jueves, abril 18

Filosofía de la India 4 - Los Vedas

LOS VEDAS

Una aproximación interna



Constituyen los Vedas la literatura más antigua de los pueblos arios de la India. Su nombre deriva de la raíz vid (conocer). “Véda” significa conocimiento, sabiduría, y se relaciona con otras raíces indoeuropeas como la del protoindo-europeo weyd (saber, ver) y en latín videō (ver).

Esta asociación de significados, conocer-ver, nos recuerda otro concepto propio del hinduismo: avidya, o sea la falta de sabiduría o ignorancia, a-vidya, es el resultado de no-ver, o sea de no darse cuenta, de no percibir la realidad de las cosas, debido a la ilusión (maya) en la que estamos inmersos en este mundo.

Otra palabra hindú, agnyana, tiene también el significado de ignorancia, pero en este caso se refiere a la falta de conocimiento (a-gnyana), su ausencia, que puede ser corregida con la oportuna instrucción. Sin embargo, avidya es la ignorancia del que esencialmente no ve, del que no tiene capacidad para penetrar más allá de la ilusión de este mundo. Se puede conocer muchas cosas, enumerar largas listas de conceptos, y a pesar de todo ello no darse cuenta de cuál es la esencia de nuestra vida y de este universo en el que nos manifestamos.

Esta revisión etimológica tiene como intención entender la profundidad del nombre que reciben estos textos antiquísimos, los Vedas. Hay en ellos, encerrado bajo aparentes fórmulas sacrificiales e himnos a los dioses, un conocimiento profundo del Ser humano y del Ser del Universo.

Los Vedas tienen varios niveles de lectura, una forma más superficial, ritualista, y otra profunda, un segundo discurso al que sólo tienen acceso los sabios que conocen sus claves de interpretación. Son libros inspirados, comunicados (Sruti) por los 7 Rishis, los Sabios Ancestrales en relación con las 7 Estrellas de la Osa Mayor, y luego memorizados por otros sabios que finalmente los compusieron. Otra vez la etimología nos ayuda a comprender, pues la palabra “sruti” no sólo significa oído, o escuchado, también tiene el significado de flujo, corriente, sendero. Se trata pues de la cadena de los mensajes de los sabios que partiendo desde lo celeste alcanza a todos los seres humanos.



Durante miles de años esta cadena oral fue mantenida intacta. Posteriormente esta tradición fue compilada por Vyasa junto al lago Manasa-Sarovara (Mansoravara), en el Tibet, a la vista del sagrado monte Kailasa. Una vez más los nombres ayudan a entender, pues “sarovara” significa simplemente lago, y “manasa” mente o mente superior o mística. Esto sucede al pie del monte Kailash o Kailasa, cristal, aunque según algunos tiene el mismo origen que el término caelum, o cielo en latín. Así la transmisión desde lo celeste, llega hasta la mente superior que la recoge.

Ahora bien, este Vyasa no es una persona concreta, hay muchos Vyasas míticos en la historia de la India, como también hubo muchos Thoths transmisores de la sabiduría en Egipto. Este nombre, Vyasa, significa “compilador”, el que distribuye o arregla y divide algo, se refiere a que ordenó y compiló los Vedas, dividiéndolos entre los himnos principales del Rig Veda y sus derivaciones directas: el Sama Veda y el Yajur Veda, ya que el 4º Veda, el Atharva Veda apareció posteriormente. En la historia de la India este personaje mítico y huidizo, tras el cual en realidad se esconde una cofradía de sabios, es quien también compiló el Mahabharata, fue el narrador de algunos de los Puranas y, según otros, fue incluso el creador de los Upanishads.

El Himno de la Creación

Antes de avanzar más en el conocimiento sobre los Vedas, con objeto de señalar su profundidad y alcance, reseñamos a continuación y comentamos el llamado Himno de la Creación, o Nāsadiya sukta, que es el himno 129 del 10º mandala del Rig-veda. Generalmente los orientalistas comentan que este retrata la infancia de la humanidad, un estado de asombro primero ante el misterio del Universo, ante el que el asceta ario no tenía respuesta. Nada más lejos de la verdad, pues más bien se trata de una profunda reflexión en la que ya aparecen los contenidos de las escuelas vedantinas posteriores, e incluso las elaboraciones filosóficas de los Upanishads y otros textos hindúes: la existencia de una realidad trascendente, omniabarcante, omnipresente, y al mismo tiempo incognoscible. Es el Uno Absoluto o Sin Segundo, aquello que está en el origen del Todo y es el Todo en Sí Mismo, Parabrahman, lo que está más allá del Dios Creador o Demiurgos, Uno manifiesto o Brahma.

Entonces el Ser no existía,
ni tampoco existía el no-Ser.
No existía el espacio etéreo
ni la bóveda celeste más allá.
¿Había algo en movimiento?
¿Dónde? ¿Bajo la protección de quién?
¿Existía el agua, ese abismo profundo e insondable?

No existía la muerte,
ni existía la inmortalidad,
ni signo que distinguiera a la noche del día.

Comentario: Ser o el no-Ser es ya una definición, por ejemplo ser blanco, o no ser blanco. Definir es existir dar vida a algo en este mundo manifestado, estos versos tratan de expresar un momento anterior a la creación, o mejor dicho de la “recreación”, pues para la filosofía hindú el universo está en constantes ciclos de creación (manvántara) y destrucción (pralaya). En el silencio del Pralaya Universal, o sea de la ausencia de universo manifiesto, las definiciones no existen. El espacio etéreo (el Akasha) es la gran tela de araña sobre la que se extiende todo el universo, y no se había extendido aún, ni tampoco podría definirse arriba ni abajo, ni la tierra ni la bóveda celeste.

Nada se movía, porque el movimiento es precisamente la naturaleza de lo existente, movimiento que no sólo es el de los cuerpos, sino sobre todo el del Tiempo. Ni tampoco existía aquello que acompaña siempre al Tiempo: el Espacio, y por tanto no había un dónde ni tampoco un cuándo, ni quien pudiera gobernar ni proteger la Creación, o sea el dios demiurgo. Las profundidades del Abismo no habían aparecido, pero pronto se convertirán en la Matriz de todo lo manifiesto.

Sólo el Uno alentaba por su propia naturaleza
Aparte de él no existía cosa alguna.
En el comienzo sólo había
tinieblas envuelta en tinieblas.

Comentarios: Una nueva etapa sutilmente diferente aparece en estos versos, en el seno de lo Incognoscible, Inaprensible, Indefinible, se menciona al Uno que alienta por sí mismo, que no respira aire, sino que posee su propio movimiento evolutivo, se expande y contrae, alienta en sí mismo, porque no toma ni respira nada de fuera de sí mismo. El resto era tinieblas envueltas en tinieblas, pues cuando imaginamos algo oscuro, en nuestra mente tendemos a limitarlo a un espacio determinado, un agujero oscuro que rodeamos de cosas definidas, sin embargo aquí todo es tinieblas rodeadas de tinieblas.

Todo era agua indiferenciada.
Principio de devenir rodeado por el vacío,
surgió el Uno, brotó,
por el poder de su propio fuego.

Comentario: otra nueva etapa sutil aparece, la existencia de Aguas Primordiales, como en la Biblia, el Tohu Vahu, las aguas indiferenciadas, oscuras por no ser definidas, pero que contienen la fertilidad y promesa de la creación. En Egipto son las Aguas Primordiales del Nun, y en el medio de éstas aparece el escarabajo Jepri o Jeper, palabra egipcia que significa evolución, creación, devenir. Es la campanada que llama para que todo empiece, haciendo brotar a Atum de su inexistencia/inercia para crear el mundo.

De la misma manera, en la fertilidad de las aguas aún no diferenciadas, brota el Uno, no por causas externas sino por el poder inherente, fértil del Uno manifiesto, el Primer Ser, el primer Huevo de donde luego surgirá todo. Al principio sólo estaba Él, y lo demás todavía no había surgido.

En el comienzo brotó en él el deseo,
que fue la primera semilla de la mente.
Buscando en sus corazones, mediante su sabiduría
los sabios hallaron el vínculo
que une al Ser con el no-Ser.

Comentario: El Primer Movimiento del Ser, fue el manifestarse, el deseo de manifestarse, la intención y Voluntad de Ser, de definirse. Por tanto, la primera Afirmación Mental. Los sabios, también en el seno de su conciencia (el corazón) descubrieron la diferencia que hay entre no-Ser y Ser: el deseo de existir, el pensamiento que define.

Extendieron transversalmente su cordel.
¿Existía un abajo? ¿Existía un arriba?
¿Existían fecundadores, existían energías?
Abajo se hallaba la fuerza; arriba, el impulso.

Comentario: En el instante que la mente comienza, hay un antes y un después, hay arriba y abajo, izquierda y derecha... por eso se define una línea transversal imaginaria, entre lo celeste y lo terrestre, entre la energía manifiesta y su corolario, la materia aquí abajo, o sea en el mundo manifiesto y material, y el impulso o sea la Voluntad que rige desde arriba, la Mente Manifiesta y Organizadora del Demiurgos o del Dios Creador.

¿Quién sabe la verdad?
¿Quién puede decirnos dónde surgió esta creación?
Los dioses nacieron después, con la creación del universo.
¿Quién puede saber, pues, de dónde surgió?

Comentario: A pesar de lo descrito anteriormente, el filósofo hindú no tiene todas las claves, porque el Dios Uno Creador de este Universo, y los dioses que nacieron después, como fuerzas activas, tuvieron un origen, pero dónde está ese origen: nadie puede definirlo, porque por su propia naturaleza es indefinible.

Aquel, que es su guardián en el cielo,
fuera él o no su hacedor,
sólo aquel sabe de dónde surgió esta creación.
O quizá ni siquiera él lo sabe.

Comentario: El Creador, el Demiurgos que planificó este Universo, fuese Él directamente el hacedor o más bien a través de sus leyes y huestes, sólo Él podría saberlo, pero el místico hindú incluso duda que Aquel que vino a la Vida con este Universo, sepa de aquello que no tiene tiempo, ni lugar, aun siendo el Origen de Todo.

Continuará


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