viernes, noviembre 11

Fraternidad Universal vs. Globalismo

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Fraternidad Universal vs. Globalismo

Supongamos que hay un grupo de alumnos a los que tenemos que preparar. Algunos de ellos son más inteligentes y despiertos que el resto, otros son más torpes y les cuesta entender las lecciones. ¿Qué modelo de enseñanza y participación les convendría más?

Una estrategia consistiría en buscar alcanzar una especie de “igualitarismo”, de manera que todos sean tratados de la misma manera, atiendan a las mismas clases, realicen las mismas prácticas y hagan los mismos exámenes.

El mayor problema de este sistema es que los más atrasados, peculiares, distintos, o procedentes de diferentes estratos sociales y culturales, podrían quedar en desventaja con aquellos procedentes de familias mejor adaptadas, económica y culturalmente, al estándar de la sociedad en la que vivimos.

Por otro lado, para mí mismo, como profesor, este sistema me reporta un dominio más absoluto sobre todos los estudiantes, me permite aplicar una disciplina unitaria de la que yo podría, si ese fuese mi deseo, aprovecharme, y una menor dedicación de mi tiempo a los desfavorecidos.

Un sistema bien distinto consistiría en comenzar por reconocer las diferencias sociales y culturales, adaptando mi enseñanza a las necesidades de cada uno, respetando su idiosincrasia cultural, reforzando a los menos favorecidos sin por ello cercenar las posibilidades de los más avanzados. Habría pues una desigualdad en el trato y en la enseñanza, pero IGUALDAD EN LOS OBJETIVOS FINALES.

El primer sistema es el de “tabula rasa”, el que ha sido utilizado por todos los regímenes políticos y sociales que pretendían obtener una masa informe de seguidores, condenando a los marginados a permanecer por generaciones en una escala social inferior.

Recientes estudios, por ejemplo, demuestran que en USA la población de color no puede acceder ni conseguir los mismos resultados en los estudios ni acceder a la riqueza porque hay un hecho diferencial fundamental: los chicos blancos son herederos de casas y propiedades rurales, y otros bienes de diversa índole, reciben una educación intrafamiliar también heredada, y tienen una red social protectora que les permite disfrutar de un ambientes más confortable y seguro tanto en el hogar como en el vecindario, etc. Su punto de partida al comenzar los estudios es más prometedor. De esta manera, la fortuna familiar no sólo se mantiene sino que además se acrecienta.

Por contra los chicos de color tienen de partida condiciones sociales desfavorables. Es muy difícil para ellos salir de la pobreza y la vida marginal porque parten de cero, y aún consiguiendo graduarse en buenas universidades, eso no les garantiza alcanzar el mismo estatus que la población blanca, ni obtener los mismos empleos. Otro reciente análisis muestra que en las promotoras de viviendas ofertan casas que distribuyen en zonas determinadas con mayor o menor población cercana de color, y esto sucede en pleno siglo XXI.

Una auténtica Fraternidad Humana sólo puede construirse en la Igualdad de Fines y Objetivos, y en la lucha permanente por hacer que todos los seres humanos puedan alcanzarlos. Esta lucha tiene que basarse en dos elementos fundamentales, primero el reconocimiento de la Dignidad Humana, presente en todos los seres humanos, y que habilita o da el derecho necesario para alcanzar dicho fin, no importando la raza, el sexo, la edad, la nación, o el origen social. El otro fundamento es el Respeto por esas mismas características diferenciales, evitando uniformar a todos los seres humanos por igual con la excusa de conseguir esa Igualdad de Fines y Objetivos. Se debe partir desde la consideración de la individualidad, de la tradición diversa, la historia propia, la religión, la etnia y la clase social.

Cada individuo, grupo social, nación, tiene que tener su propio desarrollo identitario particular que hay que preservar, al tiempo que confluye hacia una identidad compartida. Una orquesta se compone de diversos instrumentos, cada uno bien diferente, pero trabajando todos juntos, para obtener la Igualdad en la Armonía. Este Ideal de Fraternidad Universal debe ser por tanto la bandera que guíe cualquier acción humana de ayuda y educación, de orden político, social y económico.

Pero a cada luz le acompaña su sombra en este mundo de claroscuros.

Desde finales de la Edad Media, y aún antes, y durante el período del iluminismo inglés, siglos XVII-XVIII, una serie de filósofos plantean un atisbo del materialismo que se desarrollará plenamente durante el siglo XIX y el XX. Son los “nominalistas” que se oponen fundamentalmente al idealismo platónico, negando la existencia de los Universales o Arquetipos fundamentales, como origen de las cosas. Por ejemplo, si veo un caballo, no pienso que exista un caballo arquetípico o como idea preexistente, sino que la idea de caballo es el resultado de unir mi experiencia visual actual con otras similares, generalizando así el concepto “caballo”, o sea una síntesis mental de todos los caballos existentes en el mundo.

Para Platón, Aristóteles, Plotino, y muchos otros pensadores clásicos, tanto orientales como occidentales, la “Idea” es primaria y no es derivada, pues entienden que existen Arquetipos o ideas fundamentales previas, que son el basamento a partir del cual surgen todos los elementos y seres del mundo visible. Estos fundamentos previos son la Ideación Divina, las ideas eternas pre-existentes en la Mente Universal o Logos.

Sin entrar en más detalles, la primera forma de ver, el nominalismo, lleva inexorablemente al materialismo que se desarrollará en los siglos siguientes, y que niega la existencia de todo mundo ideal anterior, o de cualquier plano más o menos espiritual o de un principio rector o un fin metafísico.

La otra forma, la platónica y clásica en general, conecta con toda la filosofía oriental y con toda la tradición filosófica y mitológica de Egipto, China, India, América precolombina, África, etc.. Todas estas tradiciones otorgan a la creación entera una finalidad, un origen necesario y una evolución acorde. No se trata de la creencia en un dios extra cósmico rector, a la manera cristiana o judía, que regula todas las ocurrencias en el mundo, sino de la Ley Universal, anterior a toda creación, y de la que dimana todo lo existente. Ahora bien, toda Ley necesariamente implica una Voluntad, pero no como expresión de un dios como el de las religiones, sino que esa Voluntad es la expresión de lo Absoluto Desconocido más allá del mundo manifiesto.

Desde que el Occidente cristiano se fue liberando de la tiranía clerical, fue aspiración de todos los hombres sensatos y preocupados por el avance humano la consecución de una Fraternidad Universal que, venciendo las barreras culturales, políticas, religiosas e incluso geográficas, unificase a todos los seres humanos dentro de una gran hermandad. Numerosos fueron los intentos para romper las últimas cadenas persistentes de la Edad Media, tanto en la esfera del pensamiento, como del arte, de la organización social y la religión.

Pero como señalaba antes, a cada luz le sigue su sombra, y el materialismo ha ido poco a poco ejerciendo su poder sobre las conciencias de todos los seres humanos.

El Ideal de la Fraternidad Humana ha sido sustituido por el concepto de “Globalización”. Esta forma de pensamiento social y político, que no tiene nada de espiritual y ni siquiera es humanista, está ampliamente interesada en sustituir cualquier “barrera” que impida lograr sus fines. Primero eliminaron barreras aduaneras, internacionalizaron prensa en información, estando la mayoría de los periódicos y agencias de información en unas pocas manos a nivel mundial, luego estandarizaron la educación, de manera que aquello que había sido siempre privilegio de los padres: el derecho a educar en valores a sus propios hijos, les ha sido arrebatado por el estado. La libertad de movimiento se ha traducido en la libertad de movimiento del capital. Los políticos nacionales obedecen a estructuras de poder por encima de ellos.

Los jóvenes han sido invitados a abandonar el amparo de sus familias, en búsqueda de una supuesta libertad en un apartamento compartido con otras personas, en un trabajo que apenas alcanza para sus “diversiones”, y que no les permite construir ningún tipo de futuro personal o familiar. Se han abierto las puertas al consumo de drogas indiscriminado, en Holanda recientemente se ha abogado incluso por la consumición libre de la cocaína.

Todo esto ha creado seres desarraigados, sin fines trascendentes en sus vidas, sin familia, y sin patria, y lo peor sin futuro, pues sólo se vive el presente. En aras del respeto por una “diversidad” abstracta, se borra toda tradición, toda costumbre, y se olvida de defender la diversidad real que forma parte de su propia tradición y cultura.

Incluso la identidad sexual se ha diluido en múltiples estilos, a veces en abierta contradicción. Todo ser humano tiene derecho a ser lo que crea mejor para su propia evolución personal y también a ser respetado, pero esto es algo diferente, se trata de una ideología manejada por el poder que se ha utilizado como un arma más para desarraigar a la gente, para que finalmente no sepan quienes son.

Una vez conseguido el objetivo, llega la siguiente fase, lo que se ha dado en llamar el “Transhumanismo”, conjunto de ideas y tecnologías cuyos ideólogos proponen que los seres humanos pueden llegar a transformarse, física y mentalmente, hasta el punto que ya no serían humanos sino “posthumanos”. Teniendo en cuenta que hoy se considera al ser humano como un “animal” mecánico, un ser inteligente, pero que no posee ningún atributo distinto al resto de los animales, ¿por qué no transferir mis memorias, experiencias y opiniones a una máquina, que podría replicarse tantas veces como fuese necesario?.

Pero no hay que preocuparse, porque “ellos”, o sea la élite que nos gobierna, ya se encargarán de todo, “no tendrás nada y serás feliz”, dicen. Aquello que los romanos llamaron “Panem et circenses”, se hace cada día una realidad más tangible. Aunque esta fórmula de la felicidad no es capaz de explicar por qué aumenta en todo el mundo la tasa de suicidios…

La auténtica Fraternidad se construye siempre bajo el respeto mutuo, en tanto que la Globalización se basa en crear a nivel mundial un sistema de explotación capitalista que se encarga de controlar una amplia población mundial a la que se le convence de derribar todas sus prerrogativas individuales, educativas, culturales y nacionales para formar parte de una masa sin fines, sin raíces, sin destino y sin futuro.

A cada luz, una sombra.

Pero la Luz, cuando es intensa y se desborda, anula todas las sombras.

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