domingo, junio 15

Origen Egipcio de la Astrología Occidental

Origen Egipcio de la Astrología Occidental


Se suele decir que la astrología tiene su origen en Mesopotamia y que, posteriormente, fue desarrollada por los griegos, con poca o ninguna participación de la astrología egipcia. Incluso se afirma que los egipcios no llegaron a desarrollar una astrología propia y consistente, sino que los documentos o vestigios astrológicos que poseemos son de influencia griega directa.

Sin embargo, la astronomía egipcia presenta un modelo particular: la división de la eclíptica zodiacal en 36 sectores llamados decanos, además del conocimiento de ciertas constelaciones y un sistema augural similar al babilónico.

Al examinar cuidadosamente los hechos, la conclusión parece ser diferente. Es cierto que los babilonios desarrollaron una astrología propia, aunque limitada a los augurios, es decir, a la clasificación de días y periodos como fastos y nefastos, favorables o desfavorables. No existía aún un sistema de horoscopía como el actual, y solo en las últimas etapas se encuentran intentos de cartas natales. Los griegos adoptaron estos conocimientos pero los modificaron, aceptaron algunas constelaciones y descartaron otras, pero tampoco crearon un sistema astrológico completo.

Y es precisamente aquí donde surge la confusión: el sistema astrológico occidental que conocemos hoy no es un desarrollo directo de la astrología babilónica ni de la griega del período clásico. Su verdadero origen es la Astrología Helenística de Alejandría. El término helenismo, aplicado al resultado de la interacción entre la cultura griega y el mundo asiático, suele llevar a la idea errónea de que es sinónimo de "griego", cuando en realidad no es así. El aporte griego consistió en renovar el interés, difundir el conocimiento, poner en práctica conceptos y fusionar diversas tradiciones culturales.

Esto no implica que el conocimiento se originara en Grecia, sino en los pueblos conquistados por Alejandro Magno. Así, cuando hablamos del helenismo alejandrino, nos referimos a un periodo en que el ímpetu intelectual de los griegos los llevó a buscar con entusiasmo todo saber que pudiera obtenerse de los egipcios.

Se denomina astrología helenística a aquella que surgió en Egipto y áreas del Mediterráneo oriental, entre la conquista de Alejandro y el inicio de la era cristiana. Esta astrología marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la astrología occidental. Sus contenidos y técnicas no pueden rastrearse a ninguna fuente anterior, y la mayoría de sus conceptos constituyen la base de toda la astrología occidental posterior.

Sus fundadores son desconocidos. Las referencias aluden a figuras legendarias o divinas, y lo más curioso es que la astrología helenística aparece prácticamente completa desde sus inicios, sin un desarrollo progresivo documentado. Contrario a lo que suele pensarse, no existe evidencia de un largo proceso evolutivo con ensayos, errores y mejoras graduales.

No obstante, ese proceso tuvo que existir, lo que plantea dos hipótesis: o bien fue producto de una revelación divina transmitida por figuras desconocidas, o bien fue el resultado del trabajo continuado de generaciones de astrónomos cuyos conocimientos se mantuvieron en secreto y que finalmente fueron divulgados en época helenística. Ambas hipótesis pueden parecer fantásticas, pero una de ellas —o ambas— debe ser cierta. De hecho, las fuentes clásicas, como Firmicus Maternus en su obra Matheseos (c. 337 d.C.), afirman que Hermes Trismegisto fue el fundador de esta astrología, y que la transmitió a Asclepio, y posteriormente a Nechepso y Petosiris, quienes a su vez la divulgaron a figuras como Abram, Orfeo y Critodemo. Esta era la creencia común entre los astrólogos helenísticos.

El mencionado Asclepio podría ser el mismo destinatario de los textos del Corpus Hermeticum, al que se le atribuye una obra titulada Myriogenesis. A Nechepso, un faraón, y a Petosiris, un sacerdote, se les adjudica otro texto que fue traducido al griego hacia el siglo II a.C., citado con frecuencia por autores posteriores.

Ahora bien, debido a una serie de consideraciones relacionadas con sus años de reinado, su nombre, etc., parece ser que el faraón Nekepsos (Nechepsos o Nequepso) se trataría en realidad del faraón Necao II, y su nombre, según el arqueólogo Kim Ryholt, se debe traducir como "Neco el Sabio" y que por tanto el nombre de Nequepso o Nechepsos se refiere a Necao II, faraón de la dinastía XXVI que gobernó en el antiguo Egipto de 610 a 595 a. C. 

Necao II

Necao fue un faraón emprendedor y muy activo. Lanzó el primer proyecto precursor del Canal de Suez, además de establecer la primera flota marina. Los egipcios, en los períodos históricos anteriores eran bastante reacios a las aventura marineras, y nunca poseyeron una flota mediterránea hasta esa época.

Necaso ordenó así mismo una expedición marítima que partiendo del Mar Rojo, y rodeando toda Africa, terminó en la desembocadura del Nilo. Una aventura extraordinaria que implicaba un cierto conocimiento geográfico.

Aún perteneciendo a épocas finales de Egipto, en las que el reino había perdido gran parte de su esplendor y poderío, se atrevió también a enviar expediciones a Palestina y Siria, con resultados dispares. 

Ahora bien, un hecho que llama poderosamente la atención es que entre los 5 Nombres Reales que se asignaban a los faraones, uno de ellos, el conocido como nombre Nebty, es decir, como Señor de las Dos Tierras, fue el nombre de “Maa-jeru”. Este era el nombre que se asignaba a los iniciados osirianos o justificados. Quizás fuese un mero título sin otras pretensiones, no obstante, su capacidad de lucha, su intento de recrear el poder de Egipto, el atrevimiento no solo de construir una marina, sino que además impulsar una expedición extraordinaria para aquel tiempo, y que además implicaba unos conocimientos geográficos, todo ello nos lleva a pensar que se trataba de un faraón especial, con acceso a ciertos conocimientos secretos de los templos.   

El tercer nombre mencionado como transmisor de la Astrología secreta egipcia, que dio origen a la Astrología Helenística, fue Petosiris, quien fue uno de «los cinco grandes» (dyw wr), es decir, un Sumo sacerdote de Thot en Hermópolis Magna, lo que lo relaciona con la tradición hermética. 

Tumba de Petosiris

Petosiris ejerció dicho cargo durante el periodo de transición entre el dominio persa y el establecimiento de la dinastía ptolemaica. En tiempos posteriores su tumba en Tuna el Gebel fue objeto de peregrinaje, y fue considerado como uno de los grandes sabios de Egipto. En la oración inscrita en su templo se puede leer lo siguiente,

...Mientras el gobernante de las tierras extranjeras [los persas] era Protector de Egipto,
y cuando nada estaba en su lugar anterior,
ya que la lucha había comenzado dentro de Egipto,
el sur estaba en tumulto y el norte en revuelta;
el pueblo caminaba con [la cabeza vuelta hacia atrás (?)],
todos los templos estaban sin sus sirvientes,
los sacerdotes huyeron, sin saber lo que estaba pasando...
Cuando me convertí en supervisor de Thoth, señor de Khemmenu (Ciudad de los Ocho),
Puse el templo de Thoth en su estado anterior.
Hice que todos los ritos fueran como antes,
Que cada sacerdote (sirviera) en su momento adecuado.
Engrandecí a sus sacerdotes,
Promoví a los sacerdotes horarios de su templo;
Promoví a todos sus sirvientes,
Di una regla a sus asistentes....

Petosiris vivió en una época de tumulto, en que la religión egipcia, sus archivos, sus dioses, sus objetos de culto fueron desecrados por los persas de forma cruel, llegando estos incluso a matar a algunos de los bueyes sagrados, los famosos Apis. 

Petosiris se encarga, por tanto, de restablecer y poner orden en el culto de Thoth-Hermes, y además se encarga de nombrar sacerdotes-horarios para su templo, o sea sacerdotes que observaban el cielo y actuaban como astrólogos del dios.

Los tratados más importantes que han sobrevivido de la Astrología Helenística son el Tetrabiblos de Ptolomeo, la Apotelesmática de Hephaistio, el Matheseos de Firmicus, y la Antología de Valens. También existen fragmentos de otros autores, aunque incompletos o mal traducidos. A pesar de que estos textos fueron escritos entre los siglos II a.C. y VII d.C., presentan una notable coherencia en ideas y métodos.

Quienes difundieron estas enseñanzas, ya fueran sus creadores o depositarios de una tradición mantenida en secreto, aparecieron entre los siglos II y I a.C. Sin embargo, en tan solo poco más de cien años, ya a comienzos de la era cristiana, "tanto el marco conceptual, los principios interpretativos, como las técnicas básicas de la astrología helenística estaban plenamente establecidos" (Robert H. Schmidt).

Algunos conceptos son tan complejos que difícilmente podrían haber surgido de descubrimientos empíricos o de ensayos fortuitos. Por ello, aunque el origen de esta astrología siga siendo un misterio, ya no es correcto afirmar que "Grecia, tras asimilar los conceptos babilónicos, elaboró el sistema astrológico que conocemos hoy como astrología occidental". Más bien, debemos buscar su origen en Egipto y en la figura de Hermes Trismegisto, tal como lo relatan todos los autores clásicos.

martes, mayo 13

La Inteligencia Artificial y el papel de los Instructores y Maestros

 

La Inteligencia Artificial y el papel de los Instructores y Maestros

Una revolución se aproxima. Habrá heridos, héroes y perdedores. No se trata de juzgar si es buena o mala "per se", sino de decidir cómo aprovechar este momento o, por el contrario, apartarse de la corriente general, con mejor o peor fortuna. Los “puros” que se aíslan, como los famosos Amish de EE. UU., terminan por vivir al margen de la sociedad. Para quienes tienen como misión transformar el mundo, alejarse supone perder la oportunidad de influir en él.

Entonces, ¿cuál será el papel de los profesores, instructores y maestros en un futuro no tan lejano? La inteligencia artificial ya está sustituyendo libros, apuntes y respuestas a preguntas estudiantiles. De hecho, esto ya está ocurriendo. Los jóvenes, en particular, han comenzado a usarla a gran velocidad. La consulta de páginas web o de Wikipedia está siendo reemplazada por la interacción directa con dispositivos impulsados por IA.

El gran reto es cómo adaptar la función del docente en este nuevo contexto. ¿En qué consistirá ahora su papel? Ya no basta con leer apuntes en clase ni recopilar múltiples fuentes (libros, artículos, resúmenes, etc.); eso lo hace la IA de forma más rápida, completa y, muchas veces, más eficaz.

Quizás la nueva función del educador sea proponer una idea central o un punto de vista particular —incluso si va en contra de la corriente dominante— y sostenerlo con dos elementos fundamentales:

  • El criterio personal del enseñante

  • Una actitud socrática en clase, que invite al estudiante a reflexionar y participar

Además:

  • Enseñar a pensar, más que transmitir contenidos

  • Fortalecer el carácter, más que fomentar la acumulación de datos

  • Apoyarse en la IA como herramienta informativa, sin olvidar que lo formativo y lo humano siguen siendo insustituibles

¿Cómo debe responder entonces un profesor, cuando lo que afirma es contrastado casi de inmediato por sus alumnos a través de la IA?

Estas fueron mis inquietudes, las cuales compartí con distintas inteligencias artificiales (ChatGPT, DeepSeek, Bing, Gemini etc.). A continuación, resumo las respuestas obtenidas:


La IA en Educación: ¿Fin del Profesorado o Reinvención?

El avance de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito educativo sin duda transformará el papel del docente. Sin embargo, no lo hará obsoleto, sino que redefinirá su rol hacia uno más estratégico, humano y esencial. Estas son algunas claves de esa transformación:

1. De transmisor de información a guía crítico y contextualizador

  • La IA ofrece datos y respuestas inmediatas, pero el profesor:

    • Enseña a pensar, no solo a memorizar

    • Contextualiza el conocimiento: lo vincula a la ética, la historia o la realidad cotidiana

    • Filtra y cuestiona la información generada por la IA, detectando sesgos o errores

2. Facilitador del aprendizaje personalizado

  • La IA adapta contenidos al ritmo individual, pero el docente:

    • Identifica las motivaciones y talentos de sus estudiantes

    • Diseña experiencias únicas (proyectos, debates, investigaciones)

    • Actúa como mentor emocional, vital para la motivación y el desarrollo personal

3. Experto en enseñar a aprender

  • En un mundo donde el conocimiento se transforma constantemente, el docente:

    • Fomenta la metacognición (pensar sobre el propio aprendizaje)

    • Desarrolla la curiosidad, el juicio crítico y la autonomía intelectual

4. Diseñador de experiencias educativas

  • Mientras la IA automatiza tareas repetitivas, el profesor:

    • Diseña proyectos colaborativos e interdisciplinarios

    • Utiliza la IA como asistente para enriquecer el aprendizaje

    • Enseña habilidades blandas: liderazgo, empatía, comunicación, creatividad

5. Ejemplo de "humano aumentado"

  • El mejor profesor del futuro será aquel que integre la IA en su práctica, pero se distinga por:

    • Su punto de vista único

    • Su capacidad para inspirar y conectar emocionalmente

    • Su ética y discernimiento humano, especialmente en contextos ambiguos


¿Cómo Definir Esta Nueva Función?

Podríamos describirla como la de un "Arquitecto del Aprendizaje": no alguien que entrega conocimiento empaquetado, sino quien:

  1. Plantea preguntas poderosas

  2. Utiliza la IA como herramienta para explorar respuestas

  3. Conecta el aprendizaje con la vida real y las pasiones del estudiante

Conclusión

La IA automatizará lo mecánico, pero el valor del educador estará en lo humano: inspirar, guiar, contextualizar, emocionar. Su nuevo rol será más profundo y menos repetitivo, enfocado en formar pensadores críticos y personas íntegras, no simples receptores de información.


Lo anterior es el resumen de los que las IAs han contestado, y esta es mi reflexión final:

Ante esta realidad, tenemos dos opciones: demonizar las herramientas modernas —como los vídeos, presentaciones, plataformas y otros recursos complementarios— o comprender que el medio no es el problema. La verdadera transformación debe venir del docente: un profesor socrático del siglo XXI, no de la antigua Grecia, sino uno profundamente comprometido con despertar el alma a través del pensamiento crítico, la claridad mental y la participación activa en el arte de aprender a ser mejores. Una gran profesora comentó que no se puede albergar las intuiciones divinas a menos que se posean unas buenas estructuras mentales para acogerlas ¿Y vosotros, qué pensáis?

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