia que lo convirti贸 en el eje de peregrinaci贸n, as铆 como para los seguidores de Montu, el dios ancestral de Armant —lugar de origen de Padiamenope, cercano a Tebas— y considerado el antecesor guerrero del dios Am贸n.
A煤n hoy, en esa peque帽a villa del sur de Egipto, puedo dar testimonio personal de la existencia de grupos de egipcios nativos que, con entusiasmo, buscan reavivar las antiguas tradiciones vinculadas a Montu, Am贸n, Tebas y Armant.
Resulta igualmente llamativo que, en El Cairo —ciudad tradicionalmente invadida por gatos y donde hasta hace poco los perros salvajes eran perseguidos, maltratados y apedreados por la gente—, estos animales se hayan convertido en los 煤ltimos a帽os en compa帽eros dom茅sticos de muchas personas. Ahora se acomodan en los vest铆bulos de los edificios como guardianes de sus propietarios, y otros simplemente sin amo, consideran amigos a todos los que pasan. La gente los cuida y alimenta, y ellos, con alegr铆a, parecen haber retomado su lugar como antiguos se帽ores de Egipto: un s铆mbolo de los nuevos tiempos que se avecinan, en los que los perros, hermanos de Anubis, regresan por sus fueros.